Jueves 25 de mayo de 2017, 13:07h
Pedro Sánchez no pretende hacer una purga al estilo comunista. Conforme a la tradición socialista, tomará medidas poco a poco hasta que todos los órganos del partido queden dominados por pedristas.
Parece claro que Susana Díaz se resistirá en Andalucía, donde conserva todavía el control de la Autonomía. Pero va creciendo, incluso en su entorno, la idea de que la lideresa no da la talla. Ha dispuesto de los más suculentos apoyos y ha perdido de forma casi insultante. Su derrota ha sido un descalabro. Partió de la prepotencia y la suficiencia, tardó hasta la náusea en decidir su candidatura y los seis meses de campaña real de los que dispuso Pedro Sánchez permitieron al secretario general movilizar las redes, que es donde se cuecen las victorias, sobre todo por lo que respecta a las nuevas generaciones.
Pedro Sánchez ha tomado ya medidas purgatorias. No se detendrá. Avanzará lento pero seguro. Y como en el futuro no tiene otra alianza seria que la de Podemos, se desplazará del centro escorando el partido hacia la izquierda hasta la frontera ultra. La templanza de Josep Borrell le impedirá cometer locuras mientras el secretario general escuche al que fue presidente del Parlamento europeo.
Si las maniobras de la moción de censura no prosperan, Pedro Sánchez lo pasará mal porque Mariano Rajoy convocará elecciones generales anticipadas cuando despeje el problema catalán y las encuestas le den claro vencedor. Una tercera derrota en las urnas comprometerá la continuidad de Pedro Sánchez y en los conciliábulos del PSOE se habla ya de un hombre joven y nuevo que encabece el partido si Sánchez vuelve a salir derrotado. Por el momento el secretario general se dedica sin pausa y tal vez con prisa a instrumentar la purga que le dará el control absoluto del centenario partido que engrandeció Felipe González.
Luis María ANSON
de la Real Academia Española |
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