17/03/2016@11:26:07 GMT+1
Luis María ANSON
Se podrá coincidir o se podrá discrepar de la posición ideológica de Pablo Iglesias. Sería absurdo, sin embargo, negarle su capacidad para el liderazgo. Frente a la lenidad y las indecisiones de algunos dirigentes de otros partidos, el líder podemita está actuando dentro y fuera de su agrupación con notable contundencia.
Los analistas políticos subrayan las tres vertientes de Podemos: pablistas, errejonistas y anticapitalistas. En todos los partidos existen tendencias que forman parte del ejercicio democrático. Cuando alguien conspira contra la dirección del partido, cuando alguien comete graves equivocaciones, lo razonable es destituirle. Pablo Iglesias lo ha hecho sin contemplaciones y ha escabechado al número tres del partido, Sergio Pascual, demostrando una firmeza que le consolida al frente de la compleja agrupación que lidera.
Se habla de purga, se subrayan divisiones internas, se especula sobre la precariedad organizativa de Podemos. Algunos partidos, sobre todo el PSOE, se complacen con echar leña al fuego porque es más fácil negociar con un Podemos debilitado que con un Podemos prepotente. Pablo Iglesias, que prefiere nuevas elecciones al pacto que el PSOE de Sánchez le propone, conoce sin duda la vieja máxima de Homero: “Más vale que mande uno aunque sea mediano que dos muy buenos”. Iglesias cree, por añadidura, que el bueno es él y que Podemos, todavía en proceso de consolidación, exige que no se pongan piedras en el camino del líder. El problema para el partido podemita no radica en las disensiones internas, cortadas de raíz por la firmeza de Pablo Iglesias, sino en la larga caravana que se ha puesto ya en marcha y que transporta irregularidades hirientes que se extienden desde Venezuela y Bolivia hasta el Irán del extremismo islámico.
Los analistas políticos subrayan las tres vertientes de Podemos: pablistas, errejonistas y anticapitalistas. En todos los partidos existen tendencias que forman parte del ejercicio democrático. Cuando alguien conspira contra la dirección del partido, cuando alguien comete graves equivocaciones, lo razonable es destituirle. Pablo Iglesias lo ha hecho sin contemplaciones y ha escabechado al número tres del partido, Sergio Pascual, demostrando una firmeza que le consolida al frente de la compleja agrupación que lidera.
Se habla de purga, se subrayan divisiones internas, se especula sobre la precariedad organizativa de Podemos. Algunos partidos, sobre todo el PSOE, se complacen con echar leña al fuego porque es más fácil negociar con un Podemos debilitado que con un Podemos prepotente. Pablo Iglesias, que prefiere nuevas elecciones al pacto que el PSOE de Sánchez le propone, conoce sin duda la vieja máxima de Homero: “Más vale que mande uno aunque sea mediano que dos muy buenos”. Iglesias cree, por añadidura, que el bueno es él y que Podemos, todavía en proceso de consolidación, exige que no se pongan piedras en el camino del líder. El problema para el partido podemita no radica en las disensiones internas, cortadas de raíz por la firmeza de Pablo Iglesias, sino en la larga caravana que se ha puesto ya en marcha y que transporta irregularidades hirientes que se extienden desde Venezuela y Bolivia hasta el Irán del extremismo islámico.
Luis María ANSON
de la Real Academia Española |
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