lunes, 15 de abril de 2013

Inicios del Movimiento Obrero en España




LOS INICIOS DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA:
La industria del algodón y la primera siderurgia necesitó de miles de trabajadores agrícolas en paro. El éxodo rural (menor que en Inglaterra y en otros países europeos) se incrementó a partir de 1830 e hizo crecer los barrios periféricos de las ciudades (sin infraestructuras y servicios y unas viviendas improvisadas),focos de miseria y enfermedades infecciosas (tuberculosis y cólera).
Jornadas laborales de 12 a 14 horas, sin seguridad preventiva, con accidentes frecuentes y sin otro descanso que los domingos. La vida media de los obreros catalanes era de 19 años cuando era de 40 para la clase alta barcelonesa.
Trabajaban por igual hombres, mujeres y niños de hasta 6 y 7 años, con salarios muy bajos (aunque superiores a los del campo). El analfabetismo era generalizado, afectando al 69% de los hombres y al 92% de las mujeres. Una crisis hacía caer las ventas y los despidos se multiplicaban; el paro conllevaba hambre y enfermedad. Con frecuencia se generalizaba la percepción de que las oleadas de inmigrantes a las ciudades constituían un peligro social.

El  desarrollo de la industria supuso el desarrollo del MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA.
Desde 1832 el vapor se incorporó a las fábricas. El inicio de la mecanización produjo la eliminación de puestos de trabajo (origen de algunos movimientos luddistas: por ejemplo el incendio de la fábrica Bonaplata en Barcelona en 1835).
Ante el paro, surgieron entre los trabajadores las sociedades de ayuda mutua  y se difundieron  entre ellos las ideas de los socialismos utópicos.
Hasta 1854 la mayor parte de los obreros hicieron causa común con sus patronos en la defensa del proteccionismo (las crisis industriales y los bajos salarios los achacaban a la competencia inglesa) y sus reivindicaciones laborales se centraron exclusivamente en salarios, seguridad en el trabajo y la reducción de sus horarios laborales. No se planteaban la necesidad de un sindicato o de un partido político que atendiera específicamente a sus reivindicaciones
Es a partir de 1848 cuando comenzaron a vincularse las reivindicaciones obreras con las ideas democráticas y republicanas, apartándose así del liberalismo progresista. Las movilizaciones obreras así se desvincularon de las reivindicaciones de sus patronos.

En 1854 se generalizaron las protestas contra la introducción de las hiladoras y tejedoras mecánicas (selfactinas), se produjeron enfrentamientos de los trabajadores con el ejército y sufrieron la represión gubernamental.
El dirigente obrero José Barceló fue ejecutado, la reacción: una huelga general que paralizó Barcelona (julio 1855). Después de diez días de lucha en las calles, los dirigentes obreros llegaron a un acuerdo con el Gobierno: se mantendrían los sueldos y los convenios colectivos hasta que las Cortes aprobaran una nueva reglamentación laboral. Dos líderes obreros expusieron en Madrid, ante el Congreso de los Diputados, sus quejas (avalados por un escrito respaldado por 33.000 firmas de todo el país). Pedían:
*.- el reconocimiento del derecho de asociación.
*.- la reducción de la jornada laboral a diez horas.
*.- el mantenimiento de los salarios.
*.- el derecho de negociación colectiva.
*.- y el establecimiento de tribunales paritarios para dirimir los conflictos.
El proyecto de Ley del Trabajo que aprobaron las Cortes solo estableció:
*.- la media jornada para los niños y un máximo de diez horas de trabajo para los menores de 18 años.
*.- limitaba las asociaciones de trabajadores al ámbito local siempre que no excedieran de 500 miembros.
*.- legitimaba los convenios colectivos sólo en las empresas de menos de 20 trabajadores.
*.- y establecía Jurados integrados solo por patronos para arbitrar los conflictos laborales.

Ante esta situación, se generalizó en Cataluña la necesidad de un triunfo republicano para que pudieran verse satisfechas las reivindicaciones de la clase trabajadora. En Andalucía los grupos republicanos y socialistas plantearon la República como única fórmula política válida para lograr la solución de los problemas agrarios de Andalucía.
Progresivamente el movimiento obrero fue politizándose: apoyando a los partidos demócrata y republicano (incorporando éstos partidos, en sus respectivos programas, algunas de las reivindicaciones obreras).
Durante los años de GOBIERNO DE LA UNIÓN LIBERAL se prohibieron las asociaciones obreras.
Las Academias obreras se ocuparon de la formación cultural y de la concienciación política de los trabajadores. En ellas, además, los trabajadores recibían clases de aritmética y de gramática y discutían los problemas de las fábricas y las ideas socialistas
A partir de 1863 volvieron las movilizaciones obreras, ya abiertamente politizadas.
Los dirigentes obreros, y los intelectuales próximos a las reivindicaciones obreras, participaron activamente en las sucesivas conspiraciones que demócratas y republicanos urdieron contra el régimen de Isabel II. La represión gubernamental se descargó principalmente sobre éstos y sobre la prensa obrera.
Decepcionados de los partidos, al ignorar éstos sus reivindicaciones, el movimiento obrero se orientó hacia el sindicalismo y la formación de partidos específicamente socialistas.

En la REVOLUCIÓN DE 1868 fue decisiva la participación de los trabajadores industriales, aunque ya distanciados sus líderes de los políticos demócratas y republicanos (a los que acusaban de buscar la conquista de la democracia política obviando la atención a las reivindicaciones de los trabajadores).
Algunos dirigentes del movimiento obrero, como Anselmo Lorenzo, ya estaban en contacto con los dirigentes de la I Internacional y al tanto de sus Congresos y decisiones tácticas.

I INTERNACIONAL.
En octubre de 1868 llegó a España Giuseppe Fanelli,  miembro de la AIT (enviado de Mijail Bakunin, con el objetivo de organizar la sección española de la Internacional sobre la base de las tesis anarquistas).
Fanelli estableció en España dos secciones: una en Madrid y otra en Barcelona.
A la vez, un representante de las Sociedades Obreras de Barcelona asistió en Basilea al Congreso de la Internacional, contactando allí con Bakunin.
Aparecieron nuevos diarios obreros y las huelgas y protestas se extendieron por todo el país.
Definitivamente los líderes obreros se desmarcaron del movimiento republicano por considerarlo burgués.
El contacto con Bakunin y el fracaso del alzamiento republicano de septiembre-octubre de 1869, orientó a un sector importante de las organizaciones obreras hacia el apoliticismo y la desconfianza sobre la política burguesa de los partidos (I Congreso Obrero Español, Barcelona, junio 1870).
El proletariado de Andalucía tuvo un proceso similar, reconociéndose en la corriente antipolítica y antiautoritaria de la Internacional.

 En junio de 1870 se celebró en Barcelona el I Congreso de la Sección española de la Internacional, en él se estableció un Consejo Federal en Madrid y la mayoría catalana impuso la orientación anarquista de no colaboración ni alianza con las fuerzas políticas burguesas.
En 1871, bajo el reinado de Amadeo de Saboya y cuando los trabajadores españoles preparaban su segundo Congreso, sobrevino la insurrección de la Comuna de París.
El impacto que esta revolución provocó el temor en las clases medias y en los dirigentes europeos y se iniciaron medidas represivas contra la A.I.T y quedaron prohibidas las reuniones y las huelgas, fueron detenidos varios líderes sindicales y el Consejo Federal tuvo que instalarse en Lisboa.
En tan difíciles condiciones se celebró la Conferencia de Valencia en la que un reducido número de delegados ratificó la línea anarquista.
 

ESCISIÓN EN EL MOVIMIENTO OBRERO: ANARQUISMO Y SOCIALISMO.
En diciembre de 1871 llegó a España el dirigente de la Internacional Paul Lafargue, partidario de Marx, entró en contacto con el núcleo madrileño y sus principales miembros (entre ellos Pablo Iglesias) aceptaron sus tesis.
En el Congreso de Zaragoza (abril de 1872) se impusieron de nuevo las tesis anarquistas defendidas por los delegados catalanes, aragoneses y valencianos.
En junio, los líderes marxistas madrileños fueron expulsados y éstos, un mes más tarde, fundaron la Nueva Federación Madrileña, que pronto se convirtió en la sección española del ala marxista de la A.I.T.
Meses después, la escisión en la Internacional se consumó en el Congreso de la Haya.
Al comenzar 1873 la Internacional española contaba con más de 25.000 afiliados, un tercio de los cuales pertenecían a las federaciones catalanas. Estaba claramente implantada entre los obreros textiles, los de la construcción y de las artes gráficas, con varios miles de afiliados. Las federaciones campesinas -salvo en Andalucía-, las de ferroviarios y de los mineros eran menos importantes. Entre sus dirigentes había una mezcla de procedencias (obrera e intelectuales de clase media, estos últimos de ideología más radical y próxima al anarquismo).
Con la I República se produjo una oleada de manifestaciones y huelgas.
La sublevación cantonal, un movimiento de los republicanos federales radicales, no contó con el respaldo de los dirigentes de la A.I.T, aunque muchos obreros internacionalistas participaron activamente en la insurrección. Por este motivo, considerando al movimiento obrero un carácter revolucionario, se incluyó a la A.I.T en la represión posterior.
El 10 de enero de 1874, se decretó la disolución de la Internacional, la mayoría de los dirigentes de la AIT y los de la Nueva Federación socialista madrileña, pasaron a la clandestinidad.
El Sexenio produjo la concienciación política y organizativa del movimiento obrero español y difundió el anarquismo y el marxismo en España: principalmente implantado en Cataluña, Aragón, Levante y Andalucía (anarquismo) y Madrid, Valencia y Sevilla (marxista).

EN EL INICIO DE LA RESTAURACIÓN el movimiento obrero, en la clandestinidad, estuvo definitivamente escindido en dos corrientes diferenciadas: socialista y anarquista.
Para Cánovas la I Internacional era "un terrible foco de inmoralidad” y “el más grave peligro para las sociedades humanas.
En la Restauración, Los Gobiernos, adoptando medidas proteccionistas, intervinieron en la regulación de las relaciones laborales y apoyaron alguno de los derechos reivindicados por los trabajadores.
A pesar de esto, fue constante hasta 1931 la relación entre capitalismo privado, oligarquía agraria y  liderazgo político
Durante la Restauración empezó a consolidarse en España el sindicalismo en dos direcciones diversas.
En 1872 (Congreso de Zaragoza) se escindió el movimiento obrero español en dos:
*.- Anarquistas (obrerismo catalán y aragonés)
*.- y socialistas (de filiación marxista e importante en el obrerismo castellano).
El Decreto de disolución de la I Internacional supuso para el movimiento obrero su paso a la clandestinidad. Resurgió  de nuevo aprovechando la Ley de Asociaciones de 1887.

ANARQUISMO:
*.- Su proceso organizativo fue lento, actuando abiertamente desde 1881.
*.- Con un nivel mínimo con la fundación de la Federación de Trabajadores de la Región Española.
*.- La implantación del anarquismo fue notable en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía.
Sus divisiones internas y su escasa organización, junto a la represión policial, hizo que a finales de los años ochenta los obreros y campesinos anarquistas se inclinasen:
*.- Los más, por un activismo predominantemente sindical y reivindicativo
*.- Los menos, más radicales optaron por la acción “directa” (la huelga violenta o el atentado).
En la última década del siglo XIX y en la primera del siglo XX se produjo una oleada de atentados contra reyes, presidentes y jefes de gobierno de toda Europa. La respuesta contundente de las autoridades no hizo sino alimentar una dinámica de acción-represión.
Las tácticas de los más radicales sirvió para etiquetar de violento a todo el anarquismo. Convertido en el terror de las clases medias, agudizó los enfrentamientos de clase en las regiones en las que, como Cataluña o Andalucía, el movimiento libertario era más fuerte.

La Ley de Represión de 1896 significó un freno para el anarcosindicalismo (a pesar de ello en 1901 contaba con más de setenta mil afiliados y su acción estuvo centrada en Cataluña, Andalucía, La Coruña y Madrid).
El anarquismo evolucionó hacia su dispersión en pequeños grupos, perdiendo progresivamente su fuerza salvo en Andalucía (base agraria)  y en los núcleos urbanos, especialmente en Cataluña.
En 1907 Solidaridad Obrera representaba el sindicalismo apolítico y tenía una amplia implantación en los sectores obreros barceloneses y en algunos núcleos rurales.
En 1908 Solidaridad Obrera se transformó en la Confederación Regional del Trabajo y dos años más tarde (1910) adquirió ámbito nacional (Confederación Nación del Trabajo, CNT), constituyó la segunda central sindical española (con gran implantación en los obreros agrícolas andaluces e industriales catalanes).
Propuestas:
*.- El rechazo de cualquier autoridad impuesta (libertad individual total y abolición del Estado)
*.- La supresión propiedad privada y la implantación del colectivismo
*.- La Revolución violenta, las huelgas generales y, en algún caso, el terrorismo.
*.- El apoliticismo (no a las elecciones y los partidos)
*.- El Anticlericalismo (ni Religión ni Iglesia)
En 1911 celebró su primer Congreso en Barcelona y defendió como medios de acción, un sindicalismo revolucionario con la huelga general, la acción directa (boicot y sabotaje) y un radical antiparlamentarismo.
Su fuerza siguió radicada fundamentalmente en Cataluña, Andalucía y Aragón. Su menor implantación en Castilla y en el Norte peninsular tuvo como excepción, por su importancia y actividad, la CNT de Madrid del sector de la construcción (integrado en su mayor parte por obreros procedentes del sector agrario andaluz). Las disposiciones gubernamentales volvieron a colocarla en la clandestinidad.

MOVIMIENTO OBRERO MARXISTA:
Desde 1870 tuvo en Madrid su principal fuerza.
Después de la represión de 1874, los socialistas madrileños se reorganizaron en torno al núcleo de los tipógrafos (sector numeroso en la capital, donde se concentraba la prensa y el mundo editorial y el lugar mejor informado de los avatares políticos).
Fueron ellos quienes, junto a algunos intelectuales y otros artesanos, fundaron en una taberna de la calle Tetuán, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE, mayo de 1879).
Una comisión, encabezada por Pablo Iglesias y Jaime Vera, redactó el primer Programa (aprobado el 20 de julio) centrado en tres objetivos:
*.- la abolición de las clases y la emancipación de los trabajadores.
*.- la transformación de la propiedad privada en propiedad social o colectiva.
*.- y la conquista del poder político por la clase obrera.
El programa incluía, además, una larga lista de reivindicaciones políticas y laborales que pretendían la mejora de las condiciones de vida de los obreros.
A lo largo de los años ochenta el PSOE fue definiendo aún más su programa, de clara inspiración marxista. La creación en 1881 del Comité Central permitió completar su organización, al tiempo que ampliaba sus bases.
En 1888, cuando ya había agrupaciones socialistas en las principales ciudades del país, se fundó en Barcelona la Unión General de Trabajadores (UGT), un sindicato de inspiración socialista.
Después tuvo lugar en Barcelona el Primer Congreso del PSOE. Allí se constituyó ya como organización nacional y adoptó el sistema de Congresos periódicos para definir su línea ideológica y su táctica política. Pablo Iglesias fue su líder indiscutible.
A partir de 1888 se marcó la línea divisoria entre el Partido (con objetivos políticos) y el sindicato UGT (con una función reivindicativa e inmediata para la defensa de los trabajadores en una sociedad capitalista).
En 1890 se celebró por primera vez el 1º de Mayo, siguiendo la consigna de la II Internacional. Se produjeron manifestaciones numerosas, como la de Madrid, que convocó a unas 20.000 personas. En Bilbao se prolongó, ante los despidos de los líderes, en una huelga general que obligó al Capitán General a que forzara la negociación de los patronos con los dirigentes obreros.
Desde este año el PSOE comenzó a presentar candidatos a las elecciones, y en las municipales de 1891, por primera vez, fueron elegidos cuatro concejales socialistas en las grandes ciudades. Este éxito, que contrastó con su escasísima influencia en el campo, sirvió al Partido para presentarse como organización que aspiraba al poder.

El desarrollo del PSOE (bajo la influencia directa del socialismo francés y del Partido Socialista Obrero Alemán) y de la UGT fue más lento pero más sostenido.
La principal base militante del partido y del sindicato residió en las regiones industriales del País Vasco (en frecuentes confrontaciones con los sindicatos católicos). Desde Bilbao se difundió a Asturias, en enfrentamiento con el movimiento anarquista. Tales dificultades hicieron que los socialistas del norte se convirtieran en la vanguardia de la UGT. Intervino activamente en la política nacional y sus efectivos se vieron incrementados, sobre todo, con la implantación del sufragio universal en 1890. La época de su  mayor empuje se localizó tras la crisis de 1909 (llegando a contar la UGT en 1912 con 130.000 afiliados). Hasta 1910 Pablo Iglesias no consiguió ser elegido diputado. Sus relaciones con los anarquistas no fueron buenas.
Programa:
*.- Emancipación total de la clase trabajadora
*.- Paso de la propiedad individual a la propiedad social
*.- Posesión del poder político por la clase trabajadora
*.- Rechazo del terrorismo
*.- Oposición a la expansión colonial y pacifismo
*.- Revolución, pero mientras tanto, planteamientos más moderados:
*.- Participación pacífica en las elecciones para difundir las ideas marxistas.
*.- Se propugna la negociación de la UGT con los patrones.

SINDICALISMO CATÓLICO. Impulsado por la encíclica Rerum Novarum, de León XIII (1891) apareció un inoperante sindicalismo católico. El hecho de que el Consejo Nacional de Corporaciones Católicas Obreras (fundado en 1896) estuviera presidido por un político conservador, y vicepresidido por un duque y dos marqueses, expresaba suficientemente lo irreal de los planteamientos del obrerismo católico.

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