16/09/2016@13:03:13
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Luis María ANSON
“El fiscal cifra
en 741 millones el botín del PSOE por los Ere”, titulaba hoy el diario El Mundo
su información sobre el gran escándalo andaluz, que supone la cifra más alta,
clan Pujol aparte, de la corrupción política nacional. Y para más agravante esa
cantidad estaba destinada a los trabajadores con el fin de mejorar su
condición. No se pueden sumar más connotaciones negativas, al margen de quiénes
sean los que se enriquecieron, quiénes los que autorizaron, quiénes los que no
se enteraron de la tropelía.
La opinión pública
rechaza cualquier corrupción de nuestro políticos a costa del erario público,
es decir de los impuestos con los que se desangra a los ciudadanos. Sea cual
sea la cuantía de la corrupción. Pero naturalmente hay gradaciones. No es lo
mismo robar 1.000 euros que 1.000 millones de euros. No es lo mismo un enjuague
que perjudica a ciudadanos sin problemas económicos que aquel que lesiona a los
trabajadores.
El PSOE ha cargado
las tintas sobre la inaceptable corrupción de un sector del PP en Madrid o
Valencia. Ahora el bumerán se ha vuelto contra los que lo lanzaron. Se pueden
hacer declaraciones de solidaridad y de fe con la honradez de determinados
dirigentes. Pero los 741 millones estafados ahí están. Y precisan de
explicaciones serias y de responsabilidades políticas y penales.
Y en medio de
todo, una ciudadanía asqueada que asiste día tras día al tenebroso espectáculo
de corrupción de un sector de la clase política española. La opinión pública
enrojece de vergüenza ajena ante el cinismo de ciertos políticos instalados en
el abuso de poder y la permanente corruptela.
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