Savater, en El
País: "Imaginen como sería el Ministerio de Educación en las manos de
Pablo Iglesias y Podemos"
"Su línea
de crédito no se amplía resolviendo conflictos, sino manteniéndolos vivos"
Roberto Marbán,
18 de febrero de 2016 a las 08:34
Escribe el
filósofo Fernando Savater una tribuna en el diario El País este 18 de febrero
de 2016 titulada 'Las cosas del querer' donde analiza el estado de ánimo del
país y dice que "los ingredientes del cóctel actual son el descrédito de
la derecha, la desmoralización de la izquierda y la invención del
populismo".
Savater intenta
radiografiar los males que asolan en el panorama actual español y explica por
qué estamos tan lejos de lograr alguna solución.
Sobre la derecha
española (en la que incluye a la catalana) explica que la corrupción se ha
llevado por delante su proyecto económico--Dimisión de Aguirre: 'La vecina de
la primera planta' deja Génova calcinada por corrupción--:
La derecha
española (y sobre todo su advocación catalana, que ostenta el récord europeo)
no va a lograr en bastante tiempo recuperarse del fétido embadurnamiento de
corrupción que hoy tapa sus posibles logros positivos
Por apreciables
que sean los aciertos económicos que pueda exhibir el Gobierno, muchos sufridos
y por tanto resentidos ciudadanos no van a perdonar este espectáculo vil.
Del PSOE de
Pedro Sánchez opina que:
La izquierda no
marxista, por su parte, está desnortada y sin el empuje regenerador que tuvo en
los años de la Transición democrática.
Pero los que se
dicen socialdemócratas no han logrado instrumentar un temario político que
constituya una alternativa creíble y suficiente, sobre todo en el plano
económico, a la que llevan a cabo los Gobiernos de derechas... que también es a
regañadientes socialdemócrata.
Eso es lo malo,
que la socialdemocracia ha triunfado en Europa de tal modo que ya nadie puede
ser menos y es difícil lograr ser más.
Los disconformes
siguen buscando algo dentro del sistema pero más a la izquierda.
Y deja para el
final la munición para Podemos y Pablo Iglesias:
En este
panorama, el populismo recién patentado (aunque ya más veces recauchutado que
una belleza sexagenaria) juega con ventaja.
Su línea de
crédito no se amplía resolviendo conflictos, sino manteniéndolos vivos y
aprovechando la indignación que despiertan para cohesionar sus grupos, por lo
demás informes.
Su proyecto
político no está hecho de propuestas sino de exigencias imperiosas: cuanto
menos se le satisfagan, más fuerza adquiere--Santos Juliá tacha de
"payasada" la presentación de Pablo Iglesias de "medio
Gobierno"--.
Sus propuestas
culturales son siempre desaforadamente radicales, como la obrita de los
titiriteros--Los títeres de de Carmena apuñalan a monjas y jueces y lanzan loas
a ETA ante decenas de niños--.
Por eso ahora se envuelven en una ardorosa defensa
de la libertad de expresión, mientras por otra parte propugnan la retirada del
callejero a ilustres escritores de derechas que la practicaron o apoyan que al
incómodo Arcadi Espada se le retire un premio por haber dicho lo que no les
gusta. Imaginen como sería el Ministerio de Educación en esas manos
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