sábado, 14 de marzo de 2015

CATALUÑA SE HARTA DEL SEPARATISMO

LA última encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat catalana confirma un dato anticipado por otros sondeos: Cataluña se está cansando del separatismo.
A la pregunta directa de si apoyan la independencia, el 48 por ciento de los encuestados contestan negativamente, frente al 44 por ciento que se muestran a favor, con cerca de un 8 por ciento de ciudadanos que no contestan.
Para cualquier independentista, este resultado es desolador, porque se produce después de años de tensión separatista contra el Estado, en los que se ha pretendido romper el orden constitucional y se ha sembrado la crispación entre catalanes.
La expectativa de unas elecciones anticipadas para el mes de septiembre, que se han presentado como plebiscitarias o constituyentes, se torna sombría para los nacionalistas, especialmente para CiU, que podría arrepentirse de haber aceptado el acuerdo con ERC para dar por finiquitada la legislatura anticipadamente.
La continuidad del poder está en peligro y esto es insufrible para CiU.
La estimación de voto para las fuerzas políticas refleja ese descenso de la tensión nacionalista.
CiU se queda en el 19,5 por ciento de los votos, con 31 o 32 escaños, y los republicanos de Esquerra en el 18,5 por ciento, con 30 o 31 escaños.
Ciudadanos, como tercera fuerza, y Podemos, cuarta, obtienen un porcentaje de voto similar y la misma previsión de escaños, entre 16 y 17 para cada una de estas formaciones.
Los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE, descienden al quinto y sexto puesto respectivamente, sufriendo una pérdida de apoyo que obliga a ambos partidos a preguntarse cómo es posible que no se beneficien política y socialmente del fracaso nacionalista.
La revisión de su acción en Cataluña es una tarea urgente, porque la reducción del constitucionalismo nacional a menos del 20 por ciento es una expectativa muy negativa para futuras confrontaciones con el nacionalismo.
Este estudio del CEO demuestra que los nacionalistas no han superado el examen de la crisis que ellos mismos han provocado.
CiU, con Artur Mas al frente, vivía mejor cuando estaba instalado en la ambigüedad para gestionar sus relaciones con el Gobierno.
Forzaron la discordia con el resto de España y se la han encontrado en su seno.
Quisieron convertir la anormalidad y la ilegalidad en el clima natural de Cataluña y Cataluña se está hartando.
Pero no bastará con que fracase políticamente el nacionalismo para que este proceso de ruptura quede definitivamente zanjado.
El PP y el PSOE deben preparar el día siguiente a la decisión del nacionalismo gobernante de volver a disfrazarse de moderación e invitar al diálogo, y diseñar la respuesta política que debe recibir el nacionalismo cuando llegue ese momento: nada sin lealtad definitiva a la Constitución y a España

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