viernes, 27 de enero de 2017

Joaquín COSTA: Oligarquía y caciquismo

Con esto llegamos como por la mano a determinar los factores que integran esta forma de gobierno y la posición que cada uno ocupa respecto de los demás.
Esos componentes exteriores son tres:
1º, los oligarcas (los llamados primates, prohombres o notables de cada bando que forman su “plana mayor", residentes ordinariamente en el centro);
2º, los caciques, de primero, segundo o ulterior grado, diseminados por el territorio;
3º, el gobernador civil, que les sirve de órgano de comunicación y de instrumento.
A esto se reduce fundamentalmente todo el artificio bajo cuya pesadumbre gime rendida y postrada la Nación.Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase directora o gobernante, distribuida o encasillada en “partidos".
Pero aunque se lo llamemos, no lo es; si lo fuese, formaría parte integrante de la Nación, sería orgánica representación de ella, y no es sino un cuerpo extraño, como pudiera serlo una facción de extranjeros apoderados por la fuerza de Ministerios, Capitanías, telégrafos, ferrocarriles, baterías y fortalezas para imponer tributos y cobrarlos.
[...] En las elecciones […] no es el pueblo, sino las clases conservadoras y gobernantes, quienes falsifican el sufragio y corrompen el sistema, abusando de su posición, de su riqueza, de los resortes de la autoridad y del poder que para dirigir desde él a las masas les había sido entregado.

Joaquín COSTA: Oligarquía y caciquismo, colectivismo agrario y otros escritos, [Madrid, 1901], edición de 1969, Alianza Editorial, pp. 28-30

jueves, 26 de enero de 2017

La Generalidad obtiene de forma ilegal los datos fiscales de todos los contribuyentes de Cataluña

El exjuez Santi Vidal se jacta de las actuaciones ilegales del Ejecutivo autonómico en materia tributaria y desvela que se "investiga" a los jueces.
Pablo Planas (Barcelona) 2017-01-26
Santiago Vidal, exjuez suspendido por promover un manifiesto judicial a favor de la independencia, y actual senador de ERC, es uno de los impulsores del proceso separatista más respetado y requerido por su bagaje judicial y optimismo. Habitual de las conferencias que monta ERC para extender la nueva del separatismo por círculos, casinos y clubs sociales de toda Cataluña, sus actos se cuentan por llenos. Vidal es un experto en calentar a los auditorios y predecir que en breve los ciudadanos catalanes dispondrán de un DNI y un pasaporte propios.
Sin embargo, Vidal no sólo enardece a los oyentes sino que propende a deslizar informaciones que pueden ser constitutivas de graves delitos que habrían sido cometidos por él y por la administración autonómica catalana. La edición catalana de El País recoge algunas de las últimas intervenciones del senador en la que admite que la Generalidad ha llevado a cabo actividades ilegales para hacerse con los datos fiscales de los contribuyentes de Cataluña, que se investiga a los jueces para detectar a los contrarios a la independencia y que hay partidas camufladas en los presupuestos para la proclamación de la república catalana.
"Los hemos conseguido de manera ilegal"
Según la aludida información, Vidal habría hecho en esos actos declaraciones de este tenor: "La Generalidad tiene todos vuestros datos fiscales. Eso es ilegal porque están protegidos por la ley de protección de datos del Gobierno español, pero como no somos tontos porque ya sabemos que no nos los facilitarían de manera voluntaria, las hemos conseguido de manera absolutamente ilegal. Tenemos todos vuestros datos tributarios.Todos estáis fichados, todos. En el nuevo Estado no se escapará nadie. A cambio, os damos nuestra palabra de honor de que sabréis a dónde va cada euro".
Vidal insiste en materia fiscal: "Son datos reservados y, en teoría, quienes llevamos este proceso no tendríamos que tenerlos, pero a veces pasan cosas, no os diré cómo porque no es exactamente legal y no estaría bien que un juez os lo explicara".
Jueces en el punto de mira
La orientación ideológica de los jueces que trabajan en Cataluña es otra de las obsesiones de Santi Vidal, quien no tiene reparo en hacer declaraciones sobre purgas entre la judicatura, tal como recoge El País. En una de sus variadas conferencias, Vidal afirmó: "De los 801 jueces españoles en Cataluña sabemos perfectamente quiénes comparten nuestros ideales, sabemos quiénes se quedarán y quiénes se irán. Tenemos perfectamente diseñada la estructura judicial de la república. Hemos hecho un trabajo de campo, sabemos exactamente con nombres y apellidos quienes de los 801 jueces se quedarán y quienes se marcharán".
Aún así, Vidal prevé una depuración integral en el cuerpo judicial: "A los jueces españoles que se quieran quedar en Cataluña, que son unos 300 y pico, se les dará un plazo de tres meses para que tomen una decisión. En el caso de que se quieran quedar, deberán acreditar como mínimo un nivel C de catalán oral y escrito". También deberán disponer de "un informe favorable de una comisión de evaluación mixta entre los máximos representantes del poder judicial catalán y un equivalente del consejo consultivo".
En sus giras catalanas, Vidal también ha desvelado que los Mossos d'Esquadra están siendo entrenados en materia de espionaje por un país "no europeo", que la Generalidad dispone de cuatrocientos millones de euros camuflados en los presupuestos para construir estructuras de Estado y que en el caso de que el Gobierno corte la financiación autonómica, la Generalidad ha contactado con dos fondos de inversiones que aportarían 200.000 millones de euros para que la república catalana pudiera pagar las pensiones y a los funcionarios.
También prevé la permanencia en la UE y en la OTAN a cambio de que Cataluña tenga una fábrica de helicópteros para tareas de ayuda humanitaria. Además y según el exjuez, once estados de la Unión Europea ya apoyan en secreto la independencia de Cataluña y reconocerían el nuevo Estado al día siguiente de su proclamación.
Reuniones con socialistas y populares
En cuanto a sus andanzas por Madrid, relata un encuentro con Javier Arenas, Joan Lerma y José Montilla en los siguientes términos: "Oye Vidal, ¿tú hablas mucho con el Puigdemont y el Junqueras, verdad? Quisiéramos que de parte del PP y del PSOE les transmitieras lo siguiente: Estamos viendo que esto de Cataluña no hay quien lo pare. Al final nos vamos a hacer daño. Y como se trata de evitarlo, y lo que te transmitimos no es un opinión personal, porque ya la hemos comentado con los máximos responsables de nuestros respectivos partidos, si al final conseguimos llegar a una solución más o menos consensuada para que se celebre el referéndum en Cataluña, para que los catalanes podáis expresar vuestra opinión, eso sí, sin cambiar la ley actual, sin efectos jurídicos inmediatamente, si al final conseguimos esto, y al final ganáis el referéndum, ¿cómo véis que cuando nos sentemos a negociar la desconexión, uno de los puntos es que España y Cataluña formaran una especie de Commonwealth?. Como lo que hizo Inglaterra cuando marcharon Australia, Nueva Zelanda, Canadá. Eso sí, hay una cosa que no han tocado, la reina Isabel II. Eso ayudaría a limar asperezas".
También asegura que exlíder socialista Pedro Sánchez, en otra reunión con Antonio Hernando y Meritxell Batet, se comprometió a no aplicar el artículo 155 de la Constitución y a anular las causas relativas al 9-N si era investido presidente del Gobierno.



martes, 24 de enero de 2017

Carta abierta a Patxi López de Savater, Rosa Díez y familiares de asesinados por ETA reprochándole su desprecio a

Carta abierta a Patxi López de Savater, Rosa Díez y familiares de asesinados por ETA reprochándole su desprecio a María San Gil
Varios Autores, 16/05/2005
Te escribimos después de haber visto las imágenes de tu reunión con María San Gil. Por una vez, realmente una imagen resulta más evidente que mil palabras. No necesitamos saber cómo transcurrió la reunión, que te dijo ella o que le respondiste tú para sentir un punto de desasosiego, un leve acceso de vergüenza ajena que se transformó en perplejidad al saber que el objeto de la reunión era decirle expresamente que no querías sus votos. No tenías ninguna obligación de hablar con ella. Fuiste tú quien la citaste dentro de tu ronda de contactos para buscar apoyos y presentar, con alguna expectativa de éxito, tu candidatura. a Lehendakari. Si no querías sus votos, ¿para qué la llamaste? Cuando María respondió a tu llamada y llegó a la sede de los socialistas vascos, acompañada de sus escoltas, lo menos que se merecía era respeto y consideración. Que no le hicieras perder el tiempo y no la humillaras vanamente.
¿Qué te ha hecho María San Gil? ¿Qué nos han hecho a los socialistas los votantes vascos del Partido Popular para que su representante política merezca menos cortesía, en el fondo y en la forma, que la que le brindaste a esas tres mujeres de EHAK, que, según confesión propia serán la voz de los cómplices de ETA en el Parlamento Vasco. Nosotros, ni a María ni a sus votantes podemos reprocharles nada. ¿Acaso te parece que es más de izquierdas atacar a la Constitución y al Estado que defenderlos... incluso cuando el Gobierno es socialista?
Dijiste que ibas a hablar con todos los grupos políticos. Lo que no dijiste es que ibas a preferir la complicidad de los correligionarios de Otegi al apoyo que te ofreció María San Gil. Tampoco dijiste que ibas a olvidar de un plumazo de donde vienen y quienes son esa tres mujeres que entraron en la sede de los socialistas vascos pasando bajo el arco detector de metales y dejando atrás puertas blindadas que siguen instaladas aún hoy para protegemos de los ataques de la organización terrorista a la que ellas dicen comprender y/o apoyar. Esa sede en la que tanto hemos llorado. Esa sede en cuyas paredes cuelgan los retratos de nuestros compañeros y amigos asesinados por ETA. En tu papel de anfitrión deberías habérselas mostrado. ¡Que buen momento para exigirles una condena incondicional de los asesinatos antes de fotografiarte sonriente junto a ellas!
Con María San Gil, no hubo sonrisas ni gestos de complicidad. Y, por si había alguna duda, le dejaste claro que no querías sus votos...¡Qué lejos quedan las palabras del actual Presidente del Senado, Javier Rojo, cuando él todavía pensaba que a los socialistas y a los populares en el País Vasco nos unen muchas más cosas que las que nos separan, cosas mucho más importantes que nuestras respectivas ideologías!: "En los campos de exterminio nazis a ningún judío le preguntaban si era de izquierdas o de derechas". Pero parece que ya no queremos ver esa realidad, que pretendemos olvidarla.
Nosotros no nos olvidamos de con quien hemos compartido manifestaciones y funerales. No nos olvidamos de que el Partido que preside María San Gil ha sido golpeado por los terroristas tan ferozmente como el nuestro .Tampoco olvidaremos a quienes han sido siempre los primeros en venir a compartir nuestro dolor y brindarnos su solidaridad cuando los asesinados por ETA eran nuestros compañeros. No olvidamos que ellos y nosotros seguimos viviendo con escoltas, y que gracias a ellos hay en Andoain un gobierno municipal democrático. Y un alcalde socialista. No nos olvidamos que en el País Vasco, los votantes del PSE y los del PP tienen tantas cosas en común que en elecciones autonómicas se producen trasvases automáticos de votos entre ambas opciones, concentrándose en aquella que coyunturalmente consideran más útil para derrotar al nacionalismo obligatorio.
Por todo esto, porque no nos olvidamos, te reprochamos que desde la máxima responsabilidad del PSE-PSOE, hayas infligido a María San Gil y por extensión a todos sus votantes, ese desprecio. No nos hemos sentido bien representados, ni en el fondo ni en la forma. Tu actitud nos ha ofendido como demócratas y como militantes y votantes socialistas. No nos ha parecido digna del dirigente de un partido centenario, una de cuyas señas de identidad más notables es el respeto a los demás y la búsqueda permanente de entendimiento entre demócratas. De un Partido orgulloso de su historia y obligado a mantener y honrar nuestra memoria.
Fernando Savater, filósofo.
Rosa Díez, eurodiputada socialista.
Maite Pagazaurtundua, concejala del PSE-EE (PSOE) de Urnieta.
Nicolás Gutiérrez Saíz, concejal del PSE-EE (PSOE) de Ugao Miraballes.
Estibaliz Garmendia, viuda de Joseba Pagazaurtundua, asesinado por ETA en Andoain.
Mikel Iriondo, profesor de la UPV.

Varios Autores, 16/05/2005
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Discurso de Rosa Díez, galardonada en el V Premio a la Convivencia del Foro Ermua
Rosa Díez. Eurodiputada del PSE-PSOE, 2/12/2005
Quiero agradecer al Foro de Ermua y al Jurado constituido al efecto el honor que me han hecho concediéndome este galardón. Sé que en nosotras, en María y en mí, habéis querido reconocer a los verdaderos protagonistas de la convivencia democrática en Euskadi:
- A las víctimas del terrorismo, que nunca pidieron otra cosa que dignidad, justicia y memoria.
- A quienes habiendo sufrido el horror de ver cómo el fanatismo criminal de ETA les arrebataba la vida a sus seres más queridos, han tenido que soportar después vejaciones e insultos, abandonos y olvidos, silencios cómplices o cobardes.
- A los miles de hombres y mujeres anónimos del País Vasco, que desde los movimientos cívicos han contribuido a trabar un tejido de complicidades democráticas que constituyeron la respuesta más valiente y eficaz contra el terrorismo y contra el nacionalismo obligatorio
En su nombre recibo este premio y de ellos sé que es el mérito. Gracias de todo corazón al Foro de Ermua por mantener viva la llama de la dignidad y de la resistencia, la llama de la rebelión democrática.
Yo pertenezco a una generación de vascos que nunca ha vivido en libertad. Nací en Euskadi porque mi padre fue trasladado, acabada la Guerra Civil, de un campo de concentración de Santander a la cárcel de Larrínaga, en Bilbao. Mi madre vino tras él, y cuando salió de la cárcel aquí se quedaron a vivir, aquí decidieron formar una familia. Aquí nacimos mis hermanos mayores y yo. Aquí están enterrados María y Heraclio, mis padres. Ellos no eligieron venir, pero eligieron quedarse. Una dictadura los trajo. Y sus hijos siempre hemos sabido que lucharíamos hasta el final para que otra dictadura no nos expulse de esta tierra, que es también la nuestra.
Cada uno de nosotros tiene su historia. Nuestra personalidad, nuestra forma de encarar la vida, se va conformando en base a vivencias cotidianas y a hechos singulares. La mía está marcada por lo que me transmitió mi padre y por el terrorismo. De mi padre aprendí a valorar la política, lo importante que es poder elegir y ser elegido. Y la responsabilidad que de ambos actos se deriva. La acción terrorista llenó de dolor para siempre a alguna de las personas a las que más quiero; y nos dejó la ausencia de maravillosos seres humanos entre los que están algunos de los que consideré mis mejores amigos, mis compañeros de alma. Y eso también marcó mi vida para siempre.
Mi padre me habló mucho de la Guerra. El quiso que conociéramos y que no olvidáramos. Para que la historia nunca se repitiera. Pero no me enseñó a odiar. Nos enseñó a trabajar para que ganáramos la democracia, para que construyéramos un futuro en paz y en libertad. Lo que él no había tenido lo quiso para nosotros.
Con él aprendí a valorar la importancia de la Transición. Hoy sigo creyendo que fue modélica. El pacto entre españoles de distinto signo político nos permitió transitar de la dictadura a la democracia con notable éxito. Quizá quepa explicar el espíritu con el que trabajaron los políticos de aquellos años atendiendo a la historia personal de cada uno de ellos: quienes conocieron los horrores de la guerra y la posguerra sabían lo que había que hacer para que la historia no se repitiera en sus hijos y en sus nietos. Porque recordaban el pasado, tuvieron la inteligencia y la sabiduría de mirar hacia el futuro. Todos cedieron para ganar, para que ganaran sus hijos.
De mis amigos asesinados, de sus familias, de las víctimas todas, he aprendido a ser resistente, a tener paciencia, a ser insumisa, a ser tolerante. He aprendido a trabajar cada día para que podamos convivir en libertad. A veces, cuando las cosas se complican en el terreno personal, cuando te cansas, cuando te empujan, cuando sientes ganas de tirar la toalla, pienso en Fernando, en Joxeba, en Maite, en Pilar, en Pilar Elías, en Cristina, en Ana Iribar, en Mendiluce... Y me reprocho la debilidad. Siento que no les podemos defraudar, que ellos merecen que sigamos trabajando hasta derrotar a ETA; que sigamos luchando hasta derrotar también al nacionalismo asfixiante y cómplice que siempre se ha beneficiado de la existencia del terrorismo. Ese nacionalismo institucional que ha marginado a las víctimas, que ha pactado con los terroristas la exclusión de los ciudadanos no nacionalistas. A ese nacionalismo gobernante que aún hoy les niega a las víctimas el reconocimiento político que merecen. A ese nacionalismo institucional que ha despreciado y perseguido a aquellos movimientos cívicos a los que no podía controlar.
Hoy más que nunca siento que quienes han sido asesinados por defender una sociedad de ciudadanos libres, merecen que los demócratas, las gentes de bien de este país, sigamos trabajando, codo con codo, para construir una sociedad libre y tolerante. Una sociedad que reconozca que las víctimas del terrorismo son un referente de la democracia. Una sociedad que resulte incompatible con el fanatismo y la intolerancia.
Pero ser tolerante no significa ser indiferente. Todos somos iguales en derechos, sí; pero no todas las ideas son igualmente respetables. Por eso hay que seguir recordando, hoy y aquí en Euskadi, que la tolerancia tiene sus límites, y que ese límite está en el Código Penal. Aplicando las leyes se combaten las ideologías o los proyectos políticos que para triunfar requieren de la aniquilación física o política de sus oponentes. Aplicar esos límites, levantar esos muros contra las pretensiones ilegítimas, forma parte de la obligación de los poderes públicos. Sólo ellos pueden y deben hacerlo. Con rigor y sin contemplaciones.
Ser tolerante en Euskadi significa trabajar por la convivencia democrática; ser tolerante es militar contra la intolerancia; también contra la que practican aquellos que nos quieren "normalizar" para después "tolerar" que sigamos siendo vascos sin abrazar la ideología nacionalista. Ser tolerante aquí es rebelarse contra el fanatismo, no callar ante la injusticia, exigir respeto, exigir que se cumplan las leyes, que se respete la memoria. Ser tolerante en Euskadi es vivir nuestro compromiso político sin complejos y sin miedo.
Quienes han sido asesinados, sus familiares, merecen que el Partido Socialista y el Partido Popular, que todos los demócratas, sigamos trabajando JUNTOS, defendiendo JUNTOS esos valores. Sólo si estamos unidos honraremos de verdad su memoria. Si no frenamos esta deriva, si seguimos así, lo peor de nuestra historia se repetirá.
"Llevamos meses discutiendo si en el momento de la concordia final habrá que ser generosos con los etarras presos y arrepentidos o será mejor exigirles siempre el cumplimiento íntegro de sus respectivas sentencias condenatorias. Mientras nos entretenemos en tan prematuro debate, la división dialéctica se traduce en tolerancia indebida y en debilidad con los delincuentes cercanos a ETA... "
"las autocrítica entre fuerzas políticas democráticas debe hacerse a puerta cerrada (...) porque cada enfrentamiento entre líderes de partidos políticos en las pantallas de las televisiones es otro balón de oxígeno para ETA". "Urge restablecer el clima de hace apenas dos años... ".
"O ETA o nosotros, espectadores atónitos de sus crímenes, parientes o amigos de alguno de sus cadáveres y posibles víctimas futuras de la muerte que ellos administran. Esta es la verdadera división bipartita, la única clara. A partir de esa evidencia, si no se cometen los graves errores tantas veces denunciados como repetidos, si se actúa siempre con la ley en la mano, si se avanza en el aislamiento político y civil del entorno etarra, como se había hecho años atrás, la paz será posible. De lo contrario, ETA seguirá asesinando, porque ésa es su única forma de vivir".
Estos tres últimos párrafos, no son míos. Pertenecen a un artículo de Francisco Tomás y Valiente publicado el 19 de diciembre de 1995, apenas dos meses antes de aquel 14 de febrero en el que fue asesinado por ETA. Díganme si es o no cierto que la historia se repite. Otra vez PSOE y PP a la greña. Otra vez los terroristas marcando nuestra agenda.
Quiero aprovechar este acto, al que concurrimos ciudadanos con distintas ideologías y sensibilidades, miembros de partidos políticos, responsables municipales e institucionales, asociaciones cívicas, colectivos de víctimas del terrorismo..., para hacer un nuevo llamamiento a la unidad de acción frente al terrorismo. No quiero que entiendan mis palabras como una llamada utópica o como una apelación exigible por el guión. No es así. Para mí la política no es el arte de lo posible, sino el compromiso de trabajar para hacer posible lo que es necesario. Por eso estoy plenamente convencida de que si todos nos esforzamos, si todos anteponemos lo importante a lo urgente, lo fundamental a lo accesorio, lo general a lo particular, el acuerdo que sellamos en el pasado, el Pacto por Las Libertades y Contra el Terrorismo, el que nos comprometía a elaborar un diagnóstico común que permitiera una acción común para derrotar a los terroristas y a sus cómplices y a sus beneficiarios, el que devolvió a los ciudadanos la tranquilidad y la confianza en sus representantes políticos, el que quitó a ETA la esperanza, volverá a ser posible. Y loes diré que también estoy dolorosamente convencida de que si no caminamos juntos, si no restablecemos las complicidades democráticas que tan notable éxito tuvieron en el pasado más reciente, nuestra historia se repetirá en nuestros hijos. Nunca me podría perdonar no haber hecho lo suficiente para evitarlo.
María, tú y yo militamos en partidos políticos distintos, llamados a competir para ser alternativamente gobierno y oposición. Ambas tenemos una edad y una experiencia vital muy diferentes. A veces he pensado que si viviéramos en un país normal, apenas hubiéramos coincidido en actos institucionales propios de nuestra actividad política. No nos habríamos intercambiado ya hace mucho tiempo los números de nuestros teléfonos móviles. Ni conoceríamos a nuestros respectivos hijos. Pero ambas vivimos en un país de paradoja, en una sociedad en la que nuestra tarea política es fundamentalmente prepolítica. En la que defender los valores democráticos sigue siendo nuestra obligación fundamental.
Por eso sé que mientras esta no sea una sociedad libre, mientras tú y yo, María, no debatamos cotidianamente de políticas de empleo, de sanidad, de vivienda, mientras esas no sean las preocupaciones más perentorias que nos ocupan, mientras tú no puedas pasear por la playa sin escoltas, mientras yo no pueda ir al cine sin sacar dos entradas de más, mientras fuera de la sala en la que se encuentren un grupo de constitucionalistas vascos haya casi el mismo número de personas protegiéndoles, el PSOE y el PP tienen la obligación de estar unidos. María, mientras esta no sea una sociedad libre, los votantes del PP del País Vasco nunca serán mis adversarios políticos: serán, son, mis compañeros.
Por eso María tú y yo que somos políticas tenemos una gran responsabilidad. Hoy el Foro de Ermua nos la ha vuelto a señalar al entregarnos conjuntamente este premio. Yo, queridos amigos del Foro de Ermua, querido Jurado, queridos asistentes a este entrañable acto, quiero que sepáis que me tomo este galardón como un mandato. Un mandato para trabajar, como su propio nombre indica, por la convivencia democrática. Os prometo que lo haré lo mejor que pueda, que no escatimaré esfuerzos. Mikel, amigos del Foro: Muchas, muchísimas gracias.
Rosa Díez. Eurodiputada del PSE-PSOE, 2/12/2005  Carta abierta a Patxi López de Savater, Rosa Díez y familiares de asesinados por ETA reprochándole su desprecio a María San Gil

Varios Autores, 16/05/2005
Te escribimos después de haber visto las imágenes de tu reunión con María San Gil. Por una vez, realmente una imagen resulta más evidente que mil palabras. No necesitamos saber cómo transcurrió la reunión, que te dijo ella o que le respondiste tú para sentir un punto de desasosiego, un leve acceso de vergüenza ajena que se transformó en perplejidad al saber que el objeto de la reunión era decirle expresamente que no querías sus votos. No tenías ninguna obligación de hablar con ella. Fuiste tú quien la citaste dentro de tu ronda de contactos para buscar apoyos y presentar, con alguna expectativa de éxito, tu candidatura. a Lehendakari. Si no querías sus votos, ¿para qué la llamaste? Cuando María respondió a tu llamada y llegó a la sede de los socialistas vascos, acompañada de sus escoltas, lo menos que se merecía era respeto y consideración. Que no le hicieras perder el tiempo y no la humillaras vanamente.
¿Qué te ha hecho María San Gil? ¿Qué nos han hecho a los socialistas los votantes vascos del Partido Popular para que su representante política merezca menos cortesía, en el fondo y en la forma, que la que le brindaste a esas tres mujeres de EHAK, que, según confesión propia serán la voz de los cómplices de ETA en el Parlamento Vasco. Nosotros, ni a María ni a sus votantes podemos reprocharles nada. ¿Acaso te parece que es más de izquierdas atacar a la Constitución y al Estado que defenderlos... incluso cuando el Gobierno es socialista?
Dijiste que ibas a hablar con todos los grupos políticos. Lo que no dijiste es que ibas a preferir la complicidad de los correligionarios de Otegi al apoyo que te ofreció María San Gil. Tampoco dijiste que ibas a olvidar de un plumazo de donde vienen y quienes son esa tres mujeres que entraron en la sede de los socialistas vascos pasando bajo el arco detector de metales y dejando atrás puertas blindadas que siguen instaladas aún hoy para protegemos de los ataques de la organización terrorista a la que ellas dicen comprender y/o apoyar. Esa sede en la que tanto hemos llorado. Esa sede en cuyas paredes cuelgan los retratos de nuestros compañeros y amigos asesinados por ETA. En tu papel de anfitrión deberías habérselas mostrado. ¡Que buen momento para exigirles una condena incondicional de los asesinatos antes de fotografiarte sonriente junto a ellas!
Con María San Gil, no hubo sonrisas ni gestos de complicidad. Y, por si había alguna duda, le dejaste claro que no querías sus votos...¡Qué lejos quedan las palabras del actual Presidente del Senado, Javier Rojo, cuando él todavía pensaba que a los socialistas y a los populares en el País Vasco nos unen muchas más cosas que las que nos separan, cosas mucho más importantes que nuestras respectivas ideologías!: "En los campos de exterminio nazis a ningún judío le preguntaban si era de izquierdas o de derechas". Pero parece que ya no queremos ver esa realidad, que pretendemos olvidarla.
Nosotros no nos olvidamos de con quien hemos compartido manifestaciones y funerales. No nos olvidamos de que el Partido que preside María San Gil ha sido golpeado por los terroristas tan ferozmente como el nuestro .Tampoco olvidaremos a quienes han sido siempre los primeros en venir a compartir nuestro dolor y brindarnos su solidaridad cuando los asesinados por ETA eran nuestros compañeros. No olvidamos que ellos y nosotros seguimos viviendo con escoltas, y que gracias a ellos hay en Andoain un gobierno municipal democrático. Y un alcalde socialista. No nos olvidamos que en el País Vasco, los votantes del PSE y los del PP tienen tantas cosas en común que en elecciones autonómicas se producen trasvases automáticos de votos entre ambas opciones, concentrándose en aquella que coyunturalmente consideran más útil para derrotar al nacionalismo obligatorio.
Por todo esto, porque no nos olvidamos, te reprochamos que desde la máxima responsabilidad del PSE-PSOE, hayas infligido a María San Gil y por extensión a todos sus votantes, ese desprecio. No nos hemos sentido bien representados, ni en el fondo ni en la forma. Tu actitud nos ha ofendido como demócratas y como militantes y votantes socialistas. No nos ha parecido digna del dirigente de un partido centenario, una de cuyas señas de identidad más notables es el respeto a los demás y la búsqueda permanente de entendimiento entre demócratas. De un Partido orgulloso de su historia y obligado a mantener y honrar nuestra memoria.
Fernando Savater, filósofo.
Rosa Díez, eurodiputada socialista.
Maite Pagazaurtundua, concejala del PSE-EE (PSOE) de Urnieta.
Nicolás Gutiérrez Saíz, concejal del PSE-EE (PSOE) de Ugao Miraballes.
Estibaliz Garmendia, viuda de Joseba Pagazaurtundua, asesinado por ETA en Andoain.
Mikel Iriondo, profesor de la UPV.

Varios Autores, 16/05/2005 

domingo, 15 de enero de 2017

La Europa "las naciones" o de "los Pueblos" para la Generalitat de Catalunya"

 

Estas fronteras delimitan las “naciones existentes” y no los Estados arbitrarios que, por maldad o ignorancia, recogen los mapas políticos del Estado Español.
España no es una Nación para este mapa pero sí para millones de españoles y el resto de la población y los “Estados” existentes.
En este mapa se reflejan  nítidamente las fronteras que delimitan las realidades de su  investigación arqueológica y de su nostalgia.
Ésta “Europa de los “pueblos” o de las “naciones”, así, recoge las supuestas realidades nacionales que constituyen el Viejo Continente Euroasiáticoafricano.
En ella, la llamada España no es una Nación, simplemente es uno de los Estados “fruto de centralismos mastodónticos y opresores” que someten por la fuerza a un numeroso y variopinto conjunto de minorías nacionales cuya liberación  constituye la misión sagrada que los nacionalistas deben realizar.


Para tal fin, estos nacionalismos, hacen una utilización racional de lo irracional al servicio de su necesaria e imprescindible conquista del poder político.
La Europa de los Pueblos o de las Naciones es un o de los muchos instrumentos de propaganda que algunos nacionalistas hegemónicos (aunque fragmentados, enfrentados y heterogéneos) especialmente fuertes en sus respectivos territorios que, mediante la generalización  de sus objetivos, legitimarlos y presentarlos como una pieza más de un amplio engranaje imparable.
Un análisis histórico, político y cultural profundo invalida la entelequia en cuestión
 Su nacionalismo consiste en convertir lo irracional en un producto racional que les permita su conquista del poder político.
Para ello necesitan instrumentalizar:
*.- La necesidad de autoidentificación.
*.- El deseo de reconocimiento
*.- y la hostilidad atávica al extraño.


El nacionalismo identitario así, en cuanto doctrina política, necesita dedicar todos sus esfuerzos a ocultar aquello que es en realidad es, en cuanto nacionalismo.
Así, bajo el pretexto del amor a las propias raíces y la recuperación de sus auténticas esencias, el nacionalismo  esconde su  máquina implacable de asalto al Estado y al presupuesto por parte de los grupos mesocráticos impacientes por pasearse en coche oficial, disponer de despachos lujosamente enmoquetados y colocar a amigos y parientes. 
Para conseguir tan nobles propósitos, el señuelo nacionalista, en vez de utilizar  las bajas pasiones de los electores con ardientes llamadas a la igualdad y la solidaridad busca por todos los medios que las circunstancias culturales, políticas y económicas sean más favorables a la ferocidad que a la envidia.
Este nacionalismo es, ante todo, forma de acción política encaminada  a apoderarse del Estado mediante la movilización de las masas llamándolas a la construcción  o a la liberación  de una nación previamente fabricada a partir  de elementos protonacionales de índole histórica, lingüística, étnica o icónica.
Así, este nacionalismo particularista y separador, tiene que oponerse y combatir al “ESTADO-NACIÓN” como España-Nación de la Europa occidental contemporánea.
Ocultando inicialmente sus fines y habiendo alcanzado ya posicione de hegemonía electoral  o presencia significativa  en sus reclamadas “naciones” (caso catalán,  escocés o vasco) tienen que defender su slogan: “lo mío es mío”, aunque éste enfrente a los distintos grupos “nacionalistas” del territorio en lucha fraticida en cuanto competidores del mismo fin.




Los nacionalismo vasco y catalán se han desarrollado en este siglo en dos regiones industriales con rentas per cápita netamente superiores al promedio español, y sus mensajes se centran en la injusticia de verse obligados  a compartir su prosperidad, fruto de su mayor laboriosidad e inteligencia, con el resto del Estado, del cual aspiran en consecuencia a segregarse.
El nacionalismo escocés, por su parte, aunque opera en un país de riqueza inferior a la de Inglaterra, ha hallado en el petróleo del Mar del Norte la excusa  perfecta para exigir su desvinculación con el Reino Unido y el disfrute en exclusiva de semejante regalo de la naturaleza.
En otros aspectos, sin embargo, estos tres ejemplos citados difieren netamente.
*.- El nacionalismo Catalán es de base fundamentalmente lingüística.
*.- El Vasco toma como referencia la etnia.
*.- El escocés, al que le sería difícil recurrir a una identidad  en su lengua o raza, se ha volcado en la idea pragmática de que los escoceses manejarían mejor sus propios asuntos y recursos, ya que las políticas de Westminster para Escocia no han sido capaces de elevar su nivel de vida en la medida requerida.
Apurando sobre esto, los escoceses podrían, sin forzar la Historia, esgrimir el recuerdo de un estado propio, mientras que los vascos ni siquiera se atreven a ello y los catalanes  han de remontarse a la Edad Media y recurrir a una hipotética Monarquía catalana que jamás existió como pieza aislada  sino formando parte de un reino mucho más amplio que experimentó varias divisiones y recomposiciones en agitados avatares dinásticos.
Resulta imposible, así, establecer un modelo general de estos micronacionalismos separatistas europeos en nuestros días.
Su único rasgo común es su voluntad de apropiarse de una parte del Estado al que pertenecen mediante la construcción:
*.- de un aparato estatal propio equipado con total soberanía,
*.- de consolidar y mantener una mayoría electoral suficiente en el territorio de su “nación”, que facilite el ejercicio del derecho a la autodeterminación y el reconocimiento de la comunidad internacional.
Conviene recordar que la “Europa de los Pueblos”  pretende extender artificiosamente a todo un continente su concepción nacionalista defendida por movimientos nacionalistas hegemónicos en regiones especialmente desarrolladas y utilizando como herramienta sus persuasión política.
El entusiasmo europeística de estos nacionalismos, que se manifiestan partidarios de una Europa fuertemente federalizada en detrimento de los actuales Estados, es una simple coartada para su deseo de debilitar los poderes centralizados que todavía los coartan.
Desde su óptica, ya que un Gobierno Federal Europeo sería algo tan lejano e impreciso, que no podría oponer una identidad nacional alternativa a la que constituye su principal arma de acción electoral.


El nacionalismo ofrece siempre  una faz seductora que nos invita a bucear en un falseado pasado y a soñar en un idílico futuro pero:
*.- sin compartir lo que ahora es nuestro presente.
*.- excluyendo a todos aquellos que los contradicen en una amenaza potencial a su libertad.
*.- negando su ahora existente nacionalidad a quienes no piensan como ellos.
Estos nacionalismos identitarios, heterogéneos, indeterminados y excluyentes, solamente se considerarán realizados cuando eliminen la diferencia entre Estado y sociedad fundidos en un engendro totalizador, opresivo y excluyente.
Su meta es borrar la línea que separa lo privado y lo público que constituye la marca distintiva de la civilización.

jueves, 12 de enero de 2017

1 de enero de 1959:


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El general Batista llegó en avión a Ciudad Trujillo, procedente de La Habana, de donde había salido precipitadamente a las cinco de la madrugada.
Le acompañan unos cuarenta miembros de su gobierno y jefes del Ejército, entre ellos, el presidente electo, Andrés Rivero Agüero; el hasta ahora primer ministro de Cuba, Gonzalo Güell; el presidente del Senado, Anselmo Allegro; el contraalmirante Rodríguez Calderón, que era jefe de la Marina, y el general Pedraza, quien fue nombrado miembro de la Junta Militar que preside el general Cantillo, pero luego renunció a formar parte de ella y acordó salir de Cuba.
Fuentes informadas dicen que Batista convocó a los altos oficiales del Estado Mayor, con los que se reunió en Campo Columbia antes de abandonar el país. El presidente -según estas fuentes- dijo a los oficiales del Estado Mayor que no deseaba un mayor derramamiento de sangre y que resignaba sus poderes sobre el general Cantillo.

«No confiéis en nadie»
El dirigente del Movimiento 26 de Julio, Fidel Castro, ha rechazado esta noche la oferta de paz hecha por la Junta de Gobierno que ha asumido el poder en Cuba.
En una emisión por radio, Fidel Castro dijo que sus Fuerzas «continuarían las operaciones en todos los frentes. El régimen de Batista ha caído a causa de los últimos golpes rebeldes -agregó-. No confiéis en nadie, ni permitáis que nadie os engañe.»
Fidel Castro ha dirigido un ultimátum por radio a la guarnición de Santiago de Cuba, en el que dice que si no se rinde a las dieciocho (hora local), sus Fuerzas tomarían por asalto la ciudad. «La guerra no ha terminado -dice el ultimátum de Fidel Castro- porque los asesinos están todavía armados.»
En su alocución a la población de Santiago de Cuba, el dirigente revolucionario agrega: «Contamos con vuestro apoyo y os pedimos que esa ciudad «quede paralizada».
Todos deben abandonar su trabajo, a excepción de las fábricas de energía eléctrica.»
Por otra parte, los jefes de las Fuerzas de Fidel Castro han recibido la orden de avanzar en la provincia de Camagüey y cortar las carreteras que conducen a la capital de la misma.
También se ha dado orden de avanzar sobre La Habana, Guantánamo y Holguín, y de detener a todos los oficiales del Ejército, que serán sometidos a Consejos de guerra.
Castro ha dispuesto también que «no cese el fuego por ninguna razón y que se concedan treguas a las Fuerzas armadas solamente cuando éstas se rindan».
«Las operaciones militares -agrega- deben continuar contra las Fuerzas armadas de La Habana, que se han rebelado (refiriéndose a los miembros de la Junta Militar). Hasta que no se rindan incondicionalmente, no habrá paz.»

Liberación de presos políticos
Apenas comenzaron a extenderse por las calles las noticias de la partida de Batista se produjo el asalto al cuartelillo de Policía número 5 y la liberación de un númeno no determinado de presos políticos. En la prisión de La Habana organizaron una manifestación otros presos políticos, mientras centenares de familiares suyos se agolpaban en el exterior.
Algunos presos han resultado heridos en las manifestaciones. Varias mujeres se desmayaron y otras fueron pisoteadas en el pánico que siguió, en la multitud del exterior, al hacer fuego contra ella soldados y policías desde los muros de la cárcel. Los manifestantes se alejaron al arriarse en el interior la bandera de Batista.
En los suburbios los revolucionarios arrojan sus automóviles contra los contadores de estacionamiento y se apoderan de las monedas que contienen.
También fueron asaltadas, además de los casinos del hotel Sevilla Baltimore y del hotel Plaza, las oficinas de varias compañías aéreas: K. I. M., Iberia, Air France, Aerolíneas Argentinas y Línea Aeropostal Venezolana, así como bancos y otras instituciones. Se escuchan disparos en toda la ciudad y algunos policías han comenzado a hacer aparición en los lugares de los disturbios, pues las turbas están entregándose al pillaje y la destrucción en el centro de la capital.

Fidel entrará en La Habana
Fidel Castro llegará a La Habana a las ocho de esta noche (hora española), según se afirma en círculos fidelistas, aunque no ha habido confirmación de la noticia.
También se espera en la capital a Antonio Varona, que representa al ex presidente Carlos Prío Socarrás.
Al mismo tiempo se anuncia que el general Pedraza, miembro de la Junta Militar, ha abandonado el país. La situación en Campo Columbia es muy inquieta y se ha aplazado una conferencia de Prensa convocada para las tres de la tarde. Circulan rumores de que la Junta consideró inaceptable al general Pedraza.
La futura constitución de la Junta es muy incierta.


martes, 3 de enero de 2017

El piloto del cambio

La Ley de Sucesión de 1947 y el principio VII de la Ley de Principios del Movimiento Nacional, establecieron como forma del Estado español, “la Monarquía tradicional, católica, social y representativa”.
Para Franco, desde 1947, el sucesor sería el primogénito de don Juan de Borbón y éste debía formarse como heredero en España.
“Así pues -explicó Franco ante las Cortes en julio de 1969-, consciente de mi responsabilidad ante Dios y ante la Historia, y valorando con toda objetividad las condiciones que concurren en la persona del Príncipe Juan Carlos de Borbón y Borbón, que perteneciendo a la dinastía que reinó en España durante varios siglos ha dado claras muestras de lealtad a los principios e instituciones del Régimen, se halla estrechamente vinculado a los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, en los cuales forjó su carácter, y al correr de los últimos veinte años ha sido perfectamente preparado para la alta misión a la que podía ser llamado... estimo llegado el momento de proponer a las Cortes Españolas, como persona llamada en su día a sucederme, a título de Rey, al Príncipe Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, quien, tras haber recibido la adecuada formación para su alta misión, y formar parte de los tres Ejércitos, ha dado pruebas fehacientes de su acendrado patriotismo y de su total identificación con los Principios del Movimiento y Leyes Fundamentales del Reino, y en el que concurren las demás condiciones establecidas por el artículo noveno de la Ley de Sucesión”.
Franco presentó un Príncipe que había sido especialmente preparado por él para su tarea; vinculado al Ejército, pero que es más que cualquier militar (por ello obligaría al Príncipe a retirar de su discurso la expresión “como soldado”); un heredero leal tanto a los Principios del Movimiento como a las Leyes Fundamentales, dos elementos constitucionales distintos, siendo los primeros de orden jurídico superior. Franco entendió siempre que el único régimen político posible para España era la Monarquía (virtualizada, expurgada de los errores pasados, alejada de los cortesanos y de los intereses de clase a los que siempre había estado vinculada y asentada sobre un marco social y económico estable que impidiera una nueva caída de la institución, haciéndola así perdurable).
La transmisión de la legitimidad.La cuestión monárquica y su proceso instituyente fue siempre un ámbito de decisión que Franco se reservó en exclusiva. Dejó que todos opinaran, que todos actuaran a favor o en contra, pero en ningún momento dejó de controlar el proceso.Y se inclinó por una Monarquía que, a su juicio, debía de conservar importantes poderes, cuando en la mayoría de las monarquías occidentales el monarca o carecía de los mismos o eran muy limitados.
Franco se propuso devolver la Corona a la Jefatura del Estado en un país donde los monárquicos eran una exigua minoría y la coalición política que, en cierto modo, acaudillaba desde la guerra, no era significativamente monárquica.Hizo de Juan Carlos primero y de sus sucesores, sus sucesores naturales.
No le interesaba tanto que el sucesor se ganara a la aristocracia, a los sectores económicos o a la clase política como al pueblo; impulsó a los Príncipes a llevar a cabo una auténtica campaña de popularización, de contacto con el pueblo, como las que él mismo solía hacer en los años cuarenta o cincuenta, cuyos beneficiarios eran mucho más que la institución la pareja que formaban Juan Carlos y Sofía.
En 1964 Franco realizó, con un gesto, la primera designación popular de don Juan Carlos al presidir a su lado el desfile conmemorativo de la Victoria.Franco se preocupó, además, de que su sucesor contara si no con sus poderes y su carisma, algo imposible de transmitir, si con la transmisión de su legitimidad personal. A la muerte de Franco no se produjo la sustitución de un poder de hecho por otro distinto, sino que se producirá una continuidad natural en el poder, atendiendo a la norma constitucional vigente. Fue para los españoles una transmisión normal. Esa transmisión de su legitimidad personal fue muy importante para poder llevar a cabo la transición en dos sectores básicos: en una parte importantísima de la clase política del régimen y en el Ejército.
En su testamento político dejo escrito: “por el amor que siento por nuestra Patria, os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y rodéis al futuro Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado, y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido”. Palabras suyas, escritas de puño y letra.
En sus confidencias a José Luis de Villalonga, Juan Carlos afirma: “en los días que siguieron a la muerte de Franco, el ejército hubiera podido hacer lo que le diera la gana. Pero obedeció al Rey. Y seamos claros, le obedeció porque yo había sido nombrado por Franco y en el ejército las órdenes de Franco, incluso después de muerto, no se discutían”.
Franco transmitir a su sucesor un poder especial, superior al contenido en la Constitución del Régimen; poder que es el que le permite proceder a su demolición.
Joaquín Bardavío, escribe: “muerto Franco, al franquismo se le invitó a suicidarse y lo hizo con patriotismo y obediencia al heredero de todos los poderes”, al heredero de Franco.
Las circunstancias geopolíticas.Transformar el régimen de Franco en un sistema democrático al modo occidental no obedeció sólo a razones de ideológicas o internas. En ella intervinieron las circunstancias geopolíticas del momento.
Terminada la II Guerra Mundial, los aliados decidieron acabar con el régimen condenándolo al ostracismo al descartar una posible intervención militar.
No era un sistema democrático pero tampoco lo eran infinidad de países miembros de las Naciones Unidas, el Régimen de Franco tampoco era un Régimen impuesto a los españoles por las potencias derrotadas y menos constituía una amenaza para la paz mundial.
Franco, que ya había denunciado el entreguismo occidental al avance y la previsión de la Guerra Fría, reaccionó afirmando su régimen político. España era, según declaró a la Associated Press, un “país de constitución abierta” que seguiría el camino trazado de perfeccionamiento institucional sin abrir “periodos constituyentes de interinidad”.
A partir de 1947, EE.UU. consideró oportuno de “modificar su política hacia España”, constatando además que en España no existía una oposición cohesionada capaz de hacerse con el poder. La situación previsible de una retirada de Franco podía conducir al caos.
Lo único conseguido con el aislamiento había sido “reforzar el régimen de Franco, impedir la reconstrucción económica de España y operar contra el mantenimiento de una atmósfera pacífica en España en caso de conflicto internacional”.
Lo deseable: la evolución del régimen de Franco de una forma ordenada hacia un régimen democrático, pero para ello será necesario ir convenciendo a “los elementos derechistas que apoyan al régimen, al ejército y a la Iglesia”.
Los Estados Unidos hicieron llegar a Madrid su idea de que a Franco debería sucederle, conservando siempre el orden y la estabilidad en la evolución, un sistema basado en la alternancia de dos fuerzas moderadas: una de centro derecha y otra de centro izquierda.
Independientemente de los deseos exteriores, Franco continuó fiel a su idea de poner en marcha un Nuevo Estado (cerrado en 1967 con la promulgación de la Ley Orgánica del Estado); La institucionalización final estuvo más para el sucesor que para el propio Franco.
Años sesenta: la desideologización del régimen cuando entro en vigor la Ley Orgánica, una parte importante de la clase política del régimen había dejado de creer en el mismo y orientaba su acción política hacia la futura homologación del sistema con occidente; había un consenso casi unánime de que tal homologación política solamente alcanzaría entidad real una vez proclamado el sucesor y con la progresva desaparición de Franco de la escena política.
El proyecto del sucesor.El príncipe Juan Carlos pronto fue consciente de que más tarde o más temprano tendría que enfrentarse políticamente a su padre y a la Corte de Estéril; pronto asumió que, para ser rey, debería ganarse la voluntad de Franco, aceptando su proyecto instaurador. Don Juan Carlos se ganó esa voluntad.
Franco cuidó hasta los límites más insospechados de su sucesor. Preparó sus estudios, vigiló su formación, hablaba con unos y con otros, hacía pequeñas indicaciones, bloqueaba cualquier información que él consideraba que podía dañar su imagen
Se reunía con el Príncipe, al que hablaba de su experiencia, dándole lecciones de comportamiento y de conducta: un rey no debía tener, su existencia fue una de las causas de la caída de la Monarquía; el rey no debía tener amigos públicos; la Monarquía debía enterrar a la Corte y ganarse al pueblo.
Pemán dejó constancia de que Franco veía en el Príncipe a un hijo, y que Juan Carlos asumía esta relación como la del abuelo con el nieto. Doña Sofía también estima que Franco vio a su esposo “como el hijo que no había tenido”.
El médico privado de Franco, doctor Vicente Pozuelo, dejó escrito que consideraba a los Príncipes como parte de su propia familia.
La Ley y los Principios: controversias sobre la idea de la Ley a la Ley.La Ley de Sucesión de 1947, en su artículo noveno, fijaba la obligatoriedad de que el sucesor jurara lealtad a las dos realidades jurídicas que formaban el entramado constitucional del régimen:
.- Las Leyes Fundamentales del Reino.
*.- Los “Principios que informan el Movimiento Nacional”. (Pero esos principios no estaban precisados, salvo que se entendiera como tales, a través del Decreto de Unificación, los puntos programáticos de Falange).Una de las batallas políticas de José Luis de Arrese fue la de fijar esos Principios que aseguraran la permanencia de la ideología que animaba al régimen, sin mención a la Monarquía y se aseguraba la pervivencia del Movimiento.El equipo de López Rodó, una vez frenados los proyectos de Arrese, preparó una nueva redacción, obra, en gran medida, de Fernández de la Mora, que sería la promulgada en 1958.
Los Principios Fundamentales eran los inspiradores de las leyes, de la acción política y del ejercicio de la misma en el Régimen (un corpus ideológico no negociable, no sujeto al debate político en el que se subsumían los principios del Tradicionalismo, del Derecho Público Cristiano y los conceptos joseantonianos. Estos principios no podían ser vulnerados ni modificados por el sistema constitucional que informaban; quizás sólo pudieran ser ampliados o matizados a través de un sistema de enmiendas siguiendo el modelo americano).
En el ordenamiento constitucional español, ante los Principios, las Leyes Fundamentales quedaban en un rango inferior. El juramento de fidelidad exigido al Jefe del Estado le convertía en el encargado de mantenerlas, observarlas y defenderlas. Como el propio Franco precisaría, no se trataba de un juramente único sino de un juramento doble y diferenciado.
Eliminada del ordenamiento la fórmula de reaseguro preconizada por Arrese al exigir que “la redacción de las leyes deba evitar que queden (los Principios y el Movimiento) a merced de los caprichos y de las veleidades posibles de los hombres teniendo como objetivo lograr la continuidad política fijando las facultades y funciones, dentro de un sistema de garantías políticas, que aseguren la adecuación de la gestión de gobierno a esos principios inmutables”.
El problema político de la redacción final era que todas las garantías consistían en la lealtad a un juramento. Para Francisco Franco, era imposible que un Rey no cumpliera lo que jurara, porque teniendo presente lo expuesto es evidente que prestar el mismo con cualquier tipo de reserva mental constituiría un engaño o una traición.
En la Ley de Principios, los tres artículos que acompañaban a la Declaración de Principios eran muy claros en su intención: los Principios inspiran las leyes; son de obligado cumplimiento para todos los cargos públicos; cualquier ley o disposición que los vulneren o simplemente eviten su cumplimiento en lo más mínimo serían nulas.
La Ley Orgánica del Estado cerró el entramado constitucional del régimen de Franco, en su artículo tercero, volvía a situar, por encima de la misma, a los Principios Fundamentales, que son “por su propia naturaleza, permanentes e inalterables”.
Algo que se reiteraría en la refundición en un solo documento de las Leyes Fundamentales del Reino, publicado unos meses después.En su exposición indicaba que la refundición mantenía la “permanencia e ineltarabilidad de los principios que las inspiran”, volviéndolos a situar en un plano distinto y superior a las leyes. La insistencia en la importancia de la correcta observación de los Principios resulta en la Ley Orgánica reiterativa.
El artículo sexto de la Ley obliga al Jefe del Estado a la “más exacta observancia de los principios del Movimiento y demás Leyes Fundamentales del Reino, así como de la continuidad del Estado y del Movimiento Nacional”.
Leyendo la ley, difícilmente, desde su óptica, si se aceptaba el juramento de las leyes, se podía promover una acción contra lo que precisamente se había encomendado.
La Ley Orgánica, también limitaba los poderes del Jefe del Estado, cuyas decisiones necesitaban el refrendo del presidente del gobierno, del ministro correspondiente o del presidente del Consejo del Reino según los casos.
Además, al Consejo Nacional se le encomendaba la misión de “defender la integridad de los Principios del Movimiento Nacional”, correspondiéndole velar porque las leyes se ajusten a los mismos y puedan ejercer, en caso contrario, el recurso de contrafuero.
La Transición (la reforma-ruptura realizada por don Juan Carlos, a través de Adolfo Suárez y Torcuato Fernández Miranda) fue “un pequeño golpe de estado legal”, el artículo 59 de la Ley era determinante y no abierto a interpretación al afirmar en su apartado primero: “es contrafuero todo acto legislativo o disposición del gobierno que vulnere los Principios del Movimiento Nacional o las demás Leyes Fundamentales del Reino”.
Además, en la refundición de las leyes se recordaba de forma taxativa que “serán nulas las leyes y disposiciones de cualquier clase que vulneren o menoscaben los Principios proclamados en la presente Ley Fundamental del Reino”.

De con las leyes del Régimen, la Ley de la Reforma Política era en derecho nula y el axioma de ir de la “Ley a la Ley” una justificación, porque la reforma lo que en realidad implicaba era una ruptura realizada desde el poder. Fue en realidad, si nos ceñimos a lo dispuesto en las leyes, un golpe de estado legislativo. Josep Meliá, un hombre de la Reforma, escribió: “con arreglo a derecho, Blas Piñar y todos los ultras tienen razón. Porque el proyecto de Ley de Reforma Política incurre en contrafuero”.
La redacción definitiva de las leyes logró un complejo sistema de relaciones orgánicas entre los poderes e instituciones del Estado, que incluía un fuerte sistema de seguridades que, en teoría, hacía imposible que las leyes vulnerasen la filosofía del Régimen.
Tenía, en este sentido, razón Franco cuando afirmaba que “todo estaba atado y bien atado”: ni el Presidente del Gobierno, ni el de las Cortes, ni el Consejo del Reino, ni las propias Cortes o el Jefe del Estado podían pasar por encima de los Principios, a no ser, claro está, que todos estuvieran de acuerdo en vulnerar las leyes, pero esto era algo impensable para Franco.
Lograr la aceptación de esas instituciones, de un modo u otro, al impulso del Jefe del Estado, se basó la primera fase de la Transición que condujo a la Ley de Reforma Política.
Las leyes obligaban a todos, desde el Jefe del Estado hasta el último de los procuradores y consejeros nacionales, a la defensa activa de los principios y a evitar su vulneración.
Ahora bien, el sistema legal de seguros estaba pensado en función de posibles actos gubernativos. Frente a éstos estaba la capacidad del Consejo Nacional para operar como Tribunal Constitucional. Lo que no estaba previsto es que el Consejo Nacional no ejerciera esa misión a través de los vericuetos legales, porque la hipótesis que Franco nunca barajó fue que el Jefe del Estado, la pieza clave, se convirtiera en el elemento activo que impulsara la conculcación de los Principios.
Para ello, Juan Carlos se benefició de los poderes de Franco. Poderes que aunque legalmente no heredaba, si quedaban en su acervo personal por la inercia propia de la situación. Esta legitimidad le abrió las puertas de las instituciones del régimen para su demolición. Para ello fue necesario controlar las instituciones mediante hombres vinculados a sus propósitos de cambio.
El compromiso de 1969.
Lo que se produce en julio de 1969, de acuerdo con la legislación vigente, es una instauración convertida en reinstauración por el hecho de que el sucesor es heredero directo de la rama reinante hasta 1931.


No es una restauración porque no se vuelve a la legitimidad de 1876, sino que se llega al trono a partir de la realidad engendrada por el 18 de julio. Es lo que el Príncipe afirma en su discurso: “quiero expresar, en primer lugar, que recibo de Su Excelencia el Jefe del Estado, Generalísimo Franco, la legitimidad política surgida del 18 de julio de 1936 en medio de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos tristes, pero necesarios, para que nuestra Patria encauzase su nuevo destino”.
Después recordará que “pertenece por línea directa a la Casa Real Española”, ¿reivindicando que su legitimidad venía de más allá del Régimen?.
El al final reitera, “estoy seguro de que mi pulso no temblará para hacer cuanto fuera preciso en defensa de los principios y leyes que acabo de jurar”.
Hay testimonios que indican que el ya Príncipe de España no tenía intención de preservar esos Principios Fundamentales, sino hacer evolucionar el sistema hacia formas democráticas (lo difícil el cómo y en qué forma se podría realizar semejante operación política y si tendría que conservar alguna de las aportaciones del Régimen).
Conocía la posibilidad de cambiar el régimen desde la legalidad, evitando la oposición de las instituciones. Según testimonia doña Sofía, a Juan Carlos le preocupaba la fórmula del juramento: “no quería ser perjuro. Ni que alguien pudiera llamarle perjuro”. El propio rey ha dicho: “son muy pocos los que hablan de lo mal que lo pasé yo antes de prestar un juramento de fidelidad a unos Principios que yo sabía que no podía respetar”.
El 18 de julio de 1969 tuvo lugar la célebre conversación entre don Juan Carlos y Fernández Miranda, en la que, de algún modo, se selló el mecanismo de la Transición. El profesor tranquilizó su conciencia con el siguiente razonamiento: “al jurar las Leyes Fundamentales, las juráis en su totalidad; por lo tanto, también juráis el artículo 20 de la Ley de Sucesión, que dice que las leyes pueden ser derogadas y reformadas. Luego aceptáis desde ellas mismas esa posibilidad de reforma”.
Para Fernández Miranda, los Principios no era una realidad distinta a las Leyes Fundamentales sino parte de las mismas y por tanto modificables.
La reforma era posible si se hacía de acuerdo con lo establecido por las leyes y ese camino evitaría el continuo empezar de nuevo de la anterior historia de España desde las Cortes de Cádiz. Lo que en realidad había encontrado era un vericueto legal, una trampa jurídica que él sabía contraria tanto a la inspiración como a la intención de las leyes y a la propia filosofía política del régimen.
Torcuato no ignoraba que los Principios estaban situados en un rango superior. El argumento, en definitiva, era válido tan solo en la medida en que se quisiera compartir; porque, como ya hemos apuntado, éstos no eran, como sostiene el profesor del Príncipe, síntesis de las leyes sino inspiradores de las mismas. No eran resumen de su filosofía sino la filosofía que las impregnaba.


Torcuato tuvo, además, buen cuidado de no hacer referencia al artículo tercero de la Ley de Principios que declaraba nula cualquier ley que entrara en colisión con los mismos. Y el recurso de contrafuero era práctica parlamentaria habitual en la época.
Don Juan Carlos, años después comentaría, “aquello que me decía Torcuato de que toda ley lleva en sí misma el principio de su reforma y que nada es eterno y que todo se puede cambiar por la vía de la legalidad sonaba muy bonito, pero una cosa es hablar de ello y otra hacerlo”.
El piloto del cambio.En “Todo un Rey” se dice: “cuando Franco le nombró Príncipe de España, Juan Carlos programó cada minuto de su vida para preparar la Transición en el momento oportuno. Sin perder nunca el respeto personal a Franco”.
Nicolás de Cotoner, marqués de Mondéjar, en el prólogo a la obra de los familiares de Fernández Miranda, significativamente titulada “Lo que el rey me ha pedido”, dice “que nuestro Rey ha sido el motor del cambio, el empresario de la obra y el piloto que manejó con pulso firme la nave del Estado en su travesía hacia la orilla democrática”. Pero tras el juramento y la decisión de cambiar el régimen no existía certeza sobre el cómo hacerlo.Lo que sí se puede afirmar es que en 1969 don Juan Carlos debió moverse en la órbita de los sectores aperturistas del régimen.Entre 1969 y 1975 el Príncipe fue adquiriendo el compromiso de no ser el continuador de la obra política de Franco, sin que esto significase que renegar o poner en tela de juicio la legitimidad que le había hecho rey.
En el período que va desde 1969 a 1975 dos tiempos en la acción del motor del cambio:*.- En el primero, el Príncipe juega con la hipótesis de ser rey en vida de Franco. En ese marco, los cambios por fuerza deberían ser muy lentos y dentro de los límites de lo que se venía denominando el reformismo del régimen, en el que militaba una joven generación de burócratas del Movimiento.
*.- El segundo tiempo vendrá determinado por la asunción del hecho de que no sería rey en vida de Franco. Ante el después de Franco se dedicaría a dar a conocer cuál era su proyecto tanto a la oposición como a los ambientes internacionales.
El Gobierno formado en octubre de 1969, el gobierno del Príncipe, hechura de Laureano López Rodó, estaba destinado a presidir la proclamación de Juan Carlos como rey. En el mismo figuraba, como Ministro Secretario General del Movimiento, un hombre de la confianza del Príncipe, Torcuato Fernández Miranda.
Un gobierno que se movía dentro de la órbita reformista y aperturista del momento que en cierto modo trataba de ir sentando las bases para un cambio. Torcuato se proponía consumar, bajo la aparente ortodoxia de las palabras, la desfalangistización del Movimiento para convertirlo en una estructura de apoyo a la Monarquía.
Las denuncias contra este gobierno por parte de los sectores más militantes del régimen, acusado de querer desmantelar el régimen y socavar el prestigio de Franco arreciaron y finalmente tanto Franco como Carrero se hicieron eco de las mismas. Mientras, el Príncipe continuaba dando muestras de lealtad a Franco y a los Principios Fundamentales en los primeros discursos públicos que pronuncia. Es el hombre que mide las palabras para no despertar recelos.
Apoya el proceso de desmantelamiento del Movimiento que muchos pretenden incluso desde el Gobierno o sus aledaños, conclusión lógica de parte de la política de los sesenta; como otros, cree que la estrategia acertada es que el Movimiento se vaya diluyendo; se muestra partidario de que se produzca la separación de la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno; quiere las asociaciones políticas porque ellas abrirán las puertas a los partidos.
Su opción parece ser la evolución lenta, quizás conservando algunos elementos del régimen. Probablemente está en la órbita de lo que desde hace años ha planteado la política exterior americana como salida al régimen de Franco: un sistema con dos grandes fuerzas que no cuestionen el orden.
Cuando esté próxima la muerte de Franco se planteará impulsar la formación de esas fuerzas.
El presidente Nixon, al conocer sus propósitos durante su visita a los EEUU en 1971, le recomendó tranquilidad en un camino donde lo importante era conservar el orden y la estabilidad.
Pero también en esos años hizo llegar a los centros de opinión internacionales su intención de hacer cambiar el sistema. En 1970, el prestigioso articulista, Richard Eder publicó un importante artículo bajo el título de “Juan Carlos quiere una España democrática”.
Conforme avancen los años setenta y la decadencia de Franco se haga más evidente mayor será la actividad del piloto del cambio.
En 1971 visitó los EEUU, en 1972 la República Federal Alemana. Después, a través de colaboradores, buscó convencer a la oposición de sus deseos de cambio. A través de José Mario Armero llegó hasta Felipe González. También enlazará con Luis Yañez y Luis Solana. En el maletero de Puig de la Bellacasa llegan a la Zarzuela hombres como Jordi Pujol o Leopoldo Torres.
En 1972, Herrero de Miñón publicó en Cuadernos para el Diálogo su trabajo “El Principio Monárquico”, en el niega la inmutabilidad de los Principios e indica que la clave está en la utilización del artículo 10 de la Ley de Sucesión, confiando a la Corona, gracias a su poder soberano, la misión de poner en marcha el cambio.
En 1974, Rafael Arias Salgado, había defendido que el cambio debería ser obra de un gobierno liberalizador.
Jorge Esteban publica la obra “Desarrollo Político y Constitución Española” y Fernández Miranda “Estado y Constitución”, defendiendo su idea de que “el único camino para erradicar las leyes que no nos gustan es trabajar para conseguir cambiarlas desde los mecanismos de reforma en ellas establecidos.
En 1973, Franco decidió separar la Presidencia del Gobierno de la Jefatura del Estado nombrando presidente a un hombre leal, Luis Carrero Blanco. El gobierno está también pensado de cara al momento de la sucesión real pero es muy distinto al de 1969. Carrero supone la continuidad del régimen y un escollo para un cambio absoluto, pero lo corta un atentado terrorista de ETA.
El propio don Juan Carlos ha precisado que de vivir el Almirante, un hombre que en silencio había trabajado por la restauración de la Monarquía y por don Juan Carlos, no hubiera podido desmantelar el régimen tan rápidamente, aunque creía que Carrero, finalmente, no se le hubiera opuesto presentándole su dimisión.
Don Juan Carlos ya trabajaba abiertamente para el cambio político, quedaba diseñar el camino legal.
Franco murió el 20 de noviembre de 1975. Probablemente era consciente de que su régimen no le sobreviviría. En su última conversación con el hombre al que, en definitiva, le había hecho rey, ya en la Ciudad Sanitaria de La Paz, sólo pidió al Príncipe una cosa: que preservara la unidad de España: “la última vez que le ví ya no se encontraba en estado de hablar. La última frase coherente que salió de su boca, cuando ya se hallaba prácticamente en la agonía, es la que he mencionado ya, referida a la unidad de España. Más que sus palabras, lo que me sorprendió sobre todo fue la fuerza con que sus manos apretaron las mías para decirme que lo único que me pedía era que preservara la unidad de España. La fuerza de sus manos y la intensidad de su mirada. Era muy impresionante. La unidad de España era su obsesión. Franco era un militar para quien había cosas con las que no se podía bromear. La unidad de España era una de ellas”.
Esa España que, como afirma el propio Rey, es la que le permitió llevar a cabo la Transición: “todo lo que hice cuando me vi con las manos libres pude hacerlo porque antes habíamos tenido cuarenta años de paz. Una paz, estoy de acuerdo, que no era del gusto de todo el mundo, pero que de todos modos, fue una paz que me transmitió unas estructuras en las que me pude apoyar”.