miércoles, 18 de octubre de 2017

Carme Forcadell y el antifranquismo robado

Carme Forcadell y el antifranquismo robado
Dejen de utilizar el antifranquismo para sus fines espurios. Dejen de hurtárselo a los que lucharon. Dejen de ofender. Saquen de ahí sus manos.
Vi a Carme Forcadell, el otro día, de mitin en mitin. La misma que como presidenta del Parlamento catalán se encargó de que se atropellara a la oposición y se violara la legalidad democrática. En una de aquellas arengas, le oí llamar a la lucha. Le oí decir que esa lucha era la misma que la lucha contra el franquismo. Que era exactamente igual. Que la situación era como entonces y que como entonces, cuando el franquismo, había que salir a luchar.
Sé que lo hacen de continuo. Sé que los nacionalistas catalanes equiparan desde hace tiempo su empresa separatista con la lucha contra la dictadura de Franco. Sé que dicen que las actuaciones en defensa del Estado de Derecho son un ataque franquista. Sé todo esto, pero no lo puedo evitar: me hierve la sangre. Me hirvió al ver que Forcadell usurpaba el antifranquismo para arengar contra la democracia. Me hierve, entre otras cosas, porque yo estuve en la lucha contra el franquismo y ella, no.
Ese robo del antifranquismo que perpetran los nacionalistas catalanes se ha ido preparando con la fabricación de una leyenda. De un mito. El mito de que en Cataluña, y cuando los nacionalistas dicen "Cataluña" quieren decir los nacionalistas, hubo una resistencia a la dictadura sin parangón en el resto de España. El mito de que hubo allí, y contra ellos, una represión de la dictadura incomparable a la que padecieron otros lugares de España.
Asombra que una distorsión tan gruesa haya podido tener tanto recorrido. Pero lo ha tenido. Para no ir más atrás y salir del planeta indepe, ahí estaba, en una reciente carta al Times del hispanista John Elliot, por lo demás muy contraria a los separatistas, esta frase: "Cataluña padeció durante largo tiempo bajo el régimen dictatorial del general Franco". Cataluña y Extremadura y Andalucía y Galicia y Valencia y Castilla y el resto. Y Madrid. ¿Por qué de la lista de lugares que padecieron se excluye siempre a Madrid, que fue la que resistió hasta el finl el embate de las tropas franquistas durante los tres años de guerra?
Como en todas partes, en Cataluña hubo partidarios del golpe del 36. Hubo intelectuales catalanes que se adhirieron. El político conservador y catalanista Francesc Cambó, líder de la Lliga, no sólo se adhirió: contribuyó financieramente. Los carlistas catalanes combatieron en el Tercio de Montserrat. ¿Cómo no iba a haber catalanes partidarios del régimen de Franco después? Claro que los hubo. Como en el resto de España. No hay exclusividad en nada. Y si vamos a la represión franquista que más les importa a los nacionalistas, la de la lengua, que fue prácticamente la única que les importó, tampoco afectó en exclusiva a Cataluña. Pasó lo mismo en otras regiones bilingües.
Para los últimos años de la dictadura, recurro a mi memoria histórica. Lo que encuentro es que no recuerdo. No recuerdo que Cataluña fuera un foco de mayor resistencia activa que Madrid. Barcelona y Madrid, las dos grandes urbes, ambas con universidades importantes y grandes fábricas, eran obviamente los centros de las actividades de los oponentes. Eran los lugares donde había más de todo, desde estudiantes dispuestos a enrolarse en militancias clandestinas, asambleas y carreras con los grises, a trabajadores dispuestos a hacer huelgas. De ahí el protagonismo de las dos ciudades en la lucha contra la dictadura, aunque compartido con otras. De ahí que resulte sorprendente que del podio nacionalista del antifranquismo desaparezca siempre la capital española. Y que muchos acepten esa exclusión.
Por si mi memoria fallara, tengo la de Tarradellas. El presidente de la Generalitat, que estuvo en el exilio hasta la muerte de Franco, daba una idea de la amplitud de la represión franquista en Cataluña durante una entrevista que le hizo Iván Tubau en agosto de 1982:
–Hay personas que usted tuvo en su gobierno cuando era presidente y que habían pasado años en la cárcel durante el franquismo.
–¿Quién?
–El Guti [Antonio Gutiérrez Díaz, dirigente del PSUC], sin ir más lejos.
–Sí, sí, de acuerdo. Lo aprecio y lo quiero mucho. Hay otro que también pasó dos años en la cárcel: Pujol. Dos. No sé si llegarían a media docena. Pero en este país hay seis millones de habitantes. Lo que pasa es que la gente de este país no quiere saber la verdad, quiere que la sigan engañando.

Seguramente hubo más de media docena. Pero ¿cuántos nacionalistas? Bueno, que hagan una lista, a ver. Aunque yo sospecho que el historial político de la propia Forcadell es representativo. Que los que hoy se reclaman sucesores de la lucha antifranquista para atacar a la democracia española no estuvieron en esa lucha cuando Franco estaba vivo. Por eso, miren: dejen de utilizar el antifranquismo para sus fines espurios. Dejen de hurtárselo a los que lucharon. Dejen de ofender. Saquen de ahí sus manos.

No hay comentarios: