Luis María ANSON
Es verdad que el Gobierno Zapatero ha
sido el máximo despilfarrador en la gestión del presupuesto español. También es
verdad que el Gobierno de Rajoy no ha reducido el gasto público adecuadamente.
Para pagar lo que se derrocha y no se ingresa se acude a la fórmula de
incrementar la deuda que en un par de meses sobrepasará la cantidad gigantesca
de un billón de euros. Números redondos, el Estado habrá ingresado este año
350.000 millones de euros y gastará 410.000 millones. Esos 60.000 millones
constituyen el déficit que, con suerte, se moverá por debajo del 7. Para
sufragar el gasto desorbitado, Rajoy ha acudido a la deuda que alcanza ya
cifras agobiantes.
Si gastamos ahora 60.000 millones más de
lo que ingresamos, habrá que pensar en ingresar 100.000 millones más de lo que
gastamos para en 10 años devolver la deuda que nos abruma. Todo un himalaya
económico que compromete la salida de la crisis. Solo en intereses de la deuda,
sin disminuir el principal, el Estado pagará una cantidad superior en 2014 a lo
que nos cuestan todos los ministerios.
De lo que se trata, a la vista de estos
números, es de reducir el gasto público al menos en un 20%. Si no se hace ese
esfuerzo todo quedará en agua de borrajas. Claro que también conviene mejorar
los ingresos pero no sobre el expediente fácil de aumentar los impuestos, entre
otras cosas porque esa fórmula no significa que se recaude más. Rajoy, en fin,
tiene que salir del paripé y meter la tijera de verdad en los gastos de las
cuatro administraciones: la central, la autonómica, la provincial y la
municipal. Es probable que los políticos no se lo consientan.
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