Domingo 07 de mayo de 2017, 21:07h
Luis María ANSON
La verdad es que
la zozobra ha sido escasa y la incertidumbre inexistente. Las encuestas muchas
veces no aciertan pero esos errores suelen producirse cuando la diferencia
entre los candidatos se mueve en la proximidad. En Francia, y a lo largo de las
últimas dos semanas, los sondeos menos optimistas otorgaban 20 puntos de
diferencia a favor de Emannuel Macron, que ha terminado ganando en el entorno
de los 30. Las Bolsas han permanecido tranquilas y nadie se ha puesto nervioso.
Europa respiraba con serenidad y los resultados han confirmado las razones de
la general tranquilidad. El vencedor de las presidenciales francesas ha sido el
europeísmo.
El presidente De
Gaulle estableció en la ley electoral la doble vuelta para dificultar la
victoria del extremismo izquierdista, es decir del Partido Comunista. Con la
Unión Soviética en plena actividad y la Guerra Fría amenazando, Charles De
Gaulle articuló una fórmula que paralizara a la ultraizquierda.
En lo que
seguramente no pensó el general es que el procedimiento electoral por él
establecido terminaría resultando especialmente útil para rechazar a la extrema
derecha. Y eso es lo que ha ocurrido por segunda vez en Francia. Ni
combinaciones entre los partidos ni concesiones espurias ni tinglados circenses
ni ingobernabilidad. A la segunda vuelta pasan los dos candidatos con más votos
y hay que decidir entre ellos.
Aunque Marine Le
Pen defendía una posición más abierta que su padre, estaba claro que los
simpatizantes de los partidos democráticos derrotados en la primera vuelta iban
a respaldar a Macron. A cerdeado la nueva extrema izquierda francesa, la que
encabeza el Pablo Iglesias galo, porque Mélenchon y muchos de sus partidarios a
lo que aspiran es a quebrantar el sistema y para eso les resultaba mas
conveniente la victoria de Marine Le Pen. Los extremos se tocan.
De lo que se trata ahora es de mirar hacia el futuro. El
brexit ha sido derrotado en las elecciones francesas y los ingleses pagarán la
alta factura económica del referéndum que puso en marcha la veleidad política
de Cameron. Macron se va a enfrentar con graves dificultades en Francia, está
claro. Hay que ayudarle a que las supere por el bien de Europa y del
europeísmo.
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