jueves, 17 de enero de 2013

Ideales políticos de Juan II de Aragón.

Fernando heredó la habilidad diplomática de su padre Juan II  de Aragón y realizó sus ideales políticos.
Juan II era rey de Navarra y gran magnate castellano, situado entre la espada de Luis XI y el muro de la revolución catalana, no vió otro recurso de salvación que apoyarse en el auxilio castellano (norte pragmático que orientó el matrimonio entre Isabel y Fernando).
Este matrimonio volvió a plantear la orientacion de  la política exterior castellana.
Castilla podía optar por una dirección atlántica o mediterránea; en la primera encontraba el apoyo de Francia, cuya alianza con Castilla remontaba de un siglo atrás; la segunda le planteaba la oportunidad de una apertura hacia Borgoña, cuyos mercados eran concurridos por sus vendedores de lanas.

La acción diplomática aragonesa permitirá aislar a Francia, pacificar Cataluña y establecer la plataforma para la unión con Castilla: Juan II de aislado pasó a ser el aislador y Luis XI no upo ya moverse entre tantos adversarios; supo también ejercitar la gracia necesaria para el sometimiento de Cataluña.
No fue la reducción de los catalanes, que había de tardar aún cuatro años, ni la pacífica posesión de Navarra, donde ahora se encontraba con que su yerno el conde de Foix pretendía destronarlo, sino la realización del matrimonio, tan largamente deseado, de su hijo Fernando con la princesa Isabel, declarada heredera de la corona castellana, constituyó su gran éxito.
La importancia de la obra monárquica del Príncipe Fernando de Aragón radica en que su concreción y alcance iban a ser decisivos para el desarrollo de la posterior historia del conjunto de los pueblos españoles.

"La monarquía del Renacimiento se está gestando en la península -gestándose con signo castellano (...) por el simple empirismo de su demografía en auge, de la libertad de acción que reivindica su realeza y de los recursos que, a pesar de la contracción, continúan proporcionándole los rebaños transhumantes de la Mesta-.
La unión de las dos coronas (...) en una sola cabeza venía precedida por una tradición histórica..." aunque vino forzada por la coyuntura de la presión francesa, el pragmatismo de Juan II y la revuelta catalana.
El matrimonio de Isabel y Fernando no fue cosa fácil. "este proyecto tropezó con considerables dificultades.
Desde mediados de siglo la guerra civil causaba estragos en los reinos penínsulares... (el matrimonio planteó no sólo) la futura suerte de los partidos en lucha, sino también la orientación general de la política castellana. (...) El éxito del matrimonio aragonés venía condicionado por la desesperada situación en la que se encontraba el Rey Juan II" (Vicens).

"El día 19 se celebraba la boda. Había sido preciso, por parte de Isabel, faltar a los acuerdos de Guisando y ponerse una vez más abiertamente en pugna con Enrique IV. 
La cuestión de la dispensa papal del parentescos se solucionó expeditivamente. 
¿El papa no concedía la bula?.
Se elaboró una bula falsa.
La unión así contraída no era, eclesiásticamente considerada, más que un concubinato incestuoso, y la excomunión consiguiente no tardó en ser fulminada
La situación económica de los Reyes de Sicilia (este era su título) llegó a ser tan precaria, que hubieron de acabar refugiándose en los dominios del almirante de Castilla y viviendo a costa suya.
Juan II se hallaba todavía sumergido en la lucha contra los catalanes, y no podía apenas ayudarles.
Y la reacción producida en la corte de Enrique IV por la noticia del casamiento, a pesar de las cartas de expresión sumisa que los príncipes le dirigieron, había conducido al rey y a los magnates a procurar el rápido matrimonio de la infanta doña Juana y a declararla de nuevo princesa y heredera de los reinos. Y nuevamente fue jurada por tal por altas figuras de la nobleza y de la clerecía castellana y por los procuradores de varias ciudades y villas" (Soldevila, F: "Historia de España", vol II).

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