26-10-2009, Javier Ruperez
No hace falta haber cumplido setenta
años en Daimiel o en toda la comarca que rodea al gran poblachón manchego para
acordarse de los tiempos en que los humedales de la zona necesitaban de barcas
para transitar por ellos, que desde el pueblo hasta Carrión de Calatrava,
Calatrava la vieja, la sede originaria de los templarios, todo era un lucido
lago.
Y si muchos todavia recuerdan la pesca
que los parajes ofrecían no son pocos los que señalan el sitio en que se
encontraba el dispensario antipalúdico, que no todo iban a ser ventajas al
tener tanta agua en medio de sitios tan secos, en plena Mancha.
Muchos más son los que todavía señalan que
en el camino hacia Ciudad Real viniendo de Puerto Lápice una curva en la
carretera se acomodaba a una gran charca que orgullosamente llevaba el título
de “los ojos del Guadiana”, a pocos kilómetros de Vilarrubia de los Ojos,
bonito y evocador nombre , haciendo creer que la generosa lámina acuática que
cual milagro brotaba de las entrañas de la tierra correspondía a la reaparición
del bien famado río tras haber ocultado subterráneamente su curso durante el
largo trecho que le separaba de su nacimiento, decían, en las Lagunas de
Ruidera.
En los años cincuenta del pasado
siglo una importante porción de lo que entonces eran las Tablas de Daimiel
fueron desecadas, a medias para prevenir los riesgos sanitarios y a medias para
ampliar las zonas cultivables.
Y en los años setenta, cuando
tardíamente surgen las primeras preocupaciones conservacionistas, se adoptan
medidas de protección para lo que quedaba de las Tablas.
Pero comienza a primar la suicida
tentación de la codicia agraria, de antiguo tan presente en nuestras tierras,
dedicada a la explotación sin mesura del entonces recién descubierto acuífero
23, un gigantesco mar subterráneo de agua dulce que con una extensión de 5000
kms. cuadrados era el que posibilitaba el prodigio de la Mancha húmeda.
Dicen los enterados que en el entorno de
las Tablas existen hoy más de 23.000 pozos para la extracción de agua, muchos
de ellos tolerados o simplemente ilegales.
Hace ya muchos años que en la zona no
quedan mosquitos, ni barcas, ni agua, ni acuífero.
Hace ya muchos años que las Tablas de
Daimiel están convertidas en una artificiosa reliquia del cuasi espejismo que
Dios y la naturaleza habian situado en el lugar más inhóspito de nuestra
geografía.
La periódica y costosa utilización de
las aguas del travase Tajo Segura nunca logró ocultar la realidad. Las Tablas
se habían quedado sin el sustento que las hicieron posible.
Los títulos de lujo medioambiental a
duras penas arrancados de la UNESCO o de la UE fueron siempre utilizados como
vacíos tinte de gloria y no como aldabonazo para poner en marcha lo que los
mismos premios exigían: unas contundentes politicas agrarias y medioambientales
guiadas por la racionalidad y el equilibrio.
Las normativas españolas adoptadas en
2001 se convirtieron pocos años mas tarde en papel mojado. Ahora que las
campanas tocan definitivamente a muerto para las Tablas de Daimiel es bueno
recordar la colección de desidias, desmanes, incompetencias y cegueras que han
llevado al humedal a una situación irreparable. No estaba de Dios. Ha estado, como
en tantas otras ocasiones, de los hombres.
Pero la historia de las Tablas en su
mortífera dimensión no es desgraciadamente otra cosa que un reflejo más del
carácter facineroso con que el “homo hispanicus” viene tratando desde ya hace
decenios, por no decir siglos, el medio ambiente que le rodea.
Tenemos posiblemente las zonas costeras
mas degradadas de todo el mundo occidental, la peor planificación urbana de los
paises situados en el Atlántico Norte y zonas vecinas, la más penosa y
esquilmatoria ordenación del territorio que imaginar se pueda. Nos hemos
convertido en el peor de los ejemplos que pudiera encontrarse para la gestión
de los recursos hídricos y desde la escuela estamos contribuyendo a crear una
ciudadanía insensible con el medio físico, depredadora de sus —escasas-
potencialidades, violadora de sus equilibrios y arrogante destructora de sus
capacidades.
Gran parte de la mitad sur de España es
ya hoy un desierto. No es una profecía de calamidades adivinar que a este ritmo
la cubierta amarillenta pronto progresará hacia el norte. Ha sido siempre muy
castizo eso de gastar los capitales que no se poseían.
Con el medio natural venimos haciendo
suicidamente lo mismo. Por si los problemas que nos aquejan fueran pocos. Una
inmensa e irreversible lástima. ¿Servirá el botellón para paliarla?
INDIA:
En un contexto de divisiones de carácter social (enfrentamiento de
castas), étnico, se caracteriza por su fragmentación política y la consiguiente
erosión de los dos grandes partidos: en 2009 con 1.055 partidos en los que solo
7 tenían implantación nacional.
India experimentó un gran crecimiento económico en paralelo con China
(el Elefante y el Dragón) pero amenazado por dos peligros: uno externo (la
amenaza islamista en su frontera occidental) y otro interno (el terrorismo).
Su problema: la pobreza interna que conlleva una corta esperanza de
vida, altos índices de mortalidad infantil o de niveles de alfabetización muy
por debajo de China, Indonesia, Malasia, Vietnam o Filipinas.
Caracterizada por su pobreza, el hambre y altos índices de mortalidad
con un origen fundamentado en su fracasada agricultura en un país en el que el
65% de la población vive de la Agricultura y que ésta tan solo produce el 17%
del Producto Interior Bruto del país.
De 1968 a 1998 su producción de cereales se duplicó por las
aportaciones de la “revolución verde” (irrigación, abonos, pesticidas la
introducción de nuevas variedades de cereales y arroz de altos rendimientos.
Desde 1980 cesaron las obras de irrigación, las reservas de agua del
subsuelo se fueron agotando y los avances tecnológicos acabaron, los
agricultores tuvieron que acudir al crédito y al endeudamiento, tuvieron que
abandonar arruinados la agricultura sin otra alternativa viable.
Todo como herencia de la “Revolución Verde”: introducción de variedades
de grandes rendimientos que exigían pasar del abono orgánico al químico y
consumían multiplicadas cantidades de agua.
La agricultura en la India, como en todo el Tercer Mundo, se dedicó
intensivamente a la producción de arroz y trigo utilizando nuevas semillas,
abandonando el mijo y el sorgo (cuando con la misma cantidad de sorgo se
produce 4,5 veces más de proteína, 7,5 veces más de calcio, 5,6 veces más de
hierro y proporciona tres veces más que el arroz y el sistema de
comercialización paga al productor tan solo 1/5 del precio que paga el
consumidor.
Los pequeños agricultores que se beneficiaron de las nuevas semillas y
compraron un tractor reencontraron que las nuevas necesidades de riego de los
nuevos cultivos habían agotado los recursos hídricos del subsuelo.
Los que pretendieron dedicarse a una producción comercial de algodón
sufrieron las fluctuaciones de los precios como consecuencia de la protección
de EE.UU. a sus agricultores
Según The Economist en 18 meses, desde el inicio de la crisis, más de
1.200 agricultores de Wardka se suicidaron y en el conjunto de la India, desde
1993, se han suicidado 150.000 campesinos.
Un periódico indio afirmaba en septiembre de 2009: “el impacto” y ahora
que ha dejado al cabo de medio siglo es que la mitad de la tierra cultivable
del país se ha vuelto salina por el uso excesivo de abonos químicos y la
productividad ha bajado drásticamente” y ahora tiene que importarse, como
consecuencia, cereales, legumbres y aceites vegetales.
“India ha progresado (en términos políticos y sociales), pero la
mayoría de sus habitantes no lo han hecho”.
En 2009 el World Food Program de Naciones Unidas señalaba que en la
India vive la cuarta parte de gente más hambrienta del mundo y denunciaba que
romper los equilibrios naturales conlleva consecuencias imprevisibles.
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