El destino del oro del Banco de España
Indalecio Prieto
"Afirmo - he dicho refiriéndome a
apoyos que recibimos en el curso de la guerra- que pueden anular o amortiguar
nuestra gratitud los aspectos lucrativos del auxilio de la URSS y de los
partidos comunistas que la secundaban".
Véanse estos ocho puntos que dejé
sentados en 1939 y que nadie ha desmentido:
1.-El
Partido Comunista francés había administrado, para compras de material
de guerra, dos mil quinientos. millones de francos entregados por Negrín, sin
que la administración de tan enorme suma la hubiese controlado, poco ni mucho,
ningún funcionario del Estado español.
2.- El Partido Comunista francés había
retirado para sí, quizá como beneficios de intermediario, cantidades
considerables del dinero entregado por Negrín.
3.- La propaganda, pública primero y
clandestina después, del Partido Comunista francés se costeaba con dinero así
extraído del Estado español, pues los auxilios de la III Internacional eran nulos y el producto de las cotizaciones
distaba muchísimo del gasto enorme de esa propaganda.
4.- Ávido de dinero, el Partido
Comunista francés, rectificando constantemente sus liquidaciones por nadie
examinadas, reclamaba con frecuencia mayores sumas a los señores Negrín y
Méndez Aspe, (este último, ministro de Hacienda).
5.- El espléndido diario comunistoide
"Ce Soir", remedo del triunfante "París Soir “, se sostenía con fondos de los suministrados
por Negrín
6.- La flota, compuesta de doce buques,
perteneciente a la France Navigation, era
propiedad de España, pues con dinero español se compraron todos los barcos, no
obstante lo cual los comunistas franceses, administradores de dicha Compañía,
se negaron a devolverlos, considerándolos suyos.
7.- Uno de los barcos de la France
Navigation, el "Winnipeg", se fletó por el S.E.R.E. (entidad de
auxilio a los expatriados establecida por Negrín) para transportar exiliados a
Chile, aumentando de esa manera sus ingresos los comunistas franceses, mediante
el novísimo sistema de arrendar a alto precio a los españoles un buque que
pertenecía a los españoles.
8.
Parte del tesoro español sacado de nuestro territorio al evacuarse
Cataluña estaba custodiado por comunistas franceses.
En cuanto al lucro de Rusia, el relato
que ahora reitero aquí es ciertamente asombroso.
El 25 de Octubre de 1936 se embarcaron
en Cartagena con destino a Rusia siete mil ochocientas cajas llenas de oro,
amonedado y en barras, oro que constituía la mayor parte de las reservas del
Banco de España.
Previamente, el señor Negrín, como ministro de Hacienda (todavía no era
presidente del Consejo), obtuvo el acuerdo del Gobierno y la firma del
Presidente de la República para un decreto autorizándole las medidas de seguridad
que estimara indispensables en cuanto al oro del Banco de España. Como miembro
de aquel Gobierno, acepto la responsabilidad que me corresponde por el acuerdo,
aunque ni los demás ministros ni yo conocimos el propósito perseguido. Ignoro
si llegó a conocerlo el entonces Presidente del Consejo, Francisco Largo
Caballero.
El embarque se verificó con gran
misterio. Si yo me enteré fue por pura casualidad, a causa de haber llegado a
Cartagena para asuntos del servicio --era yo ministro de Marina y Aire- cuando
el embarque se efectuaba bajo la dirección personal de los señores Negrín y
Méndez Aspe.
Cuatro empleados del Banco embarcaron en
el buque que conducía el precioso cargamento. No se les dijo a dónde iban.
Creyeron que desembarcarían en Port Vendres, Sete o Marsella y aparecieron...
en Odesa. El 6 de noviembre llegaron con nuestro oro a Moscú. Y allí, ocurrió
algo que también merece ser narrado. Los funcionarios del Grosbank miraban y
remiraban minutos enteros cada pieza y la pesaban y repesaban. Los empleados
del Banco de España, acostumbrados a gran celeridad en operaciones semejantes,
no se explicaban tamaña lentitud, por la cual se invirtieron varios meses en el
recuento. Pero esta lentitud obedecía al deseo de justificar la permanencia en
Rusia de quienes habían ido custodiando la mercancía. A toda costa se quería
impedir su regreso a España para que no se divulgara el enorme envío de oro.
Las familias de los viajeros se inquietaban por desconocer el paradero de
éstos, y para calmar su intranquilidad se las embarcó también, sin decirles
adónde iban, _y se las llevó a Rusia.
La entrega del oro, tan meticulosamente
pesado y medido, había de concluir algún día, y concluyó. Los bancarios
creyeron entonces que, terminada ya su misión, tornarían a España. Mas sus
reclamaciones en ese sentido ante nuestro Embajador, don Marcelino Pascua, eran
inútiles. No se les consentía salir; estaban confinados con sus familias en
Rusia. Al cabo de dos años, cuando la guerra se extinguía, el Encargado de
Negocios, don Manuel Martínez Pedroso, logró romper aquel confinamiento. Pero a
los cuatro bancarios no se les repatrió. En España podían hablar más de la
cuenta. Y con objeto de evitarlo se les desparramó por el mundo: uno fue a dar
con sus huesos a Buenos Aires, otro a Estocolmo, otro a Washington y otro a
México. Al mismo tiempo desaparecían de la escena los altos funcionarios
soviéticos que intervinieron en el asunto: el ministro de Hacienda, Grinko; el
director del Grosbank, Marguliz; el subdirector, Cagan; el representante del
ministerio de Hacienda en dicho establecimiento de crédito, Ivanoski; el nuevo
director del Grosbank, Martinson... Todos cesaron en sus puestos, varios
pasaron a prisión y Grinko fue fusilado.
Entre tanto, una revista gráfica,
"La URSS en Construcción", dedicaba un número especial al aumento de
las existencias de oro en Rusia, atribuyéndolo al desarrollo de la explotación
de los yacimientos auríferos de Rusia. Era el oro de España. Rusia no ha
devuelto ni una sola onza.
México, D. F.,
Marzo de 1953.
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