unes 17 de abril de 2017, 10:00h
Luis María ANSON
“El presidente de la
Generalidad no tiene categoría personal ni para ser dependiente de El Corte
Ingles”, asegura un político catalán sin pelos en la lengua. Jordi Pujol era un
peso pesado de la política; Puigdemont, no llega a peso mosca.
Hace unos meses, el
presidente de la Generalidad tuvo la ocurrencia de alinear a los Estados Unidos
de América en el frenético proceso del secesionismo catalán. Pagando de forma
indirecta una cantidad de dólares muy suculenta, según algunos, consiguió que
el expresidente Carter le recibiera diez minutos. El aparato de propaganda de
la Generalidad lanzó las campanas al vuelo. Jimmy Carter es un cuitado pero no
un estúpido. Montó en cólera cuando conoció la instrumentalización de la que
era víctima e hizo público su “rechazo a cualquier implicación en el proceso
soberanista catalán”. El Gobierno de los Estados Unidos salió también al paso
de la maniobra torticera y ha sido también contundente afirmando que defiende
“una España fuerte y unida”.
Y claro, durante los
últimos días, Puigdemont ha sido sometido a la befa implacable de muy numerosos
columnistas. Se han mofado de él con crueldad subrayando su ridículo
internacional, a pesar del río incesante de dinero, pagado por todos los
catalanes, que derrocha para que alguien le haga caso en el mundo.
El tiro, sin embargo,
le ha salido por la culata. En lugar de crear alarma en España y asistencia en
el extranjero, ha hecho el más espantoso de los ridículos y se le toma ya a
cachondeo en Cataluña y fuera de Cataluña. Así que hace bien en no presentarse
a la reelección. Le viene demasiado grande el puesto que ostenta y desde el que
está haciendo un daño lamentable al bienestar de los catalanes.
Luis María ANSON
de la Real Academia Español |
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