lunes, 6 de abril de 2015

El general Balmes no fue asesinado: murió en un accidente

MANUEL DE LA FUENTE / MADRID
Día 06/04/2015 - 10.13h
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El general Amadeo Balmes, gobernador militar de Las Palmas
Aquellos tórridos días de julio del 36 España estaba ardiendo. El 12 de julio militantes de extrema derecha habían asesinado al Teniente Castillo de los Guardias de Asalto, héroe de la guerra en el Rif, simpatizante socialista y activísimo miembro de la UMRA (Unión Militar Republicana Antifascista). Esa misma madrugada, la del 13 de julio, se servía la venganza, y no en frío, con el asesinato del líder de la derecha parlamentaria, José Calvo Sotelo, voz en el Congreso de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas).

Todo el mundo sabe que algo va a pasar, que algo va a estallar. Los cuarteles echan humo. Los militares se enfrentan abiertamente en los patios de armas, republicanos por un lado, facciosos por el otro. Los falangistas planchan sus camisas azules, lustran sus botas de media caña y, tras unos tragos de vino, recorren las calles de Madrid cantando el «Cara al Sol». En la acera de enfrente se les responde con «La Internacional» y «A las barricadas». Los obreros quieren armas ¡ya! Los ultraderechistas ya las tienen. Muchos militares han decidido que toca zafarrancho de combate.

El Gobierno es totalmente inoperante. En las Canarias, el general Franco y otros compañeros se preparan, la asonada está prevista para la madrugada del 18 de julio. Pero dos días antes, el 16 de julio, uno de sus cabecillas, el general Balmes, gobernador militar de Las Palmas, muere de un disparo. Franco aprovecha el suceso para desplazarse a Gran Canaria, asistir al entierro de su camarada y comenzar los planes definitivos del golpe militar. Pero comienzan las sospechas sobre su proceder. Hasta el último momento, ha dudado si sumarse a la conspiración, e incluso hay quien apunta a que la muerte de Balmes no ha sido accidental, sino propiciada por el propio Franco para quitarse un enemigo en sus planes de estar al frente de los sublevados (el 20 de julio la muerte del general Sanjurjo también despertará sospechas, como la del general Mola el 3 de junio de 1937). Pero hagamos historia.

La muerte por un disparo en el estómago de Balmes ha sido aprovechada por algún historiador de izquierdas para sumarse a la teoría de la conspiración a la española. Hasta ahora, en que un joven investigador, Moisés Domínguez Núñez, ha encontrado todos los documentos necesarios para dictar un veredicto definitivo e inapelable: Franco es inocente.

Chismes fuera
Moisés Domínguez ha investigado la figura de Amadeo Balmes Alonso, como él mismo subraya, buscando «sobre todo la verdadera perspectiva histórica del personaje, lejos de chismes y elucubraciones. He consultado todos y cada de uno de los archivos militares y civiles en busca de esos documentos “perdidos” y demuestro que Balmes jamás fue un general republicano. La propia prensa de izquierdas lo tenía por golpista. Balmes tuvo un trayectoria inequívocamente monárquica antes de su muerte y participó en los prolegómenos y preparación del alzamiento militar». Así lo explica uno de sus subordinados, el que fuera sargento de infantería Juan López Morales, como aporta el investigador: «Tenía recibidas órdenes (del General Balmes) de que al personal designado se le enseñara a montar bien a caballo al objeto de que cuando fuera preciso llevar cualquier orden urgente y lo efectuaran a caballo, supieran hacerlo...».

Núñez también ha localizado el informe de la autopsia realizada al militar, los testimonios de todos los oficiales que estuvieron implicados en este affaire, así como del único testigo que estuvo presente en el momento del accidente, y ha accedido al número de registro de la pistola Astra modelo 400 del 9 largo con la que el General tuvo el accidente».

Como conclusión, Moisés Domínguez subraya igualmente algo que considera un «dato relevante»: «Balmes antes de morir estuvo consciente aunque fueran quince o veinte minutos. Antes de expirar habló con muchas personas y estos testigos directos, ni antes ni por supuesto en plena democracia, hablaron de un homicidio. Los cuatro forenses que participaron en la autopsia podrían haber hablado para aclarar el asunto y sin embargo guardaron silencio».


Los amantes de la Conspiración (que no son pocos) tendrán que buscarse otra historia. Ésta, la ha aclarado para siempre Moisés Domínguez Núñez.

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