Felicité Robert de Lamennais
(1782-1854), religioso francés y polémico escritor, fue condenado por la
Iglesia católica.
Era un terrible ultramontano que, sin embargo, dejó escritas
valiosas observaciones.
Por ejemplo, ésta: «Si Jesucristo hubiese vivido en
nuestros días, la policía lo habría vigilado y un juez le habría hecho
encarcelar por vagabundo.
Porque el Hijo del hombre no tenía ni una piedra en
que reclinar su cabeza».
Es probable que el Papa Francisco no haya olvidado
esta advertencia de Lamennais al decidir poner fin a los escándalos financieros
que venían rodeando al Banco Vaticano.
Este buen Papa, que la providencia nos
ha dado, sabe que no es la riqueza, sino la pobreza evangélica, lo que acerca a
los hombres e impone la fe en Dios con más fuerza que cosa alguna.
He aquí la
reorientación de la Iglesia católica, en el camino propio. / SECONDAT (El Mundo)
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