viernes, 12 de octubre de 2012

El suicidio demográfico de España

El suicidio demográfico de España. Iván Vélez.- Alertadigital.

 Alejandro Macarrón Larumbe (Avilés, 1960) publicó el pasado año el libro El suicidio demográfico de España (Ed. Homo Legens, Madrid 2011, 269 págs.), trabajo que trata de someter a análisis uno de los problemas más graves por los que atraviesa la Nación española: el estancamiento, cuando no retroceso numérico, de su cada vez más envejecida población.

Con la novedad de la aplicación de técnicas estadísticas avanzadas, El suicidio demográfico de España trata sobre un material más que trabajado desde hace siglos. En efecto, la preocupación por la composición y contaduría de la población hispana tiene una gran tradición y trascendencia. Los censos, recuentos, catastros y vecindarios, son muy frecuentes en España sobre todo a partir del siglo XVI, alcanzando gran detalle en el XVIII gracias a los procesos reformistas emprendidos por los Borbones.
El alcance y objetivo de los mismos fue dispar, de ahí que podamos remontarnos a las cartas pueblas locales del siglo IX o referirnos a trabajos más amplios como el Censo de reclutamiento militar, confeccionado por Alonso de Quintanilla en 1482, las Relaciones Topográficas y el Censo especial e moriscos y esclavos, obras ambas encargadas por Felipe II, o el Vecindario de leva de soldados realizado en 1693.
Apoyada en un gran aparato gráfico, la obra denuncia, desde sus primeras páginas, los principales problemas que se perciben al analizar las cifras que ofrece, sobre todo, el Instituto Nacional de Estadística.
A grandes rasgos, éstos consisten en la baja tasa de fecundidad de las mujeres españolas, apenas compensada por la de las madres extranjeras, y el envejecimiento de la población, cuestiones que, en detalle, incorporan aspectos problemáticos en diversos sentidos. Por las páginas del libro planea una cifra: 2,1 es decir, el promedio de hijos por mujer que pueden asegurar la reposición de la población existente, cifra de la que las españolas se alejan si tenemos en cuenta que en 2010 se situó en un insuficiente 1,38, al que se llegó con la ayuda de las madres extranjeras.

Con unos registros tan alejados de la tasa de reposición, el futuro parece oscurecerse, pues nuestro autor conecta envejecimiento poblacional con ausencia de atractivos para el asentamiento de nuevos habitantes extranjeros que pudieran también dinamizar la economía. Y es que precisamente la incidencia de la inmigración es uno de los temas centrales del libro.

Tema polémico, pues recordará el lector que no hace muchos años, por España circuló, sobre todo en ambientes autodenominados «de izquierdas», un lema que rezaba: «ningún ser humano es ilegal». Frase que obviaba un detalle fundamental, a saber: que los que llegaban a las costas españolas tras jugarse la vida en una patera, o entraban a España en avión procedentes de Hispanoamérica, no eran seres humanos que venían a «enriquecernos culturalmente» –que también este ideologizado argumento se escuchó–, sino ciudadanos de sociedades políticas concretas que llegaban para intentar mejorar sus vidas y a menudo las de sus familias. Ocurre también, que no es lo mismo un ser humano islamizado que uno cristianizado.

Y esta circunstancia no es accesoria cuando se observa que en Cataluña y Murcia, por no hablar de Ceuta y Melilla, el creciente número de musulmanes no dejará indiferente el futuro de tales tierras y aun el de la propia España, que si bien pudiera mantener su unidad –cosa esta altamente discutible a la luz del panorama político actual– vería seriamente comprometida su identidad. Sea como fuere, lo cierto es que una de las conclusiones a las que llega Macarrón, extendiendo su análisis a otras naciones de diferentes credos religiosos, es que la elevación del nivel económico de las sociedades conlleva la bajada de la natalidad, por supuesto debido a la incidencia de lo que se ha llamado «planificación familiar», pero también a otros factores que tampoco gustarán a los rigoristas del progresismo.

A los métodos anticonceptivos y a la incorporación de la mujer a la vida laboral extrahogareña, añade el autor el impacto de las políticas españolas despenalizadoras del aborto o las facilidades de disolución matrimonial, a lo que debemos unir el desdibujamiento de tal concepto, merced a los políticamente correctos oficios de la dócil RAE, quien ya acepta un matrimonio sin madre.

En definitiva, el panorama descrito por Macarrón resulta desolador, particularmente en regiones como Galicia, Asturias o Castilla-León si de lo que se trata es de realizar el análisis sobre la división administrativa o autonómica actual, trabajo asequible por disponerse de estas cifras desde las propias administraciones, talladas a tal escala.

Otras conclusiones, acaso más interesantes e ilustrativas, se podrían obtener introduciendo las oposiciones campo/ciudad o interior/costa, pues la distribución de la población en relación con tales disyuntivas nos llevarían a introducir un prisma basal que pondría al descubierto estrategias políticas que el perfil autonomista a veces diluye.

En cualquier caso, Macarrón extrae una conclusión difícil de digerir en determinados contextos. En relación con la baja tasa de natalidad, problema que resulta ser el más acuciante para el futuro de los nativos españoles, don Alejandro resuelve que se trata en gran medida de una falta de voluntad por parte de los posibles padres.
Voluntad que, por otro lado, se ve comprometida por una serie de factores que si en algunos casos resultan insoslayables –por ejemplo los de carácter económico-, en otros brotan de atmósferas ideológicas tan extravagantes que llevan a la infertilidad por motivos ecológicos como los defendidos por el multimillonario norteamericano Ted Turner, verdadero ángel custodio de la observancia del cumplimento con la «huella ecológica» asignada a cada individuo que habita el planeta.

sábado, 6 de octubre de 2012

"La nacionalidad Catalana" Prat de la Riba



TEXTO 2: LA NACIONALIDAD CATALANA (1906)
“Siendo la nacionalidad una unidad de cultura, un alma colectiva, con un sentir, un pensar y un querer propios, cada nacionalidad ha de tener la facultad de acomodar su conducta colectiva, es decir, su política, a su sentimiento de las cosas, a su sentido, a su libre voluntad. Cada nacionalidad ha de tener su Estado.
[...] La aspiración de un pueblo a tener política propia, a tener un Estado suyo, es la fórmula política del nacionalismo. La aspiración a que todos los territorios de la misma nacionalidad se agrupen bajo la dirección de un Estado único es la política o tendencia pannacionalista..
[...} Allá donde hay nacionalidades que han de hacer vida en común, el régimen federativo tiene natural aplicación; el Estado federal, asociación de los Estados nacionales, es el organismo jurídico de la nueva formación política.
[...] Del hecho de la nacionalidad catalana nace el derecho a la constitución de su Estado propio, de un Estado catalán. Del hecho de la actual unidad política de España, del hecho de la convivencia secular de varios pueblos, nace un elemento de unidad, de comunidad que los pueblos unidos han de mantener y consolidar; de aquí, el Estado compuesto.
Estos dos hechos primarios, fundamentales, el de la personalidad nacional de Cataluña y el de la unidad de España, fortalecidos por dos leyes correlativas, la de la libertad que implica la autonomía y espontaneidad sociales, la de la universalidad que lleva a la constitución de potencias mundiales, se resuelven en una fórmula de armonía, que es la Federación Española.
Así, el nacionalismo catalán, que nunca ha sido separatista, que siempre ha sentido la unión fraternal de las nacionalidades ibéricas dentro de la organización federativa, es aspiración levantada de un pueblo, que, con conciencia de su derecho y de su fuerza, marcha con paso seguro por el camino de los grandes ideales progresivos de la humanidad.”
Enric PRAT DE LA RIBA: La nacionalidad catalana, Alianza Editorial/ Enciclopedia Catalana, Madrid, 1987


Ideas para un comentario del contenido del Texto:
Prat de la Riba, intervino en la Redacción de las Bases de Manresa (programa político del catalanismo y proclamación oficial, abierta y sistemática del autonomismo catalanista) que reivindicaban que Cataluña fuera la única soberana de su gobierno interior y que pudiera establecer libremente sus leyes y establecer y recaudar sus impuestos, acuñar su moneda y cuantas otras atribuciones se derivasen de su soberanía.
En la “Nacionalidad Catalana” (1906), Prat de la Riba sistematizó estas reivindicaciones y sentó las bases de una constitución regional catalana que permitiera integrar un Estado Catalán en el Estado español.
Siguiendo el texto, que se propone para comentar, Prat de la Riba:
*.- Parte de una realidad: Cataluña es una Nación que reivindica su derecho a tener un Estado Catalán.
*.- Señala que cada nacionalidad es una “unidad de cultura”, un “alma colectiva”, “un sentir, pensar y querer propios”, (una identidad propia que la determina).
*.- Por ello establece que cada nacionalidad “ha de tener la facultad de acomodar su conducta colectiva, (…) su política, a su sentimiento de las cosas, (…) a su libre voluntad”, a su identidad.
*.- Por tanto, si “cada nacionalidad ha de tener su Estado”, La nacionalidad catalana (Cataluña) debe tener su propio Estado (un Estado catalán).
*.- Concluye Prat de la Riba afirmando que esta es la aspiración de su nacionalismo y, además, lograr que “todos los territorios de la misma nacionalidad (Catalana) se agrupen bajo la dirección de ese Estado único” (pannacionalismo); refiriéndose a que las cuatro provincias catalanas no abarcan todos los territorios catalanes definidos por su identidad catalana.

Prat de la Riba hace compatible esta realidad primaria con otra también primaria y fundamental: “la unidad política de España” (en la que se incluye la nación catalana) fundamentada en la convivencia secular de pueblos que han vivido durante siglos junto y que constituye un elemento de unidad que estos pueblos “han de mantener y consolidar”.
Para respetar estas dos realidades que afectan a Cataluña (y a España), Prat de la Riba propone la Constitución de un Estado federal (compuesto) que posibilite que nacionalidades que han de hacer vida en común tengan su Estado propio.
Sólo “la Federación Española”, según Prat de la Riba, hace compatibles estos “dos hechos primarios, fundamentales, el de la personalidad nacional de Cataluña y el de la unidad de España”.
Prat concluye: Cataluña, en sus reivindicaciones “nunca ha sido separatista” porque “siempre ha sentido la unión fraternal de las nacionalidades ibéricas dentro de una organización federativa”,

Las tesis nacionalistas que propone Prat de la Riba se refieren a un nacionalismo “identitario” que se opone al nacionalismo “político” surgido de las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. El nacionalismo político, según él, no respeta las “identidades” nacionales existentes y crea otras artificiales a las que llama naciones.
Aunque Prat de la Riba señale la Guerra de Sucesión y los Decretos de Nueva Planta de Felipe V (inicios del siglo XVIII) como origen de la negación de los derechos de la nacionalidad catalana por los monarcas Borbones (lo que supone una grave anacronismo histórico).
Solo la constitución de un “Estado federal, asociación de los Estados nacionales”, puede hacer compatibles dos realidades (el derecho de Cataluña nación a tener su propio Estado y su deseo de continuar su secular unión con las demás nacionalidades ibéricas (para las que reclama también el derecho a tener cada una su propio Estado).
Se hace necesaria, por tanto, la constitución de la una Federación Española.
Por ello, Prat de la Riba sostiene que el nacionalismo catalán nunca ha sido separatista, siempre ha sentido y respetado la unión fraternal de Cataluña con las demás nacionalidades ibéricas dentro de su necesaria organización federativa.

Otras afirmaciones de Prat de la Riba que nos ayudan a entender el texto:
*.- “Lo que generalmente se llama patria grande no es sino un Estado compuesto de varias agrupaciones sociales que tienen la condición de verdaderas patrias”.
*.- España “no es más que el Estado o agrupación política a la cual pertenecen” los catalanes.
*.- “El Estado es una entidad política, artificial, voluntaria; la Patria es una comunidad histórica, natural, necesaria. El primero es obra de los hombres; la segunda es fruto de las leyes a las que Dios ha sujetado la vida de las generaciones humanas”.
*.- La Patria es “la comunidad de gentes que hablan una misma lengua, tienen una misma historia común y viven hermanados por un mismo espíritu que marca con un sello original y característico todas las manifestaciones de su vida”.
*.- “Enclavada Cataluña en el área geográfica conocida con el nombre de España, somos españoles, del mismo modo que somos europeos por estar comprendida España dentro del continente Europa. Gobernada España por el Estado español, los catalanes somos españoles como miembros de este Estado, como ciudadanos de esta sociedad política.
No somos, pues, enemigos de España, tomada en este sentido (el único real), ni al combatir el Estado español queremos otra cosa que rehacerlo con equidad y justicia y con una organización más adecuada y perfecta, dentro de la cual Cataluña puede encontrar una vida de libertad y progreso”.

*.- “Las Bases de Manresa, programa de la gran mayoría de los autonomistas catalanes, son incompatibles con una aspiración separatista. (...) Nuestra aspiración es una aspiración de libertad, pero también de unión y solidaridad con los demás pueblos. Nosotros, que queremos hacer más sólida y durable y, sobre todo, más justa la unión española, presentamos fórmulas de paz, nos dirigimos a las clases dirigentes de España y les hacemos observar que las actuales bases de unión no son equitativas, porque sacrifican a la fuerza del número elementos estimadísimos de nuestra personalidad; les recordamos el ejemplo de numerosas segregaciones que no se habrían producido si se hubiese escuchado la voz de los que pedían un poco de libertad (hechos que demuestran que la unión de ahora no sirve para unir, sino para separar)”.
(...) “queremos ver la patria catalana unida con vínculos de hermandad con los demás pueblos de España, formando una familia fuerte y bien avenida, sin Cenicientas explotadas ni herederas altivas”.




PRAT DE LA RIBA (1870-1917)

*.- pasa por ser uno de los fundadores del nacionalismo moderado y moderno catalán.
*.- uno de los redactores de las bases de Manresa.
*.- líder de la Lliga Regionalista.
*.- Sus numerosas publicaciones fijaron el cuerpo ideológico del nacionalismo moderado catalán.
*.- Tenía una visión del pasado de una Cataluña romántica, donde los reyes castellanos habían estado agraviándola  sistemáticamente.
*.-  Partidario de participar en la vida política española para inclinar sus leyes a los intereses catalanes.

Un texto más completo:
Nosotros veíamos el espíritu nacional, el carácter nacional, el pensamiento nacional, veíamos el Derecho, veíamos la lengua; y de lengua, Derecho y organismo, de pensamiento y de carácter y espíritus nacionales, extraíamos la Nación, que es, una sociedad de gente que hablan una lengua propia y tienen un mismo espíritu que se manifiesta uno y característico por debajo de toda la vida colectiva.
“Y veíamos más: veíamos que Catalunya tenía una lengua, Derecho, arte propio, que tenía un espíritu nacional, un carácter nacional, un pensamiento nacional, Catalunya era pues, una nación.
Y el sentimiento de patria, vive en todos los catalanes, nos hace sentir que patria y nación eran lo mismo, y que Catalunya era nuestra nación, igual que nuestra patria.
Si ser patria, ser nación era tener una lengua, una concepción jurídica, un sentido del arte propio, si era tener espíritu, carácter, pensamiento nacional. la existencia de la nación o de la patria era un hecho natural como la existencia del hombre, independientemente de los derechos que le fueran de hecho reconocidos.
Siendo la nacionalidad una unidad de cultura, un alma colectiva, con un sentir, un pensamiento y un querer propios, cada nacionalidad ha de tener la facultad de acomodar su conducta colectiva, esto es, su política, el sentimiento de sus cosas, para su conocimiento, para su propio querer. Cada nacionalidad ha de tener su Estado.
El Estado, pues, viene a ser un organismo, como una parte viva de la nacionalidad, por eso no se puede pertenecer a dos nacionalidades diferentes, como un corazón no puede palpitar en dos cuerpos diferentes, como un mismo cerebro no puede servir de instrumento de la vida anímica a dos hombres diferentes.
A cada nación un Estado, esta es la fórmula sintética del nacionalismo político, este es el hecho jurídico que ha de corresponder al hecho social de la nacionalidad.
Consecuencia de toda la doctrina expuesta es la reivindicación de un Estado catalán, en unión federativa con los Estados de las otras nacionalidades de España. Del hecho de la nacionalidad catalana nace del derecho a la constitución de un Estado propio, de un Estado catalán. Del hecho de la actual unidad política de España, del hecho de la convivencia secular de diferentes pueblos, nace un elemento de unidad, de comunidad, que los pueblos unidos han de mantener y solidificar. De aquí el Estado compuesto.
Estos dos hechos primarios, fundamentales: el de la personalidad nacional de Catalunya, y el de la unidad de España, reforzados por dos leyes correlativas: la de libertad, que implica la autonomía y la espontaneidad social, la de la universalidad que lleva a la constitución de potencias mundiales, se resuelven con una fórmula de armonía, que es la Federación Española.
Así el nacionalismo catalán, que nunca ha estado o sido separatista, que siempre ha sentido intensamente, la unión y hermandad de las nacionalidades ibéricas dentro de la organización federativa, tiene una aspiración de un pueblo que, con conciencia de su derecho y de su fuerza, marcha, con paso seguro, por el camino de los grandes ideales progresistas de la humanidad.”

Los procesos de industrialización y urbanización en la España de la Restauración"



Los procesos de urbanización e industrialización en la España de la restauración:
Antecedentes:
El modelo de la Revolución industrial, con sus profundas transformaciones económicas y sociales, por diversas razones no arraigó en España.
La desamortización de la tierra no supuso la creación de una agricultura moderna (los nuevos propietarios agrarios no realizaron las inversiones de capital y las transformaciones técnicas necesarias). Tampoco se creo un campesinado propietario de una extensión de tierra suficiente. España, durante el siglo XIX, siguió siendo un país predominantemente agrario en el que predominaron los jornaleros sin tierra y los arrendatarios pobres.
En la industria tampoco la modernización alcanzó resultados relevantes. La industria catalana vivió siempre atenazada por los problemas de un mercado exiguo y de poca capacidad adquisitiva.
La creación de la siderometalurgia vasca (década de los ochenta del siglo XIX) tampoco se consolidó hasta el siglo XX.

Principales causas del retraso económico:
*.- Las condiciones geográficas de la Península dificultaron las comunicaciones interiores y la formación de un mercado nacional articulado.
*.- La escasez de materias primas y de fuentes de energía y su dispersión geográfica hicieron costosa la producción industrial (importación de hierro y minas de carbón pobre y de extracción costosa).
*.- No coincidencia geográfica entre yacimientos minerales, fuentes de energía y puertos marítimos (situación menos grave en Asturias y País Vasco).
*.- Falta de mano de obra industrial por el lento crecimiento demográfico.
*.- Carencia de excedentes agrícolas y falta de un mercado interior capaz de absorber la producción industrial.
*.- Crecimiento desigual de la población según zonas, el excedente de población de finales de siglo se orientó hacia la emigración exterior y no hacia las ciudades.
*.- La pérdida de las colonias americanas significó la pérdida de mercados y de materias primas (el proceso de industrialización europeo coincidió con la formación de los imperios coloniales).
*.- La ausencia de capitales y de una mentalidad inversora no posibilitó la innovación en las técnicas productivas de la industria española.
El capital obtenido por los beneficios agrícolas, en vez de ser invertido en el desarrollo de la industria, se orientó hacia la compra de la deuda pública y de tierras desamortizadas.
El continuo endeudamiento de la Hacienda pública, con su permanente emisión de Títulos de Deuda con intereses cada vez más altos, acaparó para el Estado los pocos capitales existentes e impidió que fueran invertidos de manera productiva.
La burguesía española fue fundamentalmente rentista y terrateniente y orientó sus capitales hacia procesos especulativos. Solo en el Norte y en Cataluña hubo un sector de la burguesía que, con una visión emprendedora, orientó sus capitales a la producción textil y siderúrgica.
Como consecuencia la industria española tuvo una dependencia de los capitales extranjeros, éstos repatriaron sus beneficios (evitando la reinversión y la acumulación de capitales en España).
*.- La política proteccionista del Estado favoreció los intereses agrarios e impidió un desarrollo competitivo de la industria, potenció el inmovilismo y no se incentivaron los necesarios cambios tecnológicos.
La economía española osciló entre dos políticas económicas difícilmente conciliables (proteccionismo y librecambismo)
*.- Un pequeño núcleo de burguesía industrial periférica, la catalana principalmente, aspiró a crear una industria moderna sin disponer ni de una industria metalúrgica básica, ni de unos medios de financiación importantes, ni de un mercado suficiente. Para su expansión, necesitaba de una política económica rígidamente proteccionista.
*.- La oligarquía terrateniente, predominante en Castilla y en Andalucía, beneficiaria de la desarmotización, pretendió que España fuera una gran productora de cereales que abasteciera al mercado europeo y defendió una política librecambista.

Período 1874-1914
Fueron años de relativa prosperidad económica.
*.- Por la estabilidad política que ofrecía garantías a los inversores y facilitaba una recuperación de los sectores más afectados por el clima de agitación política y social del Sexenio.
*.- Las políticas de librecambio, impuestas en Europa,  permitieron un crecimiento sostenido de la industria en el Norte y en Cataluña.
*.- Un cierto equilibrio fiscal y presupuestario facilitó que parte de las inversiones se canalizaran hacia la industria y la banca.
Hacia final de siglo se produjo en España una profunda crisis agraria (por la llegada de la filoxera y de los productos agrícolas extraeuropeos más baratos).
La oligarquía agraria y la burguesía industrial coincidieron en el  proteccionismo. Ambos grupos establecieron un acuerdo para ocupar en exclusiva lo que quedaba del mercado colonial (especialmente Cuba) y del mercado interior español.
La implantación de aranceles proteccionistas permitió:
*.- La formación de un sector bancario bastante importante en manos de financieros españoles.
*.- Crecimiento de le industria siderometalúrgica.
*.- Creación de les primeras plantas de producción de energía eléctrica.
No evitaron:
*.- El lento crecimiento de la población debido a las altas tasas de mortalidad y la emigración.
*.- Una población activa predominantemente agraria.
*.- Una estructura industrial «arcaica» en le que el valor de la producción neta textil era seis veces superior a la de la siderometalúrgica. (En los países más industrializados de la época el valor de le producción siderúrgica superaba al de la textil.)
Al terminar el siglo los principales problemas del sistema económico español:
*.- Agricultura atrasada y dominante.
*.- Mercado interior con escasa capacidad de compra.
*.- Mecanismos de competencia arcaicos.
*.- Inversiones que buscaban el beneficio a corto plazo y, salvo en el País Vasco, ajenas al equipamiento industrial.
*.- Carencia de mercados exteriores exclusivos que impedía una expansión sostenida al margen de la competencia continental.
La evolución de la economía española entre, 1800 y 1914, resultó ser la propia de una revolución industrial tardía, incompleta y fracasada, a pesar de haber iniciado tempranamente su proceso de industrialización.

La industria durante la Restauración:
Fue la época de asentamiento del capitalismo industrial español. La siderurgia y la minería experimentaron una importante expansión, debida tanto a las inversiones extranjeras como a la acción de los inversores nacionales.
El crecimiento fue especialmente importante en el País Vasco, donde surgieron los grandes grupos siderúrgicos ligados a la banca vizcaína.
En Asturias y Santander se desarrolló una industria relacionada con las minas de hierro y carbón, Los altos hornos se alimentaron principalmente de la hulla inglesa, de mejor calidad y mucho más barata a pesar incluso del sobreprecio de los fletes.
También creció la industria catalana: a la industria algodonera, que aprovechó la bonanza para modernizarse, se sumaron entonces otros sectores como el lanar o el papelero.
Otro aspecto importante fue la duplicación del tendido ferroviario y el aumento espectacular del número de viajeros y del volumen de mercancías transportadas.
También mejoró la red de carreteras, se extendió el servicio de correos, se difundió el telégrafo y la energía eléctrica comenzó su difusión (en 1882 ya había iluminación de este tipo en Barcelona y en Madrid)  

*.- España a comienzos del siglo XX seguía siendo un país eminentemente agrícola (el 70% de las familias españolas vivían del sector primario).
*.- La tierra además estaba mal repartida (el 94% de los propietarios poseían sólo el 46% de la tierra), casi la mitad del territorio agrícola español tenía fincas de extensión no rentable y sólo un 25% más lo representaba el mesofundio (el resto latifundios con fincas de más de 250 hectáreas).

Síntesis:
*.- Fuerte déficit de su balanza comercial.
*.- Incremento demográfico y aceleración del proceso de concentración de la población en las ciudades.
*.- Relativo crecimiento económico acentuado por una favorable coyuntura internacional.
*.- Mejora de los transportes por el considerable incremento del tendido ferroviario y la construcción de nuevas carreteras.
*.- Concentración de la industria en determinadas  zonas (metalúrgicas en la fachada cantábrica y textiles en Cataluña).
*.- La minería, hasta ahora basada en la extracción artesanal, pasó a ser una gran industria impulsada por la masiva llegada de capitales extranjeros.
*.- Relativa consolidación de la burguesía en una incipiente economía capitalista.
*.- Dependencia económica, técnica y financiera del exterior.
*.- Inexistencia de un amplio mercado de consumo que dificultó el desarrollo industrial.
*.- Estancamiento y marginación rural; empobrecimiento progresivo del proletariado del campo.
*.- Polémica proteccionismo/liberalismo económico (textiles catalanes, metalúrgicos vascos y grandes cerealistas castellanos opuestos a las medidas librecambistas). Triunfo del proteccionismo ante las concesiones realizadas a unas industrias no competitivas por su bajo nivel técnico y el escaso poder adquisitivo de la población.

ASPECTOS DEMOGRAFICOS

La población española creció de forma importante en el siglo XIX.
Durante el último cuarto del siglo XIX la población española creció despacio (16,6 millones de habitantes en el censo de 1877 y  18,6 en 1900).
El crecimiento (debido en parte al comienzo del desarrollo económico y desde 1840 al fin de la guerra carlista) no sirvió para impulsar una revolución industrial. La tasa de crecimiento española era en 1860 un 6‰ más baja que la media europea, las características de la población española eran más propias del ciclo antiguo que de la etapa demográfica moderna.
El principal lastre demográfico español era la alta mortalidad, cuyo descenso debía constituir el primer paso para una revolución demográfica. La mortalidad española, pese a haber descendido, era aún muy elevada a mediados del siglo: un 27%.
En el último tercio del siglo hubo un aumento considerable de los movimientos migratorios:
*.- La migración interior hacia las ciudades motivado por las expectativas de empleo que generaba el crecimiento industrial y de los servicios.
Las grandes ciudades del Norte y levante como Barcelona, Bilbao o Valencia, y también Madrid, crecieron aceleradamente en el último cuarto de siglo.
El crecimiento urbano trajo consigo problemas graves (falta de viviendas y el hacinamiento en suburbios sin infraestructuras ni servicios).
Las ciudades  polarizaron poco a poco la vida social, aunque España siguió siendo un país agrario, la vida urbana influyó cada vez más en la mentalidad colectiva y fue concentrando el interés nacional.
*.- La emigración exterior (Africa del Norte e Iberoamérica, sobre todo Argentina).Varios cientos de miles los emigrantes, casi todos ellos jornaleros afectados por la crisis agrícola de fin de siglo, buscaron en el exterior el empleo continuado que no podían lograr en España.
Los sucesivos gobiernos asistieron a ese proceso migratorio sin intentar detenerlo, conscientes de la incapacidad del país para dar trabajo y alimento a sus excedentes de población.

Evolución de la población de las principales ciudades españolas (1857-1900)
Ciudad
1857
1900
aumento
Madrid
281.170
539.853
192,10
Barcelona
178.625
533.000
298,39
Valencia
106.435
213.550
200,63
Sevilla
122.139
148.315
121,43
Málaga
92.611
130.109
140,48
Murcia
26.888
111.539
414,82
Zaragoza
59.978
99.118
165,25
Bilbao
17.649
83.306
472,01
Palma de Mallorca
42.900
63.937
149,03
Alicante
20.342
50.142
246,49
Oviedo
14.156
48.103
339,80
Las Palmas de Gran Canaria
14.308
44.517
311,13
La Coruña
27.354
43.971
160,74
León
9.963
15.580
156,37
                                                                     (Población 1857, índice 100)

Datos complementarios:
*.- En el País Vasco surgió una poderosa banca ligada a la industria del hierro, que canalizó inversiones hacia el equipamiento industrial.
*.- La repatriación de capitales procedentes de Cuba ayudó al desarrollo.
En el periodo 1883-84 se desencadenó una pequeña recesión causada por la sobreproducción y por una crisis bursátil. A partir de 1890 la situación económica cambió: al librecambismo dominante en los años 80 sucedió, en todo el mundo, el proteccionismo (contexto internacional de nacionalismo, colonialismo e imperialismo).
En los años 80 varios grupos presionaron al Gobierno para que adoptara medidas proteccionistas: los cerealistas castellanos a través de La liga Agraria, los industriales textiles catalanes asociados en el Fomento Nacional del Trabajo, los siderúrgicos vascos e incluso los propietarios de las minas de carbón asturianas.
El gobierno español reaccionó a finales de 1890 con una subida de los aranceles agrarios y, en diciembre de 1891, aprobó una ley arancelaria que incluyó una larga lista de productos agrícolas e industriales.
Francia, país que acaparaba la parte fundamental de nuestro comercio exterior, respondió adoptando medidas proteccionistas frente a los productos españoles.
El resultado fue el mantenimiento de los precios y, en el caso de los cereales, un aumento espectacular, que volvió a producir el hambre entre los jornaleros y las clases populares.
Además, la nueva tarifa, junto a la entrada en España de la plaga de la filoxera en 1892, arruinó la producción de vinos, que en la década anterior había constituido un tercio de las exportaciones.

El sector financiero padeció la misma debilidad que el resto de la economía española.
Causas de su retraso respecto al europeo:
*.- La permanente inestabilidad política, que hacía muy difícil el asentamiento del crédito.
*.- España tardó mucho tiempo, hasta 1856, en generalizar el sistema de sociedades anónimas, lo que retrajo a los inversores que arriesgaban no sólo su capital en las empresas sino también su patrimonio particular.
*.- El país se hallaba sumido en un caos monetario.
*.- La deuda pública actuó atrayendo los capitales por sus elevados intereses, incluso los de los pocos bancos que funcionaban.

Sector terciario.
Las principales y más rentables empresas del sector servicios estaban en manos extranjeras, algunos ejemplos significativos:
*.- Las compañías eléctricas preferentemente en manos alemanas.
*.- Los teléfonos de Madrid dependían de una sociedad francesa.
*.- El suministro de aguas a la ciudad de Barcelona en manos de una sociedad francesa.
*.- Los transportes urbanos de Barcelona a cargo de empresas belgas.
*.- La electricidad de Barcelona distribuida por una compañía canadiense.
*.- Los servicios ferroviarios en torno a Sevilla en manos francesas, su abastecimiento de aguas a cargo de una compañía inglesa y sus tranvías en manos de capital alemán
Algunas referencias cronológicas significativas:
*.- El primer teléfono que funcionó en España en 1877.
*.-En 1881 se inauguró la luz eléctrica en Madrid llegando a finales de siglo a las principales ciudades.
*.- Se duplicaron a finales de siglo los 6.200 kilómetros de línea férrea existentes en 1875, los 15.000 kilómetros de carreteras del Estado en 1870 pasaron a ser 35.000 en 1900.

Los inicios del movimiento obrero en España"



LOS INICIOS DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA:
La industria del algodón y la primera siderurgia necesitó de miles de trabajadores agrícolas en paro. El éxodo rural (menor que en Inglaterra y en otros países europeos) se incrementó a partir de 1830 e hizo crecer los barrios periféricos de las ciudades (sin infraestructuras y servicios y unas viviendas improvisadas),focos de miseria y enfermedades infecciosas (tuberculosis y cólera).
Jornadas laborales de 12 a 14 horas, sin seguridad preventiva, con accidentes frecuentes y sin otro descanso que los domingos. La vida media de los obreros catalanes era de 19 años cuando era de 40 para la clase alta barcelonesa.
Trabajaban por igual hombres, mujeres y niños de hasta 6 y 7 años, con salarios muy bajos (aunque superiores a los del campo). El analfabetismo era generalizado, afectando al 69% de los hombres y al 92% de las mujeres. Una crisis hacía caer las ventas y los despidos se multiplicaban; el paro conllevaba hambre y enfermedad. Con frecuencia se generalizaba la percepción de que las oleadas de inmigrantes a las ciudades constituían un peligro social.

El  desarrollo de la industria supuso el desarrollo del MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA.
Desde 1832 el vapor se incorporó a las fábricas. El inicio de la mecanización produjo la eliminación de puestos de trabajo (origen de algunos movimientos luddistas: por ejemplo el incendio de la fábrica Bonaplata en Barcelona en 1835).
Ante el paro, surgieron entre los trabajadores las sociedades de ayuda mutua  y se difundieron  entre ellos las ideas de los socialismos utópicos.
Hasta 1854 la mayor parte de los obreros hicieron causa común con sus patronos en la defensa del proteccionismo (las crisis industriales y los bajos salarios los achacaban a la competencia inglesa) y sus reivindicaciones laborales se centraron exclusivamente en salarios, seguridad en el trabajo y la reducción de sus horarios laborales. No se planteaban la necesidad de un sindicato o de un partido político que atendiera específicamente a sus reivindicaciones
Es a partir de 1848 cuando comenzaron a vincularse las reivindicaciones obreras con las ideas democráticas y republicanas, apartándose así del liberalismo progresista. Las movilizaciones obreras así se desvincularon de las reivindicaciones de sus patronos.

En 1854 se generalizaron las protestas contra la introducción de las hiladoras y tejedoras mecánicas (selfactinas), se produjeron enfrentamientos de los trabajadores con el ejército y sufrieron la represión gubernamental.
El dirigente obrero José Barceló fue ejecutado, la reacción: una huelga general que paralizó Barcelona (julio 1855). Después de diez días de lucha en las calles, los dirigentes obreros llegaron a un acuerdo con el Gobierno: se mantendrían los sueldos y los convenios colectivos hasta que las Cortes aprobaran una nueva reglamentación laboral. Dos líderes obreros expusieron en Madrid, ante el Congreso de los Diputados, sus quejas (avalados por un escrito respaldado por 33.000 firmas de todo el país). Pedían:
*.- el reconocimiento del derecho de asociación.
*.- la reducción de la jornada laboral a diez horas.
*.- el mantenimiento de los salarios.
*.- el derecho de negociación colectiva.
*.- y el establecimiento de tribunales paritarios para dirimir los conflictos.
El proyecto de Ley del Trabajo que aprobaron las Cortes solo estableció:
*.- la media jornada para los niños y un máximo de diez horas de trabajo para los menores de 18 años.
*.- limitaba las asociaciones de trabajadores al ámbito local siempre que no excedieran de 500 miembros.
*.- legitimaba los convenios colectivos sólo en las empresas de menos de 20 trabajadores.
*.- y establecía Jurados integrados solo por patronos para arbitrar los conflictos laborales.

Ante esta situación, se generalizó en Cataluña la necesidad de un triunfo republicano para que pudieran verse satisfechas las reivindicaciones de la clase trabajadora. En Andalucía los grupos republicanos y socialistas plantearon la República como única fórmula política válida para lograr la solución de los problemas agrarios de Andalucía.
Progresivamente el movimiento obrero fue politizándose: apoyando a los partidos demócrata y republicano (incorporando éstos partidos, en sus respectivos programas, algunas de las reivindicaciones obreras).
Durante los años de GOBIERNO DE LA UNIÓN LIBERAL se prohibieron las asociaciones obreras.
Las Academias obreras se ocuparon de la formación cultural y de la concienciación política de los trabajadores. En ellas, además, los trabajadores recibían clases de aritmética y de gramática y discutían los problemas de las fábricas y las ideas socialistas
A partir de 1863 volvieron las movilizaciones obreras, ya abiertamente politizadas.
Los dirigentes obreros, y los intelectuales próximos a las reivindicaciones obreras, participaron activamente en las sucesivas conspiraciones que demócratas y republicanos urdieron contra el régimen de Isabel II. La represión gubernamental se descargó principalmente sobre éstos y sobre la prensa obrera.
Decepcionados de los partidos, al ignorar éstos sus reivindicaciones, el movimiento obrero se orientó hacia el sindicalismo y la formación de partidos específicamente socialistas.

En la REVOLUCIÓN DE 1868 fue decisiva la participación de los trabajadores industriales, aunque ya distanciados sus líderes de los políticos demócratas y republicanos (a los que acusaban de buscar la conquista de la democracia política obviando la atención a las reivindicaciones de los trabajadores).
Algunos dirigentes del movimiento obrero, como Anselmo Lorenzo, ya estaban en contacto con los dirigentes de la I Internacional y al tanto de sus Congresos y decisiones tácticas.

I INTERNACIONAL.
En octubre de 1868 llegó a España Giuseppe Fanelli,  miembro de la AIT (enviado de Mijail Bakunin, con el objetivo de organizar la sección española de la Internacional sobre la base de las tesis anarquistas).
Fanelli estableció en España dos secciones: una en Madrid y otra en Barcelona.
A la vez, un representante de las Sociedades Obreras de Barcelona asistió en Basilea al Congreso de la Internacional, contactando allí con Bakunin.
Aparecieron nuevos diarios obreros y las huelgas y protestas se extendieron por todo el país.
Definitivamente los líderes obreros se desmarcaron del movimiento republicano por considerarlo burgués.
El contacto con Bakunin y el fracaso del alzamiento republicano de septiembre-octubre de 1869, orientó a un sector importante de las organizaciones obreras hacia el apoliticismo y la desconfianza sobre la política burguesa de los partidos (I Congreso Obrero Español, Barcelona, junio 1870).
El proletariado de Andalucía tuvo un proceso similar, reconociéndose en la corriente antipolítica y antiautoritaria de la Internacional.

 En junio de 1870 se celebró en Barcelona el I Congreso de la Sección española de la Internacional, en él se estableció un Consejo Federal en Madrid y la mayoría catalana impuso la orientación anarquista de no colaboración ni alianza con las fuerzas políticas burguesas.
En 1871, bajo el reinado de Amadeo de Saboya y cuando los trabajadores españoles preparaban su segundo Congreso, sobrevino la insurrección de la Comuna de París.
El impacto que esta revolución provocó el temor en las clases medias y en los dirigentes europeos y se iniciaron medidas represivas contra la A.I.T y quedaron prohibidas las reuniones y las huelgas, fueron detenidos varios líderes sindicales y el Consejo Federal tuvo que instalarse en Lisboa.
En tan difíciles condiciones se celebró la Conferencia de Valencia en la que un reducido número de delegados ratificó la línea anarquista.

ESCISIÓN EN EL MOVIMIENTO OBRERO: ANARQUISMO Y SOCIALISMO.
En diciembre de 1871 llegó a España el dirigente de la Internacional Paul Lafargue, partidario de Marx, entró en contacto con el núcleo madrileño y sus principales miembros (entre ellos Pablo Iglesias) aceptaron sus tesis.
En el Congreso de Zaragoza (abril de 1872) se impusieron de nuevo las tesis anarquistas defendidas por los delegados catalanes, aragoneses y valencianos.
En junio, los líderes marxistas madrileños fueron expulsados y éstos, un mes más tarde, fundaron la Nueva Federación Madrileña, que pronto se convirtió en la sección española del ala marxista de la A.I.T.
Meses después, la escisión en la Internacional se consumó en el Congreso de la Haya.
Al comenzar 1873 la Internacional española contaba con más de 25.000 afiliados, un tercio de los cuales pertenecían a las federaciones catalanas. Estaba claramente implantada entre los obreros textiles, los de la construcción y de las artes gráficas, con varios miles de afiliados. Las federaciones campesinas -salvo en Andalucía-, las de ferroviarios y de los mineros eran menos importantes. Entre sus dirigentes había una mezcla de procedencias (obrera e intelectuales de clase media, estos últimos de ideología más radical y próxima al anarquismo).
Con la I República se produjo una oleada de manifestaciones y huelgas.
La sublevación cantonal, un movimiento de los republicanos federales radicales, no contó con el respaldo de los dirigentes de la A.I.T, aunque muchos obreros internacionalistas participaron activamente en la insurrección. Por este motivo, considerando al movimiento obrero un carácter revolucionario, se incluyó a la A.I.T en la represión posterior.
El 10 de enero de 1874, se decretó la disolución de la Internacional, la mayoría de los dirigentes de la AIT y los de la Nueva Federación socialista madrileña, pasaron a la clandestinidad.
El Sexenio produjo la concienciación política y organizativa del movimiento obrero español y difundió el anarquismo y el marxismo en España: principalmente implantado en Cataluña, Aragón, Levante y Andalucía (anarquismo) y Madrid, Valencia y Sevilla (marxista).

EN EL INICIO DE LA RESTAURACIÓN el movimiento obrero, en la clandestinidad, estuvo definitivamente escindido en dos corrientes diferenciadas: socialista y anarquista.
Para Cánovas la I Internacional era "un terrible foco de inmoralidad” y “el más grave peligro para las sociedades humanas.
En la Restauración, Los Gobiernos, adoptando medidas proteccionistas, intervinieron en la regulación de las relaciones laborales y apoyaron alguno de los derechos reivindicados por los trabajadores.
A pesar de esto, fue constante hasta 1931 la relación entre capitalismo privado, oligarquía agraria y  liderazgo político
Durante la Restauración empezó a consolidarse en España el sindicalismo en dos direcciones diversas.
En 1872 (Congreso de Zaragoza) se escindió el movimiento obrero español en dos:
*.- Anarquistas (obrerismo catalán y aragonés)
*.- y socialistas (de filiación marxista e importante en el obrerismo castellano).
El Decreto de disolución de la I Internacional supuso para el movimiento obrero su paso a la clandestinidad. Resurgió  de nuevo aprovechando la Ley de Asociaciones de 1887.

ANARQUISMO:
*.- Su proceso organizativo fue lento, actuando abiertamente desde 1881.
*.- Con un nivel mínimo con la fundación de la Federación de Trabajadores de la Región Española.
*.- La implantación del anarquismo fue notable en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía.
Sus divisiones internas y su escasa organización, junto a la represión policial, hizo que a finales de los años ochenta los obreros y campesinos anarquistas se inclinasen:
*.- Los más, por un activismo predominantemente sindical y reivindicativo
*.- Los menos, más radicales optaron por la acción “directa” (la huelga violenta o el atentado).
En la última década del siglo XIX y en la primera del siglo XX se produjo una oleada de atentados contra reyes, presidentes y jefes de gobierno de toda Europa. La respuesta contundente de las autoridades no hizo sino alimentar una dinámica de acción-represión.
Las tácticas de los más radicales sirvió para etiquetar de violento a todo el anarquismo. Convertido en el terror de las clases medias, agudizó los enfrentamientos de clase en las regiones en las que, como Cataluña o Andalucía, el movimiento libertario era más fuerte.

La Ley de Represión de 1896 significó un freno para el anarcosindicalismo (a pesar de ello en 1901 contaba con más de setenta mil afiliados y su acción estuvo centrada en Cataluña, Andalucía, La Coruña y Madrid).
El anarquismo evolucionó hacia su dispersión en pequeños grupos, perdiendo progresivamente su fuerza salvo en Andalucía (base agraria)  y en los núcleos urbanos, especialmente en Cataluña.
En 1907 Solidaridad Obrera representaba el sindicalismo apolítico y tenía una amplia implantación en los sectores obreros barceloneses y en algunos núcleos rurales.
En 1908 Solidaridad Obrera se transformó en la Confederación Regional del Trabajo y dos años más tarde (1910) adquirió ámbito nacional (Confederación Nación del Trabajo, CNT), constituyó la segunda central sindical española (con gran implantación en los obreros agrícolas andaluces e industriales catalanes).
Propuestas:
*.- El rechazo de cualquier autoridad impuesta (libertad individual total y abolición del Estado)
*.- La supresión propiedad privada y la implantación del colectivismo
*.- La Revolución violenta, las huelgas generales y, en algún caso, el terrorismo.
*.- El apoliticismo (no a las elecciones y los partidos)
*.- El Anticlericalismo (ni Religión ni Iglesia)
En 1911 celebró su primer Congreso en Barcelona y defendió como medios de acción, un sindicalismo revolucionario con la huelga general, la acción directa (boicot y sabotaje) y un radical antiparlamentarismo.
Su fuerza siguió radicada fundamentalmente en Cataluña, Andalucía y Aragón. Su menor implantación en Castilla y en el Norte peninsular tuvo como excepción, por su importancia y actividad, la CNT de Madrid del sector de la construcción (integrado en su mayor parte por obreros procedentes del sector agrario andaluz). Las disposiciones gubernamentales volvieron a colocarla en la clandestinidad.

MOVIMIENTO OBRERO MARXISTA:
Desde 1870 tuvo en Madrid su principal fuerza.
Después de la represión de 1874, los socialistas madrileños se reorganizaron en torno al núcleo de los tipógrafos (sector numeroso en la capital, donde se concentraba la prensa y el mundo editorial y el lugar mejor informado de los avatares políticos).
Fueron ellos quienes, junto a algunos intelectuales y otros artesanos, fundaron en una taberna de la calle Tetuán, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE, mayo de 1879).
Una comisión, encabezada por Pablo Iglesias y Jaime Vera, redactó el primer Programa (aprobado el 20 de julio) centrado en tres objetivos:
*.- la abolición de las clases y la emancipación de los trabajadores.
*.- la transformación de la propiedad privada en propiedad social o colectiva.
*.- y la conquista del poder político por la clase obrera.
El programa incluía, además, una larga lista de reivindicaciones políticas y laborales que pretendían la mejora de las condiciones de vida de los obreros.
A lo largo de los años ochenta el PSOE fue definiendo aún más su programa, de clara inspiración marxista. La creación en 1881 del Comité Central permitió completar su organización, al tiempo que ampliaba sus bases.
En 1888, cuando ya había agrupaciones socialistas en las principales ciudades del país, se fundó en Barcelona la Unión General de Trabajadores (UGT), un sindicato de inspiración socialista.
Después tuvo lugar en Barcelona el Primer Congreso del PSOE. Allí se constituyó ya como organización nacional y adoptó el sistema de Congresos periódicos para definir su línea ideológica y su táctica política. Pablo Iglesias fue su líder indiscutible.
A partir de 1888 se marcó la línea divisoria entre el Partido (con objetivos políticos) y el sindicato UGT (con una función reivindicativa e inmediata para la defensa de los trabajadores en una sociedad capitalista).
En 1890 se celebró por primera vez el 1º de Mayo, siguiendo la consigna de la II Internacional. Se produjeron manifestaciones numerosas, como la de Madrid, que convocó a unas 20.000 personas. En Bilbao se prolongó, ante los despidos de los líderes, en una huelga general que obligó al Capitán General a que forzara la negociación de los patronos con los dirigentes obreros.
Desde este año el PSOE comenzó a presentar candidatos a las elecciones, y en las municipales de 1891, por primera vez, fueron elegidos cuatro concejales socialistas en las grandes ciudades. Este éxito, que contrastó con su escasísima influencia en el campo, sirvió al Partido para presentarse como organización que aspiraba al poder.

El desarrollo del PSOE (bajo la influencia directa del socialismo francés y del Partido Socialista Obrero Alemán) y de la UGT fue más lento pero más sostenido.
La principal base militante del partido y del sindicato residió en las regiones industriales del País Vasco (en frecuentes confrontaciones con los sindicatos católicos). Desde Bilbao se difundió a Asturias, en enfrentamiento con el movimiento anarquista. Tales dificultades hicieron que los socialistas del norte se convirtieran en la vanguardia de la UGT. Intervino activamente en la política nacional y sus efectivos se vieron incrementados, sobre todo, con la implantación del sufragio universal en 1890. La época de su  mayor empuje se localizó tras la crisis de 1909 (llegando a contar la UGT en 1912 con 130.000 afiliados). Hasta 1910 Pablo Iglesias no consiguió ser elegido diputado. Sus relaciones con los anarquistas no fueron buenas.
Programa:
*.- Emancipación total de la clase trabajadora
*.- Paso de la propiedad individual a la propiedad social
*.- Posesión del poder político por la clase trabajadora
*.- Rechazo del terrorismo
*.- Oposición a la expansión colonial y pacifismo
*.- Revolución, pero mientras tanto, planteamientos más moderados:
*.- Participación pacífica en las elecciones para difundir las ideas marxistas.
*.- Se propugna la negociación de la UGT con los patrones.

SINDICALISMO CATÓLICO. Impulsado por la encíclica Rerum Novarum, de León XIII (1891) apareció un inoperante sindicalismo católico. El hecho de que el Consejo Nacional de Corporaciones Católicas Obreras (fundado en 1896) estuviera presidido por un político conservador, y vicepresidido por un duque y dos marqueses, expresaba suficientemente lo irreal de los planteamientos del obrerismo católico.