Expertos consultados por LA RAZÓN alertan sobre la peligrosa
ambigüedad del concepto propuesto por Pedro Sánchez. Todos coinciden en que
este término «inventado» no es la respuesta al fin de las tensiones
territoriales en España: «Es vacío y peligroso».
Por qué no existe la «Plurinacionalidad»
Expertos consultados por LA RAZÓN alertan sobre la peligrosa
ambigüedad del concepto propuesto por Pedro Sánchez. Todos coinciden en que
este término «inventado» no es la respuesta al fin de las tensiones
territoriales en España: «Es vacío y peligroso».
Reforma constitucional
Mariano Rajoy, durante la rueda de prensa ofrecida hoy en
Bruselas, tras asistir a la reunión del Consejo Europeo.
Rajoy insta a Sánchez a ser claro y explicar qué es la
plurinacionalidad
25 de junio de 2017. 04:21h
Andrés Rojo,
Por qué no existe la «Plurinacionalidad»
«New Deal», «Perestroika»... son ejemplos de como
espontáneamente, en un ámbito político determinado, surge un nombre, una
denominación, que logra polarizar el debate y dar forma tangible a algo que
hasta ese momento no era más que una idea, un escurridizo concepto llamado,
quizá, a cambiar la manera que tenemos de ver nuestro país o nuestro mundo.
¿Podría pertenecer el término «plurinacionalidad» a este linaje privilegiado de
vocablos proféticos? ¿Podríamos estar ante la clave para la solución de las
tensiones territoriales en España? La respuesta de los expertos a estas
preguntas parece inclinarse por un rotundo «no».
Santiago Muñoz Machado, catedrático de Derecho
Administrativo y secretario de la Real Academia Española, concede que el
vocablo «lingüísticamente hablando, no es una palabra mal montada» ya que se
compone de «nacionalidad» y del prefijo «pluri» que significaría algo así como
«pertenecer a muchas naciones». Esa es la acepción que maneja el diccionario de
la RAE ya que «nacionalidad» no está en el diccionario en el sentido del
artículo dos de la Constitución sino en el sentido de pertenencia a un país o
nación determinados. «Sin embargo, desde un punto de vista jurídico es un
concepto que no existe», recuerda Muñoz Machado, autor de más de cincuenta
títulos y experto en derecho constitucional, administrativo y comunitario
europeo. «En el mundo del derecho se conoce la doble nacionalidad pero no
conozco el caso de nacionales de un Estado que lo sean al mismo tiempo de tres
o cuatro». Para el profesor, la expresión que vienen utilizando los políticos
–en el sentido de que «España es una nación de naciones y por tanto un Estado
plurinacional»– parece darle al término «nación» un significado estrictamente
cultural. «No pueden referirse se a la nación como titular de la soberanía sino
como un hecho cultural, con unas costumbres propias, un territorio, una
historia, etc... pero claro, esto nos llevaría a decir que todas las provincias
españolas son pequeñas naciones, porque ¿que provincia española no tiene una
cultura propia y una historia singular?». Se trataría por tanto de un «concepto
un poco vacío que puede tener proyecciones políticas preocupantes». Desde el
punto de vista del derecho constitucional no hay más nación que la española y
no hay más sujeto soberano que la nación española, explica Muñoz Machado. Y
añade: «Usar el término ‘‘plurinacionalidad’’ para asignar a determinados
territorios la cosoberanía con el Estado es un empeño del que podría hablarse
sólo si se modifica la Constitución, pero no creo que el soberano pueblo
español acepte una repartición de la soberanía».
Más que un concepto articulado, «plurinacionalidad suena más
bien a una maniobra táctica, a un juego de palabras sin apoyo ni en el derecho
constitucional, ni en la historia de España, ni en la propia teoría política».
Son palabras de Benigno Pendás, director del Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales. Aunque es cierto que existen casos de Estados plurinacionales
–está el ejemplo de Suiza– «España es una gran nación histórica que se integra,
como dice la Constitución, por nacionalidades y regiones», recuerda este
académico Número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Letrado
de Cortes Generales y jefe de la asesoría jurídica del Senado. Pendás considera
positivo que, por lo menos, el PSOE no haya puesto en entredicho la unidad de
España y recuerda que el texto del articulo dos de la Constitución está escrito
por el socialista Tierno Galván. «De momento es sólo retórica de momento pero
el reconocimiento de una realidad nacional implica en buena medida el tránsito
hacia un estado propio. Nuestro estado autonómico parte en cambio de una única
realidad nacional y un amplísimo reconocimiento a la pluralidad de España». Sin
embargo ha de cuidarse la terminología porque «con las palabras que a veces
introducen factores que son luego difíciles de controlar y lo cierto es que
solo una lectura interesada de la Constitución puede llevar a hablar de
pluralidad de naciones».
Algo de sabiduría sobre el poder de las palabras puede
atribuírsele al dramaturgo catalán Alberto Boadella, que nos recuerda:
«Invenciones literarias sobre Cataluña se pueden hacer las que se quieran pero
la realidad no admite estos matices. Y la realidad es la que es: en Cataluña el
Gobierno y una parte importante de la sociedad no quiere ni hablar de estar
unida a España». Boadella cree que, aunque los políticos se inventen cosas como
«plurinacionalidad» pensando en «marear la perdiz», lo necesario es «atacar la
realidad directamente». Es inútil tratar de seducir a una gente que no está
dispuesta a ninguna seducción, a gente que está dispuestos a la separación y
cualquier compensación económica significaría siempre atentar contra la
igualdad de los españoles. «El PSOE y Podemos hacen el típico juego que ha
hecho siempre la izquierda, que ha sido muy responsable de lo que pasa en
Cataluña». Boadella cree que «intentan estar con Dios y con el César pensando
que así su mina de votos les dará buenos resultados». «Yo creo que se equivocan
con Cataluña como se han equivocada siempre», resume.
El historiador Henry Kamen confiesa su perplejidad ante un
término como «plurinacionalidad» y recuerda que debe establecerse una
definición clara y un contexto ante de utilizar un concepto como ese para
describir una realidad compleja. Recuerda que Baltasar Gracián en el siglo XVII
no tenía ningún problema en admitir que en España coexisten muchas naciones
pero matiza que el concepto de nación que se manejaba entonces apenas tiene
nada que ver con el que se le da ahora a la misma palabra. Juan Valera llegó
incluso a afirmar que si con nación se hace referencia a un Estado
completamente formado y articulado, entonces la España de finales del XIX no era
una nación. «Da la impresión de que los políticos que utilizan
‘‘plurinacionalidad’’ no tienen conciencia del concepto ni de la noción que
están utilizando. Me parece bastante insensato y no tiene ningún sentido».
Jesús Laínz, autor de «España contra Cataluña», opina
sencillamente que el término «es una estupidez que no se sostiene desde ningún
punto de vista» y recuerda que no se trata de una invención pues la izquierda
lo resucita ahora aunque siempre ha estado latente, como demuestran los
documentos internos del PSOE en los años 70 y durante la Transición. «La
izquierda, desde la guerra Civil, se ‘‘nacionalistizó’’», explica. «Antes era
un partido internacionalista para el que las patrias y las fronteras eran cosas
burguesas sin interés. Pero entonces comparten derrota y trinchera con el
separatismo vasco y catalán y se contagian de ello». Para Laíz, cuarenta años
después de la transición, la izquierda está resucitando el concepto «por
convencimiento pero también por estrategia para hacer un Frente Nacional y
aislar a la derecha». «La razón es que Pedro Sánchez sabe que no va a llegar a
la Moncloa sin este tipo de concesiones que, por supuesto, son suicidas porque
es imposible llegar a un pacto con los que quieren acabar con la nación que
aspiras a presidir», explica. Parte del problema es la falta de contundencia en
la derecha, algo que «ya sucedió en el 78 con el famoso concepto de
‘‘nacionalidad’’ en la Constitución que, no se nos olvide, es la puerta
semántica y jurídica para todo esto». Lo más preocupante de la actitud del PSOE
es que este parche que quieren llevar a cabo será utilizado por los
separatistas, que se servirán de él hasta el paso siguiente, que es la
secesión. Así lo confesó el propio Joan Tardá en una entrevista el pasado mes
de octubre en la revista «Jot Down»: «Vamos a hacer con la izquierda española
una parte del viaje hasta la estacion federal. Cuando lleguemos al estado
federal español la izquierda española bajara del tren y nosotros continuaremos
hasta la estación final, que es la república de Cataluña».
No estará de más escuchar en estas líneas la voz de otros
«expertos» en España, los del pasado, aquellos que murieron hace años pero nos
dejaron su voz en negro sobre blanco para iluminar el presente. Como por
ejemplo el inevitable Ortega: «Un estado federal es un conjunto de pueblos que
caminan hacia su unidad. Un estado unitario que se federaliza es un organismo
de pueblos que retrógrada y camina hacia su dispersión». Y otro español y vasco
con su innegable dosis de espíritu profético, Miguel de Unamuno, quien parecía
tener delante de los ojos el estado autonómico nacido de la Transición cuando
avisó de que «con ese grupito de parlamentillos, de pequeños parlamentos
regionales –o nacionales, nos es igual– sobre los que haya una especie de
Reichstag, de Dieta del Estado español, no se corregirá ninguno de nuestros
males, sino que se agravarán más bien. Y si no, al tiempo».
Y el tiempo es hoy.
Leer más: Por qué no
existe la «Plurinacionalidad»
http://www.larazon.es/espana/por-que-no-existe-la-plurinacionalidad-NF15458234?sky=Sky-Junio-2017#Ttt1M2sLhYUnSZKO
Convierte a tus clientes en tus mejores vendedores:
http://www.referion.com
ETIQUETAS
Reforma constitucional
Mariano Rajoy, durante la rueda de prensa ofrecida hoy en
Bruselas, tras asistir a la reunión del Consejo Europeo.
ESPAÑA
Rajoy insta a Sánchez a ser claro y explicar qué es la
plurinacionalidad
25 de junio de 2017. 04:21h
Andrés Rojo,
Por qué no existe la «Plurinacionalidad»
«New Deal», «Perestroika»... son ejemplos de como
espontáneamente, en un ámbito político determinado, surge un nombre, una
denominación, que logra polarizar el debate y dar forma tangible a algo que
hasta ese momento no era más que una idea, un escurridizo concepto llamado,
quizá, a cambiar la manera que tenemos de ver nuestro país o nuestro mundo.
¿Podría pertenecer el término «plurinacionalidad» a este linaje privilegiado de
vocablos proféticos? ¿Podríamos estar ante la clave para la solución de las tensiones
territoriales en España? La respuesta de los expertos a estas preguntas parece
inclinarse por un rotundo «no».
Santiago Muñoz Machado, catedrático de Derecho
Administrativo y secretario de la Real Academia Española, concede que el
vocablo «lingüísticamente hablando, no es una palabra mal montada» ya que se
compone de «nacionalidad» y del prefijo «pluri» que significaría algo así como
«pertenecer a muchas naciones». Esa es la acepción que maneja el diccionario de
la RAE ya que «nacionalidad» no está en el diccionario en el sentido del
artículo dos de la Constitución sino en el sentido de pertenencia a un país o
nación determinados. «Sin embargo, desde un punto de vista jurídico es un
concepto que no existe», recuerda Muñoz Machado, autor de más de cincuenta
títulos y experto en derecho constitucional, administrativo y comunitario
europeo. «En el mundo del derecho se conoce la doble nacionalidad pero no
conozco el caso de nacionales de un Estado que lo sean al mismo tiempo de tres
o cuatro». Para el profesor, la expresión que vienen utilizando los políticos
–en el sentido de que «España es una nación de naciones y por tanto un Estado
plurinacional»– parece darle al término «nación» un significado estrictamente
cultural. «No pueden referirse se a la nación como titular de la soberanía sino
como un hecho cultural, con unas costumbres propias, un territorio, una
historia, etc... pero claro, esto nos llevaría a decir que todas las provincias
españolas son pequeñas naciones, porque ¿que provincia española no tiene una
cultura propia y una historia singular?». Se trataría por tanto de un «concepto
un poco vacío que puede tener proyecciones políticas preocupantes». Desde el
punto de vista del derecho constitucional no hay más nación que la española y
no hay más sujeto soberano que la nación española, explica Muñoz Machado. Y
añade: «Usar el término ‘‘plurinacionalidad’’ para asignar a determinados
territorios la cosoberanía con el Estado es un empeño del que podría hablarse
sólo si se modifica la Constitución, pero no creo que el soberano pueblo
español acepte una repartición de la soberanía».
Más que un concepto articulado, «plurinacionalidad suena más
bien a una maniobra táctica, a un juego de palabras sin apoyo ni en el derecho
constitucional, ni en la historia de España, ni en la propia teoría política».
Son palabras de Benigno Pendás, director del Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales. Aunque es cierto que existen casos de Estados plurinacionales
–está el ejemplo de Suiza– «España es una gran nación histórica que se integra,
como dice la Constitución, por nacionalidades y regiones», recuerda este
académico Número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Letrado
de Cortes Generales y jefe de la asesoría jurídica del Senado. Pendás considera
positivo que, por lo menos, el PSOE no haya puesto en entredicho la unidad de
España y recuerda que el texto del articulo dos de la Constitución está escrito
por el socialista Tierno Galván. «De momento es sólo retórica de momento pero
el reconocimiento de una realidad nacional implica en buena medida el tránsito
hacia un estado propio. Nuestro estado autonómico parte en cambio de una única
realidad nacional y un amplísimo reconocimiento a la pluralidad de España». Sin
embargo ha de cuidarse la terminología porque «con las palabras que a veces
introducen factores que son luego difíciles de controlar y lo cierto es que
solo una lectura interesada de la Constitución puede llevar a hablar de
pluralidad de naciones».
Algo de sabiduría sobre el poder de las palabras puede
atribuírsele al dramaturgo catalán Alberto Boadella, que nos recuerda:
«Invenciones literarias sobre Cataluña se pueden hacer las que se quieran pero
la realidad no admite estos matices. Y la realidad es la que es: en Cataluña el
Gobierno y una parte importante de la sociedad no quiere ni hablar de estar
unida a España». Boadella cree que, aunque los políticos se inventen cosas como
«plurinacionalidad» pensando en «marear la perdiz», lo necesario es «atacar la
realidad directamente». Es inútil tratar de seducir a una gente que no está
dispuesta a ninguna seducción, a gente que está dispuestos a la separación y
cualquier compensación económica significaría siempre atentar contra la
igualdad de los españoles. «El PSOE y Podemos hacen el típico juego que ha
hecho siempre la izquierda, que ha sido muy responsable de lo que pasa en
Cataluña». Boadella cree que «intentan estar con Dios y con el César pensando
que así su mina de votos les dará buenos resultados». «Yo creo que se equivocan
con Cataluña como se han equivocada siempre», resume.
El historiador Henry Kamen confiesa su perplejidad ante un
término como «plurinacionalidad» y recuerda que debe establecerse una
definición clara y un contexto ante de utilizar un concepto como ese para
describir una realidad compleja. Recuerda que Baltasar Gracián en el siglo XVII
no tenía ningún problema en admitir que en España coexisten muchas naciones
pero matiza que el concepto de nación que se manejaba entonces apenas tiene
nada que ver con el que se le da ahora a la misma palabra. Juan Valera llegó
incluso a afirmar que si con nación se hace referencia a un Estado
completamente formado y articulado, entonces la España de finales del XIX no
era una nación. «Da la impresión de que los políticos que utilizan ‘‘plurinacionalidad’’
no tienen conciencia del concepto ni de la noción que están utilizando. Me
parece bastante insensato y no tiene ningún sentido».
Jesús Laínz, autor de «España contra Cataluña», opina
sencillamente que el término «es una estupidez que no se sostiene desde ningún
punto de vista» y recuerda que no se trata de una invención pues la izquierda
lo resucita ahora aunque siempre ha estado latente, como demuestran los
documentos internos del PSOE en los años 70 y durante la Transición. «La
izquierda, desde la guerra Civil, se ‘‘nacionalistizó’’», explica. «Antes era
un partido internacionalista para el que las patrias y las fronteras eran cosas
burguesas sin interés. Pero entonces comparten derrota y trinchera con el
separatismo vasco y catalán y se contagian de ello». Para Laíz, cuarenta años
después de la transición, la izquierda está resucitando el concepto «por
convencimiento pero también por estrategia para hacer un Frente Nacional y
aislar a la derecha». «La razón es que Pedro Sánchez sabe que no va a llegar a
la Moncloa sin este tipo de concesiones que, por supuesto, son suicidas porque
es imposible llegar a un pacto con los que quieren acabar con la nación que
aspiras a presidir», explica. Parte del problema es la falta de contundencia en
la derecha, algo que «ya sucedió en el 78 con el famoso concepto de
‘‘nacionalidad’’ en la Constitución que, no se nos olvide, es la puerta
semántica y jurídica para todo esto». Lo más preocupante de la actitud del PSOE
es que este parche que quieren llevar a cabo será utilizado por los
separatistas, que se servirán de él hasta el paso siguiente, que es la
secesión. Así lo confesó el propio Joan Tardá en una entrevista el pasado mes
de octubre en la revista «Jot Down»: «Vamos a hacer con la izquierda española
una parte del viaje hasta la estacion federal. Cuando lleguemos al estado
federal español la izquierda española bajara del tren y nosotros continuaremos
hasta la estación final, que es la república de Cataluña».
No estará de más escuchar en estas líneas la voz de otros
«expertos» en España, los del pasado, aquellos que murieron hace años pero nos
dejaron su voz en negro sobre blanco para iluminar el presente. Como por
ejemplo el inevitable Ortega: «Un estado federal es un conjunto de pueblos que
caminan hacia su unidad. Un estado unitario que se federaliza es un organismo
de pueblos que retrógrada y camina hacia su dispersión». Y otro español y vasco
con su innegable dosis de espíritu profético, Miguel de Unamuno, quien parecía
tener delante de los ojos el estado autonómico nacido de la Transición cuando
avisó de que «con ese grupito de parlamentillos, de pequeños parlamentos
regionales –o nacionales, nos es igual– sobre los que haya una especie de
Reichstag, de Dieta del Estado español, no se corregirá ninguno de nuestros
males, sino que se agravarán más bien. Y si no, al tiempo».
Y el tiempo es hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario