La firmeza de Estados Unidos deja en rídiculo a Puigdemont,
que ha tratado de vender sus contactos con dos congresistas americanos como un
aval al referéndum en Cataluña
Estados Unidos propinó ayer dos severos golpes al independentismo
catalán. Por una parte, su embajada en España hizo público un comunicado en el
que deja meridianamente claro que defiende «una España fuerte y unida». Por
otra, el Carter Center reveló que el expresidente americano Jimmy Carter
rechazó de plano apoyar un referéndum en Cataluña, como le pidió el presidente
de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante su reciente reunión. La
contundencia de Estados Unidos deja en evidencia los patéticos esfuerzos del
secesionismo por escenificar una «internacionalización» de sus disparatadas
pretensiones, tan manipuladas como ilegales.
La Generalitat se apresuró a improvisar una respuesta basada
en su tradicional victimismo. «Seguramente es un comunicado a petición del
gobierno español a causa del éxito de los contactos recientes con
representantes de los Estados Unidos». El Ejecutivo catalán respira por la
herida y acusa un duro golpe para su imagen, especialmente ante sus
partidarios. La firmeza de la postura de Estados Unidos se une a la que
mantiene la Unión Europea y coloca a Puigdemont ante la cruda realidad de una
quimera que carece de apoyos a nivel internacional. Además, deja en completo
rídiculo al presidente catalán, que ha tratado de vender sus contactos con dos
controvertidos y cuestionados congresistas americanos como un aval al
referéndum en Cataluña.
Los partidos independentistas han entrado en una dinámica
surrealista. Cada día tratan de dar una vuelta de tuerca a una supuesta hoja de
ruta que no conduce a ninguna parte. Sus dirigentes están vulnerando la
legalidad vigente una y otra vez. El proyecto de crear una bolsa de parados
para trabajar en la consulta ilegal es una vergüenza que refleja la total falta
de escrúpulos de quienes han puesto todos sus esfuerzos en avanzar a través de
un callejón sin salida. Mientras tanto, no hay que olvidar que los partidarios
del «no» a la independencia se imponen a los que se inclinan por un Estado
catalán, según el último barómetro de su propio centro de estudios de opinión.
Esta sucesión de reveses tal vez ayude a entender las muestras de nerviosismo
que deja ver el independentismo, frustrado igualmente por el fracaso de sus
intentos de chantaje al Gobierno de Mariano Rajoy.
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