ENTREVISTA AL EXPRESIDENTE DEL
GOBIERNO
Felipe González: “Ni el PP ni el
PSOE deberían impedir que el otro gobierne”
En un contexto de incertidumbre
tras las elecciones generales, el expresidente socialista explica su punto de
vista sobre la actual crisis política y ofrece un marco en el que pueda
encontrarse una salida
ANTONIO CAÑO
Madrid 28 ENE 2016 - 01:40 CET
Como recuerda en esta entrevista,
hace 20 años que Felipe González salió del Gobierno y 19 desde que abandonó la
secretaría general del PSOE. Sin embargo, su influencia dentro de su partido y
en la sociedad no solo no ha decrecido en este tiempo, sino que ha aumentado
ahora que el país vive la zozobra de una crisis política de muy difícil
solución y de consecuencias inciertas.
La entrevista al expresidente del
Gobierno, en 18 frases
Sánchez responde a Rajoy con un
“no rotundo” a un pacto con el PP
Rajoy ofrece al PSOE ampliar su
pacto a alcaldías y autonomías
La corrupción del PP dificulta la
negociación entre Rajoy y Rivera
Rivera: “Hay un espacio común
entre PP y PSOE, falta voluntad”
La renuncia de Rajoy y la oferta
de Iglesias rompen el ritmo a Sánchez
Iglesias comunica al Rey su
intención de gobernar con Sánchez
Después de varios días en los que
su silencio ha sido interpretado de muy diversas maneras y su posición
manipulada en beneficio de intereses particulares —“estoy cansado de que
interpreten lo que suponen que pienso o debería pensar”—, González explica en
estas páginas su verdadero punto de vista sobre la situación actual y ofrece un
marco en el que pueda encontrarse una salida.
Para ello, sostiene el
expresidente del Gobierno, es preciso que los dos principales partidos del
país, el Partido Popular y el PSOE, ambos derrotados en las recientes
elecciones, dejen a un lado la preocupación por su futuro y antepongan los
intereses de España. Defiende un proyecto reformista que supere el inmovilismo
practicado durante estos años por Mariano Rajoy y el liquidacionismo que
pretende Podemos.
González califica de
“irresponsabilidad” la decisión de Rajoy de renunciar a formar Gobierno sin
retirarse ni permitir que otro dirigente de su partido lo intente. También
alerta sobre los riesgos de un pacto del PSOE con Podemos, partido del que
afirma que pretende “liquidar el marco democrático de convivencia y, de paso, a
los socialistas”. No defiende ninguna combinación precisa para formar Gobierno.
Prefiere un Gobierno progresista y reformista, pero admite que es muy difícil
porque no existe una mayoría de esa naturaleza en el Parlamento. En todo caso,
recomienda que ni el PP ni el PSOE impidan que el otro forme Gobierno si ellos
mismos no lo pueden lograr.
Pregunta. ¿Considera que la
crisis actual puede ser la prueba de que el sistema político español ha entrado
en crisis?
Respuesta. Hace algún tiempo que
presenta síntomas de deterioro el sistema surgido de la Transición y la
Constitución del 78. Después de más de tres décadas que deben ser calificadas
de éxito histórico para España, el sistema necesita reformas y cambios
regeneracionistas. Pero las actitudes inmovilistas y las liquidacionistas
estrechan el margen para propuestas de reforma que son cada vez más necesarias.
La crisis financiera y sus
terribles consecuencias económicas y sociales han acelerado la sensación de que
hacen falta cambios. Muchos ciudadanos ven en peligro los derechos que
consideran adquiridos, en sanidad o educación, por ejemplo. Pero también han
sufrido un ajuste basado en el paro, la devaluación salarial, la precarización
del empleo y la consiguiente pérdida de dignidad del trabajo. Ahora, en la
frágil recuperación, los ciudadanos siguen viendo que las desigualdades no se
corrigen. La sensación de agotamiento aumenta con la serie permanente de casos
de corrupción, tanto los que están llegando a la justicia como los que aparecen
sin cesar.
La crisis aumenta de tamaño por
la aparición del secesionismo, que plantea un desafío para una España que ha
sido un espacio público compartido durante 500 años. La propia Unión Europea se
ha equivocado en el enfoque de esta crisis que nos afecta a todos, y España es
cada vez menos relevante en las decisiones de la Unión.
“No tendrían que negar la
posibilidad de un Gobierno si no pueden hacerlo ellos”
Así que, en efecto, vivimos una
especie de final de ciclo, sin que se abra paso un proyecto reformista imprescindible
para España. En los años ochenta sabíamos dónde estábamos y qué queríamos ser,
pero, como otras veces en la historia, parece que nos hemos salido de la ruta y
no sabemos ni a dónde vamos ni quiénes somos. Falta un proyecto reformista para
España.
P. ¿Por qué entonces ha sido el
PP el partido más votado?
R. Eso es un hecho, porque la
concentración de voto de la derecha en torno al PP ha sido mayor que los votos
en el espacio de la izquierda. Hemos pasado a lo que he dicho en otras
ocasiones: un Parlamento a la italiana, pero sin italianos para manejarlo. Pero
lo relevante es que el PP no ha sido capaz de leer el resultado como lo que es:
una derrota. No solo por perder casi 60 diputados, sino porque está siendo
rechazado por los demás partidos. O sea, porque la mayoría del Parlamento es
muy crítica con la gestión del Gobierno y su comportamiento en estos años.
Es notable que es muy fuerte el
rechazo a Rajoy, que no ha querido ni quiere asumir responsabilidades como
dirigente del PP y del Gobierno. Igual de fuerte es el rechazo a Pablo Iglesias
por la reacción que inspira su política liquidacionista. Pero ninguno de los
dos quiere interpretarlo así.
P. ¿Y el Partido Socialista?
Pedro Sánchez apareció la noche electoral celebrando un resultado que valoró
como “histórico”. ¿Ha sabido el Partido Socialista interpretar el resultado?
R. Creo que esa lectura errónea
de los resultados afecta también al Partido Socialista, que ha sufrido una
derrota clara en las urnas y debería haber considerado la voluntad de los
ciudadanos.
“Quiero que España tenga
Gobierno. Yo prefiero que sea progresista y reformista”
Además, se está confundiendo la
idea de que en un eje de izquierda y derecha hay más votos en la izquierda,
como ha ocurrido casi siempre. De esa noción se deriva, sin más, que se dan
posibilidades de Gobierno de izquierda mayores de las que hay en la realidad,
no solo en la aritmética parlamentaria, sino en las necesidades de que haya un
Gobierno progresista y reformista, con base suficiente para llevar adelante su
tarea.
P. ¿Existe una mayoría
progresista en este Parlamento?
R. Ojalá existiera una mayoría
progresista y reformista, porque esa sería la opción que preferiría como la
mejor para España. Pero analizando la representación parlamentaria no creo que
exista. Esto no contradice que tampoco exista una mayoría conservadora. De ahí
la dificultad en la que estamos.
P. ¿Le decepciona o le preocupa
esa falta de una mayoría progresista?
R. Lo que más me preocupa es la
necesidad de un Gobierno para España basado en un programa que permita que haya
reformas en la Constitución, en el sistema electoral, en educación, en sanidad
o en relaciones industriales. Pero de esto no está hablando nadie. Creo que se
habla más de votos para la investidura que de votos para desarrollar un
programa de Gobierno al servicio de los españoles.
Cuando digo esto, no estoy
hablando de derogar leyes pasadas sino de propuestas reformistas y de los votos
que estas necesitan para salir adelante. En definitiva, creo que los ciudadanos
esperan diálogo y acuerdos en este escenario de fuerzas elegidas más allá del
bipartidismo imperfecto de las últimas décadas, que parece claro que ha quedado
atrás.
P. Entonces, ¿quién debe tratar
de formar Gobierno?
R. En principio, el orden lógico
es que lo intente la minoría con más votos y representación, que es el PP. Pero
ese espectáculo montado el viernes pasado en la ronda de consultas del Rey
tanto por Iglesias como por Rajoy no es indicativo de que este último ni su
partido estén tomándose en serio su responsabilidad. Esa jugada del candidato
del PP, declinando hacerse cargo de la investidura y al mismo tiempo
manifestando que no se retira, es de una irresponsabilidad difícil de
calificar. ¿Qué pretende? ¿Propone que se estrellen otros y ofrecerse él
después como única solución? ¿Habrá pensado en las implicaciones que tiene para
todas las instituciones este juego? ¿Está pensando solo en sí mismo, sin tener
en cuenta los intereses de España?
P. Como usted menciona, esos
episodios de la investidura se produjeron con el Rey de por medio. ¿Cree que
esto compromete de alguna forma el papel del Rey?
R. El Rey es un jefe de Estado
con la ventaja de que debe obrar con neutralidad respecto a las opciones
políticas en juego. Esto exige un respeto por parte de los líderes políticos
para preservar esa neutralidad en el marco de la Constitución y las leyes. Por
eso me ha preocupado el juego partidista del viernes pasado cuando acabó la
primera ronda de consultas. Nadie tiene derecho a decirle al jefe del Estado
que ni acepta ni se retira, como hizo Rajoy.
“La pinza que el PP hizo en
Andalucía con Podemos no es un ejemplo a imitar”
P. Si se confirma esa renuncia de
Rajoy, ¿es posible un Gobierno progresista liderado por el PSOE?
R. Si tenemos en cuenta la
aritmética parlamentaria, sí es posible ese Gobierno, pero con enormes dificultades
para llevar adelante una tarea de Gobierno reformista y progresista.
Obviamente, Pedro Sánchez debe cumplir el mandato de los electores y también
del comité federal del Partido Socialista y debe intentarlo si fracasa el
candidato del PP, sea o no Rajoy.
Para hacerlo tiene que hablar con
todos, ya que eso es el diálogo, y dejar claro con qué programa para España
está dispuesto a gobernar. Reitero que no se trata de sumar votos para una
investidura, sino de tener una base coherente de apoyos para gobernar, que no
es lo mismo.
El comportamiento arrogante de
los líderes de Podemos, con humillaciones que ponen al descubierto cuáles son
sus verdaderas intenciones, no se debe aceptar. Esos dirigentes, con el debido
respeto que merecen sus votantes y los grupos que se han sumado a las distintas
plataformas, quieren liquidar, no reformar, el marco democrático de
convivencia, y de paso a los socialistas, desde posiciones parecidas a las que
han practicado en Venezuela sus aliados. Pero lo ocultan de manera oportunista.
Del mismo modo, dejaron de hablar de Grecia cuando más lo necesitaron sus
amigos. Son puro leninismo 3.0.
Para colmo, plantean también con
disimulo la autodeterminación, algo que contradice un proyecto para España como
espacio público que comparten 46 millones de ciudadanos que quieren ser
tratados como tales, también para decidir en igualdad de derechos y
obligaciones su destino común.
P. ¿Cree que es legítima la
formación de un Gobierno cuya única coincidencia sea la de ser anti-PP?
R. A mí no me gustan los
Gobiernos anti lo que sea, aunque los haya vivido yo mismo. Recuerde el “váyase
señor González”. Los Gobiernos deben proponerse para realizar proyectos, no
para negar los de los otros.
“Las actitudes inmovilistas y las
liquidacionistas estrechan el margen para propuestas de reformas muy
necesarias”
Pero no es un problema de
legitimidad, como usted dice. Es una obviedad recordar que para las reformas
que necesita España hay que contar con el PP en bastantes casos, porque esa es
la realidad parlamentaria. Del mismo modo, parece lógico exigir al PP que diga
qué está dispuesto a hacer por convicciones y, por tanto, es lógico esperar que
lo haga tanto si está en el Gobierno como si pasa a la oposición.
P. ¿Es partidario de una gran
coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos?
R. De ninguna manera. Me parece
una propuesta que nace de un fracaso y que no se plantea la gobernanza de
España en el medio plazo. El fracaso es el de la estrategia que algunos llaman
del “Gobierno del Ibex”, una suma PP-Ciudadanos que fuese mayoritaria, creando
así una pinza contra el Partido Socialista apoyando la subida de Podemos.
¿Recuerdan a Rajoy el 6 de diciembre animando a Iglesias? “Vas bien Pablo, vas
bien”, le decía.
Eso falló, y pasaron del lema
“hay que salvar al soldado Sánchez”, ideado para hundir al candidato, a hacer a
Sánchez responsable de la estabilidad que sugieren, ya después de las
elecciones del 20 de diciembre.
Para colmo, dejar el espacio de
la oposición a Podemos es una gran estupidez, más aún que un error, generada
por la falta de visión de España en el medio plazo. Mire, si no se emprenden
las reformas que necesitamos, incluida la regeneración democrática frente a la
corrupción rampante que nos inunda cada día, estamos contribuyendo a alimentar
a los que desean liquidar el marco democrático de convivencia que tenemos.
P. ¿Cuál es entonces el mejor
Gobierno posible?
R. Eso es mucho pedir en una
entrevista como esta, pero creo que ha llegado el momento de mirar a los
ciudadanos y abandonar estrategias de trileros como las que hemos visto el
viernes pasado. A nadie le extrañará que a estas alturas de mi vida prefiera
que haya un Gobierno con programa acordado para España, porque lo necesitamos,
incluso si no es el Gobierno que más me guste a mí personalmente.
Podríamos contar el número de
escaños en dos dimensiones: la de izquierda y derecha o la de los que sumen en
un proyecto reformista para España, un eje en el que no entran los que quieren
acabar con esa realidad o ponerla en riesgo.
“Vivimos un final de ciclo... No
sabemos ni a dónde vamos ni quiénes somos. Falta un proyecto reformista para
España”
Si los partidos políticos
estuvieran hablando de programas de Gobierno y no de aritméticas parlamentarias
incompatibles en todo o en parte con un Gobierno estable, sería menos
complicada la respuesta.
Pero el ambiente no es ese. Es un
momento más de regates cortos y oportunistas, o de supervivencias personales
como la de Rajoy, que de miradas largas para dar respuesta a los desafíos de
España.
P. ¿Algún ejemplo de esos regates
cortos?
R. Un ejemplo: PP y Ciudadanos
sumarían 163 diputados. Por otro lado, PSOE, Podemos e Izquierda Unida sumarían
161 diputados. Esto último sería una especie de tripartito, que dependería para
lograr mayoría del mismo número de diputados, más o menos, de los que dependían
los del bipartito anterior, pero en condiciones menos compatibles, porque han
derivado hacia posiciones de ruptura de España, más que de acuerdos para
gobernar.
Por tanto, lo podría intentar el
PP, con Rajoy o con otro candidato, con Ciudadanos, para arrancar con el
encargo del Rey.
También podría ser el PSOE,
hablando y negociando hacia Ciudadanos y hacia la amalgama de Podemos, pero
dejando claros los elementos esenciales para que se pueda hablar de un Gobierno
para España.
En suma, hay que entender la
nueva realidad que han querido los electores, que exige que haya diálogo y
acuerdos. Y que puede repetirse, en peores condiciones, si los responsables
políticos no asumen el resultado y devuelven la responsabilidad que les toca a
los ciudadanos en nuevas elecciones.
P. ¿Y un Gobierno del PSOE con
Ciudadanos? ¿Ve eso posible?
R. Intentar llegar a un acuerdo
con Ciudadanos dentro de la aritmética parlamentaria significa tener una base
para las reformas que necesitamos. Si se habla de Gobierno de reformas y de
progreso, hay que tener fundamentos programáticos y número de diputados para
apoyarlos. En este ejercicio el PP tiene que dejar claro si sus posiciones
programáticas, aún en la sombra, lo son por convicción o por oportunismo de
Gobierno. Porque no habrá reformas de calado si el PP practica la vetocracia.
P. ¿Qué se debe hacer con la
crisis de Cataluña durante este periodo de Gobierno en funciones?
R. Que haya un Gobierno en
funciones no quiere decir que haya un vacío de poder. Si alguien lo ve así, se
equivoca.
“El PP no ha leído el resultado
como es: una derrota. No solo por perder 60 diputados sino por su rechazo en el
Parlamento”
La democracia exige que la ley,
tanto la Constitución como el Estatuto, se cumpla, incluso para cambiarla. Sin
esa premisa, se pone en peligro la democracia misma y el marco de convivencia
que nos hemos dado entre todos los españoles. Si alguien se salta la legalidad,
el Gobierno tiene la obligación de restablecerla. Y tiene además los instrumentos
parlamentarios para hacerlo.
Soy muy crítico con el
inmovilismo y me gusta muy poco la respuesta judicial, porque creo que lo
prioritario en política es una respuesta política como paso imprescindible. El
inmovilismo tiende a ampararse en el Tribunal Constitucional u otras variantes,
porque no cumple con su obligación.
Por eso, cumplida la ley como
condición democrática, debe haber una clara disposición al diálogo, algo que se
viene obstaculizando en los últimos años.
P. ¿Qué papel cree que debe cumplir
su partido en una situación como la actual?
R. No soy responsable del
partido, ni tengo responsabilidad institucional. Hace 20 años que salí del
Gobierno y 19 de la secretaría general del Partido Socialista. No me toca
decidir.
Me gusta que se debata y que se
adopten posiciones claras ante los ciudadanos, manteniendo la unidad. Yo opino
como ciudadano que vota al PSOE y milita en él, con la carga de la experiencia
vivida en España, en Europa, en América y en otros lugares.
También soy prudente a la hora de
decir lo que pienso a los líderes del partido. Si me preguntan, respondo, pero
intentando no entrometerme nunca.
A veces sufro, porque estoy en
desacuerdo con unos o con otros, incluso con unos y con otros, pero trato de
ser prudente sin perder la libertad y la responsabilidad como ciudadano y
votante.
Ahora acepto esta entrevista
porque estoy cansado de que otros interpreten lo que suponen que pienso o
debería pensar, dependiendo de gustos o de intereses. Como cualquiera, me puedo
equivocar, algo a lo que incluso tengo derecho, pero me gustaría no interferir,
sin renunciar a opinar cuando quiero o creo que necesito hacerlo.
Así que comprendo la inquietud,
pero no me toca decidir lo que tiene que hacer el partido. Y esto es algo que
asumo con serenidad.
Felipe González, junto a la opositora
venezolana Lilian Tintori en su visita a Caracas en junio.
Felipe González, junto a la
opositora venezolana Lilian Tintori en su visita a Caracas en junio. M.G. EFE
P. Desde esa libertad personal,
¿qué cree usted que es un proyecto progresista en el momento presente de
España?
R. Necesitamos recomponer las
fracturas en la cohesión social de las políticas que se han hecho en la crisis
y hacerlo con criterios de sostenibilidad, con la visión puesta en el momento
que vivimos en España y en el mundo.
Diría que necesitamos una
economía social de mercado, algo que en Europa se está poniendo en cuestión,
aunque sea parte de su identidad fundamental. En España son muchas las
desigualdades provocadas, y hay que corregirlas con un modelo económico capaz
de combinar la necesidad de ser competitivos para generar riqueza y la de
redistribuir con justicia el excedente que se genere.
Tenemos que dignificar el
trabajo, superando la precariedad, mejorando los salarios y relacionándolos con
la productividad. En fin, tenemos que recomponer nuestro sistema de acceso
universal a la sanidad; pactar una reforma educativa en general y de la
Formación Profesional en concreto, y apoyar en serio, no con palabras, la
investigación y la innovación para mejorar nuestra capacidad de competir y de
generar empleos dignos.
Deberíamos federalizar nuestro
modelo autonómico, garantizando la descentralización política y la
financiación, preservando el poder del Gobierno central como responsable de la
igualdad de derechos y obligaciones de todos los ciudadanos. Como ve, creo en
una descentralización política que reconozca y garantice la diversidad, pero no
creo en una centrifugación que ponga en peligro la realidad misma de España.
Hay que tomarse en serio la
reforma de la ley electoral y mucho más en serio, por su gravedad, la
regeneración del sistema para luchar con rigor contra las prácticas corruptas
que nos están ahogando.
Esta es solo una parte de las
cosas que se deberían estar debatiendo y acordando entre los responsables
políticos, para salir cuanto antes de este juego de sombras.
“Analizando la representación
parlamentaria, no creo que exista una mayoría progresista y reformista, que
sería la opción que preferiría”
En fin, progresar es hacer
reformas frente al inmovilismo y al liquidacionismo, ambos fenómenos que han
acompañado demasiado tiempo a nuestra historia. Si fuimos capaces de superarlo
en la Transición, ¿por qué no lo vamos a poder hacer ahora?
P. ¿Cree que el PSOE debe
negociar con el PP?
R. Me parece indiscutible que se
debe dialogar con el PP. Otra cosa es que haya margen o no para acordar cosas
que faciliten lo que acabo de decir. Pero la experiencia de Gobierno de Rajoy
ha sido de decretos leyes e imposiciones sin ningún diálogo y eso hay que
intentar superarlo. Pero en democracia hay que atender el mandato de las urnas,
en el que se incluye ese diálogo sin reservas.
P. ¿Cree que el PSOE debería,
llegado el caso, permitir con su abstención la formación de un Gobierno en
España?
R. No quiero definir la posición
del partido como tal. Dicho esto, creo que ni el Partido Socialista ni el PP ni
otros deberían negar la posibilidad de un Gobierno para España si no están en
condiciones de hacerlo ellos con sus formulaciones y programas.
Lo que digo vale pues para
cualquier partido responsable, porque jugar a impedir que gobierne otro aunque
yo no pueda gobernar no conduce a nada. Lo que el PP hizo en Andalucía para
impedir un Gobierno del Partido Socialista en una pinza con Podemos no es un
ejemplo de práctica democrática responsable, y es algo que no hay que imitar.
Pero es falso lo que se está
diciendo y se me atribuye. Quiero que España tenga un Gobierno capaz de sacar
adelante un proyecto. Prefiero que ese Gobierno sea progresista y reformista.
Si no es posible, no creo que haya que obstaculizar la posibilidad, muy difícil
por cierto, de un Gobierno distinto.
P. ¿Qué importancia cree que
tiene Europa en la búsqueda de una solución a la crisis actual en España?
R. Verá, yo soy un europeísta
crítico con los errores de la Unión Europea en la lucha contra la crisis. Estoy
seriamente preocupado por los desafíos que tiene por delante en temas que no se
pueden sortear: refugiados, referéndum británico, amenazas a la seguridad y
demás. Pero me asombra que el tema de la Unión Europea esté ausente de nuestras
campañas y de los debates actuales.
Me preocupa que España sea
irrelevante en la sala de máquinas de la Unión Europea, porque el proceso es de
soberanía compartida, no de cesión de soberanía para que otros decidan por
nosotros.
Dependemos mucho de lo que se
decida en Europa, por eso tenemos que decidir con los socios en igualdad de
condiciones, no diciendo “lo que nos diga Europa, lo haremos”. Me parece
humillante ese comportamiento. Somos parte de Europa, con las mismas
responsabilidades que otros en sus decisiones.
Dependemos de la Unión Europea,
con quien compartimos soberanía, y tenemos que decidir de forma conjunta para
cambiar el rumbo de la Unión.
“Nadie tiene el derecho a decir
al jefe del Estado que ni acepta ni se retira, como hizo Rajoy. Es de una
irresponsabilidad difícil de calificar”
P. ¿Cómo cree que puede afectar
la crisis de España a la estabilidad de Europa?
R. No soy partidario de esas
campañas que tratan de meter miedo a los ciudadanos para condicionar su libre
voluntad. Ahí incluyo campañas como las que vienen de la Comisión Europea sobre
la formación de Gobierno aquí. Pueden advertir sobre nuestro déficit, pero no
interferir en la formación de Gobierno.
Es importante para los españoles
resolver nuestros problemas. También es importante para Europa, en la misma
medida en que influyen en ella los problemas de otros socios.
P. En las últimas semanas se ha
especulado mucho con su nombre en distintos escenarios potenciales, siempre
como una especie de solución ideal. ¿Por qué cree que se echa tanto en falta un
Felipe González en España?
R. Respuesta negativa: porque les
ha dado tiempo a olvidarse de los errores que cometí. Respuesta positiva:
porque reconocen que siempre puse por delante los intereses de España y eso se
echa de menos ahora.
LA FÓRMULA DE FELIPE GONZÁLEZ
SIGNIFICA LA LIQUIDACIÓN DE SÁNCHEZ
27/01/2016@12:42:33 GMT+1
Luis María ANSON
La fórmula que Felipe González ha
expuesto en varios foros antes de la reunión del Comité Federal de su partido
es sencilla: Gobierno de PP y Ciudadanos con la abstención del PSOE. De
prosperar esta iniciativa, Pedro Sánchez quedaría escabechado y se vería
obligado a tomar el camino de su casa.
Felipe González piensa con razón
que Podemos quiere engullir al PSOE y que Pablo Iglesias está dispuesto a
forzar nuevas elecciones con la esperanza de sobrepasar al Partido Socialista.
Al que fue gran presidente del Gobierno no le gusta que el PP continúe en el
poder pero le gusta menos que Pablo Iglesias se encarame a él sobre la chepa de
Pedro Sánchez. Relevantes pesos pesados del PSOE se han sumado a la fórmula de
González, si bien algunos de ellos exigen la retirada de Mariano Rajoy en favor
de un dirigente de Ciudadanos o de otro dirigente del PP. No parece fácil que
Mariano Rajoy esté dispuesto al sacrificio.
Pedro Sánchez confía en que el
Comité Federal apruebe al menos uno de sus dos planes: el plan A, Frente
Popular con la alianza del PSOE y Podemos-IU más el apoyo del PNV; y plan B,
PSOE y Ciudadanos con la abstención del PP, que es lo que quiere el
empresariado español y poderosas instancias internacionales.
Quedan ya pocas horas para que el
Comité Federal del PSOE dé o no vía libre a Pedro Sánchez. Especialistas
cualificados en política interna del Partido Socialista creen que el Comité
Federal respaldará a Pedro Sánchez, con determinadas limitaciones.
EL 'PSOE PRO GONZÁLEZ' SE HACE
FUERTE DÍAS ANTES DE UN COMITÉ FEDERAL CRUCIAL
Iglesias presiona a Sánchez: le
avisa de que la solución PP-PSOE gana adeptos
27/01/2016@13:50:11 GMT+1
Iglesias presiona a Sánchez: le
avisa de que la solución PP-PSOE gana adeptos
Con la vista puesta en el crucial
Comité Federal del PSOE, Pablo Iglesias presiona para conseguir que los
socialistas se inclinen de su lado el próximo sábado y ha metido el dedo en la
llaga que más hace peligrar a Pedro Sánchez: la división interna del partido.
El líder de Podemos ha advertido de que la 'alternativa González' -un Gobierno
PP-Ciudadanos con la abstención del PSOE- gana adeptos.
Más de un mes después de las
elecciones, la situación de bloqueo que vive la política española ha empezado a
precipitarse hacia un desenlace que ya se intuye inminente. El último encargado
de meter prisa ha sido Pablo Iglesias que, el mismo día en que el Rey ha
iniciado la segunda ronda de consultas con los partidos políticos y a 72 horas
del crucial Comité Federal del PSOE, ha vuelto a apelar a Pedro Sánchez,
reiterándose en su ofrecimiento de formar un Gobierno en el que confluyan los
socialistas y Podemos.
En una entrevista radiofónica,
Iglesias ha asegurado que, si el PSOE quiere, puede haber un gobierno
progresista y de cambio "en cuestión de días". El líder de la
formación morada ha metido, además, el dedo en la llaga más sangrante del
actual partido socialista: su división interna. Iglesias ha diferenciado a los
socialistas "sensatos" y "responsables", esos con los que
Podemos quiere pactar, de los que "patrocinan" la "pinza"
PP-PSOE, con Felipe González al frente, que, dice, "van ganando
claramente".
El PSOE se enfrenta este fin de
semana al choque entre esos dos bloques: los favorables a Sánchez y al pacto de
izquierdas y los que se niegan a formar Gobierno con Pablo Iglesias y prefieren
nuevas elecciones o esta 'vía González' que aboga por una abstención del PSOE
que facilite el pacto PP-Ciudadanos y que va ganando adeptos dentro de las
filas socialistas. Con la oferta de Iglesias puesta encima de la mesa de forma
insistente, el PSOE decidirá el sábado qué camino toma, tan sólo tres días
antes de que a Pedro Sánchez le llegue el turno de volver a la Zarzuela. De la
resolución del Comité Federal dependerá la oferta que el líder socialista le
presente al Rey.
Sobre el principal escollo en un
hipotético pacto PSOE-Podemos, el referéndum en Cataluña, Pablo Iglesias ha
pedido a los socialistas no establecer líneas rojas en la negociación y ha
dicho que si tienen una propuesta mejor para Cataluña que el referéndum que
propone Podemos, la escucharán.
El PP también trata de seducir a
Sánchez
Puede que el posicionamiento de
Felipe González, histórico socialista con evidente peso en el partido, haya
impulsado de nuevo la intención del Partido Popular de poder llegar a un
acuerdo con el PSOE. El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, ha
afirmado este mismo miércoles que el PP está dispuesto a apoyar al PSOE en
aquellas comunidades y ayuntamientos en los que gobierna con Podemos con el
objetivo de "dar estabilidad" en caso de que este partido le retirara
el apoyo. Poniendo la vista, claro está, en que el Comité Federal termine de
enterrar las aspiraciones de Sánchez en los pactos a nivel nacional. Rajoy ha
destacado que la oferta que el PP ha hecho a PSOE y Ciudadanos para formar
Gobierno "se podría trasladar a toda España".
En la misma entrevista, el líder
popular ha asegurado que ha vuelto a llamar a Sánchez, pero que éste ha
rechazado su oferta de reunirse. El secretario general del PSOE no ha tardado
en salir al paso de las declaraciones de Rajoy y ha asegurado que si el
presidente del Gobierno en funciones le llama, "mañana mismo" acudirá
al Palacio de la Moncloa. También ha contestado con un "no rotundo" a
la oferta de apoyo en el ámbito autonómico y local.
Reuniones con los barones
A la espera de la crucial cita
socialista del sábado, Pedro Sánchez inició este lunes una serie de reuniones
con los líderes autonómicos de su partido, empezando por los secretarios
territoriales de Murcia, Rafael González Tovar, y de Castilla y León, Luis
Tudanca. Y siguiendo ya el martes con el presidente de Aragón, Javier Lambán, y
las líderes socialistas de Navarra, María Chivite, y de Madrid, Sara Hernández.
Será este miércoles cuando el
líder socialista acuda a una de las reuniones más importantes de cara al
Comité, la que mantendrá con el presidente de Castilla-La Mancha Emiliano
García-Page, uno de los más críticos con el planteamiento de Gobierno junto a
Iglesias. El jueves se verá con Ximo Puig, presidente de la Comunidad
Valenciana gracias, en este caso, a un acuerdo con la marca afín a Podemos,
Compromís. También está previsto que acuda la presidenta andaluza, Susana Díaz,
aunque ha no se ha concretado el día.