Sábado 25 de marzo de 2017, 17:59h
Luis María ANSON
Reproducimos a continuación un artículo de Luis María Anson
publicado en El Cultural, revista de referencia de la vida intelectual
española, y que ha alcanzado amplio eco en las redes sociales.
Si la II República española hubiera sido de todos, en lugar
de mostrarse excluyente y sectaria, la sociedad española viviría hoy bajo el
régimen republicano. La fascinación intelectual de la época se había
residenciado en Moscú con el régimen comunista. Un sector cualificado del
republicanismo español se deslumbró ante el faro del marxismo-leninismo
encendido en la Unión Soviética.
Salvador de Madariaga lo explicó muy bien. Afirmó en los
comienzos de la guerra incivil que el resultado de la contienda sería un
sistema atroz: la dictadura del proletariado, es decir, el comunismo; o la
dictadura de la clase media, es decir, el fascismo. Triunfó esta última,
moldeada por Ramón Serrano Suñer, hasta que Franco se hartó, escabechó a su
ministro voraz y estableció una dictadura militar pura y dura, que a eso se
reducía su entendimiento de la política.
La deriva de un sector de los dirigentes españoles en
1935-36 hacia la dictadura del proletariado, estimuló la reacción de la clase
media que terminó imponiendo su propia dictadura, el fascismo. Ambos
extremismos regaron de muerte los campos y los pueblos de España con el
argumento falaz de que “según la ley, todas las cosas se purifican con sangre y
sin derramamiento de sangre no se hace remisión.“
La victoria del Frente Popular en febrero de 1936 ensanchó y
facilitó el camino que conducía desde la II República hacia la dictadura del
proletariado. El resultado electoral sorprendió a muchos aunque a regañadientes
fue aceptado.
El comunismo de entonces se mofaba de la democracia burguesa
y auspiciaba las trampas que fueran necesarias para destruirla. El engaño
electoral no era un baldón ni una ignominia. Por el contrario. Formaba parte de
la ortodoxia marxista-leninista. Todavía hoy colea ese planteamiento en Cuba o
Venezuela.
Ochenta años después, lo que era una sospecha -el “pucherazo”
del 36- se ha convertido en una realidad documentada, contrastada y
explicitada. Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García han publicado un
libro de imprescindible lectura, 1936: Fraude y violencia, en el que tras
largos años de investigación los autores demuestran con documentos
incontrovertibles las trampas electorales que hicieron los comunistas.
“Las vergonzosas rectificaciones” en las actas electorales a
las que se refería Niceto Alcalá-Zamora han quedado demostradas ahora y, según
Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García, al menos un 10% de los escaños no
fue el fruto de la competencia electoral en libertad sino de un fraude con
violencia.
Los 50 escaños, tal vez más, de la trampa frentepopulista
significan que la victoria de la extrema izquierda no se produjo en la realidad
pero el Frente Popular del pucherazo alteró gravemente el desarrollo de la
Historia de España. En Valencia hubo escrutinios a puerta cerrada sin testigos.
Los fraudes en Cáceres y Santa Cruz de Tenerife fueron descarados y también el
desvío de votos en Berlanga, Jaén, Don Benito y Llerena.
El objetivo era perjudicar al centro derecha de la CEDA en
favor de la extrema izquierda comunista. El escándalo de La Coruña alcanzó
cotas de gran altura y grueso calibre con el recuento de votos cínica y
gravemente adulterado.
La República excluyente, en fin, no fue capaz de ser de
todos, albergó en su seno, y además con fruición, las trampas electorales de
1936 en favor de los comunistas y condujo a la sociedad española al
enfrentamiento armado. La convivencia fracturada y yacente en una guerra atroz,
comenzó extirpando de raíz la libertad, con el asesinato de Federico García
Lorca, por un lado, y de Ramiro de Maeztu, por el otro, y con el exilio de
muchos de los grandes intelectuales, entre ellos los tres que encabezaron el
manifiesto Al servicio de la República: José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón
y Ramón Pérez de Ayala.
Lección histórica, en fin, y de alcance intelectual
incuestionable, la que se desprende el libro publicado por Manuel Álvarez
Tardío y Roberto Villa García.
Luis María ANSON
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