martes, 2 de abril de 2013

Comentario a la intervención de Azaña sobre la laicidad del Estado


"(…) me refiero a esto que llaman problema religioso. La premisa de este problema, hoy político, la for­mulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica; el proble­ma político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que que­de adecuado a esta forma nueva e histórica del pueblo español.
Yo no puedo admitir, señores diputados, que a esto se le llame proble­ma religioso.
El auténtico problema religioso no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino.
Este es un problema político, de constitución del estado, y es ahora precisamente cuando este problema pierde hasta las semejas de religión, de religiosidad, porque nuestro Estado a diferencia del Estado antiguo, tomaba sobre sí la tutela de las conciencias y da­ba medios de impulsar a las almas, incluso contra su voluntad, por el camino de su salvación, excluye toda preocupación ultraterrena y todo cuidado de la fidelidad, y quita a la iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios le prestó. Se trata simple­mente de organizar el Estado español con sujeción a las premisas que acabo de establecer (...)"
Discurso de Azaña en el Congreso de los Diputados en 1931.
Fragmento de un discurso de Manuel Azaña, en ese momento Jefe de Gobierno, cuando se debatía la redacción de la Constitución de la Segunda República.

Discurso de Azaña en las Cortes sobre la cuestión religiosa.
[...] “La revolución política, es decir, la expulsión de la dinastía y la restauración de las libertades públicas, ha resuelto un problema específico de importancia capital, ¡quién lo duda!, pero no ha hecho más que plantear y enunciar aquellos otros problemas que han de transformar el Estado y la sociedad españoles hasta la raíz.
Estos problemas, a mi corto entender, son principalmente tres
*.-  el problema de las autonomías locales,
*.-  el problema social en su forma más urgente y aguda, que es la reforma de lo propiedad,
*.-  y este que llaman problema religioso, y que es en rigor la implantación del laicismo del Estado con todas sus inevitables y rigurosas consecuencias.
Ninguno de estos problemas los ha inventado la República (...). Cada uno de estas cuestiones, señores diputados, tiene una premisa inexcusable, imborrable en la conciencia pública, y al venir aquí, al tomar hechura y contextura parlamentaria es cuando surge el problema político.
Yo no me refiero a las dos primeras, me refiero a eso que llaman problema religioso. La premisa de este problema, hoy político, la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica; el problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica el pueblo español.
Yo no puedo admitir, señores diputados, que a esto se le llame problema religioso.
El auténtico problema religioso no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y se responde a la pregunta sobre el misterio de nuestro destino (...)”.
Diario de sesiones de los Corles, 13 de octubre de 1931
  
El llamado problema religioso no es político.
Las creencias religiosas pertenecen al ámbito de la libertad personal.
La cuestión, si España ha dejado de ser oficialmente católica (ya que serlo o no será decisión personal de cada español), el problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta forma nueva e histórica del pueblo español.
No es admisible, por tanto, “que a esto se le llame problema religioso” ya que este problema “no puede exceder de los límites de la conciencia personal” “donde se formula y responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino”.
Es, por tanto, un problema político.
Ahora nuestro Estado a diferencia del Estado antiguo ya no pretende tutelar  las conciencias individuales y solo trata simplemente de organizar el Estado español conforme a la libertad religiosa de cada persona.

Fragmento de un discurso de Manuel Azaña, Jefe de Gobierno, en el debate de la redacción de la Constitución de la Segunda República.
Fuente histórica primaria de naturaleza política.
Azaña niega la existencia de un problema religioso en España, el Estado debe ser ajeno a las creencias religiosas de sus ciudadanos (pertenecen al ámbito personal de éstos).
Con este discurso Azaña enlaza con la corriente anticlerical que en España surgió durante el Trienio Liberal y que estuvo enraizada en los sectores más progresistas (desde los exaltados del trienio a los republicanos de la I República o el pensamiento de las principales ideologías del movimiento obrero: marxismo y anarquismo).
Esta postura anticlerical unas veces se manifestó de forma racional y dialogada, como la acción política de Canalejas (“Ley del candado”) y otras de forma violenta como durante la Semana Trágica de Barcelona de 1909 (quema de edificios religiosos, exhumación de tumbas de curas y monjas…etc.).
Este anticlericalismo pretendía superar la confesionalidad del Estado.

El llamado problema religioso no es político.
Las creencias religiosas pertenecen al ámbito de la libertad personal.
La cuestión, si España ha dejado de ser oficialmente católica (ya que serlo o no será decisión personal de cada español), el problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta forma nueva e histórica del pueblo español.
No es admisible, por tanto, “que a esto se le llame problema religioso” ya que este problema “no puede exceder de los límites de la conciencia personal” “donde se formula y responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino”.
Es, por tanto, un problema político.
Ahora nuestro Estado a diferencia del Estado antiguo ya no pretende tutelar  las conciencias individuales y solo trata simplemente de organizar el Estado español conforme a la libertad religiosa de cada persona.

Fragmento de un discurso de Manuel Azaña, Jefe de Gobierno, en el debate de la redacción de la Constitución de la Segunda República.
Fuente histórica primaria de naturaleza política.
Azaña niega la existencia de un problema religioso en España, el Estado debe ser ajeno a las creencias religiosas de sus ciudadanos (pertenecen al ámbito personal de éstos).
Con este discurso Azaña enlaza con la corriente anticlerical que en España surgió durante el Trienio Liberal y que estuvo enraizada en los sectores más progresistas (desde los exaltados del trienio a los republicanos de la I República o el pensamiento de las principales ideologías del movimiento obrero: marxismo y anarquismo).
Esta postura anticlerical unas veces se manifestó de forma racional y dialogada, como la acción política de Canalejas (“Ley del candado”) y otras de forma violenta como durante la Semana Trágica de Barcelona de 1909 (quema de edificios religiosos, exhumación de tumbas de curas y monjas…etc.).
Este anticlericalismo pretendía superar la confesionalidad del Estado.
“España ha dejado de ser católica” y  “la vida de un republicano vale más que todos los conventos de España” a raíz de la quema de conventos en Madrid y otras ciudades españolas en mayo de 1931.
Las dos sirvieron de fundamento para afirmar, por sus oponentes, el anticlericalismo de la II República, causa de la descristianización de España con el proceso de laicización resueltamente emprendido por la República.

Manuel Azaña:
En 1926 fundó Acción Republicana, formó parte del Comité Revolucionario (pacto de San Sebastián de1930), que contribuyó a la instauración de la II República, en cuyo gobierno provisional ocupó la cartera de Guerra primero y la Presidencia después.
Tras las elecciones de Junio de 1931, le confirmaron como Jefe del Ejecutivo, puesto del que dimitió en Septiembre de 1933.
En Abril de 1934, ya en la oposición, consiguió la unidad republicana con los partidos de Marcelino Domingo y Santiago Casares Quiroga, dando lugar a Izquierda Republicana.
Con el Frente Popular, en Mayo de 1936, fue elegido Presidente de la República, cargo que ocupó durante la Guerra Civil que sufrió España durante los años 1936-1939
Falleció en Montauban en Francia (noviembre de1940).

Discurso de Azaña en las Cortes sobre la cuestión religiosa.
[...] “La revolución política, es decir, la expulsión de la dinastía y la restauración de las libertades públicas, ha resuelto un problema específico de importancia capital, ¡quién lo duda!, pero no ha hecho más que plantear y enunciar aquellos otros problemas que han de transformar el Estado y la sociedad españoles hasta la raíz.
Estos problemas, a mi corto entender, son principalmente tres
*.-  el problema de las autonomías locales,
*.-  el problema social en su forma más urgente y aguda, que es la reforma de lo propiedad,
*.-  y este que llaman problema religioso, y que es en rigor la implantación del laicismo del Estado con todas sus inevitables y rigurosas consecuencias.
Ninguno de estos problemas los ha inventado la República (...). Cada uno de estas cuestiones, señores diputados, tiene una premisa inexcusable, imborrable en la conciencia pública, y al venir aquí, al tomar hechura y contextura parlamentaria es cuando surge el problema político.
Yo no me refiero a las dos primeras, me refiero a eso que llaman problema religioso. La premisa de este problema, hoy político, la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica; el problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica el pueblo español.
Yo no puedo admitir, señores diputados, que a esto se le llame problema religioso.
El auténtico problema religioso no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y se responde a la pregunta sobre el misterio de nuestro destino (...)”
Diario de sesiones de los Corles, 13 de octubre de 1931
 

“España ha dejado de ser católica” y  “la vida de un republicano vale más que todos los conventos de España” a raíz de la quema de conventos en Madrid y otras ciudades españolas en mayo de 1931.
Las dos sirvieron de fundamento para afirmar, por sus oponentes, el anticlericalismo de la II República, causa de la descristianización de España con el proceso de laicización resueltamente emprendido por la República.


Manuel Azaña:
En 1926 fundó Acción Republicana, formó parte del Comité Revolucionario (pacto de San Sebastián de1930), que contribuyó a la instauración de la II República, en cuyo gobierno provisional ocupó la cartera de Guerra primero y la Presidencia después.
Tras las elecciones de Junio de 1931, le confirmaron como Jefe del Ejecutivo, puesto del que dimitió en Septiembre de 1933.
En Abril de 1934, ya en la oposición, consiguió la unidad republicana con los partidos de Marcelino Domingo y Santiago Casares Quiroga, dando lugar a Izquierda Republicana.
Con el Frente Popular, en Mayo de 1936, fue elegido Presidente de la República, cargo que ocupó durante la Guerra Civil que sufrió España durante los años 1936-1939.
Falleció en Montauban en Francia (noviembre de1940).



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