La Europa Unida se juega cartas importantes, tanto
políticas como económicas, en la crisis griega.
Estados Unidos todavía más porque la situación
estratégica de la nación helena compromete el amparo que la primera potencia
del mundo presta tradicionalmente al estado de Israel.
El Oriente Medio está en llamas, zarandeado por un estado
islámico que aspira al califato multinacional y que actúa con un salvajismo
estremecedor, manejando a la vez el terrorismo más atroz y un ejército fanático
y excelentemente armado.
Ni siquiera la CIA parece tener información contrastada
sobre los eventuales acuerdos de Tsipras con la Rusia de Putin o la China que
rezuma dólares y poderío económico. Son muchos los que creen que el primer ministro
griego juega de farol.
Pero analistas sagaces piensan que el Gobierno griego se
ha cubierto las espaldas con Rusia y China.
Estados Unidos reaccionó de forma fulminante ante la
fractura de las negociaciones. El presidente Obama llamó personalmente a Angela
Merkel para exigir a la canciller alemana flexibilidad y un acuerdo consistente
con la Grecia de Tsipras.
Alemania
y sus pajes europeos conspiran para derribar el Gobierno griego. Estados Unidos
prefiere la negociación y el acuerdo razonable. La crisis griega, en fin, con
el Oriente Medio ardiendo, no se juega solo en la Europa del euro. También en
Rusia y China. También en los Estados Unidos de América
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