El líder de Podemos no ha sido capaz de hilar dos
conceptos que son, ahora, indisociables: Europa y democracia
La pregunta no pretende ser ofensiva. Al fin y al cabo,
tres de cada diez españoles no leen nunca un libro, según las encuestas que
maneja el Ministerio de Cultura, que no creo que estén manipuladas ni por la
institución de gobierno ni por los encuestados. O sea, que los españoles que no
leen no solo son muchos sino que, además, no tienen vergüenza de confesárselo a
un encuestador.
Imaginemos que se puede conseguir una posverdad con ese
hecho, de modo que algún partido político pensara en sumar a sus votantes a una
parte importante de semejante colectivo: lograría sin dificultad hacerse con la
mayoría política en España.
Pues ese parece ser el nuevo objetivo de Pablo Iglesias,
y lo construye con el gran mérito de partir de una base electoral con un alto
nivel educativo. La gente del 15-M era, en gran medida, lo más ilustrado de
España, además de lo más joven entre las clientelas políticas. Hasta ahora,
Pablo Iglesias ha tenido mucha habilidad en tratar a esa base social, la ha
pastoreado desde el radicalismo asambleario hasta hacerla participar en un
partido que tiene todas las trazas de acabar en un modelo leninista, sin
excluir el uso más trapacero de la aparente libertad de expresión (Irene Montero
designada tertuliana por el dedo del partido).
Solo Lenin y sus discípulos más aventajados habían sido
capaces hasta ahora de imponer la razón de partido sobre la razón política,
como está haciendo Pablo Iglesias. Su ambigüedad en relación con la situación
en Francia, en un seguidismo repugnante con el luego rectificado mensaje de
Mélenchon en torno a Marine Le Pen y al “extremista” Macron, ha sido
escandalosa.
Pocas veces los diarios españoles han sido tan unánimes
en su diagnóstico sobre la posibilidad (remota parece ser, por suerte) de
victoria de Marine Le Pen. Y pocas veces hemos podido leer artículos de grandes
firmas que compartían la necesidad de batir a la extrema derecha para construir
Europa y para defender la libertad.
Da la impresión de que a Iglesias le da lo mismo lo que
pasa en Europa, porque no ha sido capaz de hilar dos conceptos que son, ahora,
indisociables: Europa y democracia.
Por eso siento la perplejidad de ver actuar al líder de
Podemos como si fuera uno de los muchos españoles que no leen, no solo libros,
sino tampoco los periódicos, que son, según también las encuestas de Cultura,
la fuente más fiable de información y opinión.
Es urgente que Pablo Iglesias lea periódicos. Controla
muchos votos y podría controlar muchos más.
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