Luis María ANSON
Mariano Rajoy intervino, y seguro que lo hizo con
mucho gusto, para propinar un cachete a Esperanza Aguirre y ordenar la dimisión
de Victoria y Figar por una imputación que a muchos les parece excesiva. La
intervención presidencial pretende dejar expedito el camino a Cristina
Cifuentes para presidir la Comunidad Autónoma de Madrid. Es una lástima que
Ciudadanos no se modere y, cumplidos los requisitos necesarios, deje de exigir
condiciones que a muchos les parece una política de chantaje.
Mariano Rajoy ha intervenido no solo para facilitar el
nombramiento de Cifuentes. Se frota las manos si le sale la carambola que está
preparando. Nombrada Cristina Cifuentes, exigirá la dimisión de Esperanza
Aguirre por haber perdido Madrid capital y propondrá a la nueva presidenta de
la Comunidad para encabezar al Partido en la capital de España. La pesadilla Aguirre
se habría disipado así para el presidente del Gobierno.
A la lideresa le falta fuerza para seguir
enfrentándose con Mariano Rajoy al que aspiraba sustituir en su día en la
presidencia del Gobierno. No solo cederá, salvo maniobra de última hora, la
alcaldía a Manuela Carmena, sino que se subrayará en Génova la circunstancia
determinante de que Cifuentes obtuvo en Madrid capital más votos que Esperanza
Aguirre. La conmoción que este dato ha supuesto en Génova y Moncloa aparta a la
lideresa de sus aspiraciones a mantenerse al frente del partido madrileño.
Algunos opinan que Rajoy será caritativo y permitirá la supervivencia de
Aguirre. Otros piensan que no, que la escabechará de forma implacable y sin
contemplaciones.
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