Arturo Mas ha decidido tirar la casa por
la ventana y financiar con dinero público a todos los organismos que apoyen el
referéndum.
Hay ya muchos listos oportunistas que
están organizando asociaciones y fundaciones o aprovechándose de algunas ya
existentes para extender la mano y recibir el maná que Arturo Mas está
derramando.
Arturo Mas ha beneficiado en los últimos
meses con 13 millones de euros a la Unió de Federacions Esportives de
Catalunya; a Omnium Cultural con más de 3 millones; al Consejo Nacional de la
Juventud con 890.000 y a una serie de camelancias hasta llegar a los 65
millones hasta ahora despilfarrados.
Mientras se reducen al mínimo los
presupuestos para Sanidad, Educación, obras sociales, Arturo Mas derrocha a
manos llenas a los que anuncian su apoyo al referéndum que es la obsesión casi
enfermiza del presidente de la Generalidad.
El déficit catalán ha escalado cifras
que se enfrentan a las exigencias de Bruselas. La deuda de la Generalidad
resulta abrumadora y apabullante. El Gobierno de España se desangra ayudando a
Cataluña.
Pero Mas no regatea un euro en sus
embajadas, en los organismos secesionistas, en las iniciativas todas en favor
de su consulta. No hay dinero para nada, salvo para publicitar el referéndum.
Dinero, en fin, de todos los españoles que Arturo Mas despilfarra sin control
ante la pasividad del Gobierno nacional y la lenidad de las autoridades
económicas.
Luis María ANSON
La realidad es muy distinta, tanto la
histórica como la actual. De los siete millones de personas que viven en
Cataluña, la mitad habla catalán, mientras todos, los siete millones, se
expresan en castellano.
El Gobierno socialista de Cataluña,
encabezado por Montilla, está haciendo lo mismo que hizo Franco pero al revés.
La persecución del castellano es una de
las maniobras más inicuas que recuerda la cultura española.
La ruda y pura verdad es que, hoy, en
Cataluña, no se puede escolarizar a ningún niño en castellano.
Y que el idioma de Cervantes, de Marsé y
Mendoza está siendo erradicado hasta de los rótulos de los comercios, con fuertes
multas a quien no cumpla las instrucciones derivadas del sectarismo
decimonónico de Carod Rovira.
Luis María ANSON
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