La honradez y la integridad
N unca he dudado de la
honradez y la integridad de Rajoy y de las personas que le acompañan en el
Gobierno y la dirección del PP. No sólo de ellos, sino de muchos dirigentes que
conozco en otros partidos, aunque discrepe de sus planteamientos, porque la
inmensa mayoría de nuestra clase política está compuesta por personas
honorables que dedican muchos años y esfuerzos al servicio público.
Cada día
que pasa es más difícil e ingrato ser político, porque se ha convertido en una
actividad bajo sospecha. Es un despropósito que no sucede en otras democracias.
No es justa la valoración que tienen, aunque en parte es consecuencia de la
brutal crisis económica, moral e institucional que afecta a España.
La
contundente intervención de Rajoy despeja cualquier duda, porque no dejó el más
mínimo atisbo. Es terrible que los indecentes pretendan condicionar la vida
pública a partir de mentiras e insidias. Hemos llegado a un punto en el que
todo vale para desprestigiar al adversario y debilitar las instituciones. Es la
estrategia de la infamia y sembrar dudas con documentos sin ninguna validez. No
hay nada más fácil que la falsificación.
La historia está llena de hábiles
falsificaciones destinadas, precisamente, a destruir a personas honorables. Era
algo propio de los regímenes autoritarios, los grupos criminales y los
delincuentes comunes.
No es algo nuevo, pero lo importante es la firmeza con
que se reacciona frente al engaño. Rajoy tiene una trayectoria intachable, con
sus aciertos y errores, pero es honrado y honorable. Por eso, sabía que su
intervención ante su gente, los dirigentes del PP, sería clara e inequívoca.
Una declaración para que lo supieran los españoles, los que le votan y los que
no lo hacen, porque frente a las insidias sólo cabe esta reacción. El
presidente del Gobierno confirmó que aquello que se le atribuía era falso y
añadió que «nunca, repito, nunca he recibido ni he repartido dinero negro, ni
en este partido ni en ninguna parte».
Los que le conocemos sabemos que
cualquier otro escenario era imposible. Rajoy tiene en sus genes la honradez que
vivió en su casa con unos padres austeros y excepcionales. Desde niño le
inculcaron esa vocación de servicio y a los 23 años era registrador de la
Propiedad, una de las oposiciones más difíciles en la Administración del
Estado. Esa vocación le hizo entrar en política y renunciar a una brillante
carrera como registrador. Nunca le ha interesado el dinero, porque es una
persona austera. El PP no tiene nada que esconder y lo está demostrando, aunque
algunos prefieran creer una mentira pero por mucho que se repita nunca será una
verdad.
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