martes, 30 de junio de 2015

El Eurogrupo rechaza un tercer rescate a Grecia antes del referéndum

Atenas propone un plan de ayuda de dos años con el mecanismo de estabilidad europeo
Tsipras pide un gran apoyo al no en el referéndum del domingo
CLAUDI PÉREZ Bruselas 30 JUN 2015 - 21:48 CEST
Ante la crónica de una suspensión de pagos anunciada, Grecia sorprendió este martes a Europa con un movimiento inesperado.
El primer ministro Alexis Tsipras pidió, casi a la desesperada, un tercer rescate, una ampliación del programa actual mientras se llega a un acuerdo, y un alivio de la deuda. El Eurogrupo no aceptó ese envite político: Europa considera que tiene a Tsipras contra las cuerdas y quiere cobrarse la pieza tras varios meses de tensión.
Los socios del euro ya no ven posible una prórroga, y quieren esperar al resultado del referéndum del domingo para empezar a discutir el tercer rescate. Atenas se comprometió a enviar una nueva propuesta más detallada, que examinará hoy de nuevo el Eurogrupo. Grecia consigue así detener el reloj al menos unas horas, pero se enfrenta a una situación potencialmente explosiva.

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Una de las características de la tragedia clásica es que generalmente terminará en un desenlace funesto sean cuales sean las decisiones que tomen sus protagonistas, recordaba hace unos días un influyente think tank de Bruselas. Alexis Tsipras intentó cambiar el curso de la saga griega con una jugada sorprendente para convertir la tragedia griega en algo distinto. No lo consiguió. Grecia remató una semana marcada por una vorágine de giros copernicanos reclamando un tercer rescate completo a los socios europeos, una propuesta que funcionó como una petición de socorro de último minuto, casi a la desesperada.
El Eurogrupo, con los ministros de Finanzas de la eurozona en pleno, rechazó el envite con cajas destempladas: con alguna intervención durísima ante las peticiones Yanis Varoufakis, el ministro de Finanzas heleno. Varoufakis propuso incluso la retirada del referéndum sobre la propuesta europea a cambio del sí de los socios, según uno de los ministros del Eurogrupo. Tampoco ese órdago dio ningún resultado.

Atenas aún debe 29.000 millones de euros hasta 2017
Al Gobierno de Alexis Tsipras aún le queda un largo camino plagado de préstamos hasta 2017: una deuda de algo más de 29.000 millones de euros a varios organismos —entre ellos, 9.162 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI)— entre 2015 y 2017, según una carta que Tsipras envió ayer a la Comisión en la que explica que el país tiene “problemas financieros urgentes”. Tan solo este año, Grecia deberá desembolsar 12.335 millones; 7.191 más en 2016 y otros 9.619 en 2017.
Ante el escenario de interminables deudas de aquí a 24 meses, el primer ministro heleno ha pedido a sus acreedores un tercer rescate “para poder hacer frente a sus pagos”, según la misiva de dos páginas. “Grecia está plenamente comprometida con su deuda exterior y asegurará la viabilidad de la economía griega, el crecimiento y la cohesión social”.
La confianza de los acreedores anteriormente llamados socios con Grecia se ha desvanecido. Atenas se comprometió a enviar una nueva propuesta hoy, que será examinada una vez más por el Eurogrupo, basándose en el último plan de la Comisión Europea. Eso consigue, al menos, parar el reloj y alargar las fechas límite: el Banco Central Europeo (BCE), según las fuentes consultadas, no tiene previsto cortar definitivamente el grifo a la banca griega en su reunión de hoy. Pero Grecia tiene pocos más motivos para el optimismo. Con las autoridades griegas cada vez más nerviosas, Europa se ha plantado. La posición europea consiste ahora en esperar y ver: los socios no quieren tomar una sola decisión antes de ver el resultado del referéndum del domingo.
Atenas pide un tercer paquete de ayuda multimillonario, de al menos 30.000 millones de euros para los dos próximos años. Reclama una prórroga del actual rescate hasta que se negocie el tercer paquete. Y en paralelo demanda una reestructuración, a la vista de que su endeudamiento es impagable. La petición griega no dice una sola palabra de las condiciones asociadas, pero las espinas van implícitas con el resto de la rosa: en Europa la ecuación “dinero a cambio de recortes y reformas” es sagrada.
La última propuesta de la Comisión ofrece algunas concesiones adicionales respecto al plan que pretenden someter los griegos a referéndum, más un paquete de inversión y crecimiento de 35.000 millones de euros, y la ansiada reestructuración de deuda para octubre. Grecia se agarra ahora a esa oferta, pero el Eurogrupo asegura que ya es tarde para ampliar el rescate actual.
Eso dejará este miércoles a Atenas fuera del programa de ayuda financiera. Y si cumple sus amenazas, con un impago al FMI, a quien debía abonar a medianoche 1.500 millones de euros, aunque esa suspensión de pagos tendrá efectos limitados al menos durante un tiempo. “El Gobierno griego empieza a ver que puede quedar en una posición muy difícil porque tiene las de perder en el referéndum. La situación de liquidez del sistema financiero es dramática, incluso con el corralito y los controles de capital. Y, con la economía parada y sin bancos, Atenas cualquier día puede tener problemas para pagar sus pensiones”, indicaron fuentes del Eurogrupo. “Los griegos no pueden pretender venir con una propuesta final totalmente nueva y pensar que eso se puede aprobar en media hora de reunión”, indicaron las mismas fuentes.
Lo más sospechoso de las soluciones es que se las encuentra siempre que se quiere, dice Rafael Sánchez Ferlosio en su último libro. No parece el caso en el asunto griego: Europa está decidida a esperar a que los griegos voten el domingo para negociar un tercer rescate con un Gobierno que puede salir muy debilitado si no encuentra una salida a ese referéndum y la economía entra en barrena.
Las instituciones y los países del euro consideran que Atenas complicó las cosas el pasado viernes, con la convocatoria de ese voto. Con un tono cada vez más desafiante y una atmósfera completamente enrarecida, Tsipras aseguró ayer que no iba a pagar al FMI los 1.500 millones que vencían a medianoche. El crescendo no se detiene: el segundo rescate vencía también a esa misma hora.
Grecia salió con esa última propuesta para cambiar el curso de los acontecimientos y, al menos, tratar de ganar algo de tiempo. El comunicado de Atenas no entra en detalles, pero Atenas deja claras unas cuantas cosas. Una: necesita imperiosamente un nuevo rescate europeo. Dos: no quiere al FMI a bordo. Tres: reclama la reestructuración de deuda prometida en noviembre de 2012 por el propio Eurogrupo. Y cuatro: mientras todo eso llega, Tsipras quiere una ampliación del programa actual que permita a los bancos seguir respirando gracias al BCE.

Grecia solo tiene un problema: Europa no está por la labor. “Es muy tarde para una prórroga”, dijo el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. “Un nuevo programa podría tener incluso condiciones más duras”, advirtió. Si es así, el futuro de Grecia se tambalea. Y los mercados decidirán si el efecto contagio, muy moderado hasta ahora, revive la crisis del euro.

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