sábado, 6 de julio de 2013

La dirigente vasca no quiere que la mezclen con la bazofia. “Tanto esfuerzo -ha dicho- para que al final la pringosa huella de unos pocos tapone la vocación de servicio a los ciudadanos de la gran mayoría



LECCIÓN DE ARANTZA QUIROGA A MARIANO RAJOY
Por su interés reproducimos al artículo de Luis María Anson publicado en el diario El Mundo la semana pasada.

“Hermosa eres, oh amiga mía, dulce y encantadora como Jerusalén, terrible como un Ejército en orden de batalla”. Salomón escribió este verso acariciado por Fray Luis de León en honor de Arantza Quiroga. La dirigente vascongada sin que le temblara la voz, el gesto firme y el ademán medido, llegó acezando y le cantó las cuarenta a un Mariano Rajoy que no sabía adónde mirar. Todo lo que el presidente del partido debió decir cuando explosionó el escándalo Bárcenas, lo afirmó esta semana, sin un aspaviento, la mujer más votable de la vida política española.

“Resulta vomitivo que mientras nos íbamos a los velatorios de los asesinados por Eta, otros se llevaban la pasta”, declaró Arantza Quiroga, la mujer a la que le temblaban las piernas cuando acudía a los plenos del Parlamento vasco, sin saber todavía que los envile-cidos Bárcenas de turno se forraban el hígado con los caudales del partido, es decir, con el 90% de dinero público porque lo que el PP recauda a través de las cuotas de los afiliados solo alcanza para cubrir el 10% del gasto. Arantza Quiroga superó la tembladera virginal para expresar el asco que sienten los militantes del PP por lo ocurrido, por el saqueo de las arcas de Génova a cargo de unos cuantos listos que se han enriquecido.

A diferencia de Cospedal y de Quiroga, Mariano Rajoy lleva meses sin citar el nom-bre prohibido de la persona que, presunción de inocencia aparte, se perfila como el autor del robo a guante blanco que escandaliza a la opinión pública. Conviene apartar la hojarasca de las acusaciones partidistas de la izquierda así como la intoxicación de algunos medios de comunicación, pero, manipulaciones aparte, ahí está la evidencia de cómo enriquecerse con el dinero del partido, encendiendo además el ventilador del vertedero para ensuciar de inmundicia a todos o a casi todos. Bárcenas, erecto ante la avidez penal perfilada en el horizonte judicial, ha basureado a una parte considerable de la cúpula directiva del PP. Ante ciertas reacciones indiferentes al proceso judicial contra él desencadenado, el exteso-rero ha filtrado directa o indirectamente datos suficientes para que aquellos que escondían la cabeza bajo el ala del avestruz no hayan tenido otro remedio que dar la cara y beberse a sorbos la zupia del vino turbio. La podredumbre, en fin, se extiende entre el sector más putrefacto de la clase política española.

Como el fruto sano se zocatea enseguida cuando permanece pegado al que está cedizo, Arantza Quiroga, embravecida, ha hecho muy bien al golpear con la aldaba los portones de Moncloa y la puerta blindada de Génova para que Mariano Rajoy se dé cuenta de la gravedad de la situación. Berlusconi ha aprendido ya que no todo el monte de Venus es orégano. El juez puede mostrar ahora a Mariano Rajoy caminos insospechados en el escándalo Bárcenas. El presidente camina sobre el filo de la navaja de un pendrive en el que se agavillan los recibís no declarados a Hacienda. Arantza Quiroga, con la cara llena de ojos claros, se ha apartado del albañal sobre el que vierten las aguas turbias del partido. La corruptio optimi pessima descarga ya sobre las espaldas estevada del poder. Las zahúrdas de Génova rebosan inmundicia y cochambre. La dirigente vasca no quiere que la mezclen con la bazofia. “Tanto esfuerzo -ha dicho- para que al final la pringosa huella de unos pocos tapone la vocación de servicio a los ciudadanos de la gran mayoría

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