miércoles, 6 de diciembre de 2017

CHÚPATE ESA

El madrileño castizo, sobre el que carga una dilatada literatura costumbrista, suele simplificar con un “chúpate esa”, jugadas como la que el juez Pablo Llarena le ha hecho al expresidente felón Carlos Puigdemont.
Dos siglos largos de dominio, la sombra alargada del duque de Alba, la imagen implacable de Felipe II han dejado una huella de hostilidad hacia España en una parte de la sociedad belga. Para colmo, un sector de la Bélgica flamenca está por la independencia de su región en una posición decimonónica relativamente parecida a la del expresidente prófugo.
Pablo Llarena se ha dado cuenta del riesgo de que la Justicia belga termine por decretar la extradición del fugitivo pero eliminando el delito de rebelión entre los cargos. Así que ha retirado la orden europea en contra de Puigdemont. Que se quede en Bruselas o en donde le venga en gana, pero si vuelve a España será detenido y juzgado por delitos de rebelión, sedición y prevaricación. Es decir, por el intento de golpe de Estado que perpetró a la vista de todos.
Me parece que ha sido un sagaz acierto jurídico la decisión del magistrado del Supremo. También político. Donde las dan, las toman. Carlos Puigdemont, Oriol Junqueras, Carmen Forcadell, Arturo Mas y sus cómplices deben tomar conciencia de que la maquinaria de la Justicia española está en marcha. El Estado de Derecho descargará todo el peso de la ley sobre las espaldas de los presuntos golpistas.

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