"Ellos,
esos hijos de puta, tienen en las manos y en el computador su futuro y el de
sus hijos"
Periodista
Digital, 04 de junio de 2012 a las 08:58
No crean riqueza, sino que especulan y en cuanto sale bien la primera
operación ya están arriesgando más en la segunda.
El
escritor Arturo Pérez Reverte publicó en el año 1998 un artículo que describe a
la perfección una sociedad con una crisis económica y social como la actual,
dando detalles muy difíciles de predecir con tantos años de antelación.
Ahora,
catorce años después, parece una visión de Nostradamus.
Reverte
apunta en 'Los amos del mundo',
publicado en 'El Semanal' a una sociedad en los que "ellos, esos
hijos de puta, tienen en las manos y en el computador su futuro y el de sus
hijos", y "le van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete o
de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro".
"Ellos
estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, van a la Bolsa de Madrid o
a la de Wall Street y dicen cosas como 'long-term capital management y hablan
de fondos de alto riesgo, acuerdos multilaterales de inversión y neoliberalismo
económico salvaje".
En
su pieza, que ahora rescata 'El País', añade:
"No
crean riqueza, sino que especulan. Y en cuanto sale bien la primera operación
ya están arriesgando más en la segunda", detalla, dando en el clavo con lo
ocurrido en los últimos años, y asegurando que "hasta entidades bancarias
oficiales comprometen sus reservas de divisas".
"De
pronto, resulta que el invento tenía sus fallos y que era alto riesgo de
verdad. Y entonces, todo el tinglado se va a tomar por saco".
"Y
esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía
mundial, muestran su lado negro. Y entonces, mientras los beneficios eran para
los tiburones que controlaban el cotarro, resulta que las pérdidas no".
"Las
pérdidas, el mordisco financiero, recaen directamente sobre las espaldas de
todos nosotros. El beneficio era privado, los errores son colectivos y las
pérdidas hay que socializarlas acudiendo con medidas de emergencia y con fondos
de salvación".
Reverte
concluye el artículo afirmando: "eso es lo que viene, me temo".
"Nunca
faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores. Así que podemos ir
amarrándonos los machos. Es el panorama que los amos de la economía mundial nos
deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de
tanta especulación y de tanta poca vergüenza".
"No
crean riqueza, sino que especulan. Y en cuanto sale bien la primera operación
ya están arriesgando más en la segunda", detalla, dando en el clavo con lo
ocurrido en los últimos años, y asegurando que "hasta entidades bancarias
oficiales comprometen sus reservas de divisas".
"De
pronto, resulta que el invento tenía sus fallos y que era alto riesgo de
verdad. Y entonces, todo el tinglado se va a tomar por saco".
"Y
esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía
mundial, muestran su lado negro. Y entonces, mientras los beneficios eran para
los tiburones que controlaban el cotarro, resulta que las pérdidas no"
"Nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores. Así
que podemos ir
amarrándonos los machos. Es el panorama que los amos de la
economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y
tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza".
"No crean riqueza, sino que especulan. Y en cuanto sale bien la
primera operación ya están arriesgando más en la segunda", detalla, dando
en el clavo con lo ocurrido en los últimos años, y asegurando que "hasta
entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas".
"De pronto, resulta que el invento tenía sus fallos y que era alto
riesgo de verdad. Y entonces, todo el tinglado se va a tomar por saco".
"Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más
peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, mientras los
beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro, resulta que las
pérdidas no"
Los amos del Mundo / Arturo Pérez-Reverte
Artículo premonitorio del escritor y periodista cartagenero Arturo
Pérez-Reverte, publicado en "El Semanal" el 15 de noviembre de 1998,
y que ahora, diez años después, se revela como una auténtica profecía:
"Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni
se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos,
en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de
sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar
al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del
cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una
ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un
máster en Tokio -o al revés-, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la
de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y
hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de
neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que
circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a
atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el consuelo
de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no
tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las
finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre
terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca
pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones
fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía
productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con
humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al
carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder; el riesgo es
mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de
prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y
entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión
de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio
euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la
aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo
que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en
la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por
ciento no se encuentran todos los días.
Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía
real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y
palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus
reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus
fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto
riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos
fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía
mundial, muestran su lado negro. Y entonces -¡oh, prodigio!- mientras que los
beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que
especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos
pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al
Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces
resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las
pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con
fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.
Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial,
la pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de trabajo,
Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de
infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las
seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa
de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de
especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.
Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los
amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo
económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca
vergüenza."
Arturo Pérez-Reverte.
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