¿Por qué Rajoy y doña Diáloga de Santamaría han sido –y son- los financiadores del golpe y no sus denodados enemigos?
Aunque la última política fugada sea Marta Rovira (la de "ni un paso atrás"… pero todos por delante) la gran fugada de la política española es la responsable de su fuga, Soraya Sáenz de Santamaría, que une en su persona -en aplicación del Art. 155 de la Constitución- los cargos de Presidenta de la Generalidad de Cataluña –por delegación de Rajoy- y responsable del CNI, encargado de vigilar y prevenir los delitos de los enemigos del Estado. Ya lleva tres cabecillas golpistas fugados: Puigdemont, Gabriel y Rovira. ¿Cuántos más deben escapársele para que Rajoy la destituya de una vez?
El problema de fondo lo planteaba claramente ayer el editorial de LD:
"Una de dos. O bien la incompetencia de la vicepresidenta es muy superior a la que muchos ya atisbaban desde hace tiempo o bien los separatistas cuentan con la favorable connivencia del Ejecutivo, lo cual sería mucho más grave. Es inaceptable que nadie en el seno del Gobierno haya movido un dedo para evitar dichas fugas. En cualquier otro país europeo, este bochornoso episodio se cobraría, sin duda, la cabeza de uno o varios responsables políticos. La intocable Soraya, sin embargo, artífice, además, de la desastrosa "operación diálogo" con la Generalidad de Cataluña, sigue tan tranquila en su puesto, sin que nadie siquiera la señale. ¿Se imaginan algo así en EEUU? La prensa estaría triturando a la responsable de los servicios de inteligencia ante semejante ridículo y muestra de incompetencia, en el mejor de los casos. Pero en España, en la prensa que maneja con mano de hierro, Soraya es intocable."
El Gobierno ha permitido y sigue financiando el Golpe
La corrupción del Presidente al tolerar lo intolerable es sólo superada por la corrupción de los medios apesebrados por la propia Vicepresidenta. Y la corrupción mediática arrastra la de los partidos políticos. Podemos está a favor de la destrucción de España. No lo oculta. ¿Y Ciudadanos y el PSOE? ¿Cómo es posible que esta semana se empleasen con tanto fervor y furor en el alanceamiento de Cifuentes –programado por la propia Soraya, que repite las operaciones contra Soria, Aguirre y Rato a través de La Sexta y demás televerdugos a sus órdenes- mientras perdonan la responsabilidad más grave del Estado en los últimos meses, que es la de la Vicepresidenta? ¿Quieren convencernos de que es más importante que Cifuentes tenga en orden las notas de un master que, como tantos en la Universidad, no vale más que la matrícula que se paga para conseguirlo, que la clamorosa incompetencia del CNI y su máxima responsable ante la nueva fuga de una figura relevante del golpismo catalán? ¿Ante quien responden Rivera y Sánchez, ante los ciudadanos o ante García Ferreras, el Guardián del Secreto de la Impunidad de Soraya, a la que no critica jamás, porque ha sido –Rajoy mediante- la prevaricreadora de la empresa que lo hace rico?
La pregunta no es retórica. El auto del juez Llarena ha cambiado el guión que hasta ahora seguían la clase política y mediática para abordar el golpe de Estado en Cataluña. La diferencia esencial la señalaba ayer muy bien Joaquín Manso en El Mundo: en vez de referirse a "Enfocats" y demás documentos referidos al 1 de Octubre, el juez ha ido al origen de todo: el Libro Blanco del Separatismo de Artur Mas que en Diciembre de 2012 planteaba nítidamente los pasos para destruir el régimen constitucional español. Todo está ahí. Esa es la Piedra Rosetta del Golpe del 1 de Octubre, que es el de Septiembre y ya era aquel de Diciembre de hace cinco años y medio.
¿Y qué hizo entonces el Gobierno, cuando, como demuestra el juez, empezó el Golpe? Ahí está el cambio total de guión. Porque si vamos a lo que entonces empezó a pasar, que fue el Golpe, y a lo que ante él hizo el Gobierno de Rajoy y Soraya nos encontramos con algo peor que la inacción: la política de no combatir el separatismo sino pactar a cualquier precio con él.
Conviene recordar que los presupuestos de aquel Mas los apoyaba el PP, que contaba con la formidable, aplastante, todopoderosa mayoría absoluta cosechada sólo un año antes, en las elecciones de Noviembre de 2011. Aun dando por buena la excusa de que todo consenso era poco para afrontar la crisis económica heredada de Zapatero, ¿por qué Rajoy no hizo nada ante el plan abiertamente separatista de Artur Mas?
Peor aún: ¿por qué negó su misma existencia? ¿Por qué Jorge Fernández decía que no había ningún problema con la lengua en Cataluña, mientras Sánchez Camacho ofrecía un cupo a la vasca disimulado en un nuevo régimen fiscal especialísimo para Cataluña? ¿Por qué, frente a las manifestaciones norcoreanas coordinadas por TV3 y demás medios financiados por una Generalidad en quiebra, el Gobierno ofrecía mediante Margallo y Soraya, siempre Soraya, cualquier pacto que alejara –no cancelara- el calendario golpista de Juntos por el Sí?
Dicho más claramente: ¿Por qué el Gobierno de Rajoy, con mayoría absoluta, se negó a combatir el golpismo, pese a tener ante sus narices y sus Presupuestos los planos del atraco y la posibilidad de arruinar a los cacos? ¿Por qué frente a las tímidas protestas de Ciudadanos se emperró en que lo único importante era la economía, y en Cataluña pagar las nóminas de la Generalidad golpista?
¿Y por qué calló ante la humillación al rey en el Camp Nou? ¿Y por qué quiso pactar con Mas hasta el final? ¿Y por qué utilizó al PNV -a espaldas del Parlamento- como correo para que Puigdemont convocara nuevas elecciones? ¿Y por qué invitó Méndez de Vigo, después del Golpe, al propio Puigdemont a presentarse a las elecciones, mientras endosaban a los jueces –Audiencia Nacional y Supremo- la represión de la rebelión de la Generalidad?
En resumen: ¿Por qué Rajoy y doña Diáloga de Santamaría han sido –y son- los financiadores del golpe y no sus denodados enemigos?
¿Y las fotos de la brutalidad antipolicial?
Llarena ha ido más allá al establecer las bases jurídicas para el juicio al golpismo catalán. Tras establecer el lógico paralelismo con el 23F, que es la única experiencia golpista padecida por el actual régimen constitucional de 1978, hace una escalofriante relación de los muchos miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado heridos en el intento de reprimir el plebiscito golpista, por orden del TSJC que los Mozos de Escuadra se negaron a cumplimentar. ¿Cómo es posible que esas imágenes, en vez de la de Marta Dedos-rotos, no saltaran de inmediato a las agencias para, al menos, equilibrar las que los golpistas difundieron con tanto éxito a nivel nacional e internacional? ¿Cómo es posible que el gemebundo Millo, menino o minino de Soraya, pidiera perdón por la actuación policial en vez de fotografiarse junto a los policías heridos en cumplimiento de su deber, que es la defensa de la Ley?
El auto de Llarena no sólo respalda lo que muchos hemos defendido sobre el delito de auxilio a la rebelión que viene cometiendo este Gobierno, sino que sitúa el origen de esa actividad cómplice, delictiva y delictuosa, en los orígenes mismos de la rebelión de una parte del Estado, la Generalidad, contra la integridad del mismo, contra el régimen constitucional y la nación española, base del Estado que la configura como sujeto político soberano.
Puede discutirse, aunque poco, la responsabilidad de Rajoy en la continuidad del Golpe desde Diciembre de 2012. Lo que no cabe negar es la necesidad de destituir a los inútiles que la sirven. ¿Hasta cuándo hemos de pagar todos los españoles las jeremiadas golpistas en el Parlamento de Cataluña? ¿Hará falta una orden de captura internacional de la fugada Soraya, cabecilla oculta del Golpe o cómplice de los fugados, antes de que Rajoy la destituya? ¿O es que teme, con cierto fundamento, de que sea ella la que lo destituya a él? A estas alturas, empieza a ser la única explicación.
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