viernes, 12 de enero de 2018

Parlamentarias en la II República

El Catoblepas, número 157, marzo 2015
   El Catoblepas • número 157 • marzo 2015 • página 10
Artículos
Parlamentarias en la II República
José María García de Tuñón Aza
Durante las tres legislaturas que tuvo la II República española,1931, 1933 y 1936, solamente nueve mujeres se sentaron en la Cámara. Se ofrece una breve semblanza de cada una de ellas.
Mujeres republicanas
Hace algún tiempo, el periódico digital elmunicipio.es me preguntaba si creía que José Antonio Primo de Rivera quería a las mujeres en casa y sin protagonismo social. Mi respuesta fue: «No es cierto. No se encontrará ni una sola palabra en todos sus discursos y escritos que haga referencia a que quería a la mujer en casa y sin protagonismo social Es una de las muchas mentiras que algunos han escrito sobre él. Sí es cierto que en aquella época las mujeres no tenían el protagonismo político social que tienen ahora. Que alguien diga cuántas mujeres había o destacaron en otros partidos en aquellos años. Alguna hubo, y, si no recuerdo mal, en las tres legislaturas que tuvo la II Republica, 1931, 1933 y 1936, solamente nueve mujeres se sentaron en la Cámara». Pues bien, de estas quiero escribir ahora, pero antes permítaseme abra un pequeño paréntesis y recoja las palabras que dejó escritas sobre José Antonio la falangista Mercedes Fórmica.

Sobre el supuesto antifeminismo de José Antonio y la tesis, tan difundida, de querer a la mujer en casa, poco menos que con la «pata quebrada», debo decir que no es cierto. Forma parte del proceso de «interpretación» a que fue sometido su pensamiento. Como buen español, sentía recelo hacia la mujer pedante, agresiva, desaforada, llena de odio hacia el varón. Desde el primer momento contó con las universitarias y las nombró para cargos de responsabilidad. En lo que a mí respecta, no vio a la sufragista encolerizada, sino a una joven preocupada por los problemas de España, que amaba su cultura e intentaba abrirse camino, con una carrera, en el mundo del trabajo.{1}

CLARA CAMPOAMOR
De aquellas nueve parlamentarias que tuvo la II República, citaremos, en primer lugar, a esta mujer nacida en la capital de España Madrid el 12 de febrero de 1888 y a quien se debe el haber conseguido que las mujeres tuvieran derecho al voto. Tenía 13 años cuando muere su padre por lo que se ve obligada a interrumpir sus estudios y ponerse a trabajar en oficios manuales como su madre. Con 21 años cumplidos se presenta a unas oposiciones de auxiliar administrativo de Telégrafos, que saca sin mayores problemas. Su primer destino fue Zaragoza donde sólo estará unos meses pues muy pronto la trasladan a San Sebastián, ciudad en la que pasados algunos años llegó a defender a los procesados de la rebelión de Jaca. En San Sebastián permanece cuatro años y después de nuevas oposiciones, convocadas por el Ministerio de Instrucción Pública, que también obtiene, se marcha a Madrid como profesora de taquigrafía y mecanografía en las Escuelas Adultas de Madrid. Al mismo tiempo, trabajó como secretaria en el periódico maurista La Tribuna en el que colaboraban también Ramón Gómez de la Serna y Tomás Borrás. Es en este periódico donde Clara Campoamor comenzará a sentir un interés por todo lo relacionado con la mujer.

En 1923 participa por primera vez en un acto público organizado por la Juventud Universitaria de Madrid. En él expone sus ideas sobre el feminismo. Al año siguiente finaliza sus estudios de Derecho en la Universidad madrileña cuando ya había cumplido treinta y seis años. Con el flamante título universitario obtenido pide la admisión en la Academia de Jurisprudencia y en el colegio de Abogados de Madrid. Una vez admitida en ambos organismos, abre su primer despacho como profesional de la abogacía comenzando muy pronto a ser valorada. En el mes de abril de 1925 pronuncia una conferencia en la Academia de Jurisprudencia donde habla sobre la mujer ante el Derecho:

En el aspecto político llegó a coquetear con el socialismo, pero nunca formó parte de él, aunque ahora cuando se les presenta la ocasión suelen utilizar su imagen. Su independencia política era notoria. Sintió perennemente la República y en consecuencia fue una republicana porque le parecía la mejor forma de gobierno, más conforme con la evolución natural de los pueblos y superior a cualquier otro régimen. En cuanto a que si la mujer debiera estar en política, en unas declaraciones que hizo en el año 1930, llegó a decir que ese momento ya había llegado «aunque lo discutan y lo nieguen los sesudos cicateros del Derecho». Al año siguiente, con la llegada de la República, entró a formar parte de la Junta de Acción Republicana bajo el liderazgo indiscutible de Manuel Azaña, pero por motivos poco claros Clara Campoamor abandona esa formación, aunque ella echa la culpa a las maniobras mezquinas en el seno de ese partido para escalar puestos en el Consejo Nacional. Pero esta mujer había cumplido ya cuarenta y tres años y tenia que acometer, en el menos tiempo posible, una carrera política. Fue posiblemente por eso, por lo que nada más abandonar aquel partido, pidió la entrada en el Partido Radical de Alejandro Lerroux que entonces encabezaba el ala de la derecha republicana. Este gesto cambiante hizo que el socialista Luis Jiménez de Asúa la tachara más tarde de «descarada trepadora».{2}

El 28 de junio de 1931 se celebraron elecciones en toda España y acudieron a las urnas algo más de cuatro millones de españole, que equivalía al 70% del censo electoral. Entre las elegidas estaba Clara Campoamor que salió por la circunscripción provincial de Madrid. Un mes después fue nombrada una Comisión encargada de redactar la Constitución. Entre los miembros que la formaban, bajo la presidencia del ya citado Jiménez de Asúa, se encontraba Clara Campoamor. Como secretario fue elegido Alfonso García Valdecasas que participaría más tarde como orador con José Antonio Primo de Rivera en el mitin que tuvo lugar el 29 de octubre de 1933 en el teatro de la Comedia de Madrid, considerado como el acto fundacional de Falange Española.

Una vez que la Comisión entregó a la Cámara el proyecto, éste comenzó a discutirse. Es por estas fechas cuando por primera vez habla en las Cortes Clara Campoamor y en una de sus intervenciones se hace esta pregunta: «¿Qué hacemos dos mujeres –se refiere también a Victoria Kent– en una Cámara de 500 diputados?»{3}.y fue precisamente Victoria Kent quien pidió el aplazamiento de la concesión del voto de la mujer por considerarlo un peligro para la República. El debate entre estas dos mujeres, a Manuel Azaña le pareció muy divertido: «La señorita Kent está porque no se conceda ahora el voto a las mujeres, que en gran número siguen las inspiraciones de los curas y los frailes, y si votasen se pondría en peligro la República. La señorita Campoamor es de la opinión contraria. La Campoamor es más lista y más elocuente que la Kent, pero también más antipática».{4}
La Cámara desde ese momento quedó dividida en dos grupos. A petición de varios diputados, la votación fue nominal, pero antes de producirse hubo algunos parlamentarios que abandonaron el Congreso al no estar de acuerdo con lo que su partido iba a votar. La ausencia más destacada fue la del socialista Indalecio Prieto que se opuso desde el primer momento al voto de la mujer. En cuanto a otros diputados que votaron «no» se encontraban, además de la ya citada Victoria Kent, nombres tan conocidos como el de Martínez Barrio, Lerroux, Salazar Alonso, Sánchez Albornoz, Gordón Ordax, etc. El resultado de la votación, fue 161 votos a favor y 121 en contra. El 40% restante, 188 diputados, o no estuvieron presentes o se abstuvieron.
Se presentaría en las elecciones que hubo en 1933, pero fue derrotada en la provincia de Madrid. Es decir, se había votado contra lo que ella había defendido. Más tarde solicita ser admitida en Izquierda Republicana, pero un grupo de afiliados presentó un escrito oponiéndose a su ingreso. Así y todo insistió ante la Junta provincial que le aconsejó retirase su petición, que se negó a hacer, pero no quedándole finalmente más remedio que aceptar la derrota en su intento de formar parte de aquél partido, que por mayoría rechazaba su admisión, que lideraba Manuel Azaña. Así, pues, vemos a Clara Campoamor sin partido con el que pudiera presentarse a las elecciones que iban a celebrarse en febrero de 1936.
Pocos días antes de dar comienzo la guerra, Clara Campoamor se encontraba en Madrid y ante la anarquía que reinaba en la capital y la falta de seguridad personal, incluso para los liberales, Clara Campoamor decide abandonar la capital de España. Sabía muy bien «que los autores de los excesos, o los que han tolerado que se cometan, siempre encuentran excusas aunque sólo consistan en pretender que hay que juzgar las revoluciones en su conjunto y no en sus detalles, por elocuentes que sean. ¡Y yo no quería ser uno de esos detalles sacrificados inútilmente!»{5}. En su exilio la acompañan su anciana madre y una sobrina. Embarcan en Alicante y llegan a Génova para continuar viaje a Suiza. permaneciendo algún tiempo en este país. En 1938 se instala en Argentina donde vivirá cerca de una década dando conferencias y traduciendo libros. En 1947 regresa a Madrid donde sólo permanece poco más de un mes regresando de nuevo a tierras argentinas. En 1950 o 1951 regresa de nuevo a España donde conecta con la escritora falangista Concha Espina. Ésta intenta ayudarla, pero dicen algunos de los biógrafos de Campoamor, sin aportar ninguna prueba, que las autoridades españolas le pidieron que les facilitara nombres de masones cuando no está claro que ella lo fuera porque nunca apareció su expediente de iniciación. Haya sido por un motivo u otro, el caso es que regresa de nuevo a Argentina abandonando este país en 1955 para instalarse de manera definitiva en Lausana (Suiza), donde trabajó en un bufete ejerciendo la abogacía hasta que se quedó ciega. Años después, un cáncer termina con su vida y fallece en abril de 1972 a los 84 años.

Victoria Kent
Televisión Española grabó una entrevista a Victoria Kent que fue emitida el 28 de enero de 1979 en el programa A fondo dirigido por Soler Serrano; más tarde parte de esta entrevista la recogió el mismo Soler en un libro. Habló Victoria Kent de algunas notables figuras de su época y de diferentes matices políticos, entre ellas del fundador de Falange Española, de quien dijo: «...en dos ocasiones he tenido frente a mí a José Antonio Primo de Rivera de contrincante. Un perfecto caballero, un perfecto hombre, con toda la cortesía. Y debo decirlo porque eso es lo justo»{6}. Enterada Pilar Primo de Rivera de estas palabras tan elogiosas sobre su hermano, envió unas letras a Victoria Kent cuando ésta ya se encontraba en Nueva York: «Muchas gracias por su equitativo y sereno juicio sobre la personalidad de José Antonio, mi hermano; no todos tiene ahora la honradez de reconocer sus cualidades como Vd. lo ha hecho» Victoria le contestó desde la ciudad de los rascacielos: «La justicia fue y será siempre la norma de mi vida.»{7}

Victoria Kent era malagueña. Nació en esta ciudad el 6 de marzo de 1892, aunque parece que por coquetería femenina se quitó años pues en algunos documentos aparece el año 1897 como fecha de su nacimiento. Fueron sus padres José Kent{8} Román y María Siano González que tuvieron siete hijos. Victoria fue bautizada en la Iglesia de la Merced y recibió la Primera Comunión en la Iglesia de las Catalinas. Creció en un ambiente de clase media burguesa de tendencias liberales y su madre, que la enseñó a leer y a escribir, apreció en su hija buenas cualidades para el estudio enviándola a un colegio de Málaga. A los 14 años ingresó en la Escuela Normal y terminados los dos cursos del grado Elemental se examinó de Reválida obteniendo el título de Maestra de Enseñanza Elemental. Con 19 años cumplidos se graduó de Maestra de Enseñanza Superior comenzando después a estudiar bachillerato en el Instituto.

Victoria llegó a sentir gran atracción por los estudios por lo que decide buscar horizontes más amplios. Es entonces cuando resuelve marchar a estudiar Derecho en la Universidad de Madrid. Fue la primera mujer graduada en Derecho. Ejerció su carrera sin que en ningún momento le faltara trabajo. Cabe destacar el juicio en el que actuó en defensa del político Álvaro de Albornoz, uno de los procesados por la fracasada rebelión republicana a últimos de 1930 contra la Monarquía, que más tarde llegó a ser ministro de Fomento y Justicia durante el Bienio progresista y uno de los impulsores, durante su gestión ministerial, de las leyes laicas de la República (disolución de la Compañía de Jesús, divorcio, supresión del presupuesto de Culto y Clero, reglamentación de las Órdenes Religiosas, etc.). Victoria había trabajado en su despacho y esta fue la razón principal de que Albornoz quiso que fuera ella quien lo defendiera.
Cuando se proclamó la República, el 14 de abril de 1931, Victoria vivió uno de los momentos más felices de su vida. Para ella aquel día todo fue alegría: «Me encontré en la calle –dice– en medio de una multitud que gritaba ¡Viva la República!, que me abrazaban amigos y desconocidos y ese mar humano me llevó al Palacio de Comunicaciones en el que ondeaba ya la bandera republicana. Subimos unos cuantos para saludar a sus autoridades […]. Allí en el balcón del edificio y acompañada por los hombres que formaban ya el Gobierno provisional pude apreciar el inmenso público que proclamaba a gritos la República tan deseada»{9}. Pocos días después pronto vinieron los primeros comicios. El Gobierno provisional, presidido por Alcalá-Zamora, publicó un decreto convocando elecciones para diputados que tuvieron lugar los días 28 de junio y 5 de julio en primera segunda vuelta en toda España. Anteriormente se había modificado la ley electoral para que las mujeres tuvieran derecho a ser elegidas, pero no a ser electoras. Con el Partido Radical-Socialista Victoria salió diputada por la provincia de Madrid y muy pronto fue nombrada Directora General de Prisiones. Más tarde se constituyó la Comisión parlamentaria encargada de redactar el proyecto de la nueva Constitución que comenzó a discutirse en el mes de agosto y en donde no faltó la participación de Victoria Kent con la presentación de alguna enmienda y su oposición a otras.

El 30 de septiembre comenzó la discusión sobre el sufragio de la mujer produciéndose, según Manuel Azaña, «mucho griterío». Y el mismo Azaña añadía que «la señorita Kent está porque no se conceda ahora el voto a las mujeres, que en gran número siguen las inspiraciones de los curas y los frailes, y si votasen se pondría en peligro la República»{10}. A continuación sigue diciendo: «La Kent habla para su canesú, y acciona con la diestra sacudiendo el aire con giros violentos y cerrando el puño como si cazara moscas al vuelo»{11}. Victoria no creía que fuera el momento de otorgar el voto a la mujer y que debía de aplazarse pues el miedo a la influencia del confesionario era evidente. Y en la Cámara los parlamentarios seguían discutiendo si a la mujer le iban a conceder el derecho a votar en unas futuras elecciones. Cuando varios diputados habían consumido el turno exponiendo sus puntos de vista sobre el particular, pide la palabra Victoria Kent para decir que iba a ser contraria al voto femenino, pero no consiguió su propósito ya que en las elecciones celebradas en noviembre de 1933, la mujer española votó por vez primera y ganaron las derechas. Victoria Kent no salió elegida y comentó años más tarde: «Las elecciones del 33 vinieron a darme la razón»{12}. Sin embargo sí fue elegida en las elecciones de febrero de 1936, con el triunfo del Frente Popular. Consiguió un escaño, esta vez por Jaén con Izquierda Republicana.

El 18 de julio cogió a Victoria camino de La Granja con un grupo de amigos que iban a realizar una excursión por aquel lugar. Tan pronto se entera de la noticia regresa a Madrid tratando, desde el primer momento, de organizar su vida ante la nueva situación poniéndose a las órdenes del Gobierno. Uno de sus primeros cometidos fue, a través de un micrófono, levantar el ánimo a las mujeres. A mediados de 1937 el Gobierno la envía a Francia con el cargo de primer secretario de Embajada.. Durante su estancia en la capital francesa y ante la invasión del territorio francés por el ejército alemán, Liberada Francia salió de la clandestinidad y se unió a un grupo de personas que organizaban conferencias en lengua castellana. Fue directora literaria de la revista Le Livre du Tour hasta que el 3 de agosto de 1945 llega a Méjico como exiliada, trasladándose posteriormente a EE.UU.
Cuando viajó a Madrid desde Nueva York con 85 años cumplidos,. aún conservaba su energía, lucidez y buen humor; pero no permanece durante mucho tiempo en su patria ya que regresa a EE.UU. donde fallece el 25 de septiembre de 1987. En Sevilla el 15 de octubre se celebró una misa por su alma en la Iglesia de la Anunciación según decía la esquela que publicó, en el diario ABC, su sobrino José María O’Kean Blanco.

MARGARITA NELKEN
Su padre Julio Nelken Waldberg era un judío natural de la ciudad polaca de Breslavia que llegó a Madrid en 1889, procedente de Berlín, y que con otro socio puso un negocio de joyería en Madrid. Con la hija de su socio Enrique Manberger, se casó en 1893 y el 5 de julio de 1894 nace su hija Margarita quien desde muy pequeña recibió una educación esmerada estudiando el bachillerato francés en España y continuando su formación en Francia. Se dedica algo a la pintura, arte del que nunca llegó a destacar y que además abandona muy pronto debido a su miopía. Estudia también música y muy pronto aparece su firma como crítica de arte, principalmente en El Fígaro que comienza a publicarse en Madrid el 15 de agosto de 1918, pero antes su firma ya había aparecido en otras publicaciones como, por ejemplo El Mundo en enero de 1912, aunque otras informaciones dicen que a los 15 años publicó un artículo sobre Goya en la revista The Studio, de Londres. Sus conocimientos sobre pintura le valieron para que impartiera también cursos «en el Museo del Prado, Museo de Arte Moderno, en el Ateneo de Madrid, en el Ateneo de Barcelona»{13}. Muy joven se relaciona con al escultor Julio Antonio, como así era conocido Antonio Rodríguez Hernández, con quien tiene una hija que nace en 1915.
En 1919, fecha en que fallece el escultor Julio Antonio, con el que nunca llegó a casarse, publicó su primera obra larga, La condición social de la mujer en España, que tuvo un enorme éxito a la vez que provocó un gran escándalo llegando, incluso, el ministro de Instrucción Pública a despedir a una profesora de magisterio por haber recomendado el libro a sus alumnos. Su prosa le llevó a ser muy conocida y por ello a mantener relaciones de amistad con personas como los hermanos Machado, Pérez Galdós, Miguel de Unamuno, García Lorca, etc.Por estas fechas vuelve a ser madre, en esta ocasión de un niño que tuvo con el empresario sevillano Martín de Paul con quien sí se casó. Sigue escribiendo: El viaje a París, Maternología y puericultura, En torno a nosotras, La escritora española, etc., son algunas de sus obras.
Fue elegida diputada por Badajoz con el Partido Socialista en la elecciones de 1931 en la repetición que hubo de las elecciones para cubrir las vacantes producidas por la renuncia de aquellos diputados que habían obtenido actas dobles por lo que no se incorporaría hasta el mes de noviembre de ese año cuando las primeras elecciones había tenido lugar en el mes de junio anterior. Por esta razón no pudo participar en el debate cuando se planteó en el Parlamento el sufragio femenino, Su campaña electoral no estuvo exenta de ciertas críticas de tipo racista y machista por su fama de feminista y por sus orígenes judíos. Por ello y por las circunstancias de su selección ya que no era un personaje muy popular dentro del PSOE, el socialista Luis Araquistain reprochó a Antonio Fabra Ribas, vocal de la Comisión Ejecutiva del PSOE, fallecido en Cambrils (Tarragona) en 1958, diciéndole: «¡Buen incordio le ha metido usted a esta buena gente!»{14}. La franqueza combativa de esta mujer no coincidía con lo que los socialistas esperaban de una mujer. «Las actitudes básicamente reformistas de la cúpula les permitían aún menos simpatizar con su entusiasmo a menudo temerario y precipitado, por causas que para ellos eran peligrosas y revolucionarias»{15}. Posiblemente eran palabras parecidas o iguales a las que no tardaría en pronunciar: «Perdimos una revolución. Pero la propia revolución rusa no nos serviría de modelo, porque nos harían falta llamas gigantescas que se verán desde cualquier punto del planeta y olas de sangre que teñirán de rojo los mares.»{16}
Fue contraria a otorgar el derecho de sufragio a la mujer, tomó la misma posición que su compañera Victoria Kent, Sostenía que la falta de madurez y de responsabilidad social de la mujer española podía poner en peligro la estabilidad de la República porque decía, como también dijeron otros muchos, que las mujeres antes de votar consultarían con su confesor. Así y todo, volvió a ser elegida en la elecciones de noviembre de 1933 y cuando se produjo la revolución de Asturias de 1934 fue procesada, pero antes de que se dictara sentencia huyó a Francia y después pasó un año en Rusia regresando a España para participar en las elecciones de febrero de 1936 donde volvió a ser elegida. Única mujer que fue elegida en las tres legislaturas que hubo durante la II República.
El 18 de julio de 1936, Margarita se .encontraba en Madrid donde participó en la defensa de la ciudad estando también en los frentes de Toledo y Extremadura para terminar solicitando su ingreso en el Partido Comunista porque según Santiago Carrillo se hallaba dolida con Largo Caballero por no haberla integrado en su Gobierno. Termina la guerra marchó a Francia y después se instaló en Méjico donde se ganó la vida escribiendo. En 1942 fue expulsada del PCEa por sus crítica hacia la política de este partido..La muerte de sus dos hijos (Santiago, en 1944, luchando en el ejército soviético, y Magda en 1956 de cáncer) la sumieron en una honda crisis que poco a poco fue terminando con su vida. Falleció en Méjico el 9 de de marzo de 1968.

RANCISCA BOHIGAS
Fue diputada por León a pesar de haber nacido en Barcelona en 1893. Su matrimonio con un leonés la ligó a esa provincia donde vivió y ejerció de maestra. Estuvo algún tiempo en Suiza y Alemania desde donde podemos conocer su trayectoria profesional y su trabajo por la reforma educativa, siendo su interés principal la Psico-biología infantil. Los cursos más interesantes que ella misma destacó, fueron realizados en Ginebra. Hizo visitas a centros de protección a la infancia, a escuelas primarias, a escuelas de ensayo, de anormales, etc. En defensa de la mujer la llevó a escribir el libro ¿Qué profesión elegir? que en su introducción comienza diciendo: «Nace este libro con el ambicioso propósito de servir de orientación guía a las muchachas que desean dedicarse a una profesión y no saben por cual optar. Quiere ofrecer a las familias un horizonte profesional amplio y adecuado, que, sin limitarse a las artes de la aguja y del ganchillo, las incluya entre las variadas labores artísticas cuyo ejercicio permite a la mujer contemplar su porvenir con tranquilidad, sin verse forzada a un matrimonio de conveniencia ni a convertirse en una carga para las suyos…»{17}. «Hay que espertar el alma de la mujer española, dijo en un mitin celebrado antes de las elecciones». Finalizada la Guerra Civil, publico el libro que llevaba por título Hogar, que estaba dividido en tres partes, la primera dedicada a la familia: «La familia, sobrenaturalizada por Dios al instituir el Sacramento del Matrimonio…»; la segunda a la crianza de los niños, amistades, etc., y la tercera al hogar.
En las elecciones de noviembre de 1933 fue elegida diputada por el Partido Agrario de León (CEDA). Dicen que no fueron muchas sus intervenciones en las Cortes y que su actividad parlamentaria fue más bien escasa. La más recordada se produjo en un tema a favor de los maestros interinos donde defendió una proposición, encaminada a que ingresaran en el escalafón todos los que hubieran cumplido 40 años. En definitiva, justifica la proposición y pone de manifiesto la situación de estos maestros, cuya vida ha pasado de pueblo en pueblo y que se encuentran viviendo en absoluta anormalidad, ya que el porvenir que se les presenta no es nada grato. Tenía muchos conocimientos sobre el tema debido a que llegó a ser Inspectora de Primera Enseñanza. En cualquier caso, siempre defendió, en conferencias y en artículos de prensa la participación de la mujer en los asuntos públicos y a los maestros, uno de los temas predilectos de ella.. También en referencia al confesionalismo, aspiraba a que todos los niños de las familias católicas recibieran la enseñanza religiosa dentro del recinto escolar y se encargaran de darla todos aquellos maestros que quisieran..
Antes de la elecciones de 1933, cuando en el mes de marzo de ese año fue constituida el Consejo nacional de la CEDA, Francisca Bohigas fue elegida vocal, pero no fue la excepción ya que también había otras mujeres dentro del Consejo. De todas las maneras su relación con Gil Robles no terminó del todo bien ya que éste en su libro No fue posible la paz por un planteamiento de tareas parlamentarias, se queja que Francisca Bohigas, y alguno más, «se apartaron de nosotros» en ese caso concreto, aunque en el año 1936 la ruptura fue definitiva. El diario ABC, daba la noticia: «La ex diputada señorita Bohigas se aparta de la CEDA».
Cuando Francisca Bohigas Gavilanes falleció en Madrid, el 21 de diciembre de 1973, estaba en posesión de la Y de plata de la Sección Femenina.

VENERANDA MANZANO
Aunque así ha sido conocida siempre, su primer apellido era García. Nació esta mujer en la localidad asturiana de Beloncio, concejo de Piloña, el 27 de abril de 1893. Como su abuelo y sus padres, después de sus primeros estudios en su localidad natal, eligió la carrera de Magisterio. Para ello se desplazó a Oviedo y una vez terminada la carrera comenzó a impartir clases en Bueres, un pueblecito asturiano del concejo de Caso. En 1918 contrajo matrimonio y pidió la excedencia para seguir a su marido a Cuba donde residió durante seis años. De vuelta a España se incorporó a sus tareas de maestra en la localidad asturiana de Vidiago. Aquí comienza sus actividades políticas integrándose en FETE, el sindicato de la enseñanza de la UGT. En 1930, año que según ella «ardía en España un fervor republicano»{18}, participa en la creación del Círculo Republicano en la localidad de Llanes; y en 1931, antes de proclamarse la República, ingresa en el Partido Socialista pasando a presidirlo en el oriente de Asturias. Una vez proclamada aquella, el 25 de abril del mismo año publica un artículo titulado Por qué soy republicana, y que da comienzo con estas palabras: «Soy madre y soy maestra, poseo los dos títulos más nobles que puede ostentar una mujer. En mis entrañas se formaron vidas con sangre de mi sangre; en mi escuela plasmo porvenir en almas infantiles; forjo vidas de carne y espíritu, madre dos veces. Basta esto para comprender por qué soy republicana. Ser madre significa tener hijos que no deben ser juguete de ningún rey que los zarandee a placer y los mueva como hijos como figuras insensibles de plomo; se maestra es quererla libertad, la igualdad, es estar identificada con el pueblo, vilmente calumniado por los pulpos aristocráticos que tendían sus tentáculos absorbiendo sangre roja y trabajo generoso; por esas aves rapaces que acaso sea cierto el color azul de su sangre como lo es negra la de los calamares, que la utilizan como medio defensivo. Soy cristiana{19}, y por serlo no quiero esclavos oprimidos. Soy española y como tal, deseo para mi patria el orden y la paz interior que estúpidos esbirros de un rey nefasto conculcaron…»{20}. En las elecciones de 1933 es proclamada diputada al salir elegida dentro de la lista del PSOE. De esta manera se convierte en la primera asturiana que alcanza un escaño en el Congreso de los Diputados. Su papel como parlamentaria fue más que discreto ya que no consta ninguna intervención en la cámara.. En las elecciones de febrero de 1936 con el triunfo del Frente Popular, ya no saldría diputada...

Durante la Guerra Civil, salió de Asturias en 1937 para llevar a sus hijos a Francia. Ella volvería a Valencia y después a Barcelona, incluso fue directora de colonias infantiles del Ministerio de Instrucción Pública. Pero, al perder la guerra el bando en la que ella militaba no tuvo más remedio que volver a Francia, recoger a sus hijos y exiliarse en Méjico donde después ingresa en el Partido Comunista de España, llevada de la mano, dicen, del comunista, también asturiano, Wenceslao Roces,. uno de los responsables del expolio en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid; aunque el motivo principal de haber ingresado en el Partido Comunista no fue otro que su expulsión, junto con Negrín y otros militantes, del Partido Socialista por indicación de Indalecio Prieto. El PSOE rectifica y le devuelve el carnet, junto con 34 más, años más tarde porque, según Alfonso Guerra, habían sido maltratados por la historia y por los socialistas. En 1977 regresó de su largo exilio a Oviedo donde en 1986 el alcalde socialista de la ciudad da su nombre a un colegio. A la inauguración del mismo asistió la propia Veneranda García Manzano y la prensa recoge que los hijos de ella, residentes en Méjico, dotaron con más de un millón de pesetas en libros la biblioteca del colegio. En 1989 el Ayuntamiento la nombró «hija adoptiva» de la ciudad.

El nombre de Veneranda aparece en el libro del obispo asturiano Juan Antonio Martínez Camino, Don Lázaro, sacerdote y mártir de Cristo en Asturias (1872-1936), párroco de Miyares, localidad asturiana, porque este sacerdote padeció prisión en Infiesto (Asturias), durante la Guerra Civil, junto con Adolfo Villa quien fue testigo del asesinato en la playa de Gijón del sacerdote, después de que ambos habían sido trasladados hasta esta ciudad. ¿Por qué no corrió la misma suerte Adolfo? Sencillamente porque Veneranda, amiga de la familia, intercedió para salvarle la vida. Más tarde, gracias al testimonio de Adolfo Villa se pudo saber el martirio que padeció, don Lázaro.
También el sacerdote Ángel Garralda, párroco de San Nicolás de Bari, Avilés, contaba que conoció a Veneranda, una vez que ella había regresado del exilio. Había sido condiscípula de su madre, Basilisa García Costales, en La Normal de Oviedo, y al volver de nuevo a España Veneranda se enteró de que vivía Basilisa y fue a visitarla a la rectoral de Avilés donde residía con su hijo. Fue un encuentro lleno de emoción, me contaba Garralda.
Veneranda Manzano, falleció en la capital del Principado de Asturias el 10 de febrero de 1992.

MATILDE DE LA TORRE
Formó parte de una familia que perteneciente al mundo de la cultura y del derecho. Su padre, Eduardo de la Torre fue notario de Cabezón de la Sal (Cantabria) y aquí, el 14 de marzo de 1884, nació Matilde en el seno de una familia burguesa. De su madre Ana Gutiérrez Cueto hereda sus aficiones al canto formando coros destinados a participar en misas y conciertos.. Su abuelo Cástor Gutiérrez fue el fundador del periódico La abeja montañesa que destacó, principalmente, por sus páginas literarias. Primo de su madre fue Ramón de la Serna que se casaría, aunque terminaron separándose, con la escritora falangista Concha Espina.
Muy joven queda huérfana, incluso mueren cuatro de sus cinco hermanos. Toda una tragedia familiar que la lleva a tener que enfrentarse a la vida casi en soledad. Pese a no tener titulación alguna, pero sí una extensa cultura que debía a que era una gran lectora que la llevó a tener un buen conocimiento de la Historia, incluso a dominar algunos idiomas. En 1917 publicaba en Madrid su primera obra literaria Jardín de damas. Años más tarde, sobre esta novela diría: «Yo siempre tuve amor a la literatura y aún hace bastantes años escribí un librito, un epistolario. El libro fue muy malo; yo mismo lo reconocí y me abstuve de nuevas aventuras literarias»{21}. Colaboró en varios periódicos. y entabló polémicas con otros escritores, incluso algunos de ellos socialistas, aunque nada le impidió que se afiliara al PSOE y después colaborar en El Socialista por lo que llegaría a convertirse en una escritora política. Fue también una buena conferenciante.
En las elecciones de noviembre de 1933 sale elegida diputada por Asturias después de haber recorrido media provincia dirigiéndose principalmente al público femenino a quien les advierte de la culpa que tiene la Iglesia por haber contribuido a que la mujer, en su opinión, fuese como una especie de esclava, según recoge el diario comunista Avance el 10 de mayo de 1933. También fue elegida diputada en las elecciones de febrero de 1936 y sería nombrada Directora General de Comercio bajo el Gobierno de Largo Caballero, durante la Guerra Civil.
Después de la Revolución de Octubre, a la que se referirá en su libro Marea en la sombra como«Octubre Glorioso,» visita al presidente del Gobierno Alejandro Lerroux para interceder por uno de los responsables de aquella sangrienta Revolución, el diputado asturiano Ramón González Peña, responsable también del robo que se cometió en el Banco España de Oviedo. González Peña, lo mismo que Matilde de la Torre, fueron expulsados por Indalecio Prieto. 63 años después. El PSOE rectifica y les devuelve el carnet, junto con 34 más, que habían sido maltratados por la historia y por los socialistas, según dijo Alfonso Guerra. Con este motivo, el Diario Montañés publica un artículoel 15 de noviembre de 2008, firmado por el socialista Francisco Fernández Mañanes, diputado regional de Cantabria, que lo termina diciendo que quiere rendir un tributo a la memoria de quien luchó y sufrió por defender unos ideales de paz, justicia, progreso, libertad y democracia; pero lo que no dice este diputado socialista, es que si la Revolución de Asturias, por la que al parecer tanto se interesó Matilde de la Torre, sobre todo por aquellos que ella entendía habían sido represaliados por el mismo Gobierno legítimo, hubiera salido triunfante, nada de lo que dice el diputado cántabro sobre lo que había luchado y sufrido Matilde de la Torre se hubiera alcanzado ya que socialistas y sus compañeros de viaje, habían dejado detrás de sí un reguero de crímenes, incluidos sacerdotes y religiosos, que nada tenían que ver con lo que llevó a los socialistas a desencadenar una revolución a todas luces innecesaria.
Después de la Guerra Civil, Matilde de la Torre, huyó a Francia donde publica Mares en la sombra, libro que recoge una serie de artículos con destino al periódico El Socialista, donde relata su visión de la guerra en Asturias. De Francia marcha a Méjico donde falleció el 19 de marzo de 1946.

MARÍA LEJÁRRAGA
Muy cerca de los Monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla, en el seno de una familia acomodada, nace esta mujer el 28 de diciembre de 1874. Su padre, que era médico, fue quien asistió al parto de su mujer, Natividad García, cuando nació María. Al llegarle la edad escolar sus padres no la llevan a ningún colegio ni escuela, es su madre quien la inicia en los primeros estudios hasta que comienza su preparación para el ingreso en la Escuela Normal. «Para María Lejárraga la vocación pedagógica fue herencia de su madre. Era un hecho natural, una continuidad de su propia casa, una casa llena de libros en donde la madre estableció su propia escuela para su siete hijos»{22}. Su magisterio se extendió durante varios años y siendo maestra publicó, en 1899, Cuentos breves para niños. Un año después, se casó con un amante del teatro y discípulo de Jacinto Benavente, Gregorio Martínez Sierra con quien colaboró en el primer libro de éste, El poema del trabajo. Cabe destacar también que por ese tiempo el matrimonio conoció a Juan Ramón Jiménez quien llegó a dedicarles el poema Rosas de amistad.
En 1905, María obtiene una beca para estudiar pedagogía en Europa. Su primera parada fue París donde también consiguió el matrimonio un trabajo como traductores, al mismo tiempo que les publicaron el libro Motivos, siguiendo después otros títulos. Dejaban la capital de Francia y viajaban a Bruselas donde María estudió el funcionamiento pedagógico y por las tardes las dedicaba a escribir o traducir y también de esta época se conservan algunas cartas que se cruzaron entre Juan Ramón Jiménez y ella. El matrimonio, después de un viaje por varias ciudades europeas, vuelve a París donde María escribe la novela Tú eres la paz, que iba a ser su primer éxito.
De vuelta a Madrid con una enriquecedora experiencia, «María Martínez de Sierra» como ella quiere llamarse, haciendo suyo el apellido de su marido, siguió escribiendo y colaborando en varias revistas. Su obra maestra es Canción de cuna que sería llevada al cine en Hollywood. Así fueron pasando los años de esta mujer hasta que el 14 de abril de 1931 se proclama en España la Segunda Republica que significó para ella una gran alegría hasta tal punto que salió a la calle para presenciar el entusiasmo de algunos madrileños. Se dedicó a dar conferencia y en una que dio en el Ateneo de Madrid el 11 de mayo de 1931 dijo, entre otros desatinos; «La escuela no puede ni debe encargarse de enseñar religión. Si la Iglesia quiere una aliado eficaz para hacer algo vivo de su doctrina, búsquelo en la familia, no en la escuela; encuéntrelo en la madre, no en el maestro»{23}. Después la República traería la retirada de los crucifijos en las escuelas, la expulsión de los jesuitas, la quema de conventos, el asesinato de sacerdotes y frailes, etc. etc.
En las elecciones de noviembre de 1933 María consiguió se escaño de diputada por Granada dentro de las filas del Partido Socialista. La derrota electoral de las izquierdas en estas elecciones se la atribuyeron las mismas izquierdas al voto de la mujer que había conseguido Clara Campoamor, pero la realidad, según algunos historiadores, fue la desunión que hubo entre socialistas y republicanos históricos. Otros dicen que la izquierda estaba en ese momento muy desprestigiada en España y tan mal digirió esa derrota que vino casi un año después organizaron lo que vino a llamarse Revolución de Asturias donde María Lejárraga o Martínez Sierra, jugó un papel importante a favor de los revolucionarios, pero nada dijo de las muertes que ellos causaron, ni de haber dejado a la capital de Principado totalmente devastada.

En las elecciones de febrero de 1936, María hace campaña a favor del Frente Popular que saldría victorioso, aunque ella no iba en ninguna candidatura. El 17 de julio de ese año, al salir del Ateneo es informada de la sublevación en Marruecos del Ejército. A los pocos días el Partido Socialista la designó como miembro de una comisión creada para ocuparse de los heridos de guerra. Fue también directora general de Comercio y Política Arancelaria con el Gobierno de Largo Caballero. Durante la guerra viajó por distintos países europeos y asistió en Ginebra a la Conferencia de Trabajo donde sufre una gran decepción cuando ve que no recibe el apoyo de los países que ella esperaba, principalmente de los ingleses y franceses. Terminada la guerra en España, pasa en Francia toda la ocupación alemana. Tras la liberación de este país, María sigue malviviendo pues no cuenta con la ayuda de nadie, ni tan siquiera con la de su marido que la abandonó económicamente, aunque finalmente le envía algún dinero desde Argentina, donde vivía medio exiliado. Prematuramente envejecido y herido de muerte, regresa a España en septiembre de 1947, muriendo apenas dos semanas más tarde.
En 1950, María embarca en Génova rumbo a Nueva York donde llegaría a desarrollar gran actividad en la prensa, también con traducciones. Con el dinero que gana, se traslada a Arizona donde empieza a colaborar con uno de los directores del Departamento Dramático de la Universidad, en la puesta en escena de su comedia Es así. Viaja después a Méjico y, finalmente, a Argentina, que será su residencia final pues fallece en Buenos Aires el 28 de junio de 1974, cuando apenas le faltaban unos meses para cumplir cien años. .

JULIA ÁLVAREZ RESANO
Dice el prologuista, Víctor Moreno, del libro del biógrafo de esta mujer, Fermín Pérez-Nievas, que «pocos saben que Julia Álvarez «murió en 1948 en México, a donde llegó en 1947. Y lo hizo en condiciones impropias de una líder política: abandonada por sus correligionarios socialistas y en completa soledad, después de haber sido expulsada en julio de 1945 del partido al que había entregado toda su vida: el PSOE»{24}. Los mismos que al parecer les da vergüenza reconocer que este militante, o ex militante, perteneció a ese partido y al sindicato de la UGT a los que se entregó con todas sus fuerzas al mismo tiempo que, como muchas personas de sus ideas izquierdistas, tuvo cierto acercamiento hacia la Unión Soviética a la que ni tan siquiera criticó las purgas sangrientas de los años 1936 y 1938, ni los excesos criminales de Lenin...
Julia Álvarez nació en la localidad Navarra de Villafranca el 10 de agosto de 1903. Su padre, Francisco trabajaba como encargado de la presa de la Comunidad de Regantes de algunas de las localidades navarras. Cuando cumplió la edad fue a la escuela hasta que le llegó el tiempo de decirse por algún estudio superior. Decidió estudiar Magisterio en Pamplona donde terminó la carrera para después sacar en Zaragoza el número uno de la oposición a maestra., pero antes de comenzar a trabajar con tal inició por libre la carrera de Derecho que más tarde ejercería, llegando incluso a convertirse en asesora jurídica de la UGT.
Con la llegada de la II República, Julia se convirtió en una gran activista, por lo que su entrada en la política era evidente. En las elecciones generales de noviembre de 1933 el PSOE presentó la candidatura de esta mujer en las provincias de Guipúzcoa y Navarra. Su nombre estaba entre las 42 candidatas que presentaron los distintos partidos y que sólo 5 de ellas serían elegidas. No lo fue Julia Álvarez que, sin embargo, siguió con su actividad política. Lo más destacado fue haber sido elegida por el PSOE para coordinar, desde Madrid, las múltiples defensas de los socialistas comprometidos con los sucesos de Revolución de Octubre de 1934. No obstante, al margen de sus tareas profesionales, siguió con sus con sus charlas políticas donde con frecuencia la requerían.
En diciembre de 1935, Julia contrae matrimonio con el abogado Amancio Muñoz Zafra, hijo de un sargento de la Guardia Civil, Como su mujer, también estuvo implicado en la defensa de sus compañeros detenidos y juzgados a causa de los sucesos de octubre de 1934. El matrimonio vivía en Madrid donde ambos ejercían su carrera profesional sin abandonar un momento la política cuando llegaron las elecciones de febrero de 1936, Julia fue elegida por el partido como única mujer candidata por Madrid, mientras su marido era candidato por la provincia de Murcia, también dentro de las listas del PSOE. Celebras las elecciones, Julia, lo mismo que su marido, consiguieron el acta para entrar en el Congreso de Diputados donde el matrimonio compartían muchos trabajos propios del cargo.

Iniciada la Guerra Civil, su marido fue al frente mientras ella se convertía en 1937, siendo presidente de Gobierno, el socialista Juan Negrín, en la primera mujer que ocupó un Gobierno Civil, en este caso el de Ciudad Real, pero como dato curioso nos cuenta el biógrafo de Julia Álvarez, que «en todos los periódicos de la época del bando republicano, no aparece Ciudad Real como destino de la política navarra. Dado lo avanzado de la guerra y la necesidad de reafirmar los principios de la República, se decidió eliminar el calificativo de Real, (peligrosamente monárquico) y referirse a esta provincia como Ciudad Libre»{25}. Posteriormente, es juez interino de Primera Instancia e instrucción en Alberique (Valencia). Más adelante, después de un viaje a la URSS, representando a la II República, sería nombrada magistrada interina del Tribunal Central de Espionaje y Alta Traición que juzgaría a los dirigentes del Parido Obrero de Unificación Marxista (POUM). En septiembre de 1938 interrumpe estas funciones a causa de la grave enfermedad de su esposo, que fallece al mes siguiente.

En los últimos días de marzo de 1939, es en el barco francés Marítime, atracado en el puerto de Alicante, en el que se piensa que Julia Álvarez embarcó rumbo a Francia donde tiempo más tarde de su llegada se puso al frente de El Socialista, recuperando de esta manera su publicación con la edición de Toulouse. «Partidaria del sector negrinista, trató constantemente de aunar las dos tendencias del PSOE que parecían disgregar las fuerzas republicanas en el extranjero[26]. Sus esfuerzos por conseguir esa unión de nada le valieron, sino todo lo contrario ya que fue expulsada del partido. Sin nada, pues, que le atara a Francia, decidió trasladarse a Méjico donde abrió un bufete de abogados, pero apenas dos años después «falleció en el silencio y la soledad de su despacho de una hemorragia cerebral. Era el 19 de mayo de 1948»{27}.

DOLORES IBARRURI
Dice la propia Pasionaria que 1903 es el primer año que vive enraizado en su memoria. Es, pues, el año en que se fijan sus recuerdos infantiles. Nació Dolores Ibárruri en la localidad vizcaína de Gallarta, no muy lejos de Bilbao. El 9 de diciembre de 1895. Hacía el número ocho de once hermanos que constituían la prole de Antonio el Artillero, como así llamaban a su padre, y de Juliana Gómez, natural de la provincia de Soria. Apenas ya sabía hablar y andar, sus padres la llevaron a la escuela donde aprendió sus primeras letras y el complemento de sus conocimientos era la calle.
Al finalizar sus estudios en la escuela, tenía 15 años, se preparó para ser maestra, pero esa ilusión pronto se desvaneció ante la dura realidad económica. Estudios, viajes, comida, vestidos, libros, representaban un gasto superior a las posibilidades de sus padres. Por esta razón no le quedó más remedios que aprender un oficio. Entro en un taller de costura donde permaneció dos años aprendiendo lo necesario, aunque su primer trabajo fue la de empleada de hogar. A los 20 años se caso en la iglesia de su pueblo, San Antonio de Padua, con el minero socialista Julián Ruiz que fue el padre de sus hijos a los que siempre quiso darles mejor vida, pero el matrimonio se preguntaba: «¿Adónde irá el buey que no are?».
Las ideas de Pasionaria cambiaban. Iba perdiendo sus convicciones religiosas y comenzó a leer literatura marxista. En su afán de saber leyó a Marx y Engels, quienes la reconciliaron con la literatura socialista revolucionaria. Con estos conocimientos que ya había adquirido de lo que era el socialismo revolucionario, participa en la huelga de agosto de 1917 que comenzó con los empleados de ferrocarriles quienes obligaron a los dirigentes socialistas a lanzarse a un movimiento huelguístico de carácter nacional. Su marido fue uno de los detenidos por lo que la situación económica de Pasionaria quedó bajo mínimos hasta que fue puesto en libertad después de las elecciones de 1918. Al siguiente año varios socialistas, entre ellos Dolores Ibárruri, se sumaron al Comité Nacional de partidarios de la Internacional Comunista, constituido ese año. Fue desde entonces una de las organizaciones más activas del Partido Comunista de Vizcaya, donde Pasionaria fue elegida miembro del primer Comité Provincial y más tarde delegada al primer Congreso del Partido.
Cuando en abril de 1931 se proclama la II República, el Partido decidió su traslado a Madrid como redactora del periódico Mundo Obrero, pero al poco tiempo de su llegada a la capital de España es detenida. Al parecer, en Vizcaya, había habido un choque con carácter sangriento entre comunistas y socialistas. En este enfrentamiento perdieron la vida dos socialistas y un comunista además de haber varios heridos de gravedad. Fue llevada a la Dirección General de Seguridad y fichada como una delincuente común. No salió de la cárcel hasta enero de 1932, pero lo haría en Larrínaga de Bilbao donde había sido conducida meses antes. Al salir de la cárcel estuvo unos días con su familia mientras organizaba la vuelta a Madrid de donde había sido requerida por la dirección del Partido que preparaba en Sevilla el IV Congreso. Después de ésteo sería de nuevo detenida y otra vez conducida a la cárcel de Larrínaga hasta que fue puesta en libertad en enero de 1933, año que, después de las elecciones de noviembre, asistió en Moscú como delegada del PCE al XIII Pleno de la Internacional Comunista. A su vuelta a España en 1934 la situación política era seria. Ese mismo año se produce la insurrección de octubre. Pasionaria viaja a Asturias, donde más daño y crímenes habían cometido los revolucionarios, y es detenida, pero puesta en libertad al poco tiempo con la orden de abandonar la provincia en el término de veinticuatro horas.
Casi a finales de 1935, el Partido la envía a Galicia a participar en algunos actos de propaganda. A su regreso, encontró en Madrid a los compañeros trabajando para la creación del Frente Popular, que sería quien ganó las elecciones de febrero de 1936 y ellaelegida diputada por Asturias donde intervino en varios actos electorales y una vez elegida lo primera que hizo fue conseguir, bajo su responsabilidad, de que fueran liberados todos los presos, incluidos los comunes, de la cárcel de Oviedo.. «¡Camaradas! ¡Todos a la calle! ¡Todos a la calle!...», gritaba Pasionaria{28}.
De su participación en el Parlamento destaca aquella frase que pronunció el 16 de junio después de la intervención de Calvo Sotelo: «Este hombre ha hablado por última vez». Ella lo niega en sus Memorias diciendo que fueron «los plumíferos franquistas que durante veinticuatro años han estado difundiendo la infame patraña de que fui yo la que incité al asesinato de Calvo Sotelo desde los bancos del Parlamento»{29}. Sin embargo a lo escrito por Pasionaria, hay testimonios de personas que nada fueron «plumíferos franquistas», que la desmienten{30}.

Durante la Guerra Civil formó parte de una delegación que se traslado a Francia donde hablaron a los franceses; pero el proyecto que les guiaba de conseguir ayuda para su causa fue totalmente inútil. Incluso se entrevistaron con el jefe del Gobierno francés, el socialdemócrata León Blume que les manifestó que quería ayudarles, pero no podía «sería la guerra… Él era pacifista. Imposible hacer nada… Él sufría… Además la guerra de España, era una guerra civil… no se podía intervenir… Francia tendría grandes dificultades…»{31}. Después la delegación viajó a Bruselas donde los recibieron los socialistas belgas cortésmente pero fríamente, haciéndoles comprender que allí tampoco tenían nada que hacer.

Con la guerra a punto de perderla se cerraba así, para Pasionaria, una de las páginas más trágica para esta mujer. A principios de marzo de 1939, en un barco que coge en la costa levantina, se traslada hasta Orán. Iba acompañada de varios comunistas, algunos de ellos extranjeros. Después se traslada a Rusia donde se reencuentra con sus dos únicos hijos vivos, Rubén y Amaya. Con ellos reanuda, tras larga separación, la vida en familia en un piso en el centro de Moscú. Rubén moriría en la defensa de Stalingrado en septiembre de 1942. Desde la capital rusa, Pasionaria se trasladó a varios países y tuvo la oportunidad de entrevistarse con distintos líderes comunistas, como Fidel Castro y Ho Che Minh.

Cuando en noviembre de 1975 le comunican la muerte de Franco no descorchó ninguna botella de champán, simplemente contestó a los distintos medios de comunicación que la asediaban para pedirle su opinión: «¡Que la tierra le sea leve!», fue todo lo que dijo. No había olvidado del todo la educación católica que había recibido en su infancia y en su juventud. Casi dos años después, en mayo de 1977, la presidenta del Partido Comunista de España, en un coche negro de gran lujo, reservado sólo a los más altos cargos como miembros del Buró político ?dice la prensa?, llega al aeropuerto moscovita de Sheremetyevo, donde coge un avión que la traería a España, El 13 de mayo, después de 36 años de exilio, el avión donde viajaba Pasionaria toma tierra en el aeropuerto de Barajas. Un mes más tarde, en las elecciones de junio de 1977, fue elegida diputada por la provincia de Asturias y por su edad le correspondió presidir la mesa constitutiva del Congreso de los Diputados en su primera sesión.
Era domingo aquel 12 de noviembre de 1989 cuando en el hospital Ramón y Cajal de Madrid, aquejada de una neumonía, fallecía la histórica dirigente comunista Dolores Ibárruri, cuyos despojos fueron enterrados en el cementerio civil de Madrid.

JOSÉ MARIA GARCÍA DE TUÑÓN AZA

Notas
{1} FÓRMICA, MERCEDES: Visto y vivido. Planeta. Barcelona, 1982, pág. 158.
{2} JIMÉNEZ DE ASÚA, LUIS: Anécdotas de las Constituyente. Buenos Aires, 1942, pág. 45. .
{3} En realidad el número exacto era de 470.
{4} AZAÑA, MANUEL: Memorias políticas, 1931-1933. Grijalbo. Barcelona, 1978, pág. 199.
{5} CAMPOAMOR, CLARA: La revolución española, vista por una republicana. Espuela de Plata. Sevilla, 2007,, pág. 176.
{6} SOLER SERRANO, JOAQUÍN: A fondo de la A a la Z. Plaza & Janés. Barcelona, 1981, pág. 125.
{7} GUTIÉRREZ VEGA, ZENAIDA. Victoria Kent. Una vida al servicio del humanismo liberal. Universidad de Málaga, 2001, pág. 244.
{8} Con el apellido Kent existe cierta confusión de cómo escribirlo. Algunos escriben O’Kean, incluso Ken y también Quen. El origen es inglés, aunque O’Kean, verdadero apellido del padre de Victoria, era irlandés.Ella negó siempre que los cambios producidos hayan sido por motivos políticos.
{9} GUTIÉRREZ VEGA, ZENAIDA. Op. cit., pág, 58.
{10} AZAÑA, MANUEL: Memorias políticas (1931-1933). Grijalbo. Barcelona, 1996, pág. 199.
{11} Ibid. Ibid. Ibid.
{12} GUTIÉRREZ VEGA, ZENAIDA: Op. cit., pág. 81.
{13} GARCÍA RODRÍGUEZ, FERNANDO y GÓMEZ ALFEO, MARÍA VICTORIA: Margarita Nelken: El arte y la palabra. Editorial Frangua. Madrid, 2010, pág. 13.
{14} VIDATE, JUAN-SIMEÓN: Las Cortes Constituyentes de 1931-1933. Grijalbo. Barcelona, 1976, pág. 85.:
{15} PRESTON, PAUL: Palomas de guerra.Plaza y Janés. Barcelona, 2001, pág. 282.
{16} GONZÁLEZ CORTÉS, MARÍA TERESA: Los monstruos políticos de la modernidad. Ediciones de la Torre. Madrid, 2007, págs. 463-464..
{17} BOHIGAS, FRANCISCA: ¿Qué profesión elegir? Editorial Mayer. Madrid, 1947, pág. 5.
{18} Diario La Nueva España, Oviedo, 25-X-1986, pág. 14.
{19} Sin entrar en valoraciones, ni juzgar lo que a mí no me corresponde, pero sí consignar, desde el punto de vista histórico, debo dejar constancia que en la esquela que publicó su familia a su fallecimiento, no figuraba en la misma ninguna cruz, ni tampoco venía anunciado ningún funeral ni misa alguna.
{20} Del catálogo de la exposición Llanes y Segunda república. Foro Veneranda Manzao. Agrupación Socialista de Llanes, 2003
{21} DE LA TORRE, MATILDE: Mares en la sombra. Estampas de Asturias. Edición de J.R. Saiz Viadero. Biblioteca del exilio. Cantabria, 2007, pág. 35.
{22} RODRIGO, ANTONINA: María Lejárraga. Una mujer en la sombra. Alba Ediciones. Madrid, 2005, pág.32.
{23} MARTÍNEZ SIERRA, MARÍA: La mujer española ante la República. Instituto Andaluz de la Mujer. Granada, 2003.
{24} PÉREZ-NIEVAS BORDERAS, FERMÍN: Julia Álvarez Resano. Memoria de una socialista navarra (1903-1948). Pamiela. Pamplona, 2007, pág. 14.
{25} Ibid., pág. 224.
{26} Ibid., pág. 245.
{27} Ibid., pág., 251.
{28} IBÁRRURI, DOLORES: Memorias. Planeta. Barcelona, 1985, pág. 232.
{29} Ibid., pág. 248.
{30} Josep Tarradellas en: El único camino. Barcelona, Bruguera, 1979, pág. 248. Tarradellas lo repite a la periodista Pilar Urbano en una entrevista que publicó la revista Época, nº 22, 1985, pág. 26. También lo confirma, Salvador de Madariaga en España. Madrid. Espasa Calpe, 1979, pág. 384.
{31} IBÁRRURI, DOLORES: Op. cit., pág. 309.


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