Luis
María ANSON
Hasta
que se celebren las elecciones generales, el caso Rodrigo Rato estará en
candelero.
Todo el mundo está de acuerdo que el peso de la ley debe caer sobre
cualquier ciudadano que haya delinquido.
Rodrigo Rato, sin negar la presunción
de inocencia, sabe que, además, desde Ciudadanos a Izquierda Unida, pasando por
PSOE y Podemos, se aprovechará la situación para propinar en su trasero un
soberbio puntapié al Partido Popular.
La
están aprovechando ya.
Con una crueldad atroz, sin el respeto que se debe a la
presunción de inocencia de cualquier ciudadano, los rivales electorales del
Partido Popular se han lanzado a una campaña abrumadora para explotar en su
favor el escándalo.
Mariano Rajoy puede pagar una factura muy cara por el
espectáculo de la investigación y detención virtual del que fue vicepresidente
del Gobierno del PP.
Está por aclarar quién se encuentra detrás de la
operación, quién la ha ordenado y por qué.
A quién aprovecha está claro.
Por el
momento a los partidos rivales del PP, aunque las maniobras turbias puedan
convertirse en un bumerán y producir efectos contrarios a los que a primera
vista se están produciendo.
Un
escándalo mayúsculo, en todo caso, que fragiliza la imagen de España y fractura
aún más el divorcio existente entre la ciudadanía y la clase política de
nuestro país.
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