LECCIÓN DE ARANTZA QUIROGA A MARIANO
RAJOY
Por su interés reproducimos al artículo
de Luis María Anson publicado en el diario El Mundo la semana pasada.
“Hermosa eres, oh amiga mía, dulce y
encantadora como Jerusalén, terrible como un Ejército en orden de batalla”.
Salomón escribió este verso acariciado por Fray Luis de León en honor de
Arantza Quiroga. La dirigente vascongada sin que le temblara la voz, el gesto
firme y el ademán medido, llegó acezando y le cantó las cuarenta a un Mariano
Rajoy que no sabía adónde mirar. Todo lo que el presidente del partido debió
decir cuando explosionó el escándalo Bárcenas, lo afirmó esta semana, sin un
aspaviento, la mujer más votable de la vida política española.
“Resulta vomitivo que mientras nos
íbamos a los velatorios de los asesinados por Eta, otros se llevaban la pasta”,
declaró Arantza Quiroga, la mujer a la que le temblaban las piernas cuando
acudía a los plenos del Parlamento vasco, sin saber todavía que los
envile-cidos Bárcenas de turno se forraban el hígado con los caudales del
partido, es decir, con el 90% de dinero público porque lo que el PP recauda a
través de las cuotas de los afiliados solo alcanza para cubrir el 10% del
gasto. Arantza Quiroga superó la tembladera virginal para expresar el asco que
sienten los militantes del PP por lo ocurrido, por el saqueo de las arcas de
Génova a cargo de unos cuantos listos que se han enriquecido.
A diferencia de Cospedal y de Quiroga,
Mariano Rajoy lleva meses sin citar el nom-bre prohibido de la persona que,
presunción de inocencia aparte, se perfila como el autor del robo a guante
blanco que escandaliza a la opinión pública. Conviene apartar la hojarasca de
las acusaciones partidistas de la izquierda así como la intoxicación de algunos
medios de comunicación, pero, manipulaciones aparte, ahí está la evidencia de
cómo enriquecerse con el dinero del partido, encendiendo además el ventilador
del vertedero para ensuciar de inmundicia a todos o a casi todos. Bárcenas,
erecto ante la avidez penal perfilada en el horizonte judicial, ha basureado a
una parte considerable de la cúpula directiva del PP. Ante ciertas reacciones
indiferentes al proceso judicial contra él desencadenado, el exteso-rero ha
filtrado directa o indirectamente datos suficientes para que aquellos que
escondían la cabeza bajo el ala del avestruz no hayan tenido otro remedio que
dar la cara y beberse a sorbos la zupia del vino turbio. La podredumbre, en
fin, se extiende entre el sector más putrefacto de la clase política española.
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