viernes, 6 de junio de 2014

En plena crisis de austeridad, el Gobierno continúa otorgando suculentas dádivas a los partidos.

PABLO IGLESIAS ACIERTA AL RENUNCIAR A LA DÁDIVA
 Luis María ANSON.
A Pablo Iglesias le corresponde una subvención estatal de más de un millón de euros por los votos obtenidos en las europeas.
¿Quién dictamina la cuantía de semejante regalo a favor de los partidos políticos?
Pues los propios partidos políticos.
En plena crisis de austeridad, el Gobierno continúa otorgando suculentas dádivas a los partidos.
No existen controles ni debates.
Todo se hace con descaro.
Ellos se lo guisan y ellos se lo comen.
En lugar de vivir de las cuotas de los afiliados, el 90% de lo que gastan los partidos lo pagan los ciudadanos a cargo de los impuestos con que los políticos sangran los bolsillos del contribuyente.
Un escándalo.
Un completo escándalo que no solo no se ha moderado con la crisis sino que se acentúa cada año.
Los partidos políticos se han convertido en un negocio y sus dirigentes anteponen casi siempre el interés partidista al interés general.
De ahí el rechazo popular contra los partidos políticos, instalados en el tercer lugar entre los diez grandes problemas que agobian a los españoles.
Pablo Iglesias ha dado una soberana lección al renunciar a la dádiva que, en forma de subvención electoral, se han otorgado a sí mismos los partidos políticos en las elecciones europeas.
El controvertido dirigente ha sido consecuente con sus ideas y ha dejado en la picota a los otros partidos que se han apresurado a extender las manos pordioseras para recibir la limosna de la subvención por voto conseguido. Socialistas, populares, comunistas, centristas y periféricos callan como putas y continúan genuflexos para favorecer el trato y beneficiarse de las pingües subvenciones acordadas. Pero Pablo Iglesias los ha dejado en evidencia. A todos.

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