Las palabras heridas es la última novela de
Jordi Serra i Fabra, publicada por Siruela.
Carmen
Carbonell
2017-05-16
Hay temas que son complicados de explicar a los niños, entre
ellos está la maldad humana. A menudo me pregunto sobre el Holocausto, sobre lo
importante que es mostrar el horror, pero de manera pedagógica: sin crear
traumas, y sin banalizar el sufrimiento.
Cuando estaba en el colegio leí (me 'obligaron a leer') el
libro de Viktor Frankl titulado El hombre en busca de sentido. En
él, este psiquiatra austriaco relata -en primera persona- cómo es vivir en un
campo de concentración. Él pasó por varios campos de exterminio nazis,
incluidos Auschwitz y Dachau,
y fruto de esa horrible experiencia escribió este libro, en el que relata cómo
pese a estar prisionero y sufrir las más terribles vejaciones, nunca dejó de
ser libre, ya que es el libre alberdío la última pertenencia del ser humano:
esa que nadie nos podrá arrebatar.
En una línea parecida escribe Jordi Serra i Fabra, uno de los autores de literatura infantil y
juvenil que más libros vende, este libro: Las palabras heridas. Está
ambientado en un campo de concentración de algún país asiático, que no precisa,
bajo una férrea dictadura. En mi mente se dibujó Corea del Norte, con el yugo
del sátrapa Kim Jong-un, pero podría ser
cualquier otra, porque los métodos empleados en sistemas totalitarios tienen
características comunes.
Li Huan es un joven que comienza su formación militar en un
país de Asia, en un campo de
reclusión, donde le encomiendan la custodia de unos presos políticos. El
Gran Padre, líder del único partido, ha prohibido cualquier pensamiento que
cuestione la doctrina oficial. Tan solo está permitida la lectura del 'Libro único', en el que se resume la
ideología del mandatario, y que funciona como manual de instrucciones
del sistema.
Entre los presos allí hacinados, el soldado Huan se
encuentra con un profesor: el recluso que ocupa la celda número 7. Le han
alertado sobre su extrema peligrosidad, ya que es capaz de ponerte en riesgo
con tan solo unas palabras. Por eso, precisamente, está allí recluido. Y por
eso es de vital importancia
censurar las cartas que escribe a su esposa, actividad que -en un
gesto de magnanimidad del amado líder- ha permitido recientemente.
La labor de
censor que desempeña Li Huan es harto compleja por los dobles sentidos, las
palabras llenas de significado, las composiciones poéticas... Por su exceso de
celo, tacha todo cuanto ve incendiario y lo que no lo es tanto, por su
inseguridad. Este preso logra sacar lo peor del recluta, que comienza a apuntar
en un cuaderno todo lo que cercena en las cartas.
La represión es el modo en el que canaliza el odio: palizas,
castigo, inanición... muerte. Las mil y una maneras de aniquilar la voluntad
humana. Así es la maldad del
hombre, que en este relato se plantea como una dualidad: el
enfrentamiento entre el carcelero y el recluso.
Es un libro que invita a reflexionar sobre las palabras, la
educación y la libertad. Se enmarca dentro de la colección Las tres
edades, orientada precisamente a un público muy amplio: de jóvenes a
adultos. Es complicado, por tanto, hablar de una edad recomendada, por el tema
que aborda. Buen pretexto para tratar temas complejos pero que son imprescindibles.
Un libro duro, porque no se puede maquillar el horror, tan solo contarlo de una
manera ordenada.
Jordi Sierra i
Fabra, Las palabras heridas, Editorial Siruela, 2017. 1
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