Reflexiones de un joven pensador
Estoy con los jóvenes que queremos ser personas libres y comprometidas, capaces de tomar decisiones y expresar nuestras opiniones con espíritu crítico, negándonos a participar en lo que sea para ser aceptados y abriendo nuevos caminos. Defiendo la diversidad, la singularidad y la igualdad educativa.
Para mi cumpleaños, un buen amigo de mis padres, sabiendo que me gusta mucho la lectura, tuvo el detalle de regalarme un libro antiquísimo y con mucho valor sentimental, puesto que era un regalo que en sus tiempos le había hecho su padre. Se llamaba "El criterio", un libro para aprender a pensar bien. Tengo que decir que solo he leído parte de algunos capítulos (es un ensayo), lo que me ha servido para inspirar este artículo.
Me gusta observar a las personas de cualquier edad y veo que muchas van, de un lado a otro sin pararse a pensar el por qué hacen las cosas y para que les sirve.
Muchas personas se limitan a “dejarse llevar” por la corriente. Cuando alguien les dice que algo es bueno, están de acuerdo. Cuando alguien les dice que algo es malo, están de acuerdo. Simplemente optan por la opción cómoda. Corren de un lado para otro como "pollos sin cabeza" dejándose llevar por las modas o comentarios y guiándose por los instintos actuando sin conocimiento de causa. Veo falta de criterio y como siempre de sentido común. A quién no le han dicho alguna vez sus padres a la respuesta: Es que todos lo hacen "¿Y si tus amigos se tiran por un puente, tú también te tiras?"
Muchos políticos van cambiado de opinión y lo mismo les da defender una cosa que la contraria.
Etimológicamente, el término criterio tiene su origen en un vocablo griego que significa “juzgar”. Es la norma positiva y crítica que usa la persona para no dejarse arrastrar por el ambiente, para pensar por su cuenta, midiendo su conocimiento por la realidad, la verdad. No se trata de imponer nuestras ideas, pero sí de poner sobre la mesa nuestro razonamiento de porque hacemos las cosas de una manera determinada y no como dice la mayoría.
Hay que tener criterio sobre lo que nos gusta o no, siendo auténticos con nosotros mismos, asumiendo nuestras limitaciones y estando abiertos a aprender y entender mejor lo que ignoramos. Porque al final, en el trabajo, en los estudios y en la vida, hay que ser auténtico con los demás y con uno mismo. No hay que caer en la trampa del cuento de Andersen "El nuevo traje del Emperador" (un cuento que siempre recomiendo), dando las cosas por supuestas simplemente porque así nos las presenta el de turno.
Todo lo que nos cuentan en los periódicos, radios y televisiones, son opiniones basadas en el criterio del que habla o escribe, y nosotros no nos tenemos que dejar manipular, si no tener nuestro propio criterio y no estar sujeto al de los demás.
“El pensar bien consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas." (Jaime Blames, autor del libro " El Criterio")
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