España
se sitúa entre los países con mayor tasa de consumidores jóvenes. Los expertos
alertan del riesgo de desarrollar trastornos mentales
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BEATRIZ
PORTINARI
2 MAY
2016 - 14:28 CEST
cannabis
Un joven
se lía un porro.
Todo
empieza con un porro en el patio del instituto o parque que circula de mano en
mano entre toses y risas. "Es mucho peor el tabaco por todo lo que le
echan. La maría sale directamente de la planta y es más natural", señala
la mayoría de los adolescentes que alguna vez lo ha probado. Natural es. Inocua
ya no tanto. Los científicos del National Institute on Drug Abuse (NIDA) de
Estados Unidos acaban de lanzar una alerta sobre los riesgos que el cannabis
provoca en la salud mental y capacidades cognitivas de los adolescentes. La
investigación 'Effects of Cannabis Use on Human Behavior', publicada en la
revista médica JAMA Psychiatry, señala una disminución neuropsicológica que se
agrava cuanto más temprana es la edad a la que se inicia el consumo.
¿Qué
implica esto?
Según
los expertos, el sistema nervioso central en los adolescentes es más vulnerable
a sufrir alteraciones en su estructura y conexiones neuronales por la
introducción de sustancias exógenas como el cannabis. No se trata solo de
pérdidas de concentración y de memoria que afectan al aprendizaje, deterioro
cognitivo asociado al fracaso escolar, falta de reflejos y alteración de la
capacidad motora o el "síndrome amotivacional" que implica apatía y
desinterés por los estudios y el entorno. La alta concentración de
tetrahidrocannabinol (THC) presente en la marihuana aumenta el riesgo de sufrir
en un futuro brotes psicóticos y -en casos de predisposición genética-
esquizofrenia. La comunidad científica todavía no conoce exactamente el
mecanismo de la asociación entre cannabis y trastornos mentales , pero advierte
que el riesgo está ahí. Ante un consumo abusivo pueden presentarse síntomas
como despersonalización, ansiedad, trastornos de identidad e ideas paranoides.
"La
posibilidad de desarrollar psicosis funcional y esquizofrenia es más alta en
aquellos que tienen una vulnerabilidad previa. Y aquí enfrentamos los estigmas:
las enfermedades mentales no se cuentan, no se habla de los antecedentes
psiquiátricos de una familia. También es verdad que todavía no tenemos análisis
sobre quién puede tener más riesgo. Estas personas, sin tomar cannabis, puede
que no hubieran desarrollado la enfermedad psiquiátrica, pero el cannabis es un
disparador. Además, no es lo mismo que la enfermedad mental se manifieste en la
edad adulta a que suceda en la adolescencia, porque afectará no solo a sus
estudios , sino también a su evolución personal", señala Marta Torrens,
profesora del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de
Barcelona y directora del Programa de Adicciones del Hospital del Mar.
Entre
sus conclusiones señala que la eliminación del cannabis entre los jóvenes
podría conllevar una reducción del 8% de la incidencia de la esquizofrenia en
la población. Y que si un adolescente empieza a fumar de forma habitual antes
de los 15 años tiene cuatro veces más posibilidades de desarrollar una
enfermedad mental antes de los 26 años. "El mensaje que deberíamos
transmitir a la población joven es que si van a consumir cannabis lo hagan lo
más tarde posible, cuando su cerebro ya esté desarrollado para evitar males
mayores".
Auge del
cannabis entre jóvenes españoles
Lo
inquietante es que el último estudio de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) sobre comportamiento adolescente (Health Behaviour in School-aged
Children) sitúa a los adolescentes españoles entre los que más consumen
cannabis, según los datos de una encuesta realizada en 42 países, la mayoría
europeos, entre 2013 y 2014. La tasa nos sitúa por encima de la media
internacional (15%), con un 20% de chicos y un 18% de chicas de 15 años que lo
han fumado alguna vez. El 9% de las chicas y el 11% de los chicos españoles lo
han consumido en los últimos 30 días, clasificación en la que figuran en el
noveno puesto. Uno de cada cuatro estudiantes lo ha consumido en el último año.
En la población entre 15 y 24 años tenemos un 22% que presenta un consumo
problemático que implica habitualidad, adicción y descenso en el rendimiento
escolar. Precisamente en este colectivo los investigadores advierten que cada
vez consumen más y más pronto. Aunque en el último año en España se iniciaron
en el cannabis 146.200 estudiantes de 14 a 18 años y de ellos 53.000 escolares
hacen un consumo problemático, la reciente Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas
en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (ESTUDES) del Plan Nacional Sobre
Drogas aporta el único dato positivo: se observa una mínima tendencia
descendente desde 2012. Pero los jóvenes siguen percibiendo erróneamente el
tabaco como más peligroso que el cannabis.
Y aquí
enfrentamos los estigmas: las enfermedades mentales no se cuentan, no se habla
de los antecedentes psiquiátricos de una familia.
"A
pesar de que las últimas encuestas indican un leve descenso del consumo, las
cifras son peor que malas. Pero si estamos vendiendo que el cannabis es la
panacea de todos los dolores y males, ¿cómo no van a ver los jóvenes esta droga
como algo positivo? No lo diferencian. Una cosa es el THC como principio activo
y el uso terapéutico controlado, medido y recetado para paliar determinadas
dolencias, como los espasmos provocados por la esclerosis. Y otra cosa es la
marihuana, que no se puede controlar de ninguna manera los niveles de THC que
se obtienen de una planta y que además contiene otros 500 componentes cuyos
efectos psicoactivos todavía no están suficientemente investigados. La
industria cannábica tiene grandes intereses económicos detrás y trata de
difundir esa idea de inocuidad entre la población", advierte Elena Martín,
vocal asesora de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas.
Otro de
los datos que arrojan los últimos estudios es que el 70% de los jóvenes tiene
fácil acceso al cannabis y lo consigue en menos de 24 horas. "No podemos
establecer científicamente una causa-efecto porque la encuesta ESTUDES no está
diseñada para ello. Pero el hecho es que en las comunidades autónomas donde
tenemos el índice más alto de consumo de cannabis entre jóvenes es donde más
permisivos han sido con los clubes canábicos y los más proclives a difundir los
beneficios de esta droga: País Vasco, Cataluña y Valencia. La combinación de
poca percepción de riesgo, fácil acceso al cannabis y publicidad positiva
dispara su consumo", añade Martín.
La
Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides (SEIC) sigue de cerca la
evolución del consumo entre la población y la modificación genética de las
semillas de venta al público que cada vez tienen una concentración más alta de
THC (para que provoque mayor "colocón") y menos del cannabidiol (CDB)
que precisamente funciona como un protector natural de la planta y contrarresta
los efectos psicoactivos del THC. El profesor de Farmacología de la Universidad
del País Vasco y miembro de la SEIC Koldo Callado no ve relación entre los
clubes canábicos -donde solo pueden entrar mayores de edad- y el consumo
juvenil, sino en la baja percepción de riesgo extendida entre la población.
Los
jóvenes siguen percibiendo erróneamente el tabaco como más peligroso que el
cannabis
"Nuestra
principal preocupación como divulgadores cuando damos charlas en los institutos
es minimizar los daños cerebrales, facilitando a los jóvenes información
científica sobre los efectos negativos que puede tener el cannabis. Lo más
preocupante es que se ha adelantado la edad de consumo. Quizás en los últimos
años se haya incidido más en el peligro del alcohol y el tabaco con leyes que
cada vez dificultan más fumar y beber en espacios públicos y se ha observado un
descenso en su consumo, pero con el cannabis no se ha dado esta campaña y la
percepción es de que si procede de una planta no puede ser peligroso. Para que
un joven pase del consumo esporádico al habitual se da un condicionamiento
genético, cierta predisposición al uso de sustancias, un condicionamiento
social y ambiental. No todo adolescente que fuma alguna vez se convierte en
adicto", afirma el profesor.
Recursos
frente a la adicción
Las
campañas preventivas han intentado evitar que los jóvenes se enganchen al
cannabis, pero algo no está funcionando cuando su uso es tan elevado. En
ocasiones fallan las estrategias de prevención, en otras la comunicación
familiar, la percepción social o los agentes que puedan detectar a tiempo un
consumo problemático. Está comprobado que en la adolescencia los consejos y las
medidas punitivas no funcionan. Desde la Fundación EDEX proponen respuestas
educativas -como sus programas escolares 'Unpplugged' y '¡Órdago!' destinado a
jóvenes de 12 a 16 años y disponibles para cualquier centro educativo y
administración que quiera ponerlo en práctica- que desarrollan las capacidades
sociales de los adolescentes para afrontar la vida cotidiana sin necesidad de
acudir al cannabis. También editan la Guía 'Drogas Saber Más / Arriesgar
Menos', basada en estudios científicos, que aporta recursos a los padres para
una mejor comunicación con sus hijos.
"Hablamos
de hacer más competentes a nuestras niñas, niños y adolescentes en las
dimensiones cognitiva, emocional y social mediante el desarrollo del
autoconocimiento, la empatía, la comunicación asertiva, las relaciones
interpersonales, la solución de problemas y conflictos, el pensamiento crítico
y el manejo de las tensiones y estrés. Tanto '¡Órdago!' como 'Unplugged'
requieren que el profesorado sea capaz de crear en el aula un clima que
propicie la reflexión personal y grupal, la expresión de opiniones, emociones y
sentimientos, en un entorno seguro", describe Roberto Flores, director de
EDEX. Los primeros resultados de esta apuesta por el desarrollo de las
"habilidades para la vida" en los institutos ya se han obtenido. La
evaluación dirigida por el Osservatorio Epidemiologico delle Dipendenze del
Piemonte del programa 'Unplugged' puso de manifiesto que un año después de la
aplicación del programa, el alumnado participante tuvo un 30% menos de
probabilidades de haber fumado cigarrillos a diario, un 30% menos de
probabilidades de haberse emborrachado y un 23% menos de probabilidades de
haber consumido cannabis el mes anterior, que el grupo que no fue expuesto al
programa.
Aunque
lo ideal sería que la prevención funcionase, ¿qué hacer cuando el consumo no ha
sido "por probar" sino que se convierte en algo habitual? Para
detectarlo a tiempo los expertos recomiendan observar -más allá de los ojos
enrojecidos y el olor a marihuana en la ropa- cambios en el estado de ánimo,
dificultad para memorizar a corto plazo, variaciones en los hábitos
alimenticios -como atracones- o de sueño, bajada en el rendimiento académico y
pérdida de interés por aficiones, actividades o amistades anteriores. No se
trata de fiscalizar a los adolescentes, sino de buscar soluciones. En todas las
comunidades autónomas existen Centros de Atención Integral al Drogodependiente
(CAID) integrados en la red sanitaria, como el Centro para la Prevención y la
Atención a las Adicciones en Adolescentes y Jóvenes 'Los Mesejo' de Madrid,
pionero en la atención orientada específicamente a la población adolescente,
colectivo que representa un 17% del total de consultas que acuden en todo el
país. Estos centros son públicos donde se ofrece desde orientación familiar a
planes de actuación personalizados, control terapéutico y tratamiento si fuera
necesario.
"Desde
nuestra apertura en enero de 2015 hemos atendido cerca de 200 casos y acuden
tanto familias como jóvenes solos que buscan ayuda para un problema de consumo.
Un 90% de las consultas que nos han llegado son relativas al cannabis, que
tiene un alto porcentaje de diagnóstico de adicción. Y en algunos casos llegan
asociados a problemas de salud mental que requieren ingreso en hospital",
afirma Alfonso Poza, director del centro Los Mesejo. Y añade: "El cannabis
va a seguir ahí, bastante accesible a una población vulnerable. Es importante
facilitar información a los jóvenes, concienciarles sobre las consecuencias -algunos
piensan que fumar cannabis les ayuda a la concentración cuando es todo lo
contrario-, sin demonizarlo pero que tengan todos los datos para que puedan
tomar decisiones. No se trata de crear alarma social ante el descubrimiento de
un porro entre la ropa, pero sí de saber qué está sucediendo".
"EL
ABUSO DE DROGAS LLEVA A UN RIESGO DE ADICCIÓN"
B.P.
La
directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA) de Estados
Unidos y coautora de la reciente publicación que alerta de la posible relación
entre cannabis y esquizofrenia, la doctora Nora D. Volkow, ha puesto en marcha
un macro-estudio con muestra de 10.000 niños estadounidenses para concretar en
los próximos años las consecuencias cerebrales del abuso de drogas a edad
temprana.
Pregunta.
Su reciente investigación Effects of Cannabis Use on Human Behavior advierte sobre el posible desencadenante del
cannabis en enfermedades mentales y psicosis. ¿Afecta más en el caso de
adolescentes?
Respuesta.
El hecho de que el cerebro adolescente esté en proceso de desarrollo tiene como
contrapartida que su cerebro es mucho más vulnerable a los efectos nocivos de
cualquier agente que ataque su estructura o interfiera con su función normal.
Esto obviamente incluye a las drogas de abuso, cuyo impacto acumulativo puede llevar
no solo a un incremento del riesgo de adicción, sino también exacerbar una
enfermedad mental subyacente.
P. ¿Qué
líneas de investigación sigue el NIDA actualmente para desarrollar medicamentos
que ayuden a superar la adicción al cannabis?
R. El sistema
endocanabinoide es el foco de nuestras investigaciones, ya que este sistema
juega un rol principal en muchas funciones críticas como el desarrollo
cerebral, el aprendizaje y la memoria, la regulación del estrés y el estado de
ánimo, la motivación y la coordinación motriz, entre otras. Cuanto más sepamos
sobre el sistema endocanabinoide estaremos mejor posicionados para atacar el
problema de la adicción al cannabis y también para contrarrestar sus efectos
negativos. Otra línea de investigación relacionada tiene que ver con la
identificación y desarrollo de moléculas que puedan interaccionar con los
receptores canabinoides de formas nuevas e interesantes, de modo que, al
hacerlo, puedan modular, bloquear, regular o aumentar la actividad del sistema
endocanabinoide.
P.
¿Hasta qué punto se ha demostrado científicamente en humanos las propiedades
terapéuticas del cannabis?
R.
Además de las indicaciones aprobadas (antináusea, caquexia) por la FDA para el
uso de versiones sintéticas del THC, la evidencia científica más prometedora
respecto del potencial terapéutico de formulaciones botánicas de la marihuana
proviene de estudios con pacientes de esclerosis múltiple y niños que sufren un
tipo de epilepsia que no responde a los tratamientos estándar y en la que el
canabidiol (otro compuesto activo del cannabis) ayuda a disminuir la frecuencia
de los ataques. De todos modos, hay que mencionar que la evidencia clínica para
la mayor parte de las indicaciones no es suficiente como para justificar
recomendaciones a favor de su uso, ya que los efectos adversos son
significativos. Además, los estudios que se han hecho hasta ahora han sido
realizados con una reducida muestra de pacientes (excepto los estudios en
epilepsia con canabidiol) y no han sido rigurosamente controlados. Por todo
esto, la línea más interesante de investigación es la definición de los
componentes individuales (purificados o sintetizados) provenientes o derivados
del cannabis, así como de otras moléculas que puedan modular específicamente la
actividad del sistema endocanabinoide.
P. ¿En
qué consiste el estudio ABCD del NIDA y qué resultados espera obtener?
R. El
Estudio sobre el Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente (Adolescent Brain
Cognitive Development, ABCD) monitoreara a cerca de 10.000 niños a partir de
las edades de 9 a 10 años, antes de que inicien el consumo de drogas, a través
del período de mayor riesgo de consumo de sustancias y otros trastornos de la
salud mental. Los científicos harán un seguimiento de la exposición a
sustancias (incluyendo la nicotina, el alcohol y la marihuana) y sus efectos en
el rendimiento académico, habilidades cognitivas, salud mental, la estructura y
función del cerebro utilizando métodos de investigación avanzada. El estudio
ABCD abordará cuestiones relacionadas con el consumo de sustancias y el
desarrollo que ayudarán a informar las prioridades en las investigaciones de
prevención y tratamiento, las estrategias de salud pública y las decisiones de
política. Cabe recalcar las siguientes preguntas que nos planteamos:
¿Cuál es
el impacto del uso esporádico vs. regular de la marihuana, el alcohol, el
tabaco y otras sustancias, solas o en combinación, sobre la estructura y
función del cerebro en desarrollo?
¿Cómo
influye el uso de drogas específicas en el riesgo para el uso de otras
sustancias?
¿Cuáles
son las rutas cerebrales que vinculan el uso de sustancias en adolescentes y el
riesgo de sufrir trastornos mentales?
¿Qué
impacto tiene el consumo de sustancias en la salud física, el desarrollo
psicológico, el procesamiento de la información, el aprendizaje y la memoria,
el rendimiento académico, el desarrollo social, y otros comportamientos?
¿Qué
factores (tales como la exposición prenatal a drogas, la genética, un golpe
traumático a la cabeza, la situación socioeconómica) influyen en el desarrollo
del uso de sustancias y sus consecuencias?
Por ser
un estudio longitudinal, nos llevará varios años llegar a conclusiones finales
y sólidas, aunque es de esperar que, con el correr del tiempo, se harán
descubrimientos fascinantes y muy relevantes para la salud pública.
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