El
líder opositor venezolano encarcelado por el régimen chavista publica una carta
en la que advierte de que a Venezuela se le "agota el tiempo".
Transcripción
íntegra de la carta de Leopoldo López:
Comparto
esta reflexión porque en varias oportunidades me han preguntado sobre mis
expectativas de libertad y siempre respondo siguiendo los consejos del cardenal
Van Thuan: no me he fijado plazos. Este cardenal vietnamita fue apresado por 13
años el 15 de agosto de 1975, cuando, bajo engaño, asiste a un llamado al
palacio presidencial y al llegar es acusado de ser parte "de un complot
entre el Vaticano y los imperialistas para organizar la lucha contra el régimen
comunista". Posteriormente, publica unas reflexiones donde relata cómo la
principal frustración del preso es pensar todos los días que saldrá en libertad
lo antes posible y al no ocurrir, sufre a diario una decepción. Ante esta
realidad, relata cómo consiguió fuerza y estabilidad en por un lado, su
relación con Dios y por el otro, en ocuparse de vivir al máximo el día a día,
aprovechando el tiempo para formarse y prepararse más.
Sé
que voy a salir en libertad, no tengo dudas de eso y que cuando lo haga estaré
más fuerte de alma, mente y cuerpo. Sé que saldré fortalecido y sin rencores
para seguir luchando por las mismas causas por las que siempre he luchado, y
voy a seguir luchando mientras tenga vida y por las mismas nobles causas por
las que fui encerrado: el bienestar y prosperidad de nuestro pueblo, la defensa
de la democracia y la libertad de los venezolanos.
Pero
si bien, desde el punto de vista individual, estas lecciones me han servido para
afrontar mi injusta condena, no me han servido para calmar la angustia que
tengo por la situación que está viviendo mi país. A Venezuela y a los
venezolanos se nos agota el tiempo.
La
crisis que actualmente vive Venezuela es de carácter sistémico. No hay ámbito
de la vida pública ni privada que escape airoso a esta terrible situación. En
lo social nuestro pueblo sufre por la falta de insumos básicos como alimentos y
medicinas, lo que ha provocado que cada vez más familias venezolanas coman
menos de dos veces al día y la muerte de muchas personas que no han podido
conseguir los medicamentos necesarios para atender condiciones de salud tan
básicas como la hipertensión arterial. En lo económico nuestro país sufre hoy
de un proceso hiperinflacionario que merma dramáticamente el poder adquisitivo
de nuestra moneda, algo que, sin duda alguna, perjudica principalmente a los
más pobres. Y en lo político ha avanzado la persecución en contra de la
oposición a través de la manipulación de los poderes públicos, traduciéndose
esto en la existencia de más de un centenar de presos políticos en cárceles
militares, en la ejecución de torturas y tratos denigrantes por parte de las
autoridades nacionales hacia las personas que ejercen el derecho constitucional
de la protesta, y hasta en la dispersión de manifestaciones públicas con el uso
de armamento de guerra como sucedió hace apenas unos días en la localidad de
Cariaco, un pueblo humilde en el oriente venezolano.
Toda
esta crisis tiene un responsable muy claro: un régimen dictatorial que se
aferra obstinada e irresponsablemente al poder, y que ha decidido, por todas
las vías posibles, negarle el derecho al pueblo venezolano de manifestarse y
materializar, a través del voto universal, directo y secreto, el cambio tan
deseado por todos.
La
oposición democrática en Venezuela se ha dado la tarea de denunciar la
naturaleza anti-democrática del gobierno de nuestro país. No ha sido una tarea
fácil hacerle ver a la comunidad internacional la verdadera naturaleza del
régimen que gobierna a Venezuela, así como el peligro que significa para todos
los pueblos libres y democráticos de nuestra América la mera existencia y
vergonzosa tolerancia de una nueva dictadura en nuestro continente.
El
gobierno venezolano por mucho tiempo se aprovechó de manera inescrupulosa de la
inmensa cantidad de recursos económicos que ingresaron a nuestro país por
concepto de la venta del petróleo, para hacerse con favores políticos a través
de la exacerbación del populismo electoral en el ámbito interno, así como para
ganar influencia y limpiar su imagen autoritaria en el ámbito externo. Y todo
esto sucedía mientras avanzábamos a paso acelerado hacia una crisis política,
económica y social que era del todo previsible y que tendría al pueblo
venezolano como principal doliente.
Pero
hoy, son más que evidentes las pruebas que apuntan a la degradación de nuestro
sistema político, a la pérdida de nuestras libertades ciudadanas y a la
"alteración del orden democrático" a lo largo de los últimos 17 años.
Ante
este escenario, es necesaria la unión de todas las fuerzas democráticas, tanto
dentro como fuera de Venezuela, en torno a un objetivo común: la fundación, el
mantenimiento y la defensa de regímenes que sostengan la libertad ciudadana y
el respeto del ser humano por encima de todas las cosas.
Hermanos
del mundo, pero en especial del continente Americano, el día de mañana, 23 de
junio, necesitamos de su solidaridad. Solidaridad con Venezuela, solidaridad
con la democracia. Desde ya celebramos que se hayan realizado varias sesiones
para discutir el caso venezolano y para discutir sobre la aplicación de la
Carta Democrática, porque el sólo hecho de que esto sea así, desmiente ese
vergonzoso argumento del gobierno venezolano que repite en las distintas
instancias internacionales de que en Venezuela existe "normalidad
democrática".
De
igual forma el gobierno venezolano ahora sostiene que no es necesaria la Carta
Democrática, que eso entorpecería un proceso de diálogo tan necesario en
nuestro país. La Mesa de la Unidad Democrática sostiene todo lo contrario. La
Carta Democrática facilitaría el proceso para que ese diálogo que hoy no existe
en Venezuela pueda, en primer lugar, llevarse a cabo y además que pueda ser
efectivo y cuente con una agenda y unos plazos claros.
Toda
la Mesa de la Unidad Democrática en Venezuela ha manifestado la voluntad de
reconstruir y reconciliar a Venezuela y ha expresado su deseo de que un diálogo
sea para darle soluciones reales y concretas a los venezolanos y nuestras
peticiones para que este sea fructífero no son más que el respeto a los
derechos humanos y a la constitución, mediante la apertura de un canal
humanitario que permita la entrada de toda la ayuda en alimentos y medicinas
para los venezolanos, la liberación de los presos políticos y la realización de
un referéndum revocatorio. Podemos dialogar y lograr acuerdos en torno a temas
tan fundamentales como la convivencia democrática, la reconstrucción económica
y la seguridad en nuestro país, pero creo que todo el mundo puede entender que
los derechos humanos y el cumplimiento de la constitución no están sujetos a
una negociación. Ningún diálogo puede estar por encima del derecho
constitucional que tiene nuestro pueblo que se realice el Referéndum
Revocatorio a Nicolás Maduro este año 2016. Con respeto les invito a leerse los
artículos 72 y 233 de nuestra constitución, donde podrán constatar lo legítimo
de nuestra exigencia.
Hoy
los venezolanos luchamos de manera pacífica y constitucional contra una
dictadura que se beneficia y saca provecho de quienes por temor o por simple
desconocimiento la desconocen como tal. Una dictadura de nuevo cuño y adaptada
a los nuevos tiempos, pero con la misma esencia asesina, hambreadora y
violadora de los derechos humanos de las de antes. Una dictadura que, por el
bien de nuestro futuro y el de nuestros hijos, merece ser derrotada… Una
dictadura que nos impone un momento de definiciones, porque, como dijo una vez
el premio Nobel de la paz Desmond Tutu: "si eliges ser neutral en
situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor".
Los
venezolanos no nos vamos a cansar en esta lucha. Estamos convencidos de que
Venezuela ha de superar esta situación, de que podemos sacarla del desastre al
que hoy la tienen sometida. Yo soy optimista y ese optimismo se alimenta de mi
fe en el pueblo venezolano y su infinita sed de libertad. Esa aspiración de
libertad del pueblo es una fuerza superior a cualquier adversidad, va más allá
del aquí y ahora y nos permite soñar y proyectar un país con unas condiciones
de vida mejores para millones de compatriotas.
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