miércoles, 1 de julio de 2015

LA CHACHA DE LENIN

EL secretario general de Podemos dirige ya sin pudor toda la política de alianzas de las diversas listas tras las que se escondió su partido para acudir a las elecciones municipales.
LA CHACHA DE LENIN
HERMANN TERTSCH
EL secretario general de Podemos dirige ya sin pudor toda la política de alianzas de las diversas listas tras las que se escondió su partido para acudir a las elecciones municipales.
Ya no es necesario andar por ahí diciendo tonterías de que AhoraMadrid no es Podemos o Manuela Carmena no es de Podemos.
Son Podemos con muchos tontos útiles y unos cuantos listos útiles como Carmena.
Y por eso es su jefe, Pablo Iglesias, quien decide qué van a hacer en cada momento.
Con quién se van a aliar y con quién no.
Como ahora ya van las cosas en serio y deprisa y de cara a las generales hay que ir a lo que importa que es coger parcelas de poder, control de instituciones y recursos, ya se han dejado todos de tonterías de simular escrúpulos con la corrupción de los socios necesarios.
De ahí que poco importe el dictamen de la Intervención del Estado que desmonta las argucias de los expresidentes socialistas y establece que fue el PSOE quien hizo y deshizo en la financiación paralela.
El PSOE es responsable, presunto aún, de la mayor malversación continuada de la historia de España. Culpable, presunto aún, de la creación de estructuras, desde el centro de gobierno, para robar de forma sistemática, presuntamente aún, miles de millones de dinero de los españoles
 Pero a Pablo Iglesias ahora ya no le importa nada la masiva corrupción institucional y orgánica del PSOE, sin parangón por muy detestable, inmensa, obscena, profunda y extendida que haya sido la corrupción de esa legión de mediocres codiciosos ladrones que se instalaron en el PP.
La corrupción del PSOE le preocupa lo mismo que la de sus antiguos protectores caraqueños.
El caudillo de Podemos ya no anda con tonterías pretendiendo moralizar a los socialistas. Los necesita para sus fines y es feliz de ver lo postrados que están las huestes de la medianía de Pedro Sánchez, lo interiorizado que tienen el discurso radical que les ha hecho descartar desde el primer momento otra opción que no sea el Frente Popular en su política de alianzas.
Todos han visto que el PSOE pierde literalmente el culo por hacer un Frente con Podemos, aunque eso los convierta en la sirvienta en estas alianzas, aunque sean mayoritarios.
Demasiado han cultivado los socialistas la retórica del odio a la derecha y de la revancha histórica que ha hecho germinar la planta totalitaria en toda España, la del populismo plebeyo como la define ya su propio líder.
Que no teme la proximidad conceptual al fascismo en que se sitúa porque llega cargado con esa siniestra legitimidad que Zapatero transfirió desde la Constitución, la transición y la reconciliación nacional a la Guerra Civil.
La que ha hecho posible que las principales referencias de un movimiento de protesta contra desmanes e inepcias de los partidos tradicionales se encuentren, avanzado el siglo XXI, en la camiseta republicana que se ponía para jugar al fútbol en la jornada de reflexión el caudillo del cotarro extremista.
Preso el PSOE, no quedan socialistas con lucidez y coraje para levantar la voz contra este entreguismo ante el discurso de las fuerzas radicales que lo convierten en la chacha del cursi y pretencioso, pero muy peligroso émulo de Lenin.
Sus errores se los intentarán hacer perdonar con su radicalidad en combatir a la España derechista a la que quieren culpar de todos los latrocinios que tan intensamente han compartido, ideado, orquestado y disfrutado.
E Iglesias se los hará pagar convirtiendo al PSOE en eficaz punta de lanza y al tiempo hoja de parra para el desmantelamiento de lo que queda de seguridad jurídica, de la división de poderes, del Estado de Derecho.
Que ya está en marcha.
Ya no es necesario andar por ahí diciendo tonterías de que AhoraMadrid no es Podemos o Manuela Carmena no es de Podemos.
Son Podemos con muchos tontos útiles y unos cuantos listos útiles como Carmena. Y por eso es su jefe, Pablo Iglesias, quien decide qué van a hacer en cada momento. Con quién se van a aliar y con quién no.
Como ahora ya van las cosas en serio y deprisa y de cara a las generales hay que ir a lo que importa que es coger parcelas de poder, control de instituciones y recursos, ya se han dejado todos de tonterías de simular escrúpulos con la corrupción de los socios necesarios.
De ahí que poco importe el dictamen de la Intervención del Estado que desmonta las argucias de los expresidentes socialistas y establece que fue el PSOE quien hizo y deshizo en la financiación paralela.
El PSOE es responsable, presunto aún, de la mayor malversación continuada de la historia de España.
Culpable, presunto aún, de la creación de estructuras, desde el centro de gobierno, para robar de forma sistemática, presuntamente aún, miles de millones de dinero de los españoles.
Pero a Pablo Iglesias ahora ya no le importa nada la masiva corrupción institucional y orgánica del PSOE, sin parangón por muy detestable, inmensa, obscena, profunda y extendida que haya sido la corrupción de esa legión de mediocres codiciosos ladrones que se instalaron en el PP.
La corrupción del PSOE le preocupa lo mismo que la de sus antiguos protectores caraqueños.
El caudillo de Podemos ya no anda con tonterías pretendiendo moralizar a los socialistas.
Los necesita para sus fines y es feliz de ver lo postrados que están las huestes de la medianía de Pedro Sánchez, lo interiorizado que tienen el discurso radical que les ha hecho descartar desde el primer momento otra opción que no sea el Frente Popular en su política de alianzas.
Todos han visto que el PSOE pierde literalmente el culo por hacer un Frente con Podemos, aunque eso los convierta en la sirvienta en estas alianzas, aunque sean mayoritarios.
Demasiado han cultivado los socialistas la retórica del odio a la derecha y de la revancha histórica que ha hecho germinar la planta totalitaria en toda España, la del populismo plebeyo como la define ya su propio líder.
Que no teme la proximidad conceptual al fascismo en que se sitúa porque llega cargado con esa siniestra legitimidad que Zapatero transfirió desde la Constitución, la transición y la reconciliación nacional a la Guerra Civil.
La que ha hecho posible que las principales referencias de un movimiento de protesta contra desmanes e inepcias de los partidos tradicionales se encuentren, avanzado el siglo XXI, en la camiseta republicana que se ponía para jugar al fútbol en la jornada de reflexión el caudillo del cotarro extremista.
Preso el PSOE, no quedan socialistas con lucidez y coraje para levantar la voz contra este entreguismo ante el discurso de las fuerzas radicales que lo convierten en la chacha del cursi y pretencioso, pero muy peligroso émulo de Lenin. Sus errores se los intentarán hacer perdonar con su radicalidad en combatir a la España derechista a la que quieren culpar de todos los latrocinios que tan intensamente han compartido, ideado, orquestado y disfrutado.

E Iglesias se los hará pagar convirtiendo al PSOE en eficaz punta de lanza y al tiempo hoja de parra para el desmantelamiento de lo que queda de seguridad jurídica, de la división de poderes, del Estado de Derecho. Que ya está en marcha.

No hay comentarios: