jueves, 11 de abril de 2013

Comentario del discurso del Rey Juan Carlos



TEXTO 11: EL MENSAJE DE LA CORONA
(22 de noviembre de 1975)
"En esta hora cargada de emoción y esperanza, llena de dolor por los acontecimientos que acabamos de vivir, asumo la Corona del Reino con pleno sentido de mi responsabilidad ante el pueblo español [...].
Hoy comienza una nueva etapa de la Historia de España. Esta etapa, que hemos de recorrer juntos, se inicia en la paz, el trabajo y la prosperidad, fruto del esfuerzo común y de la decidida voluntad colectiva. La Monarquía será fiel guardián de esa herencia y procurará en todo momento mantener la más estrecha relación con el pueblo.
La Institución que personifico integra a todos los españoles, y hoy, en esta hora tan trascendental, os convoco porque a todos nos incumbe por igual el deber de servir a España. Que todos entiendan con generosidad y altura de miras que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional. [...]
Pido a Dios su ayuda [...], y con el ejemplo de tantos predecesores que unificaron, pacificaron y engrandecieron a todos los pueblos de España, deseo ser capaz de actuar como moderador, como guardián del sistema constitucional y como promotor de la justicia. [...]
Un orden justo, igual para todos, permite reconocer dentro de la unidad del Reino y del Estado las peculiaridades regionales [...]. El Rey quiere serlo de todos a un tiempo y de cada uno en su cultura, en su historia y en su tradición. [...]
Como primer soldado de la Nación me dedicaré con ahínco a que las Fuerzas Armadas de España, ejemplo de patriotismo y disciplina, tengan la eficacia y la potencia que requiere nuestro pueblo. [...]
La Corona entiende también como deber fundamental el reconocimiento de los derechos sociales y económicos, cuyo fin es asegurar a todos los españoles las condiciones de carácter material que les permitan el efectivo ejercicio de todas sus libertades. [...]
El Rey, que es y se siente profundamente católico, expresa su más respetuosa consideración para la Iglesia. [...]."
ABC, 23 de noviembre de 1975, p.3

Fuente primaria: texto del discurso de don Juan Carlos al ser proclamado Rey (se utilizan fragmentos del mismo, tal como los publica un periódico).
Asumido por el Rey (aunque no fuera él quien elaborara el discurso en su plenitud tal como ha manifestado en más de alguna ocasión).
El Rey ha confesado: “Seguí al pie de la letra el consejo de Torcuato. Y en aquel discurso de la Corona dije muy claramente que quería ser el rey de todos los españoles”, dejar claro que se ponía término a cuatro décadas del Régimen de Franco, comenzaba una etapa de fundamentada en la reconciliación de todos los españoles. “Y en aquel discurso de la Corona dije muy claramente que quería ser el rey de todos los españoles”.

“En esta hora, cargada de emoción y esperanza” asumía la Corona del Reino con pleno sentido de su responsabilidad ante el pueblo español y de la honrosa obligación de cumplir las leyes y respetar la tradición centenaria.
Era Rey por “tradición histórica”, por la “Leyes Fundamentales del Reino” y “el mandato legítimo de los españoles”.
La figura de Franco “entra en la historia”. (…) “El cumplimiento del deber está por encima de cualquier otra circunstancia”. “Hoy comienza una nueva etapa de la historia de España”, una “etapa, que hemos de recorrer juntos”. “La Monarquía (…) procurará en todo momento mantener la más estrecha relación con el pueblo.
“La institución que personifica integra a todos los españoles, y hoy, (…) os convoco porque a todos nos incumbe por igual el deber de servir a España.
Que todos entiendan con generosidad y altura de miras que nuestro futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional”.
El Rey es el primer español obligado a cumplir con su deber y con estos propósitos”.
Quiere seguir “el ejemplo de tantos predecesores que unificaron, pacificaron y engrandecieron a todos los pueblos de España”, “desea “actuar como moderador, como guardián del sistema constitucional y como promotor de la justicia”.
Que nadie tema que su causa sea olvidada”. (…) “Juntos podremos hacerlo todo si a todos damos su justa oportunidad. Guardaré y haré guardar las leyes, teniendo por norte la justicia y sabiendo que el servicio del pueblo es el fin que justifica toda mi función”.
La patria es una empresa colectiva que a todos compete, su fortaleza y su grandeza deben de apoyarse por ello en la voluntad manifiesta de cuantos la integramos”.
La justicia es el supuesto para la libertad con dignidad, con prosperidad y con grandeza. Insistamos en la construcción de un orden justo, un orden donde tanto la actividad pública como la privada se hallen bajo la salvaguardia jurisdiccional”.
Un orden justo, igual para todos, permite reconocer dentro de la unidad del Reino y del Estado las peculiaridades regionales, como expresión de la diversidad de pueblos que constituyen la sagrada realidad de España. El Rey quiere serlo de todos a un tiempo y de cada uno en su cultura, en su historia y en su tradición.
Al servicio de esa gran comunidad que es España, debemos de estar: la Corona, los ejércitos de la nación, los organismos del Estado, el mundo del trabajo, los empresarios, los profesionales, las instituciones privadas y todos los ciudadanos, constituyendo su conjunto un firme entramado de deberes y derechos. Sólo así podremos sentirnos fuertes y libres al mismo tiempo”.
Como primer soldado de la nación me dedicaré con ahínco a que las Fuerzas Armadas de España, ejemplo de patriotismo y disciplina, tengan la eficacia y la potencia que requiere nuestro pueblo”.
El mundo del pensamiento, de las ciencias y de las letras, de las artes y de la técnica tienen (…) una gran responsabilidad de compromiso con la sociedad. (…) En tarea tan alta, mi apoyo y estímulo no han de faltar”.
“La Corona entiende (…) como deber fundamental el reconocimiento de los derechos sociales y económicos, cuyo fin es asegurar a todos los españoles las condiciones de carácter material que les permitan el efectivo ejercicio de todas sus libertades”.
“Por lo tanto, hoy, queremos proclamar, que no queremos ni un español sin trabajo, ni un trabajo que no permita a quien lo ejerce mantener con dignidad su vida personal y familiar, con acceso a los bienes de la cultura y de la economía para él y para sus hijos”.
“Una sociedad libre y moderna requiere la participación de todos en los foros de decisión, en los medios de información, en los diversos niveles educativos y en el control de la riqueza nacional. Hacer cada día más cierta y eficaz esa participación debe ser una empresa comunitaria y una tarea de gobierno”.
“El Rey, que es y se siente profundamente católico, expresa su más respetuosa consideración para la Iglesia”, aunque “el respeto a la dignidad de la persona que supone el principio de libertad religiosa es un elemento esencial para la armoniosa convivencia de nuestra sociedad”.
“Estoy también seguro de que nuestro futuro es prometedor porque tengo pruebas de las cualidades de las nuevas generaciones”.
“España es el núcleo originario de una gran familia de pueblos hermanos. Cuanto suponga potenciar la comunidad de intereses, el intercambio de ideales y la cooperación mutua es un interés común que debe ser estimulado”.
“Europa deberá contar con España, pues los españoles somos europeos”.
Asume la lucha “por restaurar la integridad territorial de nuestro solar patrio”.
“Si todos permanecemos unidos habremos ganado el futuro”.
¡Viva España!

Datos para el comentario, sin olvidar que sólo se deben utilizar para enmarcar el sentido de las palabras del texto a comentar.

Designado sucesor a la Jefatura del Estado en 1969, tras la muerte del anterior Jefe del Estado, Francisco Franco, Don Juan Carlos fue proclamado Rey el 22 de noviembre de 1975, y pronunció en las Cortes su primer mensaje a la nación, en el que expresó las ideas básicas de su reinado: restablecer la democracia y ser el Rey de todos los españoles, sin excepción:
Anunció, expresamente y sin equívocos, que asumía su misión de reconciliar a todos los españoles, procurando el entendimiento entre opositores (rupturistas o reformistas) y renovadores. En su discurso no ignoró a nadie: Franco, era una figura excepcional pero que ya era historia (pasado); su padre, que le había inculcado el cumplimiento del deber; los ejércitos, la Iglesia, el mundo del pensamiento, las peculiaridades regionales y "la participación de todos en los foros de decisión" (haciendo referencia veladamente a todos los partidos políticos sin exclusión).
Con sus palabras pretendía disipar la desconfianza de quienes, viniendo de una tradición republicana, lo veían como Rey y designado por Franco, o por quienes, siendo monárquicos o no, tenían sospechas de que como Rey fuera un mero continuador del Régimen de Franco.
A unos y a otros se pretendió hacerles llegar que el nuevo Rey estaba dispuesto a devolver la soberanía al pueblo y a facilitar la vía pacífica a la democracia.
"La Corona ampara a la totalidad del pueblo y a cada uno de los ciudadanos, garantizando, a través del derecho y mediante el ejercicio de las libertades civiles, el imperio de la justicia".
El Rey ha confesado: “Seguí al pie de la letra el consejo de Torcuato. Y en aquel discurso de la Corona dije muy claramente que quería ser el rey de todos los españoles”, dejar claro que se ponía término a cuatro décadas del Régimen de Franco, comenzaba una etapa de fundamentada en la reconciliación de todos los españoles. “Y en aquel discurso de la Corona dije muy claramente que quería ser el rey de todos los españoles”.
Quería dejar claras, en su discurso de proclamación y para que no quedase ninguna duda, sus verdaderas intenciones para el futuro. Y que utilizaría todo el poder “para decirles a los españoles que en el futuro eran ellos quienes debían expresar su voluntad”.
El día 22 de noviembre de 1975, no habló de una legitimidad derivada del 18 de julio ni de cualquier otra fecha, sino de la historia, las Leyes Fundamentales del Reino y el mandato legítimo de los españoles, tres conceptos difícilmente compatibles con los títulos de legimitidad que podrían aducir los miembros de aquellas Cortes y del Consejo del Reino a quienes se dirigía.
Se presentó como Rey legítimo por historia, por las Leyes Fundamentales y el mandato legítimo de los españoles, obviando cualquier legitimidad que tuviera su origen en su designación por Franco como sucesor a título de Rey.
Consideró improcedente que, en su primer, discurso el Rey hiciera cualquier referencia excesivamente elogiosa a Franco. Si se quería instaurar un régimen democrático, no tenía sentido hablar de Franco en términos excesivamente laudatorios.
Siguió fielmente la recomendación que le había hecho Torcuato Fernández Miranda: “Vuestro primer discurso será la clave de todo el cambio, y en él habéis de decir a los españoles: esto es lo que tengo la intención de hacer y así es como voy a hacerlo”, aunque dejando claro que “aquel primer discurso de la Corona fue mío, solamente mío".
En su discurso no ignoró a nadie: Franco, figura histórica del pasado; los ejércitos, la Iglesia, el mundo del pensamiento, las peculiaridades regionales y "la participación de todos en los foros de decisión".

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