En el Régimen coexistieron grupos e instituciones diversas, en los que se sustentó el sistema y que tenían en común la aceptación de Franco.
Ejército: hasta el último momento defensor del Régimen y de su ordenamiento legal. Tenía encomendada la defensa territorial y la jurisdicción sobre los delitos políticos a través de los Consejos de Guerra.
Sus altos mandos compartían con Franco la ideología de la Victoria del 1939, el anticomunismo, el rechazo del separatismo y su dureza en las cuestiones del mantenimiento del orden público. A partir de 1974 surgió la UMD.
Falange: pretendió ser una síntesis entre el patriotismo tradicional y un cierto autoritarismo centrado en el sindicalismo vertical, estatalismo y un cierto lenguaje revolucionario (reforma agraria, nacionalización del la banca, etc.). Con el Decreto de Unificación de 1937 Franco se adueño del partido y la Falange se diluyó en el Movimiento Nacional (incluso algunos líderes que propugnaron un populismo izquierdista fueron apartados de la vida política e incluso encarcelados).
Iglesia: La guerra civil se consideró una Cruzada frente al ateísmo marxista, carácter legitimador del Régimen. El Concordato de 1953 consolidó la presencia de la Iglesia Católica en la enseñanza media y en la vida intelectual.
La estrecha alianza entre la Iglesia y el nuevo Estado (nacionalcatolicismo) hizo que los obispos participasen en las Cortes y en el Consejo del Reino y que desde 1941 se restableciera el derecho de presentación del Jefe del Estado para la elección de obispos.
Un sector importante de la Iglesia, a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), fue distanciándose del Régimen, defendiendo la independencia y autonomía de ambas instituciones y la defensa de la libertad religiosa como derecho fundamental de la persona.
Dos instituciones eclesiales, aunque de naturaleza distinta, tuvieron a través de sus miembros cierta influencia en el Régimen: la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y el Opus Dei.
Monárquicos: opuestos a los falangistas (los falangistas nunca simpatizaron con la institución monárquica). En cuanto grupo nunca fueron muy combativos con el régimen, estando divididos entre:
*.- Carlistas: representaban el tradicionalismo católico y conservador. Algunos de sus miembros ocuparon altos cargos en el Régimen. Nunca fueron alternativa y solución para Franco. Con el paso del tiempo evolucionaron, en la persona de don Carlos Hugo en la década de los 60, a posiciones izquierdistas y claramente antifranquistas.
*.- Donjuanistas: al principio apoyaron el régimen, luego se apartaron de él al no restaurar Franco la monarquía constitucional. Algunos defendieron una monarquía franquista.
En 1967 don Juan Carlos fue nombrado sucesor de Franco en la Jefatura del Estado con el título de Rey.
Tecnócratas: con presencia activa en la década de los 60 (muchos eran monárquicos franquistas y algunos de ellos miembros del Opus Dei).
“La política era el arte de resolver un problema sin crear otros mayores” (López Rodó). Sostenían que el desarrollo económico produciría un cambio en la política ideológica en cuanto que éste sólo podía ser viable en un régimen modernizado.
Franquistas puros o integrales: su seña de identidad su adhesión incondicional a la figura de Franco, siendo para ellos el franquismo inalterable y eterno. Defendían la perpetuación del Régimen frente a cualquier cambio (el búnker del comienzo de la Transición.
Compartían, pese a sus diferencias, una ideología sui géneris (visión compartida de la necesidad del alzamiento del 1936, desconfianza frente a los sistemas políticos basados en las ideologías –fundamentalmente de izquierdas-, temperamento autoritario, lealtad a Franco, catolicismo activo en la vida pública y en la privada.
Iglesia: La guerra civil se consideró una Cruzada frente al ateísmo marxista, carácter legitimador del Régimen. El Concordato de 1953 consolidó la presencia de la Iglesia Católica en la enseñanza media y en la vida intelectual.
La estrecha alianza entre la Iglesia y el nuevo Estado (nacionalcatolicismo) hizo que los obispos participasen en las Cortes y en el Consejo del Reino y que desde 1941 se restableciera el derecho de presentación del Jefe del Estado para la elección de obispos.
Un sector importante de la Iglesia, a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), fue distanciándose del Régimen, defendiendo la independencia y autonomía de ambas instituciones y la defensa de la libertad religiosa como derecho fundamental de la persona.
Dos instituciones eclesiales, aunque de naturaleza distinta, tuvieron a través de sus miembros cierta influencia en el Régimen: la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y el Opus Dei.
Monárquicos: opuestos a los falangistas (los falangistas nunca simpatizaron con la institución monárquica). En cuanto grupo nunca fueron muy combativos con el régimen, estando divididos entre:
*.- Carlistas: representaban el tradicionalismo católico y conservador. Algunos de sus miembros ocuparon altos cargos en el Régimen. Nunca fueron alternativa y solución para Franco. Con el paso del tiempo evolucionaron, en la persona de don Carlos Hugo en la década de los 60, a posiciones izquierdistas y claramente antifranquistas.
*.- Donjuanistas: al principio apoyaron el régimen, luego se apartaron de él al no restaurar Franco la monarquía constitucional. Algunos defendieron una monarquía franquista.
En 1967 don Juan Carlos fue nombrado sucesor de Franco en la Jefatura del Estado con el título de Rey.
Tecnócratas: con presencia activa en la década de los 60 (muchos eran monárquicos franquistas y algunos de ellos miembros del Opus Dei).
“La política era el arte de resolver un problema sin crear otros mayores” (López Rodó). Sostenían que el desarrollo económico produciría un cambio en la política ideológica en cuanto que éste sólo podía ser viable en un régimen modernizado.
Franquistas puros o integrales: su seña de identidad su adhesión incondicional a la figura de Franco, siendo para ellos el franquismo inalterable y eterno. Defendían la perpetuación del Régimen frente a cualquier cambio (el búnker del comienzo de la Transición.
Compartían, pese a sus diferencias, una ideología sui géneris (visión compartida de la necesidad del alzamiento del 1936, desconfianza frente a los sistemas políticos basados en las ideologías –fundamentalmente de izquierdas-, temperamento autoritario, lealtad a Franco, catolicismo activo en la vida pública y en la privada.
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