Luis María ANSON
El primer ministro Tsipras
ha vencido claramente en el referénum por él convocado. El pueblo ha hablado y,
en contra de la opinión de los dirigentes europeos, su voto ha venido a
robustecer a Syriza. Inútil poner veladuras o disminuir con matices el éxito de
Alexis Tsipras. Su victoria resulta incontestable.
El primer ministro griego
proseguirá sus negociaciones en Bruselas desde la fortaleza.
Angela Merkel tal vez se dé
cuenta de que no le queda otra vía que ser flexible y ceder posiciones si
quiere que Grecia se mantenga en la zona euro. Puede también enrocarse y exigir
que Grecia pague sus deudas, reafirmándose en los recortes que la nación helena
debe establecer para atender a lo que le exigen sus acreedores.
Si Alexis Tsipras juega de
farol y Merkel no cede, Grecia se precipitaría en el abismo de una crisis sin
precedentes y el corralito actual sería solo la punta de un gigantesco iceberg.
Pero es posible Tsipras no
juegue de farol.
Sus entrevistas con Putin y
la negociación subterránea con China pueden otorgar al Gobierno de Syriza el
respaldo político y económico necesario para superar la catástrofe económica.
En tal caso, Rusia habría
ganado la partida en Grecia a los Estados Unidos de América.
La política rusa en la zona
con sus éxitos en Crimea y en cierta forma también en Croacia quedaría
completada, tal vez con la ayuda de las inacabables reservas en dólares del
Gobierno de Pekín.
Estados Unidos ha jugado
fuerte en una zona geográfica de extrema importancia para la estabilidad de
Israel en Oriente Medio.
El presidente Obama ha
perdido quizá el órdago inicial aunque algunos analistas internacionales están
a la espera de la reacción final que puede tener la primera potencia del mundo,
así como las maniobras de fondo que están a su alcance.
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