miércoles, 4 de noviembre de 2009

La Semana Trágica de Barcelona (1909).


La "Conferencia de Algeciras" (enero-abril de 1906) reconoció los intereses españoles en Marruecos. El sultán dio las concesiones mineras de Melilla a compañías españolas, francesas y alemanas. Los obreros indígenas pidieron aumento de salario, al no concedérselo, atacaron a los obreros europeos y a las tropas españolas. La situación se agravó, en julio de 1909 Melilla estaba en peligro y el general Marina pedía refuerzos.
Maura, jefe de gobierno, decidió enviar a los reservistas, lo que provocó revueltas en Madrid y Barcelona (Semana Trágica) que trataban de impedir que las tropas embarcasen.

En vez de enviar a las tropas situadas en Andalucía, el ministro de la Guerra cometió el error de aprovechar la ocasión para ensayar un plan de movilización de reservistas, y ordenó la incorporación de los de Madrid y Barcelona.
Las protestas generalizadas ante esta medida, especialmente en Cataluña, no fueron atendidas.
El 18 de julio, cuando las tropas de reservistas embarcaban en el puerto de Barcelona, hubo incidentes graves, cuando algunas damas de la alta sociedad intentaron entregar medallas a los soldados.
En Madrid, las mujeres y madres de los movilizados invadieron las vías del tren para intentar detener los convoyes (desde sus inicios, el conflicto de Marruecos significó una enorme sangría para el ejército español, y una guerra extremadamente impopular).
La tensión fue en aumento en los días posteriores.
El 15 de julio, socialistas, anarquistas y nacionalistas de izquierda se unieron en la convocatoria de huelga general en Barcelona.
Es en este contexto, las Sociedades Obreras (reunidas en el Congreso de Tarrasa 18-20 de julio) decretaron una Huelga General.
El Comité de Madrid la fijó para el 20 de agosto.
En las Sociedades Catalanas se creo un Comité para dirigir la huelga del 26 de julio (integrado por miembros de Solidaridad Obrera, grupos anarquistas y socialistas).
A esta Huelga, convocada por Solidadridad Obrera, se adhirió la UGT.
Al Comité de huelga, integrado por socialistas y anarquistas, también se adhirieron obreros lerrouxistas.
Del 26 de julio al 1 de agosto (Semana Trágica) la huelga degeneró en una auténtica rebelión incontrolada.
La huelga inicialmente pensada como protesta pacifica, al declararse el estado de Guerra y con el ejército en la calle, se convirtió en una insurrección (con barricadas, asaltos a comercios y quema de conventos y de escuelas regentadas por religiosos) y que se extendió a otros pueblos de Cataluña. Esta insurrección fue rechazada por los republicanos catalanistas y también por los radicales.
Las noticias del desastre del Barranco del Lobo, que causó más de 1.200 bajas, coincidieron con el início del paro, que fue total en la ciudad. Por la tarde se declaró el estado de guerra, mientras la huelga se extendía a las ciudades industriales vecinas.

A partir de esa noche, y sobre todo al día siguiente, el Comité de huelga perdió el dominio de la situación. Los Comités obreros se hicieron con el control de Sabadell, Granollers y otras localidades, mientras los enfrentamientos entre huelguistas, policía y ejército se recrudecían.
Durante tres días abundaron los incendios y las luchas callejeras en Barcelona, aislada del exterior, hasta que el jueves 29 la tensión comenzó a remitir, volviéndose a una cierta normalidad en la mañana del sábado 31.
El 29 de julio el ejército había ocupado el centro de la ciudad de Barcelona y poco a poco controló sus alrededores, logrando dominar la insurrección en los primeros días de agosto.
Con un balance de 116 muertos, unos 300 heridos y de más de sesenta edificios destruidos, a los que hubo que añadir los múltiples destrozos y heridos no cuantificados oficialmente. La represión posterior registró cerca de 1.500 detenciones y 1.700 procesos. Hubo 17 condenas a muerte, de las que se ejecutaron 5.

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