El 18 de febrero de 1949, a los setenta
y un años de edad, fallecía en la ciudad de Buenos aires don Niceto Alcalá
Zamora y Torres, primer presidente de la Segunda República española.
Sus Memorias: “Cuartillas que debían
reflejar, para las generaciones venideras, los avatares y vivencias de un
hombre que asumió la Jefatura del Estado
en uno de los tiempos mas convulsos y oscuros de la historia de España.
El mismo Alcalá-Zamora explicaba los
motivos que le llevaron a redactar los recuerdos de su vida:
“La creencia de que toda vida que
alcanza por la fortuna y el esfuerzo algún relieve tiene el deber de transmitir
sus reflexiones y sus recuerdos; la convicciñon de que estos documentos
históricos son doblemente necesarios en España, cuya historia fecunda con frecuencia
y complicada siempre, muestra tanto por hacer; y el presentimiento, no
contradictorio de mi sencillez, de que había ejercido, y habría de aumentar,
algún influjo en la vida pública”.
Lo que no podía imaginar don Niceto es
que su esfuerzo por dejar a las generaciones venideras sus recuerdos y
experiencias políticas reflejados en sus escritos, iban a ser arrebatados por
la violencia.
“De las tres incautaciones ilegales que
sufrieron sus Memorias, Alcalá Zamora sólo fue conocedor de la primera, como él
mismo denunció poco después de su desaparición:
Cuando el 6
de julio de 1936 salimos de Madrid para realizar el viaje proyectado hacía
mucho tiempo, que consistía en un crucero por los mares árticos, sentimos, ante
la anarquía imperante y las violencias que el Gobierno excitaba contra mi, el
temor de dejar las memorias en nuestra casa.
No quise,
sin embargo, ocasionar a ningún pariente o amigo la molestia y el riesgo de un
registro, que alguno se practicó sin efecto.
Preferimos
como solución más segura dejar las memorias en la agencia madrileña de Crédit
Lyonnais, banco extranjero del que yo había sido abogado desde 1915 a 1930.
Allí
alquilamos dos cajas (números 30 y 31), dejando en ellas las memorias…
(…) Desde
Julio de 1936, el Gobierno Giral y el de Largo Caballero emprendieron con
unidad de inspiración, sin duda emanada de Azaña, el apoderamiento de esas
memorias.
Lejos de
ocultar el propósito, intentaron explicar por él la incautación, el expurgo y
el despojo de mi casa, que en cuanto a libros y papeles fueron completos…
La inutilidad
de las primeras pesquisas y de la violenta apertura de mi caja de caudales 518
del Banco Hispano Americano excitó la curiosidad y el encono de la busca. Por
fin, el 13 de Febrero de 1937 los sabuesos de Galarza encontraron las memorias
al dar con las cajas alquiladas por mi mujer en el Crédit Lyonnais (…) no
vacilaron, según han referido hace poco en el Crédit, en dar a la persecución
contra mi mujer el carácter de procedimiento criminal.
(…) con las
memorias desaparecieron antigüedades, ropas, objetos de arte…
Según el
acta levantada el 13 de febrero de 1937, y que yo he conocido más de dos años
después, fueron los agentes de policia Jacunto Ujeda Mariño y Ángel Aparicio
Martínez quienes, cumpliendo órdenes, siempre del Gobierno y de ub juzgado
instrumento de aquel, se llevaron los nueve sobres que contenían mis
memorias y otros estudios.
Ha sido
imposible, en las difíciles averiguaciones de la emigración, dar con el
paradero de aquellos dos instrumentos que sin duda sabían poco y querrían decir
menos…
Cuando
alguien preguntó a Largo (Caballero), éste tuvo el aplomo de mostrarse
ignorante aun de la existencia de mis memorias, de las que había hablado muchas
veces conmigo, cuya publicación abusiva y amañada había dispuesto en Valencia.
(…) El
sanedrín de personajes del Frente Popular debió conocer el texto completo de
mis memorias…
La última y
vana pista que tengo al escribir estas líneas, el 8 de marzo de 1940, es que
mis memorias después de arrebatadas y de rodar de mano en mano, fueron a parar
a las Juventudes socialistas y aún me puntualizaron que de ello debía tener la
clave ‘el hijo de Carrillo’”
La Recuperación y el segundo robo de
las Memorias de Niceto Alcalá-Zamora:
En el año 2008, con motivo de la
publicación de las memorias del general Queipo de Llano, llegó al programa de
radio de César Vidal un mensaje que unos minutos antes había llegado a la
redacción.
“Un hombre manifestaba poseer los
documentos y memorias de Niceto Alcalá-Zamora, sustraídos setenta años antes”.
(…) lo primero que decidimos fue
solicitar una prueba que demostrara la veracidad de su afirmación, y qué mejor que
remitirnos algunas de las páginas manuscritas.
Así lo hizo, y a través del ordenador
nos hizo llegar unas cuartillas con la letra original del presidente de la
República.
La intención de nuestro enigmático
personaje era clara: quería venderlo, sin indicarnos en ningún momento la
cantidad.
Le expuse a César mi negativa moral a
participar en aquella transacción…
Cesar entendió que yo me había de ocupar
de las pesquisas y me deseo suerte…
Concerté una cita con mi amigo José
(José Alcalá-Zamora y Queipo de Llano, académico numerario de la Real Academia
de la Historia, Catedrático de Historia (…) y nieto del presidente de la
República.
Le dije (…) El Gobierno actual alardea
de la recuperación de la memoria histórica: veremos si actúa de buena fe y es
capaz de recuperar la figura del hombre que trajo la República española, del
político que vaticinó el estallido de la Guerra Civil
(Me respondió) Jorge no me fío, son
herederos de los mismos políticos que perpetraron el golpe de Estado
parlamentario contra mi abuelo. Aun así, haz lo que creas oportuno, yo siempre
te apoyaré.
(…) Contacté con la Brigada de Delitos
Contra el Patrimonio de la Guardia Civil.
Lo primero era averiguar la identidad de
la persona que afirmaba poseer las memorias… Poco tardaron en averiguarlo: se
trataba de un arquitecto con problemas económicos por ciertas irregularidades
con la justicia.
Se decidió montar un operativo con el
objetivo final de recuperar las memorias. Al frente figuraría un Capitán, con
un sargento y dos guardias. Yo sería el cebo. Debía comprobar que se encontraba
toda la documentación y que ésta se hallaba en perfecto estado. Me acompañaría
uno de los guardias camuflados como asesor financiero. Los otros se
distribuirían por el restaurante fijado en la operación.
-No debes incitarle al delito. Deja que sea él quien hable de dinero.
Quedamos en un restaurante conocido de
la ciudad de Valencia y allí apareció mi interlocutor. Venía acompañado de su
mujer y por dos maletines de aviador en los que portaba todos los documentos.
No tardó en mostrarme los preciados
papeles
(…) - ¿Cómo se hizo usted con esta
documentación?.
- Aquel hombre estaba esperando esta pregunta
…
- Mi padre, estudiante de arquitectura,
era soldado en el Gobierno Provisional de la República establecido en Valencia.
Cuando se produjo la desbandada en marzo
de 1939, nadie reparó en aquel saco lleno de papeles inservibles: luchaban por
salvar su vida.
Mi padre se dio cuenta de que aquello
tenía un gran valor y se lo llevó.
- Deseaba una cantidad elevada, y por
supuesto en dinero negro.
De esta manera se producía lo que yo he
llamado “el segundo robo de las memorias de Alcalá-Zamora”.
El Capitán de la Guardia Civil se
levantó, identificándose como miembro de la Unidad de Delitos de Patrimonio.
Quedábamos detenidos y la documentación incautada.
El Tercer robo:
Quizás el más miserable e inesperado fue
el que yo denomino ´tercer robo de las memorias´
(…) Habíamos acordado, la familia y yo,
que toda la documentación sería entregada en el Archivo Nacional, o en su
defecto en la Real Academia de la Historia; pero en cualquiera de ambos casos
se haría de forma gratuita.
(…) A los pocos días de la recuperación
de las memorias, la Guardia Civil se puso de nuevo en contacto:
- El asunto se nos ha ido de las manos y
nos hemos visto obligados a entregar la documentación al Ministerio de Cultura
por orden del Ministerio del Interior.
El interlocutor del Gobierno era don Rogelio Blanco, director
general del Libro, Archivos y Bibliotecas, conocido de José Alcalá-Zamora (…)
Se negó a que la familia tuviera acceso
a la documentación, con el argumento banal y miserable de que desde ese momento
las memorias pertenecían al Estado.
(…) A aquel funcionario le importaba
poco el testamento original del presidente de la República en el que expresaba
su deseo de que, si algún día aparecieran sus escritos, éstos debían pasar a
manos de su familia, y ellos decidir cual era su destino. (En sus
argumentaciones obvió la amistad personal que le unía desde hacía años con el
presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero)
La familia no se iba a rendir.
Lo que no podían imaginar el movimiento
inmoral que llevó a cabo el Ministerio de Cultura. Habían decidido pagar en
“dación” por un importe de 80.000 euros al hombre que conservaba ilícitamente
el legado de Alcalá-Zamora, y todo ello sin que el proceso judicial hubiera
terminado.
(…) Los argumentos esgrimidos por Nart,
el abogado de la familia, dieron sus frutos y se dio orden al Archivo Nacional
para que no hubiera ninguna filmación y se llegara a aun acuerdo con la
familia.
(…) Dos años después se había hecho
justicia. La familia decidió que debían ser publicados como era el deseo de su
abuelo.
(…)
Jorge Fernández-Coppel.
Madrid, 7 de octubre de 2011
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