El
Catoblepas, número 157, marzo 2015
El Catoblepas • número 157 • marzo 2015 •
página 10
Artículos
Parlamentarias
en la II República
José
María García de Tuñón Aza
Durante
las tres legislaturas que tuvo la II República española,1931, 1933 y 1936, solamente
nueve mujeres se sentaron en la Cámara. Se ofrece una breve semblanza de cada
una de ellas.
Mujeres
republicanas
Hace
algún tiempo, el periódico digital elmunicipio.es me preguntaba si creía que
José Antonio Primo de Rivera quería a las mujeres en casa y sin protagonismo
social. Mi respuesta fue: «No es cierto. No se encontrará ni una sola palabra
en todos sus discursos y escritos que haga referencia a que quería a la mujer
en casa y sin protagonismo social Es una de las muchas mentiras que algunos han
escrito sobre él. Sí es cierto que en aquella época las mujeres no tenían el
protagonismo político social que tienen ahora. Que alguien diga cuántas mujeres
había o destacaron en otros partidos en aquellos años. Alguna hubo, y, si no
recuerdo mal, en las tres legislaturas que tuvo la II Republica, 1931, 1933 y
1936, solamente nueve mujeres se sentaron en la Cámara». Pues bien, de estas
quiero escribir ahora, pero antes permítaseme abra un pequeño paréntesis y
recoja las palabras que dejó escritas sobre José Antonio la falangista Mercedes
Fórmica.
Sobre
el supuesto antifeminismo de José Antonio y la tesis, tan difundida, de querer
a la mujer en casa, poco menos que con la «pata quebrada», debo decir que no es
cierto. Forma parte del proceso de «interpretación» a que fue sometido su
pensamiento. Como buen español, sentía recelo hacia la mujer pedante, agresiva,
desaforada, llena de odio hacia el varón. Desde el primer momento contó con las
universitarias y las nombró para cargos de responsabilidad. En lo que a mí
respecta, no vio a la sufragista encolerizada, sino a una joven preocupada por
los problemas de España, que amaba su cultura e intentaba abrirse camino, con
una carrera, en el mundo del trabajo.{1}
CLARA
CAMPOAMOR
De
aquellas nueve parlamentarias que tuvo la II República, citaremos, en primer
lugar, a esta mujer nacida en la capital de España Madrid el 12 de febrero de
1888 y a quien se debe el haber conseguido que las mujeres tuvieran derecho al
voto. Tenía 13 años cuando muere su padre por lo que se ve obligada a
interrumpir sus estudios y ponerse a trabajar en oficios manuales como su
madre. Con 21 años cumplidos se presenta a unas oposiciones de auxiliar
administrativo de Telégrafos, que saca sin mayores problemas. Su primer destino
fue Zaragoza donde sólo estará unos meses pues muy pronto la trasladan a San
Sebastián, ciudad en la que pasados algunos años llegó a defender a los
procesados de la rebelión de Jaca. En San Sebastián permanece cuatro años y
después de nuevas oposiciones, convocadas por el Ministerio de Instrucción
Pública, que también obtiene, se marcha a Madrid como profesora de taquigrafía
y mecanografía en las Escuelas Adultas de Madrid. Al mismo tiempo, trabajó como
secretaria en el periódico maurista La Tribuna en el que colaboraban también
Ramón Gómez de la Serna y Tomás Borrás. Es en este periódico donde Clara
Campoamor comenzará a sentir un interés por todo lo relacionado con la mujer.
En
1923 participa por primera vez en un acto público organizado por la Juventud
Universitaria de Madrid. En él expone sus ideas sobre el feminismo. Al año
siguiente finaliza sus estudios de Derecho en la Universidad madrileña cuando
ya había cumplido treinta y seis años. Con el flamante título universitario
obtenido pide la admisión en la Academia de Jurisprudencia y en el colegio de
Abogados de Madrid. Una vez admitida en ambos organismos, abre su primer
despacho como profesional de la abogacía comenzando muy pronto a ser valorada.
En el mes de abril de 1925 pronuncia una conferencia en la Academia de
Jurisprudencia donde habla sobre la mujer ante el Derecho:
En
el aspecto político llegó a coquetear con el socialismo, pero nunca formó parte
de él, aunque ahora cuando se les presenta la ocasión suelen utilizar su
imagen. Su independencia política era notoria. Sintió perennemente la República
y en consecuencia fue una republicana porque le parecía la mejor forma de
gobierno, más conforme con la evolución natural de los pueblos y superior a
cualquier otro régimen. En cuanto a que si la mujer debiera estar en política,
en unas declaraciones que hizo en el año 1930, llegó a decir que ese momento ya
había llegado «aunque lo discutan y lo nieguen los sesudos cicateros del
Derecho». Al año siguiente, con la llegada de la República, entró a formar
parte de la Junta de Acción Republicana bajo el liderazgo indiscutible de
Manuel Azaña, pero por motivos poco claros Clara Campoamor abandona esa
formación, aunque ella echa la culpa a las maniobras mezquinas en el seno de
ese partido para escalar puestos en el Consejo Nacional. Pero esta mujer había
cumplido ya cuarenta y tres años y tenia que acometer, en el menos tiempo
posible, una carrera política. Fue posiblemente por eso, por lo que nada más
abandonar aquel partido, pidió la entrada en el Partido Radical de Alejandro
Lerroux que entonces encabezaba el ala de la derecha republicana. Este gesto
cambiante hizo que el socialista Luis Jiménez de Asúa la tachara más tarde de
«descarada trepadora».{2}
El
28 de junio de 1931 se celebraron elecciones en toda España y acudieron a las
urnas algo más de cuatro millones de españole, que equivalía al 70% del censo
electoral. Entre las elegidas estaba Clara Campoamor que salió por la
circunscripción provincial de Madrid. Un mes después fue nombrada una Comisión
encargada de redactar la Constitución. Entre los miembros que la formaban, bajo
la presidencia del ya citado Jiménez de Asúa, se encontraba Clara Campoamor.
Como secretario fue elegido Alfonso García Valdecasas que participaría más
tarde como orador con José Antonio Primo de Rivera en el mitin que tuvo lugar
el 29 de octubre de 1933 en el teatro de la Comedia de Madrid, considerado como
el acto fundacional de Falange Española.
Una
vez que la Comisión entregó a la Cámara el proyecto, éste comenzó a discutirse.
Es por estas fechas cuando por primera vez habla en las Cortes Clara Campoamor
y en una de sus intervenciones se hace esta pregunta: «¿Qué hacemos dos mujeres
–se refiere también a Victoria Kent– en una Cámara de 500 diputados?»{3}.y fue
precisamente Victoria Kent quien pidió el aplazamiento de la concesión del voto
de la mujer por considerarlo un peligro para la República. El debate entre
estas dos mujeres, a Manuel Azaña le pareció muy divertido: «La señorita Kent
está porque no se conceda ahora el voto a las mujeres, que en gran número
siguen las inspiraciones de los curas y los frailes, y si votasen se pondría en
peligro la República. La señorita Campoamor es de la opinión contraria. La
Campoamor es más lista y más elocuente que la Kent, pero también más antipática».{4}
La
Cámara desde ese momento quedó dividida en dos grupos. A petición de varios
diputados, la votación fue nominal, pero antes de producirse hubo algunos
parlamentarios que abandonaron el Congreso al no estar de acuerdo con lo que su
partido iba a votar. La ausencia más destacada fue la del socialista Indalecio
Prieto que se opuso desde el primer momento al voto de la mujer. En cuanto a
otros diputados que votaron «no» se encontraban, además de la ya citada
Victoria Kent, nombres tan conocidos como el de Martínez Barrio, Lerroux,
Salazar Alonso, Sánchez Albornoz, Gordón Ordax, etc. El resultado de la
votación, fue 161 votos a favor y 121 en contra. El 40% restante, 188
diputados, o no estuvieron presentes o se abstuvieron.
Se
presentaría en las elecciones que hubo en 1933, pero fue derrotada en la
provincia de Madrid. Es decir, se había votado contra lo que ella había
defendido. Más tarde solicita ser admitida en Izquierda Republicana, pero un
grupo de afiliados presentó un escrito oponiéndose a su ingreso. Así y todo
insistió ante la Junta provincial que le aconsejó retirase su petición, que se
negó a hacer, pero no quedándole finalmente más remedio que aceptar la derrota
en su intento de formar parte de aquél partido, que por mayoría rechazaba su admisión,
que lideraba Manuel Azaña. Así, pues, vemos a Clara Campoamor sin partido con
el que pudiera presentarse a las elecciones que iban a celebrarse en febrero de
1936.
Pocos
días antes de dar comienzo la guerra, Clara Campoamor se encontraba en Madrid y
ante la anarquía que reinaba en la capital y la falta de seguridad personal,
incluso para los liberales, Clara Campoamor decide abandonar la capital de
España. Sabía muy bien «que los autores de los excesos, o los que han tolerado
que se cometan, siempre encuentran excusas aunque sólo consistan en pretender
que hay que juzgar las revoluciones en su conjunto y no en sus detalles, por
elocuentes que sean. ¡Y yo no quería ser uno de esos detalles sacrificados
inútilmente!»{5}. En su exilio la acompañan su anciana madre y una sobrina.
Embarcan en Alicante y llegan a Génova para continuar viaje a Suiza.
permaneciendo algún tiempo en este país. En 1938 se instala en Argentina donde
vivirá cerca de una década dando conferencias y traduciendo libros. En 1947 regresa
a Madrid donde sólo permanece poco más de un mes regresando de nuevo a tierras
argentinas. En 1950 o 1951 regresa de nuevo a España donde conecta con la
escritora falangista Concha Espina. Ésta intenta ayudarla, pero dicen algunos
de los biógrafos de Campoamor, sin aportar ninguna prueba, que las autoridades
españolas le pidieron que les facilitara nombres de masones cuando no está
claro que ella lo fuera porque nunca apareció su expediente de iniciación. Haya
sido por un motivo u otro, el caso es que regresa de nuevo a Argentina
abandonando este país en 1955 para instalarse de manera definitiva en Lausana
(Suiza), donde trabajó en un bufete ejerciendo la abogacía hasta que se quedó
ciega. Años después, un cáncer termina con su vida y fallece en abril de 1972 a
los 84 años.
Victoria
Kent
Televisión
Española grabó una entrevista a Victoria Kent que fue emitida el 28 de enero de
1979 en el programa A fondo dirigido por Soler Serrano; más tarde parte de esta
entrevista la recogió el mismo Soler en un libro. Habló Victoria Kent de
algunas notables figuras de su época y de diferentes matices políticos, entre
ellas del fundador de Falange Española, de quien dijo: «...en dos ocasiones he
tenido frente a mí a José Antonio Primo de Rivera de contrincante. Un perfecto
caballero, un perfecto hombre, con toda la cortesía. Y debo decirlo porque eso
es lo justo»{6}. Enterada Pilar Primo de Rivera de estas palabras tan elogiosas
sobre su hermano, envió unas letras a Victoria Kent cuando ésta ya se
encontraba en Nueva York: «Muchas gracias por su equitativo y sereno juicio
sobre la personalidad de José Antonio, mi hermano; no todos tiene ahora la
honradez de reconocer sus cualidades como Vd. lo ha hecho» Victoria le contestó
desde la ciudad de los rascacielos: «La justicia fue y será siempre la norma de
mi vida.»{7}
Victoria
Kent era malagueña. Nació en esta ciudad el 6 de marzo de 1892, aunque parece
que por coquetería femenina se quitó años pues en algunos documentos aparece el
año 1897 como fecha de su nacimiento. Fueron sus padres José Kent{8} Román y
María Siano González que tuvieron siete hijos. Victoria fue bautizada en la
Iglesia de la Merced y recibió la Primera Comunión en la Iglesia de las
Catalinas. Creció en un ambiente de clase media burguesa de tendencias
liberales y su madre, que la enseñó a leer y a escribir, apreció en su hija
buenas cualidades para el estudio enviándola a un colegio de Málaga. A los 14
años ingresó en la Escuela Normal y terminados los dos cursos del grado
Elemental se examinó de Reválida obteniendo el título de Maestra de Enseñanza Elemental.
Con 19 años cumplidos se graduó de Maestra de Enseñanza Superior comenzando
después a estudiar bachillerato en el Instituto.
Victoria
llegó a sentir gran atracción por los estudios por lo que decide buscar
horizontes más amplios. Es entonces cuando resuelve marchar a estudiar Derecho
en la Universidad de Madrid. Fue la primera mujer graduada en Derecho. Ejerció
su carrera sin que en ningún momento le faltara trabajo. Cabe destacar el
juicio en el que actuó en defensa del político Álvaro de Albornoz, uno de los
procesados por la fracasada rebelión republicana a últimos de 1930 contra la
Monarquía, que más tarde llegó a ser ministro de Fomento y Justicia durante el
Bienio progresista y uno de los impulsores, durante su gestión ministerial, de
las leyes laicas de la República (disolución de la Compañía de Jesús, divorcio,
supresión del presupuesto de Culto y Clero, reglamentación de las Órdenes
Religiosas, etc.). Victoria había trabajado en su despacho y esta fue la razón
principal de que Albornoz quiso que fuera ella quien lo defendiera.
Cuando
se proclamó la República, el 14 de abril de 1931, Victoria vivió uno de los
momentos más felices de su vida. Para ella aquel día todo fue alegría: «Me
encontré en la calle –dice– en medio de una multitud que gritaba ¡Viva la
República!, que me abrazaban amigos y desconocidos y ese mar humano me llevó al
Palacio de Comunicaciones en el que ondeaba ya la bandera republicana. Subimos
unos cuantos para saludar a sus autoridades […]. Allí en el balcón del edificio
y acompañada por los hombres que formaban ya el Gobierno provisional pude
apreciar el inmenso público que proclamaba a gritos la República tan
deseada»{9}. Pocos días después pronto vinieron los primeros comicios. El
Gobierno provisional, presidido por Alcalá-Zamora, publicó un decreto
convocando elecciones para diputados que tuvieron lugar los días 28 de junio y
5 de julio en primera segunda vuelta en toda España. Anteriormente se había
modificado la ley electoral para que las mujeres tuvieran derecho a ser elegidas,
pero no a ser electoras. Con el Partido Radical-Socialista Victoria salió
diputada por la provincia de Madrid y muy pronto fue nombrada Directora General
de Prisiones. Más tarde se constituyó la Comisión parlamentaria encargada de
redactar el proyecto de la nueva Constitución que comenzó a discutirse en el
mes de agosto y en donde no faltó la participación de Victoria Kent con la
presentación de alguna enmienda y su oposición a otras.
El
30 de septiembre comenzó la discusión sobre el sufragio de la mujer
produciéndose, según Manuel Azaña, «mucho griterío». Y el mismo Azaña añadía
que «la señorita Kent está porque no se conceda ahora el voto a las mujeres,
que en gran número siguen las inspiraciones de los curas y los frailes, y si
votasen se pondría en peligro la República»{10}. A continuación sigue diciendo:
«La Kent habla para su canesú, y acciona con la diestra sacudiendo el aire con
giros violentos y cerrando el puño como si cazara moscas al vuelo»{11}.
Victoria no creía que fuera el momento de otorgar el voto a la mujer y que
debía de aplazarse pues el miedo a la influencia del confesionario era
evidente. Y en la Cámara los parlamentarios seguían discutiendo si a la mujer
le iban a conceder el derecho a votar en unas futuras elecciones. Cuando varios
diputados habían consumido el turno exponiendo sus puntos de vista sobre el
particular, pide la palabra Victoria Kent para decir que iba a ser contraria al
voto femenino, pero no consiguió su propósito ya que en las elecciones
celebradas en noviembre de 1933, la mujer española votó por vez primera y
ganaron las derechas. Victoria Kent no salió elegida y comentó años más tarde:
«Las elecciones del 33 vinieron a darme la razón»{12}. Sin embargo sí fue
elegida en las elecciones de febrero de 1936, con el triunfo del Frente
Popular. Consiguió un escaño, esta vez por Jaén con Izquierda Republicana.
El
18 de julio cogió a Victoria camino de La Granja con un grupo de amigos que
iban a realizar una excursión por aquel lugar. Tan pronto se entera de la
noticia regresa a Madrid tratando, desde el primer momento, de organizar su
vida ante la nueva situación poniéndose a las órdenes del Gobierno. Uno de sus
primeros cometidos fue, a través de un micrófono, levantar el ánimo a las
mujeres. A mediados de 1937 el Gobierno la envía a Francia con el cargo de
primer secretario de Embajada.. Durante su estancia en la capital francesa y
ante la invasión del territorio francés por el ejército alemán, Liberada
Francia salió de la clandestinidad y se unió a un grupo de personas que
organizaban conferencias en lengua castellana. Fue directora literaria de la
revista Le Livre du Tour hasta que el 3 de agosto de 1945 llega a Méjico como
exiliada, trasladándose posteriormente a EE.UU.
Cuando
viajó a Madrid desde Nueva York con 85 años cumplidos,. aún conservaba su
energía, lucidez y buen humor; pero no permanece durante mucho tiempo en su
patria ya que regresa a EE.UU. donde fallece el 25 de septiembre de 1987. En
Sevilla el 15 de octubre se celebró una misa por su alma en la Iglesia de la
Anunciación según decía la esquela que publicó, en el diario ABC, su sobrino
José María O’Kean Blanco.
MARGARITA
NELKEN
Su
padre Julio Nelken Waldberg era un judío natural de la ciudad polaca de
Breslavia que llegó a Madrid en 1889, procedente de Berlín, y que con otro
socio puso un negocio de joyería en Madrid. Con la hija de su socio Enrique
Manberger, se casó en 1893 y el 5 de julio de 1894 nace su hija Margarita quien
desde muy pequeña recibió una educación esmerada estudiando el bachillerato
francés en España y continuando su formación en Francia. Se dedica algo a la
pintura, arte del que nunca llegó a destacar y que además abandona muy pronto
debido a su miopía. Estudia también música y muy pronto aparece su firma como
crítica de arte, principalmente en El Fígaro que comienza a publicarse en
Madrid el 15 de agosto de 1918, pero antes su firma ya había aparecido en otras
publicaciones como, por ejemplo El Mundo en enero de 1912, aunque otras
informaciones dicen que a los 15 años publicó un artículo sobre Goya en la
revista The Studio, de Londres. Sus conocimientos sobre pintura le valieron
para que impartiera también cursos «en el Museo del Prado, Museo de Arte
Moderno, en el Ateneo de Madrid, en el Ateneo de Barcelona»{13}. Muy joven se
relaciona con al escultor Julio Antonio, como así era conocido Antonio
Rodríguez Hernández, con quien tiene una hija que nace en 1915.
En
1919, fecha en que fallece el escultor Julio Antonio, con el que nunca llegó a
casarse, publicó su primera obra larga, La condición social de la mujer en
España, que tuvo un enorme éxito a la vez que provocó un gran escándalo
llegando, incluso, el ministro de Instrucción Pública a despedir a una
profesora de magisterio por haber recomendado el libro a sus alumnos. Su prosa
le llevó a ser muy conocida y por ello a mantener relaciones de amistad con
personas como los hermanos Machado, Pérez Galdós, Miguel de Unamuno, García
Lorca, etc.Por estas fechas vuelve a ser madre, en esta ocasión de un niño que
tuvo con el empresario sevillano Martín de Paul con quien sí se casó. Sigue
escribiendo: El viaje a París, Maternología y puericultura, En torno a
nosotras, La escritora española, etc., son algunas de sus obras.
Fue
elegida diputada por Badajoz con el Partido Socialista en la elecciones de 1931
en la repetición que hubo de las elecciones para cubrir las vacantes producidas
por la renuncia de aquellos diputados que habían obtenido actas dobles por lo
que no se incorporaría hasta el mes de noviembre de ese año cuando las primeras
elecciones había tenido lugar en el mes de junio anterior. Por esta razón no
pudo participar en el debate cuando se planteó en el Parlamento el sufragio
femenino, Su campaña electoral no estuvo exenta de ciertas críticas de tipo
racista y machista por su fama de feminista y por sus orígenes judíos. Por ello
y por las circunstancias de su selección ya que no era un personaje muy popular
dentro del PSOE, el socialista Luis Araquistain reprochó a Antonio Fabra Ribas,
vocal de la Comisión Ejecutiva del PSOE, fallecido en Cambrils (Tarragona) en
1958, diciéndole: «¡Buen incordio le ha metido usted a esta buena gente!»{14}.
La franqueza combativa de esta mujer no coincidía con lo que los socialistas
esperaban de una mujer. «Las actitudes básicamente reformistas de la cúpula les
permitían aún menos simpatizar con su entusiasmo a menudo temerario y
precipitado, por causas que para ellos eran peligrosas y revolucionarias»{15}.
Posiblemente eran palabras parecidas o iguales a las que no tardaría en
pronunciar: «Perdimos una revolución. Pero la propia revolución rusa no nos
serviría de modelo, porque nos harían falta llamas gigantescas que se verán
desde cualquier punto del planeta y olas de sangre que teñirán de rojo los
mares.»{16}
Fue
contraria a otorgar el derecho de sufragio a la mujer, tomó la misma posición
que su compañera Victoria Kent, Sostenía que la falta de madurez y de
responsabilidad social de la mujer española podía poner en peligro la
estabilidad de la República porque decía, como también dijeron otros muchos, que
las mujeres antes de votar consultarían con su confesor. Así y todo, volvió a
ser elegida en la elecciones de noviembre de 1933 y cuando se produjo la
revolución de Asturias de 1934 fue procesada, pero antes de que se dictara
sentencia huyó a Francia y después pasó un año en Rusia regresando a España
para participar en las elecciones de febrero de 1936 donde volvió a ser
elegida. Única mujer que fue elegida en las tres legislaturas que hubo durante
la II República.
El
18 de julio de 1936, Margarita se .encontraba en Madrid donde participó en la
defensa de la ciudad estando también en los frentes de Toledo y Extremadura
para terminar solicitando su ingreso en el Partido Comunista porque según
Santiago Carrillo se hallaba dolida con Largo Caballero por no haberla
integrado en su Gobierno. Termina la guerra marchó a Francia y después se
instaló en Méjico donde se ganó la vida escribiendo. En 1942 fue expulsada del
PCEa por sus crítica hacia la política de este partido..La muerte de sus dos
hijos (Santiago, en 1944, luchando en el ejército soviético, y Magda en 1956 de
cáncer) la sumieron en una honda crisis que poco a poco fue terminando con su
vida. Falleció en Méjico el 9 de de marzo de 1968.
RANCISCA
BOHIGAS
Fue
diputada por León a pesar de haber nacido en Barcelona en 1893. Su matrimonio
con un leonés la ligó a esa provincia donde vivió y ejerció de maestra. Estuvo
algún tiempo en Suiza y Alemania desde donde podemos conocer su trayectoria
profesional y su trabajo por la reforma educativa, siendo su interés principal
la Psico-biología infantil. Los cursos más interesantes que ella misma destacó,
fueron realizados en Ginebra. Hizo visitas a centros de protección a la
infancia, a escuelas primarias, a escuelas de ensayo, de anormales, etc. En
defensa de la mujer la llevó a escribir el libro ¿Qué profesión elegir? que en
su introducción comienza diciendo: «Nace este libro con el ambicioso propósito
de servir de orientación guía a las muchachas que desean dedicarse a una
profesión y no saben por cual optar. Quiere ofrecer a las familias un horizonte
profesional amplio y adecuado, que, sin limitarse a las artes de la aguja y del
ganchillo, las incluya entre las variadas labores artísticas cuyo ejercicio
permite a la mujer contemplar su porvenir con tranquilidad, sin verse forzada a
un matrimonio de conveniencia ni a convertirse en una carga para las
suyos…»{17}. «Hay que espertar el alma de la mujer española, dijo en un mitin
celebrado antes de las elecciones». Finalizada la Guerra Civil, publico el
libro que llevaba por título Hogar, que estaba dividido en tres partes, la
primera dedicada a la familia: «La familia, sobrenaturalizada por Dios al
instituir el Sacramento del Matrimonio…»; la segunda a la crianza de los niños,
amistades, etc., y la tercera al hogar.
En
las elecciones de noviembre de 1933 fue elegida diputada por el Partido Agrario
de León (CEDA). Dicen que no fueron muchas sus intervenciones en las Cortes y
que su actividad parlamentaria fue más bien escasa. La más recordada se produjo
en un tema a favor de los maestros interinos donde defendió una proposición,
encaminada a que ingresaran en el escalafón todos los que hubieran cumplido 40
años. En definitiva, justifica la proposición y pone de manifiesto la situación
de estos maestros, cuya vida ha pasado de pueblo en pueblo y que se encuentran
viviendo en absoluta anormalidad, ya que el porvenir que se les presenta no es
nada grato. Tenía muchos conocimientos sobre el tema debido a que llegó a ser
Inspectora de Primera Enseñanza. En cualquier caso, siempre defendió, en
conferencias y en artículos de prensa la participación de la mujer en los
asuntos públicos y a los maestros, uno de los temas predilectos de ella..
También en referencia al confesionalismo, aspiraba a que todos los niños de las
familias católicas recibieran la enseñanza religiosa dentro del recinto escolar
y se encargaran de darla todos aquellos maestros que quisieran..
Antes
de la elecciones de 1933, cuando en el mes de marzo de ese año fue constituida
el Consejo nacional de la CEDA, Francisca Bohigas fue elegida vocal, pero no
fue la excepción ya que también había otras mujeres dentro del Consejo. De
todas las maneras su relación con Gil Robles no terminó del todo bien ya que
éste en su libro No fue posible la paz por un planteamiento de tareas
parlamentarias, se queja que Francisca Bohigas, y alguno más, «se apartaron de
nosotros» en ese caso concreto, aunque en el año 1936 la ruptura fue
definitiva. El diario ABC, daba la noticia: «La ex diputada señorita Bohigas se
aparta de la CEDA».
Cuando
Francisca Bohigas Gavilanes falleció en Madrid, el 21 de diciembre de 1973,
estaba en posesión de la Y de plata de la Sección Femenina.
VENERANDA
MANZANO
Aunque
así ha sido conocida siempre, su primer apellido era García. Nació esta mujer
en la localidad asturiana de Beloncio, concejo de Piloña, el 27 de abril de
1893. Como su abuelo y sus padres, después de sus primeros estudios en su
localidad natal, eligió la carrera de Magisterio. Para ello se desplazó a
Oviedo y una vez terminada la carrera comenzó a impartir clases en Bueres, un
pueblecito asturiano del concejo de Caso. En 1918 contrajo matrimonio y pidió
la excedencia para seguir a su marido a Cuba donde residió durante seis años.
De vuelta a España se incorporó a sus tareas de maestra en la localidad
asturiana de Vidiago. Aquí comienza sus actividades políticas integrándose en
FETE, el sindicato de la enseñanza de la UGT. En 1930, año que según ella
«ardía en España un fervor republicano»{18}, participa en la creación del
Círculo Republicano en la localidad de Llanes; y en 1931, antes de proclamarse
la República, ingresa en el Partido Socialista pasando a presidirlo en el
oriente de Asturias. Una vez proclamada aquella, el 25 de abril del mismo año
publica un artículo titulado Por qué soy republicana, y que da comienzo con
estas palabras: «Soy madre y soy maestra, poseo los dos títulos más nobles que
puede ostentar una mujer. En mis entrañas se formaron vidas con sangre de mi
sangre; en mi escuela plasmo porvenir en almas infantiles; forjo vidas de carne
y espíritu, madre dos veces. Basta esto para comprender por qué soy
republicana. Ser madre significa tener hijos que no deben ser juguete de ningún
rey que los zarandee a placer y los mueva como hijos como figuras insensibles
de plomo; se maestra es quererla libertad, la igualdad, es estar identificada
con el pueblo, vilmente calumniado por los pulpos aristocráticos que tendían
sus tentáculos absorbiendo sangre roja y trabajo generoso; por esas aves
rapaces que acaso sea cierto el color azul de su sangre como lo es negra la de
los calamares, que la utilizan como medio defensivo. Soy cristiana{19}, y por
serlo no quiero esclavos oprimidos. Soy española y como tal, deseo para mi
patria el orden y la paz interior que estúpidos esbirros de un rey nefasto conculcaron…»{20}.
En las elecciones de 1933 es proclamada diputada al salir elegida dentro de la
lista del PSOE. De esta manera se convierte en la primera asturiana que alcanza
un escaño en el Congreso de los Diputados. Su papel como parlamentaria fue más
que discreto ya que no consta ninguna intervención en la cámara.. En las
elecciones de febrero de 1936 con el triunfo del Frente Popular, ya no saldría
diputada...
Durante
la Guerra Civil, salió de Asturias en 1937 para llevar a sus hijos a Francia.
Ella volvería a Valencia y después a Barcelona, incluso fue directora de
colonias infantiles del Ministerio de Instrucción Pública. Pero, al perder la
guerra el bando en la que ella militaba no tuvo más remedio que volver a
Francia, recoger a sus hijos y exiliarse en Méjico donde después ingresa en el
Partido Comunista de España, llevada de la mano, dicen, del comunista, también
asturiano, Wenceslao Roces,. uno de los responsables del expolio en el Museo
Arqueológico Nacional de Madrid; aunque el motivo principal de haber ingresado
en el Partido Comunista no fue otro que su expulsión, junto con Negrín y otros
militantes, del Partido Socialista por indicación de Indalecio Prieto. El PSOE
rectifica y le devuelve el carnet, junto con 34 más, años más tarde porque, según
Alfonso Guerra, habían sido maltratados por la historia y por los socialistas.
En 1977 regresó de su largo exilio a Oviedo donde en 1986 el alcalde socialista
de la ciudad da su nombre a un colegio. A la inauguración del mismo asistió la
propia Veneranda García Manzano y la prensa recoge que los hijos de ella,
residentes en Méjico, dotaron con más de un millón de pesetas en libros la
biblioteca del colegio. En 1989 el Ayuntamiento la nombró «hija adoptiva» de la
ciudad.
El
nombre de Veneranda aparece en el libro del obispo asturiano Juan Antonio
Martínez Camino, Don Lázaro, sacerdote y mártir de Cristo en Asturias
(1872-1936), párroco de Miyares, localidad asturiana, porque este sacerdote
padeció prisión en Infiesto (Asturias), durante la Guerra Civil, junto con
Adolfo Villa quien fue testigo del asesinato en la playa de Gijón del
sacerdote, después de que ambos habían sido trasladados hasta esta ciudad. ¿Por
qué no corrió la misma suerte Adolfo? Sencillamente porque Veneranda, amiga de
la familia, intercedió para salvarle la vida. Más tarde, gracias al testimonio
de Adolfo Villa se pudo saber el martirio que padeció, don Lázaro.
También
el sacerdote Ángel Garralda, párroco de San Nicolás de Bari, Avilés, contaba
que conoció a Veneranda, una vez que ella había regresado del exilio. Había
sido condiscípula de su madre, Basilisa García Costales, en La Normal de
Oviedo, y al volver de nuevo a España Veneranda se enteró de que vivía Basilisa
y fue a visitarla a la rectoral de Avilés donde residía con su hijo. Fue un
encuentro lleno de emoción, me contaba Garralda.
Veneranda
Manzano, falleció en la capital del Principado de Asturias el 10 de febrero de
1992.
MATILDE
DE LA TORRE
Formó
parte de una familia que perteneciente al mundo de la cultura y del derecho. Su
padre, Eduardo de la Torre fue notario de Cabezón de la Sal (Cantabria) y aquí,
el 14 de marzo de 1884, nació Matilde en el seno de una familia burguesa. De su
madre Ana Gutiérrez Cueto hereda sus aficiones al canto formando coros
destinados a participar en misas y conciertos.. Su abuelo Cástor Gutiérrez fue
el fundador del periódico La abeja montañesa que destacó, principalmente, por
sus páginas literarias. Primo de su madre fue Ramón de la Serna que se casaría,
aunque terminaron separándose, con la escritora falangista Concha Espina.
Muy
joven queda huérfana, incluso mueren cuatro de sus cinco hermanos. Toda una
tragedia familiar que la lleva a tener que enfrentarse a la vida casi en
soledad. Pese a no tener titulación alguna, pero sí una extensa cultura que
debía a que era una gran lectora que la llevó a tener un buen conocimiento de
la Historia, incluso a dominar algunos idiomas. En 1917 publicaba en Madrid su
primera obra literaria Jardín de damas. Años más tarde, sobre esta novela
diría: «Yo siempre tuve amor a la literatura y aún hace bastantes años escribí
un librito, un epistolario. El libro fue muy malo; yo mismo lo reconocí y me
abstuve de nuevas aventuras literarias»{21}. Colaboró en varios periódicos. y
entabló polémicas con otros escritores, incluso algunos de ellos socialistas,
aunque nada le impidió que se afiliara al PSOE y después colaborar en El
Socialista por lo que llegaría a convertirse en una escritora política. Fue
también una buena conferenciante.
En
las elecciones de noviembre de 1933 sale elegida diputada por Asturias después
de haber recorrido media provincia dirigiéndose principalmente al público
femenino a quien les advierte de la culpa que tiene la Iglesia por haber
contribuido a que la mujer, en su opinión, fuese como una especie de esclava,
según recoge el diario comunista Avance el 10 de mayo de 1933. También fue
elegida diputada en las elecciones de febrero de 1936 y sería nombrada
Directora General de Comercio bajo el Gobierno de Largo Caballero, durante la
Guerra Civil.
Después
de la Revolución de Octubre, a la que se referirá en su libro Marea en la
sombra como«Octubre Glorioso,» visita al presidente del Gobierno Alejandro
Lerroux para interceder por uno de los responsables de aquella sangrienta
Revolución, el diputado asturiano Ramón González Peña, responsable también del
robo que se cometió en el Banco España de Oviedo. González Peña, lo mismo que
Matilde de la Torre, fueron expulsados por Indalecio Prieto. 63 años después.
El PSOE rectifica y les devuelve el carnet, junto con 34 más, que habían sido
maltratados por la historia y por los socialistas, según dijo Alfonso Guerra.
Con este motivo, el Diario Montañés publica un artículoel 15 de noviembre de
2008, firmado por el socialista Francisco Fernández Mañanes, diputado regional
de Cantabria, que lo termina diciendo que quiere rendir un tributo a la memoria
de quien luchó y sufrió por defender unos ideales de paz, justicia, progreso,
libertad y democracia; pero lo que no dice este diputado socialista, es que si
la Revolución de Asturias, por la que al parecer tanto se interesó Matilde de
la Torre, sobre todo por aquellos que ella entendía habían sido represaliados
por el mismo Gobierno legítimo, hubiera salido triunfante, nada de lo que dice
el diputado cántabro sobre lo que había luchado y sufrido Matilde de la Torre
se hubiera alcanzado ya que socialistas y sus compañeros de viaje, habían
dejado detrás de sí un reguero de crímenes, incluidos sacerdotes y religiosos,
que nada tenían que ver con lo que llevó a los socialistas a desencadenar una
revolución a todas luces innecesaria.
Después
de la Guerra Civil, Matilde de la Torre, huyó a Francia donde publica Mares en
la sombra, libro que recoge una serie de artículos con destino al periódico El
Socialista, donde relata su visión de la guerra en Asturias. De Francia marcha
a Méjico donde falleció el 19 de marzo de 1946.
MARÍA
LEJÁRRAGA
Muy
cerca de los Monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla, en el seno
de una familia acomodada, nace esta mujer el 28 de diciembre de 1874. Su padre,
que era médico, fue quien asistió al parto de su mujer, Natividad García,
cuando nació María. Al llegarle la edad escolar sus padres no la llevan a
ningún colegio ni escuela, es su madre quien la inicia en los primeros estudios
hasta que comienza su preparación para el ingreso en la Escuela Normal. «Para
María Lejárraga la vocación pedagógica fue herencia de su madre. Era un hecho
natural, una continuidad de su propia casa, una casa llena de libros en donde
la madre estableció su propia escuela para su siete hijos»{22}. Su magisterio
se extendió durante varios años y siendo maestra publicó, en 1899, Cuentos
breves para niños. Un año después, se casó con un amante del teatro y discípulo
de Jacinto Benavente, Gregorio Martínez Sierra con quien colaboró en el primer
libro de éste, El poema del trabajo. Cabe destacar también que por ese tiempo
el matrimonio conoció a Juan Ramón Jiménez quien llegó a dedicarles el poema
Rosas de amistad.
En
1905, María obtiene una beca para estudiar pedagogía en Europa. Su primera
parada fue París donde también consiguió el matrimonio un trabajo como
traductores, al mismo tiempo que les publicaron el libro Motivos, siguiendo
después otros títulos. Dejaban la capital de Francia y viajaban a Bruselas
donde María estudió el funcionamiento pedagógico y por las tardes las dedicaba
a escribir o traducir y también de esta época se conservan algunas cartas que
se cruzaron entre Juan Ramón Jiménez y ella. El matrimonio, después de un viaje
por varias ciudades europeas, vuelve a París donde María escribe la novela Tú
eres la paz, que iba a ser su primer éxito.
De
vuelta a Madrid con una enriquecedora experiencia, «María Martínez de Sierra»
como ella quiere llamarse, haciendo suyo el apellido de su marido, siguió
escribiendo y colaborando en varias revistas. Su obra maestra es Canción de
cuna que sería llevada al cine en Hollywood. Así fueron pasando los años de
esta mujer hasta que el 14 de abril de 1931 se proclama en España la Segunda
Republica que significó para ella una gran alegría hasta tal punto que salió a
la calle para presenciar el entusiasmo de algunos madrileños. Se dedicó a dar
conferencia y en una que dio en el Ateneo de Madrid el 11 de mayo de 1931 dijo,
entre otros desatinos; «La escuela no puede ni debe encargarse de enseñar
religión. Si la Iglesia quiere una aliado eficaz para hacer algo vivo de su
doctrina, búsquelo en la familia, no en la escuela; encuéntrelo en la madre, no
en el maestro»{23}. Después la República traería la retirada de los crucifijos
en las escuelas, la expulsión de los jesuitas, la quema de conventos, el
asesinato de sacerdotes y frailes, etc. etc.
En
las elecciones de noviembre de 1933 María consiguió se escaño de diputada por
Granada dentro de las filas del Partido Socialista. La derrota electoral de las
izquierdas en estas elecciones se la atribuyeron las mismas izquierdas al voto
de la mujer que había conseguido Clara Campoamor, pero la realidad, según
algunos historiadores, fue la desunión que hubo entre socialistas y
republicanos históricos. Otros dicen que la izquierda estaba en ese momento muy
desprestigiada en España y tan mal digirió esa derrota que vino casi un año
después organizaron lo que vino a llamarse Revolución de Asturias donde María
Lejárraga o Martínez Sierra, jugó un papel importante a favor de los
revolucionarios, pero nada dijo de las muertes que ellos causaron, ni de haber
dejado a la capital de Principado totalmente devastada.
En
las elecciones de febrero de 1936, María hace campaña a favor del Frente
Popular que saldría victorioso, aunque ella no iba en ninguna candidatura. El
17 de julio de ese año, al salir del Ateneo es informada de la sublevación en
Marruecos del Ejército. A los pocos días el Partido Socialista la designó como
miembro de una comisión creada para ocuparse de los heridos de guerra. Fue
también directora general de Comercio y Política Arancelaria con el Gobierno de
Largo Caballero. Durante la guerra viajó por distintos países europeos y
asistió en Ginebra a la Conferencia de Trabajo donde sufre una gran decepción
cuando ve que no recibe el apoyo de los países que ella esperaba,
principalmente de los ingleses y franceses. Terminada la guerra en España, pasa
en Francia toda la ocupación alemana. Tras la liberación de este país, María
sigue malviviendo pues no cuenta con la ayuda de nadie, ni tan siquiera con la
de su marido que la abandonó económicamente, aunque finalmente le envía algún
dinero desde Argentina, donde vivía medio exiliado. Prematuramente envejecido y
herido de muerte, regresa a España en septiembre de 1947, muriendo apenas dos
semanas más tarde.
En
1950, María embarca en Génova rumbo a Nueva York donde llegaría a desarrollar
gran actividad en la prensa, también con traducciones. Con el dinero que gana,
se traslada a Arizona donde empieza a colaborar con uno de los directores del
Departamento Dramático de la Universidad, en la puesta en escena de su comedia
Es así. Viaja después a Méjico y, finalmente, a Argentina, que será su
residencia final pues fallece en Buenos Aires el 28 de junio de 1974, cuando
apenas le faltaban unos meses para cumplir cien años. .
JULIA
ÁLVAREZ RESANO
Dice
el prologuista, Víctor Moreno, del libro del biógrafo de esta mujer, Fermín
Pérez-Nievas, que «pocos saben que Julia Álvarez «murió en 1948 en México, a
donde llegó en 1947. Y lo hizo en condiciones impropias de una líder política:
abandonada por sus correligionarios socialistas y en completa soledad, después
de haber sido expulsada en julio de 1945 del partido al que había entregado
toda su vida: el PSOE»{24}. Los mismos que al parecer les da vergüenza
reconocer que este militante, o ex militante, perteneció a ese partido y al
sindicato de la UGT a los que se entregó con todas sus fuerzas al mismo tiempo
que, como muchas personas de sus ideas izquierdistas, tuvo cierto acercamiento
hacia la Unión Soviética a la que ni tan siquiera criticó las purgas
sangrientas de los años 1936 y 1938, ni los excesos criminales de Lenin...
Julia
Álvarez nació en la localidad Navarra de Villafranca el 10 de agosto de 1903.
Su padre, Francisco trabajaba como encargado de la presa de la Comunidad de
Regantes de algunas de las localidades navarras. Cuando cumplió la edad fue a
la escuela hasta que le llegó el tiempo de decirse por algún estudio superior.
Decidió estudiar Magisterio en Pamplona donde terminó la carrera para después
sacar en Zaragoza el número uno de la oposición a maestra., pero antes de
comenzar a trabajar con tal inició por libre la carrera de Derecho que más
tarde ejercería, llegando incluso a convertirse en asesora jurídica de la UGT.
Con
la llegada de la II República, Julia se convirtió en una gran activista, por lo
que su entrada en la política era evidente. En las elecciones generales de
noviembre de 1933 el PSOE presentó la candidatura de esta mujer en las
provincias de Guipúzcoa y Navarra. Su nombre estaba entre las 42 candidatas que
presentaron los distintos partidos y que sólo 5 de ellas serían elegidas. No lo
fue Julia Álvarez que, sin embargo, siguió con su actividad política. Lo más
destacado fue haber sido elegida por el PSOE para coordinar, desde Madrid, las
múltiples defensas de los socialistas comprometidos con los sucesos de
Revolución de Octubre de 1934. No obstante, al margen de sus tareas
profesionales, siguió con sus con sus charlas políticas donde con frecuencia la
requerían.
En
diciembre de 1935, Julia contrae matrimonio con el abogado Amancio Muñoz Zafra,
hijo de un sargento de la Guardia Civil, Como su mujer, también estuvo
implicado en la defensa de sus compañeros detenidos y juzgados a causa de los
sucesos de octubre de 1934. El matrimonio vivía en Madrid donde ambos ejercían
su carrera profesional sin abandonar un momento la política cuando llegaron las
elecciones de febrero de 1936, Julia fue elegida por el partido como única
mujer candidata por Madrid, mientras su marido era candidato por la provincia
de Murcia, también dentro de las listas del PSOE. Celebras las elecciones,
Julia, lo mismo que su marido, consiguieron el acta para entrar en el Congreso
de Diputados donde el matrimonio compartían muchos trabajos propios del cargo.
Iniciada
la Guerra Civil, su marido fue al frente mientras ella se convertía en 1937,
siendo presidente de Gobierno, el socialista Juan Negrín, en la primera mujer
que ocupó un Gobierno Civil, en este caso el de Ciudad Real, pero como dato
curioso nos cuenta el biógrafo de Julia Álvarez, que «en todos los periódicos
de la época del bando republicano, no aparece Ciudad Real como destino de la
política navarra. Dado lo avanzado de la guerra y la necesidad de reafirmar los
principios de la República, se decidió eliminar el calificativo de Real,
(peligrosamente monárquico) y referirse a esta provincia como Ciudad
Libre»{25}. Posteriormente, es juez interino de Primera Instancia e instrucción
en Alberique (Valencia). Más adelante, después de un viaje a la URSS,
representando a la II República, sería nombrada magistrada interina del
Tribunal Central de Espionaje y Alta Traición que juzgaría a los dirigentes del
Parido Obrero de Unificación Marxista (POUM). En septiembre de 1938 interrumpe
estas funciones a causa de la grave enfermedad de su esposo, que fallece al mes
siguiente.
En
los últimos días de marzo de 1939, es en el barco francés Marítime, atracado en
el puerto de Alicante, en el que se piensa que Julia Álvarez embarcó rumbo a
Francia donde tiempo más tarde de su llegada se puso al frente de El
Socialista, recuperando de esta manera su publicación con la edición de
Toulouse. «Partidaria del sector negrinista, trató constantemente de aunar las
dos tendencias del PSOE que parecían disgregar las fuerzas republicanas en el
extranjero[26]. Sus esfuerzos por conseguir esa unión de nada le valieron, sino
todo lo contrario ya que fue expulsada del partido. Sin nada, pues, que le
atara a Francia, decidió trasladarse a Méjico donde abrió un bufete de
abogados, pero apenas dos años después «falleció en el silencio y la soledad de
su despacho de una hemorragia cerebral. Era el 19 de mayo de 1948»{27}.
DOLORES
IBARRURI
Dice
la propia Pasionaria que 1903 es el primer año que vive enraizado en su
memoria. Es, pues, el año en que se fijan sus recuerdos infantiles. Nació
Dolores Ibárruri en la localidad vizcaína de Gallarta, no muy lejos de Bilbao.
El 9 de diciembre de 1895. Hacía el número ocho de once hermanos que
constituían la prole de Antonio el Artillero, como así llamaban a su padre, y
de Juliana Gómez, natural de la provincia de Soria. Apenas ya sabía hablar y
andar, sus padres la llevaron a la escuela donde aprendió sus primeras letras y
el complemento de sus conocimientos era la calle.
Al
finalizar sus estudios en la escuela, tenía 15 años, se preparó para ser
maestra, pero esa ilusión pronto se desvaneció ante la dura realidad económica.
Estudios, viajes, comida, vestidos, libros, representaban un gasto superior a
las posibilidades de sus padres. Por esta razón no le quedó más remedios que
aprender un oficio. Entro en un taller de costura donde permaneció dos años
aprendiendo lo necesario, aunque su primer trabajo fue la de empleada de hogar.
A los 20 años se caso en la iglesia de su pueblo, San Antonio de Padua, con el
minero socialista Julián Ruiz que fue el padre de sus hijos a los que siempre
quiso darles mejor vida, pero el matrimonio se preguntaba: «¿Adónde irá el buey
que no are?».
Las
ideas de Pasionaria cambiaban. Iba perdiendo sus convicciones religiosas y
comenzó a leer literatura marxista. En su afán de saber leyó a Marx y Engels,
quienes la reconciliaron con la literatura socialista revolucionaria. Con estos
conocimientos que ya había adquirido de lo que era el socialismo
revolucionario, participa en la huelga de agosto de 1917 que comenzó con los
empleados de ferrocarriles quienes obligaron a los dirigentes socialistas a
lanzarse a un movimiento huelguístico de carácter nacional. Su marido fue uno
de los detenidos por lo que la situación económica de Pasionaria quedó bajo
mínimos hasta que fue puesto en libertad después de las elecciones de 1918. Al
siguiente año varios socialistas, entre ellos Dolores Ibárruri, se sumaron al
Comité Nacional de partidarios de la Internacional Comunista, constituido ese
año. Fue desde entonces una de las organizaciones más activas del Partido
Comunista de Vizcaya, donde Pasionaria fue elegida miembro del primer Comité
Provincial y más tarde delegada al primer Congreso del Partido.
Cuando
en abril de 1931 se proclama la II República, el Partido decidió su traslado a
Madrid como redactora del periódico Mundo Obrero, pero al poco tiempo de su
llegada a la capital de España es detenida. Al parecer, en Vizcaya, había
habido un choque con carácter sangriento entre comunistas y socialistas. En
este enfrentamiento perdieron la vida dos socialistas y un comunista además de
haber varios heridos de gravedad. Fue llevada a la Dirección General de
Seguridad y fichada como una delincuente común. No salió de la cárcel hasta
enero de 1932, pero lo haría en Larrínaga de Bilbao donde había sido conducida
meses antes. Al salir de la cárcel estuvo unos días con su familia mientras
organizaba la vuelta a Madrid de donde había sido requerida por la dirección
del Partido que preparaba en Sevilla el IV Congreso. Después de ésteo sería de
nuevo detenida y otra vez conducida a la cárcel de Larrínaga hasta que fue
puesta en libertad en enero de 1933, año que, después de las elecciones de
noviembre, asistió en Moscú como delegada del PCE al XIII Pleno de la
Internacional Comunista. A su vuelta a España en 1934 la situación política era
seria. Ese mismo año se produce la insurrección de octubre. Pasionaria viaja a
Asturias, donde más daño y crímenes habían cometido los revolucionarios, y es
detenida, pero puesta en libertad al poco tiempo con la orden de abandonar la
provincia en el término de veinticuatro horas.
Casi
a finales de 1935, el Partido la envía a Galicia a participar en algunos actos
de propaganda. A su regreso, encontró en Madrid a los compañeros trabajando
para la creación del Frente Popular, que sería quien ganó las elecciones de
febrero de 1936 y ellaelegida diputada por Asturias donde intervino en varios
actos electorales y una vez elegida lo primera que hizo fue conseguir, bajo su
responsabilidad, de que fueran liberados todos los presos, incluidos los comunes,
de la cárcel de Oviedo.. «¡Camaradas! ¡Todos a la calle! ¡Todos a la
calle!...», gritaba Pasionaria{28}.
De
su participación en el Parlamento destaca aquella frase que pronunció el 16 de
junio después de la intervención de Calvo Sotelo: «Este hombre ha hablado por
última vez». Ella lo niega en sus Memorias diciendo que fueron «los plumíferos
franquistas que durante veinticuatro años han estado difundiendo la infame
patraña de que fui yo la que incité al asesinato de Calvo Sotelo desde los
bancos del Parlamento»{29}. Sin embargo a lo escrito por Pasionaria, hay
testimonios de personas que nada fueron «plumíferos franquistas», que la
desmienten{30}.
Durante
la Guerra Civil formó parte de una delegación que se traslado a Francia donde
hablaron a los franceses; pero el proyecto que les guiaba de conseguir ayuda
para su causa fue totalmente inútil. Incluso se entrevistaron con el jefe del
Gobierno francés, el socialdemócrata León Blume que les manifestó que quería
ayudarles, pero no podía «sería la guerra… Él era pacifista. Imposible hacer
nada… Él sufría… Además la guerra de España, era una guerra civil… no se podía
intervenir… Francia tendría grandes dificultades…»{31}. Después la delegación
viajó a Bruselas donde los recibieron los socialistas belgas cortésmente pero
fríamente, haciéndoles comprender que allí tampoco tenían nada que hacer.
Con
la guerra a punto de perderla se cerraba así, para Pasionaria, una de las
páginas más trágica para esta mujer. A principios de marzo de 1939, en un barco
que coge en la costa levantina, se traslada hasta Orán. Iba acompañada de
varios comunistas, algunos de ellos extranjeros. Después se traslada a Rusia
donde se reencuentra con sus dos únicos hijos vivos, Rubén y Amaya. Con ellos
reanuda, tras larga separación, la vida en familia en un piso en el centro de
Moscú. Rubén moriría en la defensa de Stalingrado en septiembre de 1942. Desde
la capital rusa, Pasionaria se trasladó a varios países y tuvo la oportunidad
de entrevistarse con distintos líderes comunistas, como Fidel Castro y Ho Che
Minh.
Cuando
en noviembre de 1975 le comunican la muerte de Franco no descorchó ninguna
botella de champán, simplemente contestó a los distintos medios de comunicación
que la asediaban para pedirle su opinión: «¡Que la tierra le sea leve!», fue
todo lo que dijo. No había olvidado del todo la educación católica que había
recibido en su infancia y en su juventud. Casi dos años después, en mayo de
1977, la presidenta del Partido Comunista de España, en un coche negro de gran
lujo, reservado sólo a los más altos cargos como miembros del Buró político
?dice la prensa?, llega al aeropuerto moscovita de Sheremetyevo, donde coge un
avión que la traería a España, El 13 de mayo, después de 36 años de exilio, el
avión donde viajaba Pasionaria toma tierra en el aeropuerto de Barajas. Un mes
más tarde, en las elecciones de junio de 1977, fue elegida diputada por la
provincia de Asturias y por su edad le correspondió presidir la mesa
constitutiva del Congreso de los Diputados en su primera sesión.
Era
domingo aquel 12 de noviembre de 1989 cuando en el hospital Ramón y Cajal de
Madrid, aquejada de una neumonía, fallecía la histórica dirigente comunista
Dolores Ibárruri, cuyos despojos fueron enterrados en el cementerio civil de
Madrid.
JOSÉ
MARIA GARCÍA DE TUÑÓN AZA
Notas
{1}
FÓRMICA, MERCEDES: Visto y vivido. Planeta. Barcelona, 1982, pág. 158.
{2}
JIMÉNEZ DE ASÚA, LUIS: Anécdotas de las Constituyente. Buenos Aires, 1942, pág.
45. .
{3}
En realidad el número exacto era de 470.
{4}
AZAÑA, MANUEL: Memorias políticas, 1931-1933. Grijalbo. Barcelona, 1978, pág.
199.
{5}
CAMPOAMOR, CLARA: La revolución española, vista por una republicana. Espuela de
Plata. Sevilla, 2007,, pág. 176.
{6}
SOLER SERRANO, JOAQUÍN: A fondo de la A a la Z. Plaza & Janés. Barcelona,
1981, pág. 125.
{7}
GUTIÉRREZ VEGA, ZENAIDA. Victoria Kent. Una vida al servicio del humanismo
liberal. Universidad de Málaga, 2001, pág. 244.
{8}
Con el apellido Kent existe cierta confusión de cómo escribirlo. Algunos
escriben O’Kean, incluso Ken y también Quen. El origen es inglés, aunque
O’Kean, verdadero apellido del padre de Victoria, era irlandés.Ella negó
siempre que los cambios producidos hayan sido por motivos políticos.
{9}
GUTIÉRREZ VEGA, ZENAIDA. Op. cit., pág, 58.
{10}
AZAÑA, MANUEL: Memorias políticas (1931-1933). Grijalbo. Barcelona, 1996, pág.
199.
{11}
Ibid. Ibid. Ibid.
{12}
GUTIÉRREZ VEGA, ZENAIDA: Op. cit., pág. 81.
{13}
GARCÍA RODRÍGUEZ, FERNANDO y GÓMEZ ALFEO, MARÍA VICTORIA: Margarita Nelken: El
arte y la palabra. Editorial Frangua. Madrid, 2010, pág. 13.
{14}
VIDATE, JUAN-SIMEÓN: Las Cortes Constituyentes de 1931-1933. Grijalbo.
Barcelona, 1976, pág. 85.:
{15}
PRESTON, PAUL: Palomas de guerra.Plaza y Janés. Barcelona, 2001, pág. 282.
{16}
GONZÁLEZ CORTÉS, MARÍA TERESA: Los monstruos políticos de la modernidad.
Ediciones de la Torre. Madrid, 2007, págs. 463-464..
{17}
BOHIGAS, FRANCISCA: ¿Qué profesión elegir? Editorial Mayer. Madrid, 1947, pág.
5.
{18}
Diario La Nueva España, Oviedo, 25-X-1986, pág. 14.
{19}
Sin entrar en valoraciones, ni juzgar lo que a mí no me corresponde, pero sí
consignar, desde el punto de vista histórico, debo dejar constancia que en la
esquela que publicó su familia a su fallecimiento, no figuraba en la misma
ninguna cruz, ni tampoco venía anunciado ningún funeral ni misa alguna.
{20}
Del catálogo de la exposición Llanes y Segunda república. Foro Veneranda
Manzao. Agrupación Socialista de Llanes, 2003
{21}
DE LA TORRE, MATILDE: Mares en la sombra. Estampas de Asturias. Edición de J.R.
Saiz Viadero. Biblioteca del exilio. Cantabria, 2007, pág. 35.
{22}
RODRIGO, ANTONINA: María Lejárraga. Una mujer en la sombra. Alba Ediciones.
Madrid, 2005, pág.32.
{23}
MARTÍNEZ SIERRA, MARÍA: La mujer española ante la República. Instituto Andaluz
de la Mujer. Granada, 2003.
{24}
PÉREZ-NIEVAS BORDERAS, FERMÍN: Julia Álvarez Resano. Memoria de una socialista
navarra (1903-1948). Pamiela. Pamplona, 2007, pág. 14.
{25}
Ibid., pág. 224.
{26}
Ibid., pág. 245.
{27}
Ibid., pág., 251.
{28}
IBÁRRURI, DOLORES: Memorias. Planeta. Barcelona, 1985, pág. 232.
{29}
Ibid., pág. 248.
{30}
Josep Tarradellas en: El único camino. Barcelona, Bruguera, 1979, pág. 248.
Tarradellas lo repite a la periodista Pilar Urbano en una entrevista que
publicó la revista Época, nº 22, 1985, pág. 26. También lo confirma, Salvador
de Madariaga en España. Madrid. Espasa Calpe, 1979, pág. 384.
{31}
IBÁRRURI, DOLORES: Op. cit., pág. 309.
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