El Sábado, 1 de febrero de 1997, en El
Mundo y en su columna "Los placeres y los días", FRANCISCO UMBRAL
decía:
A qué llamamos España:
La ministra Esperanza Aguirre ha
reaccionado con oportunidad y energía ante el último desparrame nacionalista,
que es que nos pegan sustos desde todos los puntos de la rosa de los vientos.
Ahora va del señor Ardanza. Hay un amago
o realidad para que los textos de Historia y Geografía de España desaparezcan
de la enseñanza en determinadas comunidades autónomas, mayormente la del País
Vasco. España, ya saben, es el enemigo, y la vía más rápida para deshacerse del
enemigo es decir que no existe, hacer como que no está.
¿Y si no existe una cosa, cómo puede ser
esa cosa el enemigo?
La determinación del Gobierno vasco no
es política, sino psicológica, y quizá psiquiátrica. Borrar al adversario
(adversario que nos hemos creado nosotros previamente) no es una solución
diplomática, sino una solución clínica. La mejor manera de no acudir al médico
que nos va a decir el cáncer está en desacreditar al médico, decir que no da
hora. Lo hacen muchos locos de paisano.
Algunas autonomías están llegando a
la esquizofrenia administrativa con España, y los más osados han decidido que
no hay tal España.
La borran de los textos como la
Enciclopedia Soviética borraba a Dostoiewski por reaccionario.
A determinados políticos festoneados
(del festón de la península, quiero decir), no les conviene nada que Madrid
salga en el mapa.
Se lucha con violencia o con
dialéctica contra esa realidad histórica abrumadora que es España, resumida o
no en Madrid, administrativamente, y como no hay manera de ignorar la catedral
de Burgos, el sepulcro del Cid, la generación del 27, la II República,
Averroes, los diarios de Azaña, ocho siglos de moros y otros ocho de
cristianos, entonces lo que se hace es arrancar la página:
Eso de ahí abajo no se da, niños, que es
tierra de infieles, y además infieles de secano.
Yo no sé ya a estas alturas si hay o no
hay España, pero sé que ha habido unos cuantos españoles cojonudos: Velázquez,
Fernando el Católico, Manolete, Goya, Valle-Inclán, Larra, Juan de Herrera,
Federico García Lorca y por ahí seguido.
Bueno, pues nada de esto lo van a dar
los niños de la crestería periférica, porque *.- Velázquez pintaba reyes
adúlteros y que encima montaban mal a caballo,
*.- don
Fernando el Católico era un chulo de putas,
*.- Manolete
asesinaba bueyes,
*.-
Valle-Inclán estaba manco,
*.- Larra
era un histérico adúltero que se suicidó,
*.-Juan de
Herrera se sacó una arquitectura militar, opresora (asombrosa respuesta al
gótico)
*.- y García
Lorca, ya se sabe, era maricón.
En cuanto a la geografía,
*.- la
sierra de Gredos no es tan alta como decía Unamuno,
*.- a las
cabras de Gredos las llaman locas por no llamarlas putas,
*.- la
Giralda tiene pluma, como cosa de árabes,
*.-el
Acueducto lo hicieron los romanos, no los españoles,
*.- el Ebro
es el Mississippi vasco,
*.-en el
Tajo se templan espadas para matar abertzales y Toledo es un sitio donde los
obispos judíos, y no etarras, están siempre enterrando al Conde de Orgaz.
¿Vale la pena conocer toda esa ferralla
histórica, toda esa punta de aventureros expansionistas, dominadores,
fornicantes y retóricos?
Al niño crestado de la crestería
periférica se le limpia la mente y se le abrevia el curso manteniéndole en la
absoluta ignorancia de esa larga vergüenza llamada España.
Por ahí por las orillas van a tener unos
niños ágrafos, inútiles, pero de mente limpia y aptos, muy pronto, para
incendiar autobuses. Donde esté un autobús/antorcha que se quite el AVE.
http://www.elmundo.es/especiales/2007/08/cultura/umbral/columnas/1997.html
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