El cese de Sergio Pascual refleja un debate sobre el futuro de Podemos dentro del partido
FRANCESCO MANETTO
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ELSA GARCÍA DE BLAS
Madrid 17 MAR 2016 - 01:48 CET
Irene Montero (derecha), Maribel Mora y Raimundo Viejo, el
miércoles en el Congreso.
Irene Montero (derecha), Maribel Mora y Raimundo Viejo, el
miércoles en el Congreso. L. S.
La destitución fulminante de Sergio Pascual, secretario de
Organización de Podemos, ordenada por Pablo Iglesias el martes por la noche,
acabó este miércoles agravando el conflicto interno y desencadenó al mismo
tiempo un cambio de rumbo en Podemos hacia posiciones más cercanas a los
orígenes del partido y menos partidaria al pacto con el PSOE. Lejos de apagar
el incendio y aliviar tensiones entre los sectores afines al líder y a Errejón,
el mayor valedor de Pascual, la decisión alimenta esa crisis y las pugnas entre
familias. Carolina Bescansa, cofundadora de Podemos, reconoció “discrepancias
tácticas” entre Errejón e Iglesias. Con la destitución, el líder se ha hecho
con el control del aparato territorial, asumiendo así todo el poder frente a su
número dos, que pierde apoyos.
El golpe de mano de Iglesias ahonda la crisis de Podemos
Iglesias se hace con el control del aparato territorial de
Podemos
Iglesias fulmina a su secretario de Organización, Sergio
Pascual, para evitar una rebelión interna
Sergio Pascual, el fontanero de Podemos al que ahogó la
crisis territorial
La decisión, además de reforzar a Iglesias orgánicamente,
acerca la posición del partido a las tesis del secretario general y también,
con matices, a Juan Carlos Monedero o la corriente Izquierda Anticapitalista
(IA), que gana peso en el equilibrio de
fuerzas ante el sector errejonista. La caída Pascual, hombre fuerte de Íñigo
Errejón, inclina la balanza hacia uno de los lados en la disputa ideológica que
recorre a Podemos desde su fundación y cuyo debate fundamental dirime el
partido ante la posible nueva investidura de Pedro Sánchez.
Según explican fuentes de la dirección, la destitución de
Pascual pretende abrir una etapa en Podemos de regreso a las esencias y a los
valores fundacionales de la formación. Lo explicó con claridad el propio
Iglesias en una carta titulada Defender la belleza enviada el martes por la
tarde a la militancia.
“El partido no es solo una máquina para desafiar la
hegemonía del adversario”, escribió Iglesias, “para acceder y ejercer el poder,
sino que es también el instrumento puesto al servicio de la dignidad de la
gente”. El líder de Podemos alude así a la concepción que Errejón tiene de
Podemos como una “maquinaria electoral”, otra de las posturas que discuten los
pablistas. También hizo una referencia directa a la postura del partido en el
debate de investidura del dirigente del PSOE, en el que acusó a Pedro Sánchez
de tener un pasado "manchado de cal viva", en alusión al caso de los
GAL. “Hoy me enorgullece, como secretario general de Podemos, que estemos
demostrando que nosotros ni olvidamos ni traicionamos a la gente ni a los
movimientos populares que politizaron el sufrimiento de nuestra patria”.
En el debate sobre la postura de Podemos ante el PSOE, unos
creen que los partidos que pactaron antes con los socialistas fueron engullidos
y desactivados por la formación que lidera hoy Pedro Sánchez —como le sucedió a
Izquierda Unida, por ejemplo— y por eso consideran que hay que llevar el no a
Sánchez hasta el final. En esa discusión, unos quieren entrar pronto en la
gestión aunque las circunstancias no sean óptimas, mientras otros prefieren
seguir consolidando posiciones capaces de representar el cambio y no tienen
tanta urgencia por subordinarse a aquellas políticas que no son las propias.
En la misiva del martes, Iglesias niega que exista un
Podemos más “domesticado” y otro más “radical”, pero desliza otros mensajes
entre líneas que pueden leerse como una crítica al tacticismo que tanto ha
impulsado la formación. “La técnica política pierde su sentido si se mitifica
como objeto autónomo de los principios que la inspiran”, escribe el dirigente
de Podemos.
El debate que atraviesa ahora la formación es parecido al
que vivió en abril de 2015, cuando tras las elecciones autonómicas andaluzas
entró por primera vez en una institución en España. Entonces hubo un sector más
posibilista respecto al pacto con la actual presidenta de la Junta de
Andalucía, Susana Díaz. Finalmente, ganó la tesis de Iglesias y de Izquierda
Anticapitalista, una corriente que gana peso ahora dentro de la organización y
que hasta ha llegado a un acuerdo de no agresión con los pablistas en la dirección
del partido en la Comunidad de Madrid.
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