Luis
María ANSON
El
inteligente líder de Podemos se ha dado cuenta, sondeos y encuestas en mano,
que podría ganar las elecciones municipales en Barcelona y, en el peor de los
casos para él, convertirse en la fuerza condicionante para la elección del
alcalde. Ha decidido volcarse en la capital catalana, provocando la tembladera
del Partido Socialista y de ERC, agrupaciones cadavéricas a las que ha
madrugado por la izquierda.
Como
Pablo Iglesias ha manifestado públicamente que está contra el secesionismo de
Cataluña, tendría gracia que fuera un grupo de izquierda radical el que sacara
las castañas del fuego para resolver el mayor problema que tiene planteado
España desde el punto de vista político.
Frente
a la estrategia de la pasividad de Mariano Rajoy, frente a la actitud de su
eminencia gris, Pedro Arriola, de no hacer nada porque el tiempo arregla las
cosas, Pablo Iglesias, desde su posición ideológica, se ha lanzado al ataque
desbaratando la táctica a la defensiva de Mariano Rajoy. No hace falta que
nadie me explique el peligro que significa Podemos, en un tiempo en el que el
régimen está agotado y la reforma constitucional se impone si no queremos que
la España de la Transición, políticamente moribunda, se convierta en la España
fenecida. Pero aun pulsando todos los riesgos de Podemos, habrá que considerar
también la circunstancia de que la única fuerza política que avanza en Cataluña
no sea secesionista.
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